Se llaman '''rebautizantes''' o '''rebautizados''' a los cristianos ya bautizados que quieren repetir el [[bautismo]], es decir, '''rebautizarse'''.<ref>{{cita drae|rebautizar}}</ref>
En el [[siglo III]], [[Firmiliano]], obispo de [[Cesárea]] en [[Capadocia]] y algunos obispos de [[Asia]] y [[San Cipriano]] al frente de muchos obispos de [[África]] declararon que era preciso rebautizar a todos los que recibieron el bautismo por mano de los [[hereje]]s. Se fundaban en que el que no tiene el [[Espíritu Santo]] no puede darle, falsa máxima de la cual se seguiría que el que está en [[pecado mortal]] no puede administrar válidamente sacramento alguno y que la eficacia de este sagrado rito depende del mérito personal del ministro. Alegaban también en su favor la tradición de sus Iglesias: es constante que esta tradición no pasa del [[siglo II]] en África, ni del obispo [[Agripino]] que había precedido a San Cipriano y había ocupado su silla muchos años. ''S. Cipriano, Epist. 73, ad Juvayan''.
El papa [[San Esteban]] resistió primero a los asiáticos y después a los africanos con la firmeza y decoro que corresponde, a unquienes jefeles de la Iglesia. Les opuso una tradición más auténtica y constante que la suya diciéndoles:dijo, ''nada innovemos: atengámonos a la tradición''. Aún amenazó a unos y a otros con separarlos de la comunión pero se disputa sobre si efectivamente los excomulgó. Hasta entonces la práctica de la Iglesia era tener por válido el bautismo administrado por los herejes a no ser que alterasen la fórmula que había prescrito Jesucristo. Así se decidió en el siglo IV en el [[concilio de Arlés]] y en el de [[Concilio de Nicea I|Nicea]]. Claro está, pues, que Firmiliano y San Cipriano se equivocaron en el fondo de la cuestión porque la Iglesia universal reprobó su opinión en este punto.
