En la mitología griega, Leucótoe era una princesa mortal, hija de Órcamo y Eurínome. Fue seducida por Helios (o por Apolo), quien se había disfrazado como su madre, Eurínome, para lograr acceder a sus aposentos. Clitia, ninfa que hasta entonces había sido la amante de Helios, celosa, contó a Órcamo la verdad. Enfurecido, Órcamo ordenó que Leucótoe fuese enterrada viva. Helios intentó devolverle la vida pero no pudo, así que la transformó en la planta de incienso. También abandonó a Clitia, resentido por su traición, y esta, desesperada, estuvo nueve días sin comer, sólo viéndolo pasar por el cielo, hasta que terminó por convertirse en heliotropo o en girasol.

Apolo acariciando a la ninfa Leucotea.

Leucótoe es también el nombre de una nereida (según Higino), y una variante de Leucótea, con quien pueden confundirse la princesa Leucótoe y la nereida.

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