Roma clásica
La denominación Roma clásica hace referencia al periodo clásico de la Antigua Roma,[1] y aunque a veces se emplea extendiéndose a toda la dimensión temporal de ésta (del siglo VIII a. C. al siglo V d. C.) más propiamente debe reservarse para el final de la República romana (siglo II a. C. y siglo I d. C.) y el comienzo del Imperio romano (siglo I y siglo II), la fase denominada Principado (dinastías Julio-Claudia y Antonina hasta Marco Aurelio), siendo los siglos de la decadencia romana (del siglo III al siglo V) considerados un periodo no clásico.
En términos políticos, sociales y económicos, la Roma clásica se caracteriza por la adaptación de las instituciones republicanas al ejercicio personal del poder (dictaduras e Imperio), la expansión territorial, el fin de las luchas sociales anteriores entre patricios y plebeyos, en beneficio de un concepto de ciudadanía estratificada en categorías económicas (aristocracia senatorial, clase ecuestre...) y el predominio del modo de producción esclavista, acabándose con la crisis del siglo III.[2] Las formas culturales se caracterizan por la influencia de la cultura helenística, mientras que el periodo anterior provenía en mayor medida de la herencia etrusca y el desarrollo endógeno de la cultura latina; y en el periodo posterior se vio grandemente influido por el cristianismo.
Referencias
editar- ↑ Bravo, Gonzalo (1998). Historia de la Roma antigua. Madrid: Alianza. ISBN 84-206-5732-8.
- ↑ «Imperio Romano».