Estatus de los animales como mercancías

El estado de mercancía de los animales se refiere al estado legal de propiedad de la mayoría de los animales no humanos, particularmente el ganado, los animales para trabajo y deportes, y su uso como objetos de comercio, sea para alimentos, vestimenta, medicamentos, cosméticos, transporte, experimentación, ayuda en el trabajo o entretenimiento.[n 1][3][4][5]​ En los Estados Unidos, los animales que vagan libres, ferae naturae, son en general legalmente custodiados por el estado; solo si son capturados pueden ser reclamados como propiedad personal.[6]

Mercado de ganado de Liniers, Buenos Aires, Argentina, 2009

Los animales considerados como mercancía pueden ser comprados, vendidos, regalados, legados, matados y utilizados como productores de otras mercancías: carne, huevos, leche, pieles, lana, cuero y descendencia, entre otras cosas. El valor de cambio del animal no depende de su calidad de vida.[7][8][9]

El estado de mercancía del ganado es evidente en las subastas, donde son marcados con un código de barras y comercializados de acuerdo a distintas cualidades, como edad, peso, sexo e historia de crianza.[n 2][10][11]

En mercados centrales, los animales y los productos animales están clasificados como «mercancías blandas», junto con productos como el café y el azúcar, porque son criados, en oposición a las mercancías duras, como el oro y el cobre, que son extraídas.[n 3][13]

Hay investigadores que identifican ver a los animales como mercancía por los humanos como una manifestación del especismo. Los veganos y los movimientos por los derechos de los animales, principalmente el enfoque abolicionista, del siglo XX que exige eliminar el estado de mercancía y/o propiedad de los animales.

Historia y legislación editar

Los animales, cuando son adueñados son clasificados como propiedad personal, o sea bienes muebles no sujetos a inmuebles.[n 4]​ La palabra ganado, de origen germánico, es una de las voces latinas más antiguamente documentadas y significa riqueza o bienes.

La historiadora Joyce Salisbury escribió que la relación entre humanos y animales fue siempre expresada en términos de control y que la idea que los animales devienen propiedad por ser domesticados. Ella notó que San Ambrosio (340–397) sostuvo la mirada de que Dios controla a los animales salvajes mientras que la humanidad controla al resto. Isidoro De Sevilla (560–636) distinguió entre «ganado», palabra para animales que habían sido domesticados, y «bestias» o animales salvajes, como también lo hizo Santo Tomás de Aquino (1225–1274).[15]

El jurista inglés William Blackstone (1723–1780) escribió sobre animales domesticados en «Commentaries on the Laws of England», en castellano «Comentarios sobre las Leyes de Inglaterra» (1765–1769):

Sobre los que son de naturaleza domesticada y doméstica (como caballos, kine [vacas], ovejas, aves de corral y similares), un hombre puede tener propiedad tan absoluta como sobre cualquier ser inanimado ... porque estos continúan perpetuamente en su ocupación, y no se apartarán de su casa o persona, a menos que sea por accidente o apropiación fraudulenta, en cualquiera de estos casos el dueño no pierde su propiedad ... "[16]

Que los animales salvajes pertenecen a todo el mundo en común o al estado, y que pueden devenir propiedades personales solo si son capturados, se conoce como la doctrina «ferae naturae». Blackstone escribió que los animales salvajes que «no son objetos de propiedad en absoluto, o bien entran en nuestra otra división, concretamente, aquello de propiedad cualificada, limitada, o especial, que es que no es en su naturaleza permanente, pero a veces puede subsistir y otras no».[6][17]

Sintiencia editar

Escribiendo sobre los animales salvajes que eran importados a Francia en el siglo XVIII, el historiador Louise Robbins escribió que una «biografía cultural de las cosas» podría mostrar a los animales «yendo y viniendo del status de propiedad y tomando distintos valores diferentes para distintas personas» mientras que van desde sus hogares hacia las calles de París. El sociólogo Rhoda Wilkie utilizó el plazo «mercancía sintiente» para describir esta visión de cómo la concepción de los animales como mercancía puede cambiar según si un ser humano forma una relación con ellos. Las geógrafas Rosemary-Claire Collard y Jessica Dempsey utilizaron el término «mercancías vivas».[18][19][4]

El politólogo Sami Torssonen argumenta que el bienestar animal ha sido mercantilizado desde los años 1990s debido a la preocupación pública por los animales. Los productos «no testeados en animales», a los que Torssonen llama «sellfare» son «producibles y vendibles en varios puntos de la cadena de productos,» sujetos a la competencia como cualquier otra mercancía.[20]

Véase también editar

  1. David N. Cassuto (Professor of Law, Pace Law School), 2009: "These [farmer–animal] relationships did not necessarily maximize yield but were rather based on a set of normative guidelines even as the ultimate reality of the animals' commodity status inevitably imbued that bond with a sense of unreality."[1]​ Samantha Hillyard (Reader in Sociology, Durham University), 2007: "The construction of FMD (foot-and-mouth disease) as an 'economic' disease (a disease that is controlled for economic and financial reasons, rather than purely animal health or welfare concerns) recognised animals' commodity status."[2]
  2. Rosemary-Claire Collard, Kathryn Gillespie, 2015: "Nonhuman animals are subjected to various modes of bodily control in the space of the auction yard where they are exchanged as commodities and used in the production of new commodities. ... Farmed animals, like the cow with barcode #743, are sold and bought at auction to be used as commodity producers (e.g. for breeding, milk production, semen production) and as commodities themselves (e.g. to be slaughtered for 'meat')."[7]
  3. The United States Commodity Exchange Act, which regulates commodity futures trading, defines commodities as "wheat, cotton, rice, corn, oats, barley, rye, flaxseed, grain sorghums, mill feeds, butter, eggs, Solanum tuberosum (Irish potatoes), wool, wool tops, fats and oils (including lard, tallow, cottonseed oil, peanut oil, soybean oil, and all other fats and oils), cottonseed meal, cottonseed, peanuts, soybeans, soybean meal, livestock, livestock products, and frozen concentrated orange juice, and all other goods and articles, except onions (as provided by section 13–1 of this title) and motion picture box office receipts (or any index, measure, value, or data related to such receipts), and all services, rights, and interests (except motion picture box office receipts, or any index, measure, value or data related to such receipts) in which contracts for future delivery are presently or in the future dealt in."[12]
  4. The four categories of property are personal property (movables, chattels), real property (land and fixtures), intellectual property (such as copyrights), and cultural property (such as national monuments).[14]

Referencias editar

  1. David N. Cassuto, "Owning What You Eat: The Discourse of Food," in J. Ronald Engel, Laura Westra, Klaus Bosselman (eds.), Democracy, Ecological Integrity and International Law, Newcastle Upon Tyne: Cambridge Scholars Publishing, 2009, p. 314; also see pp. 306–320.
  2. Samantha Hillyard, The Sociology of Rural Life, Berg, 2007, p. 70.
  3. Rhoda Wilkie, "Animals as Sentient Commodities", in Linda Kalof (ed.), The Oxford Handbook of Animal Studies, Oxford University Press (forthcoming; Wilkie's article, August 2015). doi 10.1093/oxfordhb/9780199927142.013.16
  4. a b Rosemary-Claire Collard, Jessica Dempsey, "Life for Sale? The Politics of Lively Commodities", Environment and Planning, 45(11), November 2013. doi 10.1068/a45692
  5. "United Nations Commodity Trade Statistics Database", UN ComTrade.
  6. a b Joan E. Shaffner, An Introduction to Animals and the Law, Palgrace Macmillan, 2001, pp. 19–20.
  7. a b Rosemary-Claire Collard, Kathryn Gillespie, "Introduction," in Kathryn Gillespie, Rosemary-Claire Collard (eds.), Critical Animal Geographies, London: Routledge, 2015, p. 2.
  8. Francione 2004, p. 116.
  9. Cassuto 2009, p. 314.
  10. Wilkie 2010, pp. 73ff, 79–81.
  11. Kathryn Gillespie, "Nonhuman animal resistance and the improprieties of live property," in Irus Braverman (ed.), Animals, Biopolitics, Law, Abingdon, Oxon: Routledge, 2015, pp. 117–118; also see the section "The Animal-as-Commodity," p. 121ff.
  12. Commodities Exchange Act, U.S. Code § 1a - Definitions, Cornell University Law School.
  13. Patrick Maul, Investing in Commodities, Hamburg: Diplomica Verlag GmbH, 2011, p. 8, table c.
  14. Shaffner 2001, p. 20.
  15. Joyce Salisbury, The Beast Within: Animals in the Middle Ages, Routledge, 2012 [1994], p. 10, 13–15.
  16. William Blackstone, Commentaries on the Laws of England, Volume 1, Callaghan, 1884 [1765–1769], p. 389, cited in Wilkie 2010, p. 116.
  17. Blackstone 1884, p. 390.
  18. Louise E. Robbins, Elephant slaves and pampered parrots: Exotic animals and their meanings in eighteenth-century France, University of Wisconsin--Madison, 1998, p. 10.
  19. Wilkie 2010, p. 115ff.
  20. Sami Torssonen, "Sellfare: A History of Livestock Welfare Commodification as Governance", 71(1), Fall 2015.

Lecturas adicionales editar

Enlaces externos
Libros, estudios
  • Pedersen, Helena; Staescu, Vasile. "Conclusion: Future Directions for Critical Animal Studies", in Nik Taylor, Richard Twine (eds.), The Rise of Critical Animal Studies: From the Margins to the Centre, London: Routledge, 2014, pp. 262–276.
  • Francione, Gary. Animals, Property and the Law, Philadelphia, PA: Temple University Press, 1995.
  • Richards, John F. The World Hunt: An Environmental History of the Commodification of Animals, University of California Press, 2014.
  • Steiner, Gary. Animals and the Limits of Postmodernism, New York: Columbia University Press, 2013.