Diferencia entre revisiones de «Segunda guerra italo-etíope»

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En diciembre de [[1934]] tropas etíopes e italianas se enfrentaron, falleciendo ciento cincuenta hombres del primer bando y cincuenta del segundo. En [[Walwal]], oasis cercano a la frontera común mal definida, tuvo lugar el choque el 4 de diciembre.{{Harvnp|Zuber|1975|pp=179-180}} Tras el intercambio de acusaciones mutuas, los dos países aceptaron someter a arbitraje la resolución del conflicto.{{Harvnp|Zuber|1975|p=180}} La [[Sociedad de Naciones]] exoneró de culpa a ambos bandos, e Italia empezó a acumular fuerzas en la frontera.{{Harvnp|Zuber|1975|p=180}} Mientras Roma alargaba todo lo posible el arbitraje internacional, concentraba unidades en África y lanzaba una campaña propagandística para justificar la conquista del norte y este de Etiopía.{{Harvnp|Zuber|1975|p=180}} Para ganarse el beneplácito francés a la campaña militar prevista, Mussolini renunció durante su entrevista con [[Pierre Laval]] en enero de 1935 a los territorios prometidos a Italia en el [[Tratado de Londres (1915)|Tratado de Londres de 1915]] y a diversos derechos y reclamaciones territoriales en África.{{Harvnp|Zuber|1975|pp=180-181}} La controvertida reunión concluyó con Mussolini convencido de contar con la aquiescencia francesa a la expansión económica y política italiana en la región.{{Harvnp|Zuber|1975|p=181}} La falta de oposición clara de los británicos —renuentes a afrentar al Gobierno italiano— también le hizo pensar que estos aprobaban sus planes coloniales.{{Harvnp|Zuber|1975|p=182}} Durante la [[frente de Stresa|conferencia de Stresa]] se confirmó la aparente indiferencia franco-británica a los planes etíopes de Mussolini.{{Harvnp|Zuber|1975|pp=182-183}} Así, Mussolini desató una amplia campaña propagandística que presentó la expansión colonial en África oriental como la solución a los problemas de la nación: los expertos económicos describían el país como rica fuente de materias primas y un gran mercado para los productos italianos.{{Harvnp|Zuber|1975|pp=183-184}} En mayo de 1935, Italia abiertamente proclamó su intención de dominar la región y de recurrir a la guerra para conseguirlo si resultaba necesario.{{Harvnp|Zuber|1975|p=184}}
 
Para disgusto de Mussolini, el ministro de Asuntos Exteriores británico [[Anthony Eden]], de visita en Roma entre el 22 y el 25 de junio, indicó la oposición británica al proyecto colonial italiano —fundamentalmente a causa de las elecciones del otoño, en la que el Gobierno esperaba no contrariar a los partidarios de la Sociedad de Naciones, que lo rechazaban—.{{Harvnp|Zuber|1975|pp=184-185}} Las concesiones territoriales y económicas propuestas por los británicos resultaron inaceptables para el mandatario italiano, que deseaba obtener territorios mucho mayores que los ofrecidos por el ministro británico y el control oficioso de todo el país.{{Harvnp|Zuber|1975|p=185}} El primer ministro italiano insinuó la disposición italiana a abandonar la Sociedad de Naciones si esta finalmente se oponía a la expansión italiana.{{Harvnp|Zuber|1975|p=185}} Para tratar de alcanzar un acuerdo entre británicos, franceses e italianos, se llevaron a cabo varias negociaciones, primero en París en agosto y luego en Ginebra en septiembre, sin éxito.{{Harvnp|Zuber|1975|p=186}} Las conversaciones tripartitas cesaron a principios de octubre a causa de la invasión italiana de Etiopía.{{Harvnp|Zuber|1975|p=186}}
 
El emperador etíope [[Haile Selassie]] empezó a reclutar hombres, llegando a formar un ejército de medio millón de soldados, que, sin embargo, estaba armado simplemente con [[rifle]]s y [[carabina]]s bastante anticuados, mientras que algunos soldados únicamente portaban lanzas. Las tropas etíopes carecían de mando único pues eran convocadas por clanes casi independientes entre sí, y por todo poderío aéreo disponían de una docena de aviones de la [[Primera Guerra Mundial]].