Atl-tlachinolli

En la cosmogonía azteca, concepto de 'agua contra fuego' o 'agua quemada'

Atlachinolli o atl-tlachinolli (del náhuatl: atl ‘agua’) y (del náhuatl: tlachinolli ‘que se quema’), 'agua que arde, el agua preciosa, la sangre', es un concepto mexica, basado en el difrasismo de agua versus fuego, dos elementos físicamente opuestos. Fue plasmado iconográficamente en códices, esculturas y probablemente más objetos,[1]​ así como mencionado en testimonios posteriores sobre los mexicas.

El símbolo de atl-tlachinolli brota de las bocas de Huitzilopochtli y de Moctezuma Xocoyotzin en el Teocalli de la Guerra Sagrada.
En el Teocalli de la Guerra Sagrada aparece en el reverso brotando del pico del águila parada sobre un tunal, lo que se confundió históricamente con una serpiente.

Se conceptualizó visualmente como dos corrientes entrelazadas de sangre (agua sagrada) y fuego, conceptualizando dos elementos alusivos a la guerra y que fue colocado en las bocas y los pies de los personajes como una voluta, simbolizando un llamado o alegoría de la guerra sagrada.[2]

Véase también editar

Referencias editar

  1. Como aparece en el Huéhuetl de Malinalco, un tambor probablemente ceremonial.
  2. José Alica Franch (1995). «Lenguaje metafórico e iconografía en el arte mexica». Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM. Archivado desde el original el 13 de agosto de 2011. Consultado el 30 de diciembre de 2009. «La metáfora, tal como la explica Sahagún o sus informantes, se concreta en las palabras “sangre” y “fuego”, que simbolizan destrucción y muerte, o pestilencia y guerra. Pasztory, al hacer referencia a este emblema, dice que se suele colocar frente a la boca como si se tratase de un discurso, una canción o una exclamación. Es evidente que se trata de algo “verbal” y la traducción no puede ser la literal, sino la metafórica; sin duda se trata de la declaración de guerra o de la constatación del hecho de la guerra, la pestilencia o la destrucción, acto frecuente, por otra parte, en una sociedad para la cual la guerra podía llegar a ser un acto ritual».