Juan II de Portugal

Rey de Portugal (1481-1495)

Juan II de Portugal (Lisboa, 3 de marzo de 1455-Alvor, 25 de octubre de 1495), apodado el Príncipe perfecto fue rey de Portugal. Era hijo del rey Alfonso V el Africano y de su primera esposa, la infanta Isabel. Juan II sucedió a su padre en 1477 cuando este se retiró a un monasterio y se convirtió en rey en 1481.

Juan II
Rey de Portugal

Rey de Portugal
11 de noviembre-15 de noviembre de 1477
(4 días)
Predecesor Alfonso V
Sucesor Alfonso V

Rey de Portugal
28 de agosto de 1481-25 de octubre de 1495
(14 años y 58 días)
Predecesor Alfonso V
Sucesor Manuel I
Información personal
Nacimiento 3 de marzo de 1455
Palacio de Alcáçovas, Castillo de San Jorge, Lisboa, Reino de Portugal
Fallecimiento 25 de octubre de 1495 (40 años)
Alvor, Portimão, Reino de Portugal
Sepultura Monasterio de Batalha
Familia
Casa real Avís
Padre Alfonso V de Portugal
Madre Isabel de Portugal
Consorte Leonor de Viseo
Hijos

Biografía editar

Príncipe heredero de la Corona editar

Como príncipe, Juan II acompañó a su padre en las campañas en el norte de África y fue nombrado caballero después de la victoria de Arzila en 1471.

En 1473 contrajo matrimonio con su prima Leonor de Viseo, de esta unión nacieron dos hijos, Alfonso, heredero al trono, pero muerto antes que su padre, y un mortinato. También tuvo un hijo ilegítimo de Ana Furtado de Mendonça, Jorge de Lencastre, (1481-1550), duque de Coímbra, fundador de la familia Lencastre.

Ya desde joven (e influido seguramente por la política de su abuelo materno, el infante Pedro), Juan no era muy popular entre los nobles del reino, ya que se mostraba indiferente a las influencias externas y rechazaba las intrigas. Los nobles, incluyendo al duque Fernando II de Braganza, temían sus futuras políticas como rey. Los hechos les dieron la razón.

El príncipe Juan participó en la Batalla de Toro (1476), en la que, de acuerdo con las reglas de la caballería de la época,[1]​ fue el vencedor:[2]​ derrotó parte del ejército de Fernando y se quedó en posesión del campo de batalla de Peleagonzalo, tras la retirada de Fernando a Zamora y la fuga del rey su padre Alfonso a Castronuño. Pero políticamente fue una derrota para la causa de Juana, y los Reyes Católicos fueron reconocidos por Alfonso en el Tratado de Alcáçovas (1479).

También lideró con éxito la guerra naval (1475-79) contra las flotas castellanas que disputaban a Portugal las posesiones africanas y atlánticas (Batalla naval de Guinea, 1478).[3]

«El principe Don Juan pretendía el desquite de la derrota que habían sufrido las armas portuguesas en Tánger bajo la jefatura del infante Don Enrique, emprendiendo para ello una campaña marroquí. No quería corona obtenida por la herencia o por la suerte. Antes de ceñirla, debía merecerla. Partiría, "aun cuando fuese sin licencia del Rey su padre", y hasta "amenazaba a los que intentasen detenerlo." La expedición salía de Rastello en agosto de 1471, pero no salía sin la venia real. El padre, fanático de las empresas arrojadas, quiso ir también, y no faltó un solo instante su presencia en los puntos de peligro. Don Juan veía a don Alfonso arremetiendo "tan bravamente contra los moros, que de los grandes golpes que daba, la espada andaba torcida, y muy llena de sangre de los que hería y mataba". Y allí, en aquel campo de batalla, en presencia del cadáver, caliente aún del conde de Marialva, Su Alteza fue armado caballero, con estas palabras patéticas del Rey Paladín: — Hijo, plegué a Dios que por su servicio seáis tan buen caballero como lo fué Don Joam Coutinho, conde de Marialva, cuyo cuerpo veis yacer muerto con muchas heridas que por servicio de Su Divina Majestad y por el nuestro hoy ha recibido…. por cinco años después, el príncipe mandaba el ala portuguesa vencedora de los castellanos en la batalla de Toro, acción de la que habla el autor de los Discursos de la jurídica y verdadera razón de Estado (...). El Príncipe Perfecto había alcanzado la maestría suprema en el arte de la dominación política, según el espíritu de los tiempos.»[4]
Carlos Pereyra, La conquista de las rutas oceánicas; La obra de España en América

Rey de Portugal editar

 
Sepulcro de Juan II de Portugal, Monasterio de Batalha

Tras su ascenso oficial al trono en 1481, Juan II tomó una serie de medidas para frenar el aumento del poder de la aristocracia y que le permitieron concentrar el poder en su persona. Los nobles empezaron inmediatamente a conspirar; Juan II no hizo nada pero se mantuvo alerta. El duque de Braganza intercambió cartas con Isabel I de Castilla lamentándose de su situación. En 1483, esta correspondencia fue interceptada por los espías reales. Se expropiaron las tierras de la casa de Braganza y el propio duque fue ejecutado en Évora.

En los años siguientes, el duque Diego I de Viseu, su primo y cuñado, fue encerrado en palacio y condenado a muerte por el propio rey, acusado de planear una nueva conspiración. Otras personas fueron ejecutadas o se exiliaron a Castilla, incluyendo el obispo de Évora que fue envenenado en prisión.

Se dice que el rey afirmó, refiriéndose a los nobles rebeldes: «Yo soy el señor de los señores, no el sirviente de los sirvientes». Tras estos acontecimientos, la nobleza del país no se atrevió a enfrentarse al rey. Juan II quedó libre para gobernar a su manera sin que se produjeran nuevas conspiraciones durante su reinado.

Juan II restauró las exploraciones atlánticas, reviviendo el trabajo iniciado por su tío abuelo, Enrique el Navegante. Las exploraciones portuguesas fueron una prioridad para el gobierno, que intentaba explorar la costa sur africana buscando una ruta marítima que llegara hasta la India. Durante su reinado se consiguieron los siguientes logros:

No se conocen con precisión todos los logros de las expediciones portuguesas ya que gran parte de los archivos quedaron destruidos en el incendio que siguió al terremoto que asoló la ciudad de Lisboa en 1755.

Política exterior editar

En esa época se iniciaron una serie de disputas entre Portugal y Castilla sobre el control del mar. La rivalidad marítima entre ambos reinos les llevó al Tratado de Tordesillas, firmado el 7 de junio de 1494. Este tratado, que definía el meridiano de Tordesillas, establecía que Portugal se quedaría con la zona este del mundo, mientras que Castilla y Aragón se encargarían de la exploración de la mitad oeste.

Pero la división del mundo no era el principal tema entre ambos reinos. Isabel I de Castilla y su esposo Fernando II de Aragón tenían diversas hijas, pero solo un hijo varón, Juan, con una salud débil. La hija mayor, Isabel, se casó en la infancia con el príncipe Alfonso, el único hijo de Juan II. Si el hijo de los Reyes Católicos moría sin un heredero, algo que no parecía difícil, Alfonso sería rey de Portugal, así como facticio de Castilla y Aragón. Los monarcas de estos reinos buscaban que la península ibérica fuera unificada bajo una misma corona culminando así el ideal de la Reconquista que buscaba la Restauración de España. Ese fue el motivo principal para el matrimonio. Finalmente, en 1491, Alfonso murió en extrañas circunstancias (una caída del caballo durante una carrera). Juan intentó sin éxito legitimar a su hijo bastardo, Jorge.

Es durante el reinado de Juan II cuando Cristóbal Colón llega a Portugal buscando financiación para su proyecto y también durante su reinado, se produce el descubrimiento castellano de América.

Al regreso del primer viaje, Colón tuvo que detenerse en la Isla de Santa María, en las Azores, y al parecer fue detenido por el gobernador por llegar en un barco castellano, lo que hizo que Portugal supiera de su vuelta. Posteriormente, otra tormenta le hizo dirigirse a Lisboa. Estos eventos hicieron que Juan II fuera el primer monarca europeo a quién Colón informara del descubrimiento, Martín Alonso Pinzón había arribado a Bayona e informado a los Reyes Católicos casi al mismo tiempo.

El rey Juan II murió sin dejar un heredero varón, el 25 de octubre de 1495. Le sucedió en el trono su primo y cuñado, Manuel. El apodo de el Príncipe Perfecto proviene de la obra de Nicolás Maquiavelo El Príncipe. Se cree que Juan II vivió su vida de acuerdo con la idea de la obra de un perfecto príncipe, y para sus coetáneos era ya conocido como el Príncipe perfecto.[6]

Ancestros editar

Sucesión editar


Predecesor:
Juana de Portugal y Coímbra
 
Príncipe heredero de Portugal

1455-1477
Sucesor:
Alfonso de Portugal
Predecesor:
Alfonso V
 
Rey de Portugal y Algarves

1477
Sucesor:
Manuel I
Predecesor:
Alfonso de Portugal
 
Príncipe heredero de Portugal

1477-1481
Sucesor:
Alfonso de Portugal
Predecesor:
Alfonso V
 
Rey de Portugal y Algarves

1481-1495
Sucesor:
Manuel I

Referencias editar

  1. En las batallas medievales —especialmente cuando ambos los reyes abandonaban el campo de batalla— la posesión del campo era muy importante. La tradición de caballería mandaba ocupar el campo de batalla durante tres dias después de terminada la batalla —como sinal de victoria y para dar al adversário la oportunidad de contestar el resultado. Se baseaba en la costumbre germánica de Sessio Triduana, que determinaba que el comprador de una propiedad debería permanecer en ella durante los tres días subsecuentes a la compra, para consumar la apropiación, que de esto modo se quedaba indisputable. Véase João Monteiro citado en José Mattoso— Nova História Militar de Portugal, 1º volumen, 2003, p. 384.
  2. « habiendo desaparecido del campo los dos monarcas, permanece allí en una eminencia, manda encender hogueras y tocar las trompetas para llamar a los tresmalhados –el principe real D. Juan. Por lo que según las costumbres de la época, debe ser considerado el ganador.» véase João Ameal- História da Europa (1086-1494) , Volumen II, Editorial Verbo, pp. 304-308.
  3. «Los Reyes Católicos trataron de remediarla; y durante la guerra de sucesión a la muerte de Enrique IV, al mismo tiempo que se luchaba en la Península, mandaron expediciones a la Guinea. La suerte no les fue propicia; y los portugueses, más diestros en el mar en aquel momento y más sólidamente situados, vencieron las flotas de Castilla.» Véase Instituto de Estudios Africanos- Curso de Conferencias sobre la Política Africana de los Reyes Católicos, Volumens 1-3, 1951, España, p. 162.
  4. Carlos Pereyra- La conquista de las rutas oceánicas; La obra de España en América, 1986, p. 44.
  5. Abulafia, David; Leonardo., Rombai,; Giuliano., Pinto, (2014). «Dal Mediterraneo all'Atlantico, dall'Europa all'America». Vespucci, Firenze e le Americhe : atti del Convegno di studi : (Firenze, 22-24 novembre 2012). Leo S. Olschki. pp. 19-42. ISBN 9788822262875. OCLC 884275928. 
  6. Según Luis Suárez en Los Reyes Católicos (Ariel, Barcelona, 2004), sus coetáneos le llamaban ya «principe perfeito» u «o homem».

Bibliografía editar

Crónicas

Libros

Enlaces externos editar