Baradero

ciudad y cabecera del partido homónimo, en la provincia de Buenos Aires, Argentina

Baradero, originalmente fundada como Santiago del Baradero, es una ciudad argentina, cabecera del partido de Baradero, en la provincia de Buenos Aires. Se encuentra en la orilla occidental del río Baradero, afluente secundario del Paraná. Fundada en 1615, es una de las ciudades más antiguas de lo que hoy es la Provincia de Buenos Aires teniendo en cuenta su fundación oficial, aunque antes de ella fueran establecidos en el siglo XVI muchos poblados y fuertes de fecha fundacional imprecisa.

Baradero
Ciudad

Entrada a Baradero

Escudo

Otros nombres: "La primera ciudad bonaerense"
"Ciudad del encuentro"
Baradero ubicada en Provincia de Buenos Aires
Baradero
Baradero
Localización de Baradero en Provincia de Buenos Aires
Coordenadas 33°48′00″S 59°31′00″O / -33.8, -59.516666666667
Entidad Ciudad
 • País Argentina
 • Provincia Bandera de la Provincia de Buenos Aires Buenos Aires
 • Partido Baradero
Intendente Esteban Sanzio (Unión por la Patria)
Eventos históricos  
 • Fundación 25 de julio de 1615 (408 años) (Hernandarias)
Altitud  
 • Media 41 m s. n. m.
Población (2010)  
 • Total 28 537 hab.
Gentilicio baraderense
Huso horario UTC−3
Código postal 2942
Prefijo telefónico 03329
Sitio web oficial

Toponimia editar

Por todos los documentos hallados se testimonia que Santiago del Varadero fue creada en 1615, bajo la advocación de Santiago Apóstol, por ello se ha consagrado como día de su fundación el 25 de julio, aunque no haya documentos que lo certifiquen. En todos los testimonios documentales se cita a la reducción como pueblo, con el nombre de Santiago y el militar de Varadero, Baradero y también "Barradero", en pocos casos. Sin duda, tomó su nombre del hecho que en su río se "varaban las naves, sin peligro de avería", debido a su lecho barroso; tal cual lo dicen las crónicas españolas.

Historia editar

 
La plaza central y al fondo la iglesia de la ciudad de Baradero

Días preliminares editar

Los documentos de la época indican que fue fundada en el año de 1615, por la voz y orden de Hernando Arias de Saavedra, el primer gobernador criollo. Su origen fue una reducción de indios, reunidos para establecer una Encomienda Real a cargo de Padres franciscanos. Los primeros aborígenes fueron trasladados por el franciscano Francisco de Arena, desde las proximidades de Buenos Aires, a unas siete leguas. Otras versiones indican que pertenecían a la zona de islas o del Paraná arriba y se trataba de los grupos guaraníticos: Chanáes y Mbeguáes. El Fray Arena fue designado el día de la fundación por Hernandarias y seis meses después fue sustituido por Fray Luis de Bolaños.

Un lugar para los originarios editar

Para que poseyeran sus propias tierras, el gobernador Hernandarias, les asignó una legua de campo con frente al río, que se podía medir desde la conjunción del Río Arrecifes con el Paraná (así le decían al Río Baradero, brazo del mismo) hasta contar 6.000 varas sobre su costa. Desde allí, medir otras leguas de fondo, pero descontando los bañados, hasta dar con las tierras que se le concedieron al encomendero Don Gaspar de Godoy, provistas por el propio Hernandarias desde los primeros días de la fundación de esta Encomienda Real.

 
El río Baradero en su paso por la ciudad.

Fundador editar

Hernando Arias de Saavedra, llamado abreviadamente Hernandarias, fue un militar y político criollo, el primer nacido en América que ocupó el puesto de gobernador de una región colonial. Nacido en Asunción, como hijo legítimo de Martín Suárez de Toledo —un oficial de Álvar Nuñez Cabeza de Vaca— y de María de Sanabria, hija esta última del Adelantado Juan de Sanabria y de Mencia Calderón.

Hernandarias emprendió la carrera militar a temprana edad y participó de numerosas expediciones de exploración y conquista en los actuales territorios de Paraguay y Argentina, entre ellas la fundación de Concepción de Nuestra Señora, de la que fue uno de sus primeros cabildantes. Sus dotes como oficial y administrador llevaron a su nombramiento como Teniente de gobernador de Asunción en 1592; ocupó el cargo con solvencia durante tres períodos. Al mismo tiempo, su medio hermano Hernando de Trejo fue nombrado obispo de la sede de Asunción.


Un artículo histórico sobre la fundación de la ciudad de Baradero:

"GÉNESIS"

Aunque las fuentes más recientes retrotraen este hecho a un tiempo bastante anterior, la historia oficial —esa entretejida de oralidades no-confirmadas y escritos o documentos legendarios (si no, leyendarios) — dice que habían pasado tan sólo treinta y cinco años desde la fundación definitiva de la Ciudad de Santa María de los Buenos Ayres. Es en ese año de mil seiscientos quince cuando el primer gobernador criollo —o sea, nacido en tierras rioplatenses de posesión y propiedad española (aunque en realidad el conquistador nació precisamente en lo que hoy es Asunción del Paraguay)— Hernando Arias de Saavedra, el Hidalgo Hernandarias, concede a sacerdotes franciscanos, en lo que era en ese entonces una región del Virreinato del Río de la Plata, una reducción de indios para constituir la Encomienda Real que dio origen a nuestro pueblo.

¿Cómo luciría esta tierra virgen, este paraje desconocido, cuando los conquistadores y sus funcionarios llegan a estos rincones americanos? Imagino a Hernando Arias de Saavedra, de pie en el vértice noreste del cuadrilátero geográfico que contendría a nuestra ciudad, en la confluencia del Río Arrecifes con ese brazo del Paraná —el río Baradero, que por aquel entonces aún no se identificaba de modo individual, y por lo tanto se denominaba de forma indiferenciada como su cauce madre: Paraná. Sólo después a este curso de aguas se le asignaría el mismo nombre de la dicha Encomienda Real de mil seiscientos quince, pasando así a tener el nombre que conserva hasta la actualidad, río Baradero.

El representante criollo de la corona española atisba estos campos, estos pajonales, las adustas barrancas que bajan hacia el río, y el río mismo —en cuyo cauce raso y barroso encallan las carabelas, naos y galeones que lo surcan. No alcanza a imaginar una futura urbanización: los ojos interiores de su mente apenas visualizan venideras y escasas poblaciones nativas y sus guardianes religiosos, quienes tendrían a su cargo la evangelización de esos aborígenes allí ‘reducidos’ —esa forma que el destino y las normas imperantes de poder y dominación le dieran a los designios civilizadores.

El primer gobernador criollo del Río de la Plata, este Hernandarias, asigna —“para que tengan tierra” esos pueblos indígenas mbiguáys, chanaes o guaraníes que los franciscanos tutelarían—, “6.000 varas sobre la costa y otras leguas de fondo”. Así, en el año 1615 brota el germen indio, criollo y español de uno de los más tempranos pueblos de esta colonia de la América del Sud.

No está demasiado lejana la oscuridad medieval de la vieja Europa, y está más cercana aún la derrota de mil quinientos ochenta y ocho de la Gran Armada española por las cañoneras inglesas —un hecho que marca el inicio del ocaso ibérico—, cuando sobre las barrancas el indio otea el Paraná y el horizonte lejano del otro lado de la isla; cuando en las cuevas de las barrancas se guarece el indio de la lluvia invernal; cuando en estas llanuras interminables galopan las primeras generaciones de equinos y del ganado ancestral que allí pasta —animales salvajes descendientes de aquellos llegados de Europa a bordo de las naves de la conquista. Es en ese entonces y en este solar cuándo y dónde se comienza a gestar el perfil del país que vendría. Mientras declina la España, en unos pocos pueblos pioneros como Baradero se delinea el futuro de nuestra república. No es de la miscegenación o de la mistura compulsiva de razas, culturas y relaciones políticas, sino de las corruptelas del lenguaje nativo de esos criollos y españoles —y de algunas equivocaciones de las voces indígenas— que emerge el vocablo que nombra al pueblo que nacería en estas comarcas semidesiertas, y a su río, Baradero. Baradero, porque es lo que dicen criollos y españoles y así lo escriben en los documentos locales y reales cuando se refieren a la tierra aledaña a este curso de agua donde los barcos varan: varadero = baradero. Baradero, porque los aborígenes de modo erróneo así se refieren a las abruptas barrancas que descienden hacia el Río: bajadero = baradero.

Así, al asignarle un nombre a nuestro lugar, Baradero —ese nombre ligado de modo tan armónico al local y a su río que es también el nombre mismo de dicho río, Baradero—, el lugar se hace realidad: Baradero existe. Debido a una convención formalizada a partir de su nombre completo —Santiago del Baradero— celebramos la fecha de la fundación de nuestra ciudad en la fecha consagrada a ese santo: veinticinco de julio. Si hay elementos enorgullecedores surgidos de esa fecha designada y así asignada— veinticinco de julio de mil seiscientos quince—, ciertamente uno reside en el simple hecho de su antigüedad. Es tan antiguo nuestro paraje que es también sobre esta fundación donde se asienta una futura identidad nacional. Debemos mirar hacia atrás, en sentido inverso a la limitada mirada imaginativa original de aquel Hernandarias —quien, de pie en el vértice donde el Río Arrecifes desagua en el Baradero, no pudo vislumbrar el Baradero del futuro. Desde esta óptica retroactiva —a partir de esta ciudad de Baradero de hoy—, nosotros sí podemos visualizar en toda su plenitud el pasado la Encomienda Real del siglo diecisiete que originó a nuestro pueblo. Haciéndolo, tomamos conciencia de que los primeros pobladores de nuestro terruño fueron de modo prominente los hacedores de nuestra patria.

Cuando se erigen las primales chozas y taperas aborígenes, y cuando se yerguen y fortifican las construcciones franciscanas de la Encomienda Real que alberga la reducción indígena, se está determinando un futuro mucho más amplio en el ámbito geográfico, en el ámbito político y en el ámbito cultural. En esas construcciones primitivas, y en la incipiente conciencia colectiva de sus habitantes —indios, criollos y españoles— se está diseñando y construyendo la forma fundacional de la nacionalidad Argentina.

Hugo Pezzini


Geografía editar

Población editar

Cuenta con 28,537 habitantes (Indec, 2010), lo que representa un incremento del 14% frente a los 24,901 habitantes (Indec, 2001) del censo anterior.

Gráfica de evolución demográfica de Baradero entre 1869 y 2010

Fuentes: INDEC[1][2][3][4][5]

Las ciudades vecinas o más próximas de Baradero son Gualeguay (Entre Ríos), San Pedro, Capitán Sarmiento, Lima, Zárate y San Antonio de Areco.

Personalidades destacadas editar

Parroquias de la Iglesia católica en Baradero editar

Iglesia católica
Diócesis Zárate-Campana
Parroquia Nuestra Señora de Luján, Santiago Apóstol[6]

Televisión gratuita editar

En esta ciudad existe una estación transmisora digital terrestre para ver los canales de aire gratuitos de la TDA (Televisión Digital Abierta). Con un alcance (aproximado) de 50 km desde su base.

Véase también editar

Referencias editar

  1. «INDEC Base de datos REDATAM» (html). INDEC. Archivado desde el original el 4 de marzo de 2016. Consultado el 3 de diciembre de 2015. 
  2. «Resultados definitivos del censo 2001». INDEC. Archivado desde el original el 13 de noviembre de 2010. Consultado el 13 de junio de 2009. 
  3. INDEC (1995). Censo nacional de población y vivienda 1991. Resultados definitivos por localidad censos 1991 y 1980. Serie G nº1. ISBN 950-9888-80-X. 
  4. INDEC (1981). Censo nacional de población y vivienda 1980. Resultados provisionles por localidad censo 1980 y resultados definitivos censos 1970 y 1960. Serie A. 
  5. INDEC. «IV Censo General de la Nacion - Tomo I. POBLACION DE LOS CENTROS URBANOS EN 1947, CLASIFICADA POR SEXO, ORIGEN Y POBLACION TOTAL QUE CONTABAN EN 1869, 1895 Y 1914.» (PDF). Consultado el 23 de enero de 2024. 
  6. Diócesis de Zárate-Campana Archivado el 4 de marzo de 2016 en Wayback Machine.

Enlaces externos editar