Diferencia entre revisiones de «Caballo de Troya»

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{{cita|—¡Demódoco! Yo te alabo más que a otro mortal cualquiera, pues deben de haberte enseñado la [[Musa]], hija de [[Zeus]], o el mismo [[Apolo]], a juzgar por lo primorosamente que cantas el azar de los aqueos y todo lo que llevaron a cabo, padecieron y soportaron como si tú en persona lo hubieras visto o se lo hubieses oído referir a alguno de ellos. Mas, ea, pasa a otro asunto y canta como estaba dispuesto el caballo de madera construido por Epeo con la ayuda de [[Atenea]]; máquina engañosa que el divinal [[Odiseo]] llevó a la acrópolis, después de llenarla con los guerreros que arruinaron a Troya. Si esto lo cuentas como se debe, yo diré a todos los hombres que una deidad benévola te concedió el divino canto.
<br />Así habló y el aedo, movido por divinal impulso, entonó un canto cuyo comienzo era que los argivos diéronse a la mar en sus naves de muchos bancos, después de haber incendiado el campamento, mientras algunos ya se hallaban con el celebérrimo Odiseo en el ágora de los [[teucros]], ocultos por el caballo que éstosestos mismos llevaron arrastrando hasta la [[acrópolis]].
<br />El caballo estaba en pie, y los teucros, sentados a su alrededor, decían muy confusas razones y vacilaban en la elección de uno de estos tres pareceres; hender el vacío leño con el cruel bronce, subirlo a una altura y despeñarlo, o dejar el gran simulacro como ofrenda propiciatoria a los dioses; esta última resolución debía prevalecer, porque era fatal que la ciudad se arruinase cuando tuviera dentro aquel enorme caballo de madera donde estaban los más valientes argivos, que causaron a los teucros el estrago y la muerte.
<br />Cantó cómo los [[aqueos]], saliendo del caballo y dejando la hueca emboscada, asolaron la ciudad; cantó asimismo cómo, dispersos unos por un lado y otros por otro, iban devastando la excelsa urbe, mientras que Odiseo, cual si fuese [[Ares]], tomaba el camino de la casa de Deífobo, juntamente con el deiforme [[Menelao]]. Y refirió cómo aquélaquel había osado sostener un terrible combate, del cual alcanzó Victoria por el favor de la magnánima Atenea.
|Homero, ''Odisea'' VIII, 490.}}