Proyectos españoles para la independencia de América

Los proyectos españoles para la independencia de América son los planes de la Monarquía Española para independizar sus dominios americanos de forma pacífica y regulada.

Proyectos anteriores a la rebelión hispanoamericana editar

La reorganización de las provincias americanas se realiza entre 1760 y 1810, principalmente durante el reinado de Carlos III de España; se trata de una reforma administrativa que va desde la creación del cargo de Secretario de Indias a la reubicación de unidades territoriales y que tiende a centralizar el poder y pretender el desarrollo desde una visión ilustrada.[1]

Reinado de Carlos III editar

 
Carlos III de España.

Durante su reinado se le presentaron proyectos para la independencia aunque no parece que Carlos III tomase posición a favor o en contra, pero es evidente que se trataba de un asunto que estaba presente y siendo tratado muy seriamente en el ambiente político español de máximo nivel. Durante 1781 un comisario regio Francisco de Saavedra fue enviado a Nueva España a entrevistarse con el virrey Martín de Mayorga y otras altas autoridades, quedando deslumbrado por la riqueza y el potencial de dicho virreinato pero también presenció el descontento cada vez más extendido por todas las clases sociales con el sistema de administración imperial, el odio de los criollos por los más favorecidos peninsulares en cargos administrativos y el peligroso ejemplo que significaban los Estados Unidos, aunque también diferenciaba que las Trece Colonias no eran más que «fábricas o depósitos de negociantes transeúntes» mientras que las provincias españolas de Ultramar «en lugar de las españolas que son una parte esencial de la nación separada de la otra. Hay pues vínculos muy sagrados entre estas dos porciones del imperio español, que el gobierno de la metrópoli debe procurar estrechar por todos los medios imaginables».[2]

Durante la década siguiente se enfrentaron tres propuestas distintas ante el monarca: la colonialista de Gálvez, la unionista de Floridablanca y la autonomista de Aranda. Para los tres personajes, muy influyentes, el Imperio requería de reformas para sobrevivir a las ambiciones de potencias extranjeras y, alarmados por lo sucedido en las colonias británicas, presentaron sus respectivas propuestas de solución. Ninguno logró imponerse.[2]

José Abalos editar

José Abalos presenta el 24 de septiembre de 1781 una representación que es el esbozo de un plan de independencia. En ella hace una crítica del gobierno y señala «el espíritu de la independencia», «el vehemente deseo de la independencia» que reina en todas partes de América. Señala que «La verdadera riqueza de un estado son los hombres» y creía que había que dejar que se formasen naciones propias en Hispanoamérica que «a la verdad no está hoy poblada» mientras que España se había convertido en mero tributario de riquezas para pagar "fábricas e industria" de los países vecinos de Europa.[3]

...el único remedio es desprenderse de las provincias comprendidas en los distritos a que se extienden las audiencias de Lima, Quito, Chile y La Plata, como así mismos de las Islas Filipinas y sus adyacencias, exigiendo y creando de sus extendidos países tres o cuatro diferentes monarquías a que se destinen sus respectivos príncipes de la augusta casa de V. M. y que esto se ejecute con la brevedad que exige el riesgo que corre y el conocimiento del actual sistema.[4]

Se trataba de formar cuatro estados, vinculados a la Monarquía, pero independientes:

Este es señor el preciso medio para estorbar a los enemigos forasteros cualquier irrupción a que los incline su avaricia. Este es también el de evitar a los domésticos todo resentimiento de un gobierno venal y corrompido que los precipite a una infiel y violenta resolución o de que el mismo desafecto que tienen a la Metrópoli, apoyado de ajenos auxilios, les facilite, como sin duda se verificará, la independencia que ya ven cerca de su perfección en los colonos del norte de este mismo continente.[4]

Según Abalos la independencia era inevitable, y tan solo proponía que se realizara pacíficamente, dentro del sistema. Su proposición llegó al Rey de la mano de José de Gálvez, secretario de Indias. Debió conocerla el Conde de Aranda, político y militar con otro proyecto «reservado» de independencia que presentó al rey «después de haber hecho el tratado de Paz ajustado en París el año de 1783».[4]

El Conde de Aranda editar

Propone también la independencia de los dominios americanos de España, dotándolas de estructura propia, convirtiéndolas en estados, como monarquías independientes. Se basa también en las razones de Abalos y otros, pero señala especialmente la amenaza potencial de las Trece Colonias:[5]

Esta república federativa ha nacido, digámoslo así, pigmea, porque la han formado y dado el ser dos potencias como son España y Francia, auxiliándola con sus fuerzas para hacerla independiente. Mañana será gigante, conforme vaya consolidando su constitución y después un coloso irresistible en aquellas regiones. En este estado se olvidará de los beneficios que ha recibido de ambas potencias y no pensará más que en su engrandecimiento.[6]

Bajo esta premisa la propuesta de Aranda era:[7]

Que V. M., se desprenda de todas las posesiones del continente de América, quedándose únicamente con las islas de Cuba y Puerto Rico en la parte septentrional y algunas que más convengan en la meridional, con el fin de que aquellas sirvan de escala o depósito para el comercio español. Para verificarse este vasto pensamiento de un modo conveniente a la España se deben colocar tres infantes en América: el uno rey de México, el otro del Perú y el otro de lo restante de Tierra Firme, tomado V. M. el título de Emperador.

Bajo unas condiciones «en que los tres soberanos y sus sucesores reconocerán a VM y a los príncipes que en adelante ocupen el trono español por suprema cabeza de familia», además de «una contribución» de cada reino, que «sus hijos casen siempre» «para que de este modo subsista siempre una reunión indisoluble de las cuatro coronas», «que las cuatro naciones se consideren una en cuanto a comercio reciproco, subsistiendo perpetuamente entre ellas la más estrecha alianza ofensiva y defensiva».

...establecidos y unidos estrechamente estos tres reinos, bajo las bases que he indicado, no habrá fuerzas en Europa que puedan contrarrestar su poder en aquellas regiones, ni tampoco el de España.. que además, se hallaran en disposición de contener el engrandecimiento de las colonias americanas, o de cualquier nueva potencia que quiera erigirse en aquella parte del mundo.. que con las islas que he dicho no necesitamos de más posesiones.

Reinado de Carlos IV editar

 
Carlos IV de España.

En dos ocasiones durante el reinado de Carlos IV de España se proyectó formar reinos independientes en América, primero en 1804 y luego en 1806. El supremo ministro Manuel Godoy en 1804 lo refiere en sus memorias:[8]

Mi pensamiento fue que en lugar de virreyes fuesen infantes a la América, que tomasen el título de príncipes regentes, que se hiciesen amar allí, que llenasen con su presencia la ambición y orgullo de aquellos naturales, que les acompañasen un buen consejo con ministros responsables, que gobernase allí con ellos un Senado, mitad americanos y mitad españoles, que se mejorasen y acomodasen a los tiempos las leyes de las Indias, y que los negocios del país se terminasen y fuesen fenecidos en tribunales propios de cada cual de estas regencias.
Pero su proyecto no pudo llevarse adelante por un nuevo conflicto con Inglaterra: «Vino el tiempo que yo temía; la Inglaterra rompió la paz traidoramente con nosotros y en tales circunstancias no osó el rey exponer a sus hijos y parientes a ser cogidos en los mares».[9]

Nuevamente en 1806 el Rey se reúne con su consejo para examinar otro nuevo proyecto escogiendo entre la familia real más próxima haciendo «virreyes perpetuos y hereditaria en su línea directa, en caso de faltar ésta, reversiva a la corona».

Carlos IV pretendía convertir a Chile en un quinto estado independiente además de los virreinatos de Nueva España, Nueva Granada, Perú y La Plata.[10]

Proyectos posteriores a la revolución hispanoamericana editar

 
Fernando VII de España.

Sexenio absolutista de Fernando VII, 1814 - 1820 editar

El secretario de Estado José García de León y Pizarro propuso un minucioso plan de pacificación durante el desarrollo del conflicto americano que incluía el reconocimiento de la independencia ya obtenida por algunos países y la autorización del comercio exterior en los dominios americanos. No obtuvo el apoyo del monarca.

Trienio liberal, 1820 - 1823 editar

En el periodo del Trienio Liberal se emitió un proyecto del diputado novohispano Lucas Alamán a las Cortes de Cádiz para la formación de tres secciones de Cortes españolas en el continente americano: una para el virreinato de Nueva España y Centroamérica, otra para Nueva Granada y Costa Firme, y otra para Perú y La Plata reunidos. Con plenas facultades legislativas para sus territorios respectivos. El poder ejecutivo residiría en una delegación encabezada por una persona designada por el rey, inclusive los miembros de la familia real. La proposición del 25 de junio de 1820 fue sin embargo rechazada. Además en 1823 la restauración absolutista de Fernando VII de España acabaron con el Trienio Liberal.

Década absolutista de Fernando VII, 1823 - 1833 editar

El rey Fernando VII pretendía una quimérica restauración en América como la sucedida en España, apoyada por las monarquías europeas continentales. Sin embargo, ante unos hechos consumados, solo propuso acuerdos comerciales sin ninguna propuesta política viable. España, entonces, se hallaba sin capacidad militar de defender sus posesiones en América, ni mucho menos de ninguna capacidad de reconquista. Los últimos bastiones habían quedado aislados a su propia suerte. La Capitanía General de Cuba, vulnerable, era ahora el siguiente objetivo del Imperio mexicano y la Gran Colombia, y del expansionismo estadounidense. Todas las propuestas de pacificación de los ministros del gobierno español fueron rechazadas por el monarca. La presión diplomática de los países europeos, liderados por una Francia monárquica, que pretendía recuperar su hegemonía continental, buscaban una conferencia legitimista en París, recuperando el plan de poner infantes españoles a la cabeza de unos reinos independientes americanos. Sin embargo requerían el frágil compromiso de Inglaterra. El Reino Unido se movía entre dos aguas, sus compromisos políticos europeos con el legitimismo y sus necesidades de comercio, complicados además por la presión del republicanismo y expansionismo estadounidense en el continente americano. Sin embargo, el mayor obstáculo seguía siendo la oposición del propio rey Fernando VII. En resumen, el descabezamiento de la monarquía española desde la invasión napoleónica, la revolución liberal resultante, la profunda crisis política y económica en la se veían sumidos los gobiernos españoles sucesivos, la guerra civil recurrente entre liberales y absolutistas, llevaron al punto muerto del inmovilismo. Absolutistas y liberales no supieron o no pudieron encontrar soluciones al problema de la desintegración del Imperio español y recuperar las relaciones con las antiguas provincias americanas sobre la base del reconocimiento de su independencia, y en consecuencia se produjo una ruptura traumática y completa del mundo hispano.[11]

Referencias editar

  1. Morón & Medina, 1995: 8
  2. a b Navarro García, Luis (2012). "De las reformas a la Independencia: La política indiana de España en torno a 1800". Real Academia Hispano Americana de Ciencias, Artes y Letras (RAHA). No. 2. ISSN 2174-0445. Discurso de ingreso como Académico Correspondiente en Sevilla, originalmente publicado en Cádiz, el 23 de noviembre de 2011.
  3. Monróe & Medina, 1995: 9
  4. a b c Morón & Medina, 1995: 10
  5. Morón & Medina, 1995: 10-11
  6. Morón & Medina, 1995: 11
  7. Morón & Medina, 1995: 11-12
  8. Morón & Medina, 1995: 13
  9. Morrón & Medina, 1995: 13-14
  10. Morón & Medina, 1995: 15-16
  11. Butrón Prida, Gonzalo (2023). «Negociar, transigir, conciliar. Los fundamentos de la política americana del Trienio Liberal». Pasado y Memoria (27). 

Bibliografía editar

Enlaces externos editar

Véase también editar