Oikistés (οἰκιστής, en plural oikistai, οἰκισται) es la palabra griega que designa al fundador de una nueva colonia (apoikia). A veces se les equipara a la condición de archegétes (ἀρχηγέτης), que propiamente corresponde al dios Apolo como líder y protector de las colonias (theos patroos)[1]​ o a Heracles[2]​ y a los heros ktistes, heros oikistés o héroes epónimos de las polis griegas originarias (reyes -basileos- o héroes -heros- de la Época Oscura).[3]

Trasfondo histórico

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La expansión colonial de la antigua Grecia por el litoral Mediterráneo se dio esencialmente entre 750 a. C. y 500 a. C. Cada polis procuraba convertirse en metrópolis (μητρόπολις) estableciendo colonias como una válvula de escape a la presión demográfica y escasez de tierras (stenochoría, στενοχωρία), que producían conflictos sociales internos (stásis, στάσις).[4]​ Tales colonias eran ciudades con un alto grado de independencia, pero fuertemente vinculadas con la ciudad de origen en múltiples aspectos (culturales, religiosos, jurídicos, institucionales y económicos -particularmente el mantenimiento de un activo comercio marítimo-).

Para liderar a los primeros expedicionarios que iban a establecerse en un entorno propicio para la fundación de una colonia, y tras la consulta ritual a un oráculo, se enviaba a un oikistés, elegido habitualmente de entre los aristoi (las familias aristocráticas u oligárquicas). Una vez escogido el emplazamiento, era el oikistés el que protagonizaba los ritos fundacionales de la nueva ciudad,[5]​ destacadamente el depositar el fuego sagrado traído de la metrópolis en un templo dedicado a los dioses protectores de ésta, que pasaban a serlo también de la colonia. Tras el acto de la fundación, se suponía que el oikistés debía continuar con el mandato que hubiera recibido (es "el interlocutor entre los que se marchan y los que se quedan y entre los dioses y los humanos"),[6]​ con lo que algunos de ellos permanecían en la colonia, manteniendo su gobierno; mientras que otros volvían a la metrópolis, abandonando a los colonos a su suerte.[7]​ El lugar de enterramiento del oikistes, en el ágora, se convertía en un lugar de culto. Los tiranos (gobernantes que accedían al poder de forma ilegítima) se prestigiaban asociándose a su figura con prácticas rituales semejantes, como "nuevos oikistai".[8]

Principales Oikistés

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Entre los más destacados oikistés estuvieron:

Personajes míticos

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Muchas de las narraciones de la fundación de colonias están tan mitificadas o relacionadas con personajes legendarios que es difícil determinar su historicidad, teniendo ante todo un valor antropológico en relación con su situación intermedia entre el mar y la tierra (arquetipos ctónicos y acuáticos):[19]

Véase también

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Referencias

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  1. «Greek Mith Index». Archivado desde el original el 11 de noviembre de 2011. Consultado el 28 de septiembre de 2014. 
  2. Brill online
  3. Martín Almagro Gorbea y A. Lorrio El Heros Ktistes..., en Fransco Burillo (ed.), Ritos y mitos Archivado el 20 de junio de 2013 en Wayback Machine., Estudios Celtibéricos, nº 6, 2008.
  4. El último helenista
  5. María Cruz Cardete del Olmo, [ La norma religiosa y su interpretación en las colonias sicilianas. Tres casos de estudio], Studi e Materiali di Storia delle Religioni, 78, I (2012), 56–75.
  6. Joaquín Gómez Pantoja, Historia antigua: Grecia y Roma, Ariel, 2003, pg. 105
  7. La expansión griega
  8. Christine Sharon Lane, Archegetes oikistes, and new-oikistes : the cults of founders in Greek southern Italy and Sicily, University of British Columbia, 2009.
  9. Estrabón V,4,4.
  10. a b c Tucídides VI,3.
  11. Diodoro Sículo VIII,17.
  12. Estrabón VI,3,2.
  13. Heródoto IV,157-159.
  14. a b c Tucídides VI,4.
  15. Justino XLIII,3.
  16. Heródoto VI,36.
  17. H. A. Shapiro, The Cambridge Companion to Archaic Greece, pg. 20
  18. Tucídides V,11.
  19. Jon Juaristi, El bosque originario. Carl Jung (citado en Aguas sagradas, National Geographic).