Túpac Amaru II

líder mestizo de la revolución en contra de la corona española en el Perú

José Gabriel Condorcanqui Noguera[3][4][5]​ (Surimana, Canas, Virreinato del Perú, 19 de marzo de 1738-Cuzco, 18 de mayo de 1781) (quien en una proclama firmó como José I),[6]​ también conocido como Túpac Amaru II (en quechua «serpiente resplandeciente»), fue un militar y caudillo indígena peruano y líder de la «Gran rebelión» contra la corona española que se dio en Hispanoamérica y se inició el 4 de noviembre de 1780, nueve años antes de la Revolución francesa, con la captura y posterior ejecución del corregidor Antonio de Arriaga.[5]​ Esta rebelión se desarrolló en el Virreinato del Perú y en el Virreinato del Río de la Plata, ambos formando parte del Imperio español.

Túpac Amaru II
Inca-Rey del Perú

Retrato de Túpac Amaru II realizado por un autor anónimo ca. 1784-1806. Develada en 2015, se trata de la imagen más antigua que se conoce hasta el momento del rebelde indígena.[1][2]
Inca
(proclamado por el Consejo de Amautas y Mamacunas)
26 de noviembre de 1780-18 de mayo de 1781
Predecesor Juan Santos Atahualpa
Sucesor Diego Cristóbal Túpac Amaru
(como líder de la rebelión)
Información personal
Nombre completo José Gabriel Condorcanqui Noguera
Otros títulos Curaca
Nacimiento 19 de marzo de 1738
Bandera de España Surimana, Canas, Virreinato del Perú
Fallecimiento 18 de mayo de 1781 (43 años)
Bandera de España Plaza de Armas del Cuzco, Virreinato del Perú
Familia
Dinastía Casa Túpac Amaru
Padre Miguel Condorcanqui
Madre Rosa Noguera Valenzuela
Cónyuge Micaela Bastidas
Hijos
  • Hipólito Túpac Amaru-Condorcanqui Bastidas
  • Mariano Túpac Amaru-Condorcanqui Bastidas
  • Fernando Túpac Amaru-Condorcanqui Bastidas

Túpac Amaru II era de origen mestizo, descendía de Túpac Amaru I, cuarto y último de los Incas de Vilcabamba que siguieron luchando contra los españoles hasta el año 1572. A la muerte de su padre, Túpac Amaru II hereda el curacazgo de Surimana, Tungasuca y Pampamarca. Era adinerado y se dedicaba al comercio ya que poseía un negocio de mulas usadas en esa época para el transporte de mercancías.[7]​ Por otro lado, fue criado (hasta los 12 años) por el sacerdote criollo Antonio López de Sosa y luego en el Colegio San Francisco de Borja, donde mostró preferencia por lo criollo; llegó a dominar el latín y a utilizar refinadas vestimentas hispanas.[8]​También dominó y usó la lengua nativa quechua.

Encabezó la mayor rebelión independentista en el Virreinato del Perú. Fue el primero en pedir la libertad de toda Hispanoamérica de cualquier dependencia, tanto de España como de su monarca, implicando esto no solo la mera separación política sino la abolición de los impuestos (mita minera, reparto de mercancías, obrajes), de los corregimientos, alcabalas y aduanas (14 de noviembre de 1780). Además, decretó la abolición de la esclavitud negra por primera vez en la misma Hispanoamérica (16 de noviembre de 1780).

En Perú ha sido reconocido como el fundador de la identidad nacional peruana.[5]​ Fue utilizado como una figura capital para el Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada del general Juan Velasco Alvarado (1968-1975), así como por varios movimientos políticos y desde entonces ha permanecido en el imaginario popular.

Infancia y juventud editar

José Gabriel Condorcanqui Noguera (en quechua kuntorkanki, "tú eres un Cóndor")[9]​ nació el 19 de marzo de 1738 en la localidad de Surimana, provincia de Canas (Cuzco - Perú). Fue hijo de Miguel Condorcanqui Usquiconsa y Carmen Rosa Noguera Valenzuela.[10]​ Su padre fue curaca de tres pueblos en el distrito de Tinta: Surimana, Pampamarca y Tungasuca, cargo que heredó José Gabriel.[9]

Durante su infancia vivió en Surimana, pero acompañaba a su padre en sus viajes a lo largo del distrito y más lejos mientras este cumplía sus deberes como curaca y ejercía su oficio de mercader. Estas expediciones continuaron cuando José Gabriel se hizo mayor de edad y asumió el puesto y la profesión de su padre.[11]

Su educación inicial quedó a cargo de los padres López de Sosa y Rodríguez. Por su condición de indígena noble estudió en el prestigioso colegio San Francisco de Borja del Cuzco, dirigida por la orden de los jesuitas para los hijos de los curacas.[11]​ Posteriormente, estudió en la Universidad de San Marcos.[12]​ Obtuvo una esmerada educación, habiendo enviado España a sus mejores profesores al Nuevo Mundo, donde aprendió la doctrina revolucionaria y antiabsolutista propia de la Escuela de Salamanca, que dice que el depositario real del poder, que siempre emana de Dios, era el pueblo y no el Rey, y que el primero tenía derecho a la revolución, incluso al tiranicidio, si el segundo no ejercía el gobierno del reino en beneficio del pueblo. Dominaba el quechua, castellano y latín, destacando entre sus lecturas los Comentarios Reales del Inca Garcilaso de la Vega, las Siete Partidas de Alfonso X de Castilla, las Sagradas Escrituras, el drama quechua Apu Ollantay, así como posterior y clandestinamente textos de Voltaire y Rousseau, en aquella época censurados.[13]

El 25 de mayo de 1758, contrajo matrimonio con Micaela Bastidas Puyucahua con quien tuvo tres hijos: Hipólito, Mariano y Fernando (todos apellidados Condorcanqui Bastidas); seis años después de su matrimonio fue nombrado curaca de los territorios que le correspondían por elemental herencia. Condorcanqui fijó su residencia en la ciudad del Cuzco, desde donde viajaba constantemente para controlar el funcionamiento de sus tierras.

Como curaca, José Gabriel mantenía derechos sobre la tierra. También tenía intereses en la pequeña minería y campos de coca en Carabaya, al sur, y poseía varias casas y una pequeña hacienda.[11]​ Heredó 350 mulas de su padre, las que usaba para trabajar el circuito Cuzco-Alto Perú, la ruta de comercio que ligaba Lima y Cuzco con las sumamente importantes minas de Potosí. Las personas lo reverenciaban por su herencia inca y, de acuerdo con muchos, por sus educadas maneras y su disposición a defender al campesino pobre.[11]

Debido a sus prósperas actividades económicas, empezó a sufrir la presión de las autoridades españolas quienes lo sometían al pago de prebendas, en especial por presión de los arrieros que vivían en la región de la cuenca del Río de la Plata, quienes intentaban tener el monopolio del tránsito de mineral por el Alto Perú.

A finales de la década de 1770, la apertura de Buenos Aires al comercio del Alto Perú acabó con el monopolio comercial de Lima y significó una mayor competencia para los productores del Cuzco que vendían sus mercancías en Potosí y tenían que competir con las de Buenos Aires e, incluso, los de España. Por otro lado, la extendida sobreproducción a lo largo de los Andes empujó los precios a la baja. Mas aún, en los años 1778 y 1779, un clima extremadamente frío dañó las cosechas y dificultó los viajes. En 1780, Túpac Amaru, quien también experimentó esta crisis, tenía considerables recursos pero, del mismo modo, numerosas deudas. También fue testigo del malestar económico y oyó hablar de él a diferentes autores, desde mercaderes al borde de la bancarrota hasta comunidades que no podían solventar la creciente carga fiscal.[14]

Condorcanqui vivía la situación típica de los curacas: tenía que mediar entre el corregidor y los indígenas a su cargo. Sin embargo, se vio afectado, como el resto de la población, por el establecimiento de aduanas y el alza de las alcabalas, lo que perjudicó fuertemente su negocio de mulas que transportaban mercadería entre el Perú y el Río de la Plata. Realizó reclamos sobre estos temas pidiendo también que los indígenas fueran liberados del trabajo obligatorio en las minas, reclamos dirigidos por las vías regulares a las autoridades coloniales en Tinta, Cuzco y después en Lima, obteniendo negativas o indiferencia. Además, adopta el nombre de Túpac Amaru II, en honor de su antepasado Túpac Amaru I, el último Inca de Vilcabamba, buscando que se le reconociera su linaje real inca por lo cual siguió por años un proceso judicial en la Real Audiencia de Lima, por el reconocimiento del título de marqués de Santiago de Oropesa a la muerte de la última titular María de la Almudena Enríquez de Cabrera y Almansa en el año 1741.

Líder de la Rebelión editar

 
Monumento actual en el Cuzco, en homenaje a José Gabriel Túpac Amaru, en la plaza del mismo nombre.

El 4 de noviembre de 1780 captura, enjuicia y ejecuta al corregidor español Antonio de Arriaga, iniciando con ello la rebelión contra la dominación colonial. Al comienzo el movimiento reconoció la autoridad de la Corona española, ya que Túpac Amaru afirmó que su intención no era ir en contra del rey sino en contra del «mal gobierno» de los corregidores. Más tarde la rebelión se radicalizó llegando a convertirse en un movimiento independentista.

Tupac Amarú II declararía que había considerado realizar la sublevación desde que López de Castilla fue corregidor del Cuzco, pero que en esas fechas era una posibilidad remota.[15]

Su esposa Micaela Bastidas así como familiares de ambos tuvieron una participación de primer orden en el movimiento, tanto en el reclutamiento, abastecimiento y hasta cierto punto en la toma de decisiones. Con el apoyo de otros curacas, mestizos y algunos criollos, la rebelión se extendió, llegando a tener tropas de decenas de miles de combatientes.[16]​ Entre sus ofrecimientos se hallaban la abolición tanto del reparto como de la alcabala, la aduana y la mita de Potosí.

Su movimiento tuvo dos fases:

  • La primera fase o fase tupacamarista, donde destaca la hegemonía de José Gabriel Túpac Amaru, su esposa Micaela y capitanes.
  • La segunda fase o fase tupacatarista, continuación de la rebelión a cargo de Diego Cristóbal Túpac Amaru, primo de José Gabriel, y donde destaca el protagonismo de Túpac Katari.

Desde un inicio Túpac Amaru II buscó ganarse el apoyo de la iglesia e integrar a indígenas, criollos, mestizos y libertos negros en un frente anticolonial,[17]​ pero no pudo evitar que la masificación del movimiento convirtiera el accionar independentista en una lucha racial contra españoles y criollos. Durante su máximo apogeo y, especialmente, luego de la captura y ejecución de Túpac Amaru y su familia, la rebelión se extendió de manera sumamente violenta, sin toma de prisioneros y con la práctica de asesinar a cualquier persona que hablase castellano o vistiese a la manera europea; los indígenas que se vestían con moda española también fueron atacados.[17]​ Así, la ejecución sistemática de los “puka kunka” (literalmente cuellos rojos o gringos) convirtió la rebelión en un auténtico baño de sangre en el que se estima se produjo el asesinato de entre ochenta y cien mil personas.[18]

En el proceso, Tupac Amaru sería excomulgado por la iglesia, por medio del Arzobispo de Cuzco Juan Manuel Moscoso. En primera instancia el 17 de noviembre de 1780 sobre la base de ser acusado de Liberal por rebelarse ante la legítima autoridad del rey con base en ideas condenables por la doctrina católica, posteriormente el 19 de noviembre se adjudicaría el incendio de la Iglesia de Sangarará en Tungasuca. También se argumento la rebelión era para darle el poder político a una facción de indios cristianos que querían separarse del control del Papa en Roma.[19][20]

“Tengan por público excomulgado, de excomunión mayor, a José Túpac Amaru, cacique del pueblo de Tungasuca, por incendiario de las capillas publicas y de la iglesia de Sangarara, por grasador de los caminos, por rebelde traidor al Rey, Nuestro Señor, por revoltoso, perturbador de la paz y usurpador de los Reales Derechos; y a todos cuantos le dan auxilio, favor y fomento, y a los que le acompañan, si luego que tuvieren noticia de esta censura no se separan de su comunicación, y se desisten de auxiliarlo en su depravado intento; y bajo la misma pena, ninguno se atreva a desfijar este Cedulón del lugar de la iglesia donde se fijare, reservando a Nos la absolución de todo, que es fecho en la ciudad del Cuzco”
Moscoso, 1780

Tales excomuniones fueron una noticia muy tormentosa para Túpac Amaru y su esposa Micaela Bastidas, quienes eran católicos sinceros que se sintieron muy deprimidos y angustiados por la noticia. Por lo que intentaron escribirle una carta al Obispo tratando de declarar su lealtad a la Iglesia e incluso a la Monarquía Española.[21]

"El católico celo de un hijo de la iglesia, como profeso cristiano en el sacrosanto bautismo, no puede en ninguna época profanar los sagrados tabernáculos del Dios a quien adora, ni ofender a sus sacerdotes, a menos que fuese necesario la detestación de la fe, y abrazar los extremados y torpes vicios del libertinaje, con el abuso de reformar las cargas gravosas de unos fenómenos, titulados corregidores y las mayores pensiones que se han ido introduciendo con la creación de una casa general de aduanas, y más gabelas que se inspeccionan a las miserables puertas de los fieles vasallos de mi nación, propagándolas con inexorabilidad un segundo Pizarro en la tiranía, que no sólo grava a mi nación, sino aun a las demás naciones.

Y esperando que otro u otros sacudiesen el yugo de este faraón, salí a la voz y defensa de todo el reino, para excusar los mayores inconvenientes, hurtos, homicidios con otros ultrajes y acciones inusitadas: que aunque hoy se me note de traidor y rebelde, infiel y tirano a nuestro Monarca Carlos, dará a conocer el tiempo que soy un vasallo, y que no he desmentido un punto intencionalmente a mi Santa Iglesia y católico Monarca, pues sólo pretendo quitar tiranías del reino, y que se observe la santa y católica ley, viviendo en paz y quietud. Para lo que envío mis embajadores a ese Cabildo, para que en mucha quietud me entreguen esa ciudad, y no me den lugar a tomarla por la fuerza, porque entonces le entraré a sangre y fuego.

US. I. no se incomode con esta novedad, ni perturbe su cristiano fervor, ni la paz de los monasterios, cuyas sagradas vírgenes e inmunidades no se profanarán en ningún modo, ni sus sacerdotes serán invadidos con la menor ofensa de los que me siguiesen. Los designios de mi saneada intención son que consiguiendo la libertad absoluta en todo género de pensiones a mi nación, el perdón general de mi aparentada deserción del vasallaje que debo, y el total abolimiento de las aduanas, de la extensión de los resortes de la visita del reino, luego me retiraré a una Tebaida a donde pida misericordia, y US. I. me imparta todos los senderos documentos para mi glorioso fin, que mediante la divina misericordia espero, a cuyo fin aspiro, a quien clamo con los mayores ahíncos de mi alma por la importante vida de US. I."
Tupac Amaru II, Tungasuca, 12 de diciembre de 1780

Por otro lado, ser condenados por la iglesia fue la causa principal del fracaso de la rebelión, pues varias masas dejarían de movilizarse y se traspasarían a las filas realistas.[22]

"Este fue uno de los más graves cuidados en las tribulaciones de la rebelión, porque habiendo excomulgado a Túpac Amaro y sus secuaces por el atroz delito de incendiarios de Sangarará y sus profanadores, no permitían él ni los suyos corriesen mis pastorales con franquía, porque desbarataban sus intentos, según lo experimentaba en la deserción de muchos… que venían a pedirme absolución y se incorporaron a nuestras tropas."
Moscoso, 1782

Captura y ejecución editar

 
Intento de desmembramiento de Túpac Amaru II.

Tras negarse a tomar el Cuzco sacrificando a los indígenas que los realistas ubicaban en la vanguardia y ante la llegada de un ejército de 17 000 soldados desde Lima, Túpac Amaru II ordenó la retirada de su ejército a su base militar en Tinta, mientras las fuerzas realistas mandan una expedición punitiva de casi 20 000 soldados en su contra. Fue en esta campaña en la que, tras ser derrotado en la batalla de Checacupe, Túpac Amaru II fue traicionado por dos partidarios suyos, el mestizo Francisco Santa Cruz y el español Ventura Landaeta, y es capturado en Langui el 6 de abril de 1781.

Fue llevado al Cuzco encadenado y montado en una mula, ciudad donde ingresó una semana después, «con semblante sereno», mientras las campanas de la Catedral repicaban celebrando su captura. Apresado en la capilla de San Ignacio del convento de la Compañía de Jesús, fue sucesivamente interrogado y torturado[23]​.

Cuando el visitador español José Antonio de Areche, enviado del rey de España, entró intempestivamente al calabozo para exigirle nombres a cambio de promesas, Túpac Amaru II le contestó: «Solamente tú y yo somos culpables, tú por oprimir a mi pueblo, y yo por tratar de libertarlo de semejante tiranía. Ambos merecemos la muerte».

El viernes 18 de mayo de 1781, en un acto público en la Plaza de Armas del Cuzco, se cumplió la sentencia de Túpac Amaru, sus familiares y principales capitanes quienes fueron sacados de sus celdas, custodiados por miembros fuertemente armados de la milicia de mulatos y la de Huamanga, hasta llegar a la plaza donde se habían levantado horcas, también vigiladas por mulatos armados. Los prisioneros iban vestidos con zurrones, que se usaban para traer hierba mate del Paraguay, y con las manos y los pies fuertemente atados.

Diego Verdejo; Antonio Oblitas (sirviente negro que participó del ahorcamiento de Arriaga y posiblemente dibujó un retrato de Túpac Amaru); el hermano de Micaela, Antonio Bastidas; y Antonio Castelo, fueron las primeras víctimas. Después, fueron ejecutados Francisco Túpac Amaru (tío de José Gabriel) e Hipólito (hijo mayor de Túpac Amaru y Micaela Bastidas), a quienes les cortaron la lengua antes de ser ahorcados. A continuación, fue ejecutada por garrote Tomasa Tito Condemayta, en algún momento llamada la favorita de Túpac Amaru.[24]

Después, Micaela Bastidas fue llevada a las horcas donde se le intentó cortar la lengua pero se afirma que los verdugos no lo lograron y solo pudieron hacerlo tras su ejecución mediante el garrote.[24]

A José Gabriel, al igual que hicieron con varios de sus lugartenientes, con su tío y su hijo mayor, le cortaron la lengua.[25]​ Intentaron descuartizarlo vivo, atando cada una de sus extremidades a caballos para que estos tirasen de aquellas y las arrancaran, pero sus intentos fracasaron debido a su contextura física.

Atáronle a las manos y pies cuatro lazos, y asidos estos a la cincha de cuatro caballos, tiraban cuatro mestizos a cuatro distintas partes: espectáculo que jamás se había visto en esta ciudad. Intentaron por mucho tiempo pero no pudieron absolutamente dividirlo después que por un largo rato lo estuvieron tironeando, de modo que lo tenían en el aire, en un estado que parecía una araña.

Frustrado por esos intentos infructuosos, Areche ordenó decapitarlo.

 
La Tumba de Túpac Amaru II, se encuentra en la Plaza de Armas del Cuzco.

Su hijo menor, Fernando, gritó al ser testigo de la agonía de su padre.[24]​ En palabras del geógrafo y viajero inglés Clements R. Markham, quien visitó el Perú numerosas veces a mediados del siglo XIX, Fernando:

Lanzó un grito desgarrador, grito que por muchos años repercutió en el corazón de todos los concurrentes, acrecentado su odio contra los opresores. Fue este grito la sentencia de muerte de la dominación española en la América del Sur.
Clement Markham

Tras su muerte, el cuerpo de Túpac Amaru fue despedazado; su cabeza fue colocada en una lanza exhibida en Cuzco y Tinta, sus brazos en Tungasuca y Carabaya, y sus piernas en Livitaca (actual provincia de Chumbivilcas) y en Santa Rosa (actual provincia de Melgar, Puno). De igual forma despedazaron los cuerpos de su familia y seguidores, y los enviaron a otros pueblos y ciudades. Todo ello descrito en el documento español Distribución de los cuerpos, o sus partes, de los nueve reos principales de la rebelión, ajusticiados en la plaza de Cuzco, el 18 de mayo de 1781.

Los científicos que han estudiado este intento de desmembramiento concluyeron que por la contextura física y resistencia de Túpac Amaru II no hubiera sido posible descuartizarlo de esa manera, sin embargo probablemente si le dislocaron brazos y piernas junto con la pelvis. Se teoriza que, aunque hubiera sobrevivido a esta ejecución, hubiera quedado prácticamente inválido.[cita requerida]

A pesar de la ejecución de Túpac Amaru II y de su familia, el gobierno virreinal no logró sofocar la rebelión, que continuó acaudillada por su primo, Diego Cristóbal Túpac Amaru, al tiempo que se extendía por el Alto Perú y la región de Jujuy. Asimismo, se comenzó a evidenciar contra los criollos mala voluntad de parte de la Corona Española, especialmente por la Causa de Oruro, y también por la demanda entablada contra Juan José Segovia, nacido en Lima y el coronel Ignacio Flores, nacido en Quito, quien había ejercido como presidente de la Real Audiencia de Charcas y había sido Gobernador Intendente de La Plata (Chuquisaca o Charcas, actual Sucre).

Descendientes editar

Túpac Amaru II y su esposa, Micaela Bastidas, tuvieron 3 hijos legítimos: El mayor de ellos, Hipólito Túpac Amaru, fue un destacado comandante del ejército de su padre y lo acompañó durante varias campañas hasta que fue capturado y ejecutado junto con su familia en la plaza mayor del Cuzco. No se tiene información de si tuvo esposa o cuantos hijos tuvieron, de ser este el caso.

Mariano Túpac Amaru, el segundo hijo de Túpac Amaru II, fue indultado por los españoles luego que su tío, Diego Cristóbal Túpac Amaru, quien asumió el liderazgo de la rebelión, firmara un acuerdo de paz con los realistas. Mariano recibió, como salario, una pensión de 600 pesos y pudo volver a las tierras de su familia. Tuvo conflictos con las autoridades virreinales por relacionarse con María Nieves Paita, de Sicuani. Las autoridades, específicamente el corregidor Salcedo, la consideraban una zamba y una prostituta, además de dar a entender que no deseaban que el clan Tupac Amaru se reprodujera.[26]​ Por lo que Paita, quien se encontraba embarazada, presumiblemente de Mariano, fue arrestada y recluida en el convento de Santa Catalina del Cuzco, de donde fue liberada por Mariano y ocho cómplices el 19 de septiembre de 1782. Se desconoce el destino de María Paita o de su embarazo.[26]​ Posteriormente, tras una conjura donde se vio involucrado su tío, Mariano fue capturado y desterrado a España muriendo en las costas de Brasil en 1784.[27]

El menor de los hijos de Túpac Amaru, Fernando, al ser un niño de 10 años, no fue ejecutado, pero se le obligó a presenciar el suplicio y muerte de toda su familia y a pasar por debajo de la horca de los ejecutados, para luego ser desterrado a África con órdenes de prisión perpetua, si bien el virrey Agustín de Jáuregui sugirió que no fuera enviado a África sino a España por temor a que alguna potencia enemiga lo rescatara. Frente a las costas de Peniche, Portugal, el navío zozobró, pero Fernando logró sobrevivir y fue llevado a Cádiz, siendo encarcelado en dicha ciudad. Se presume que falleció en España en 1798, víctima de una orden reservada.

Según el periodista Antonio Vergara Collazos, el noble polaco Sebastián de Berzeviczy se casó con la noble indígena Umina Atahualpa teniendo una hija llamada Umina de Berzeviczy Atahualpa, quien contrajo matrimonio con uno de los miembros de la familia de Túpac Amaru teniendo con él un hijo llamado Antonio Túpac Amaru de Berzeviczy, sobrino de Túpac Amaru II. Tras la rebelión, Antonio Túpac Amaru de Berzeviczy huyó a Polonia donde fue adoptado por Waclaw Benesz de Berzeviczy adoptando su apellido. Uno de los descendientes de Antonio fue Andrzej Benesz, político polaco y veterano en la Segunda Guerra Mundial.[28]

Mesianismo de Túpac Amaru II editar

 
Efigie de Túpac Amaru II en el Panteón de los Próceres en Lima.

La rebelión general del Alto y Bajo Perú en 1780, fue encabezada por José Gabriel Condorcanqui con el objetivo de liberar a sus compatriotas de las pesadas cargas a las que estaban obligados por las autoridades españolas desde hacía casi tres siglos, aunque agravadas en la década anterior por las reformas borbónicas: mitas, repartimiento de efectos, tributos, alcabalas y otros derechos; trabajos en corregimientos y obrajes; diezmos y primicias eclesiásticas, y la eliminación de las divisiones en castas. Buscaba la creación de un reino independiente de España, gobernado por una monarquía hereditaria incaica, a través de la creación de un ejército y una administración propias, introduciendo una tributación única a todos los súbditos, libertad de comercio y trabajo.

Con las masas, el Inca iba a comunicarse usando un lenguaje simbólico, de raigambre mesiánica. Ese lenguaje se manifestaba en el uso de instrumentos musicales tradicionales, en el uso de banderas, insignias y vestimentas incaicas, así como del apelativo Inca, que poseía implicaciones mesiánicas (vinculadas al mito de Inkarri), por cuanto el Inca no se mostraba solamente como rey y soberano legítimo, sino también como redentor, restaurador del mundo, salvador de los indígenas, esperándose de él un comportamiento milagroso. Se le otorgaban rasgos divinos o prodigiosos.

Al respecto, las palabras de Túpac Amaru II a su compañero de lucha, Bernardo Sucacagua, afirmando que las personas que murieran siéndole fieles tendrían su recompensa, sugieren que aquel se veía a sí mismo, en principio, como redentor. El obispo del Cuzco afirmó que Túpac Amaru II, había persuadido a los indios de que los que muriesen en su servicio resucitarían al tercer día. Sahuaraura Tito Atauchi afirmó que los indígenas se arrojaban a pelear en las batallas sin temor y ciegamente, pero aun estando malheridos no querían invocar el nombre de Jesús, ni confesarse. Ello se debería a que Túpac Amaru II les había dicho que el que no dijese Jesús resucitaría al tercer día, y los que lo invocaban, no. Igualmente se presentaba el modelo peruano, que preveía la resurrección al quinto día.

El sistema de creencias indígenas aceptaba a Túpac Amaru como dios, redentor y liberador de los oprimidos, vale decir como una figura equivalente a la de Jesucristo. El Inca reforzaba esta creencia, al afirmar que los españoles habían impedido a los indígenas el acceso al dios verdadero, siendo él mismo quien designaría personas que les enseñaran la verdad.

El mito de Inkarri, al imaginar el regreso de un Inca para enderezar el mundo injusto, era un símbolo unificador poderoso usado para unificar poblaciones indígenas divididas por la geografía y las fronteras étnicas. Pero también era un símbolo divisionista, cuando no se reunían todas las condiciones necesarias para gobernar; tal el caso de José Gabriel Condorcanqui o Túpac Amaru II, al que muchos nobles incaicos consideraron un "advenedizo fraudulento", más que un verdadero redentor, aunque él se reivindicara como descendiente del último Incas de Vilcabamba, Felipe Túpac Amaru, o Túpac Amaru I.

Para la mayoría de los rebeldes peruanos, la fuente de sus creencias acerca del fin de la dominación española estaba en la concepción que tenían del futuro, por la cual, el Inca que regresa pone término a la dominación española y devuelve el orden al mundo. Igualmente, la muerte del Inca implicaba una destrucción del orden, del principio regente del mundo. La muerte de Túpac Amaru, al ser la muerte de un Inca, era la muerte de un hombre que reunía la tierra, el cielo y los elementos; era la muerte del hijo del sol.[29]

Supuesta filiación masónica editar

Según el historiador masón, Martín F. Lescano, en su obra "Las Sociedades Secretas y Politicas en Buenos Aires", se menciona que para el año 1776, el cacique Túpac Amaru II tenía relación con las sociedades secretas masónicas, lo cual generaría sospechas de que fue iniciado en la masonería (aunque no se sabría la fecha exacta de aquella iniciación). Aquellas sospechas se reforzarían porque su esposa, Micaela Bastidas, afirmó que su esposo se había iniciado para conocer "La Verdadera Luz". Y la potencial prueba más poderosa de su calidad masónica sería habérsele encontrado entre sus posesiones un collar de hierro, con dos platinas pesadas y rodeados de puntas, que hacen manifiesto el título "La Orden del Paititi", y del que se señala que Condorcanqui habría sido su Gran Maestro. Incluso se sospecharía que, entre una de las razones por las que se le imputo el cargo de sacrílego en la sentencia de su juicio, estaría el haber sido propagador de ideas contrarias a la religión católica y el Estado confesional, ello debido a su carácter masón.[30]​ Según la tradición oral masónica. En su casa de Tupac Amarú de la ciudad del Cuzco, que se encontraba en el sector de Mutachacca (actualmente la Avenida El Sol), se habrían descubierto ornamentos masónicos para iniciados en el segundo y tercer grado de la masonería, los cuales actualmente están en posesión de la R:. L:. S:. "Koricancha" n.º 40 del Vall:. del Cuzco.[30]​ También se relata un hecho anecdótico donde Julián Apaza, haciéndose pasar por la persona de Tomás Tupac Katari (socio de Condorcanqui que recientemente había fallecido en la Revolución de Challanta) y proclamarse "Virrey de las Provincias del Sur" del proyectado Reino Incaico del Perú, envió un emisario indígena, Tomás Calizaya, con el cargo de Rey Fiscal, para participar en la proyectada sublevación de Copacabana, a su vez que este emisario se presenta ante Condorcanqui con las alegorías de un iniciado masón y "hermano".[30]

Con respecto a cómo, dónde y por quién podría haber sido iniciado en las logias masónicas, se rumorea que a través de su íntima amistad de José Gabriel Condorcanqui con Miguel Montiel (noble limeño), quien era un hombre Cosmopolita (viajando no solo por todo el Virreinato peruano, si no también a Francia y Reino Unido) y con opiniones políticas que coincidían en muchos aspectos con las ideas de la Ilustración y sus críticas a la Monarquía Española (creyendo ambos que la mayoría de súbditos, sean indios o mestizos, tenían una visión idealizada de sus gobernantes españoles "Incas católicos" y errónea de los funcionarios mediocres del Virreinato por su cultura servil), el burgués Miguel Montiel podría haber iniciado a Condorcanqui a la Masonería (en 1777) para luchar contra la ideología católico-monárquica de los limitados e ineficientes españoles, creyendo que dejarse gobernar por España sólo mancillaba su historia y orgullo Inca, anhelando restablecer la grandeza incaica y desarrollando un “nacionalismo inca”. Las sospechas se refuerzan porque Montiel vivió 5 años en Inglaterra y era un ávido lector de “libros místicos” con tintes heterodoxos y esotéricos (incluyendo reivindicaciones al paganismo incaico y los misterios de los símbolos andinos contra la ortodoxia católica), así como por referirse a la familia de Condorcanqui como Incas de herencia sagrada, y que pronto “se les vería andar en silla de manos”. Sin embargo, no se ha encontrado prueba empírica de que José Gabriel se afiliase por este evento. Pese a ello, no se descartaría la posibilidad real de su filiación masónica (o al menos tener contacto directo con ellos), en tanto que Micaela Bastidas llegó a referirse que, allá en Lima, a “José Gabriel le abrieron los ojos”, pudiendo referirse a las acciones de Montiel, Mariano de la Barrera y compañía con ideas políticas producto de las tertulias en casa de Montiel.[31]

Títulos editar


Predecesor:
Túpac Amaru I
Como Inca de Vilcabamba

 
Inca
Proclamado por el consejo de Amautas y mamacunas

26 de noviembre de 1780 - 18 de mayo de 1781
Sucesor:
Diego Cristóbal Túpac Amaru (Asumiendo el liderazgo revolucionario)
Predecesor:
Miguel Condorcanqui

Curaca de Surimana, Tungasuca y Pampamarca.

1764-1781
Sucesor:
Abolición de los cacicazgos y corregimientos.

Reconocimiento editar

 
Monumento de Túpac Amaru en la Plaza Libertad en El Alto, Bolivia.

La fama de Túpac Amaru II se extendió a tal punto que los indígenas sublevados en los llanos de Casanare, en la región de Nueva Granada, lo reconocieron como "Rey de América".[cita requerida]

Movimientos posteriores invocaron el nombre de Túpac Amaru II para obtener el apoyo de los indígenas, caso entre otros de Felipe Velasco Túpac Amaru Inca o Felipe Velasco Túpac Inca Yupanqui, quien pretendió levantarse en Huarochirí (Lima) en 1783.

La rebelión de Túpac Amaru II marcó el inicio de la etapa emancipadora de la historia de Perú. Esta gran rebelión produce una fuerte influencia sobre la Conspiración de los tres Antonios, indicios descubiertos en Chile el 1 de enero de 1781, en pleno desarrollo de la insurrección. Los conspiradores se animaron a actuar gracias a las noticias de los avances de Túpac Amaru II en el Virreinato del Perú.

Siglos XX y XXI editar

 
Monumento a Túpac Amaru II, en la avenida del mismo nombre en el distrito limeño de Comas.

En Perú, el gobierno del general Juan Velasco Alvarado (1968-1975) acogió la efigie estilizada de Túpac Amaru II, diseñada por el artista Jesús Ruiz Durand, como símbolo del Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas que él encabezaba. Lo reconoció como héroe nacional en 1969, lo cual fue novedad puesto que desde la independencia la figura de Túpac Amaru II fue llevada con indiferencia u omisión por la educación e historiografía oficial peruana.[32]​. La primera mención de Túpac Amaru en el gobierno militar ocurrió el 24 de junio de 1969 cuando, en el colofón del discurso por la ley de Reforma Agraria, Velasco menciona: Campesino, el patrón no comerá más tu pobreza, la cual la atribuye al rebelde cuzqueño siendo que fue una frase inventada por sus asesores.[33]​ En su honor renombró uno de los salones principales de Palacio de Gobierno, el hasta entonces llamado salón Francisco Pizarro (que la élite de la Lima republicana creó y mantuvo los primeros dos tercios del siglo XX en su aprecio al conquistador español),[34]​ retirando además su retrato del centro superior del salón y reemplazándolo por el del rebelde indígena. Así también durante su gobierno se construyó la avenida Túpac Amaru, una de las más extensas (25 km) de la capital y que une Lima Norte (en ese entonces excluido del resto de la ciudad) con el centro de Lima.

Túpac Amaru II es considerado un precursor de la Independencia del Perú por antonomasia.[35]​ Actualmente su nombre y figura es acogida ampliamente por los movimientos indígenas andinos, así como por los movimientos de izquierda política.

En otro sentido, su nombre también fue utilizado por el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), agrupación guerrillera, posteriormente terrorista, que operó en Perú de 1985 a 1997. El MRTA se dio a conocer internacionalmente por la toma de los rehenes de la embajada de Japón (1996-1997) y fue uno de los beligerantes de la época del terrorismo en el Perú (1980-2000).

En Uruguay los Tupamaros también conocidos como Movimiento de Liberación Nacional o por sus siglas MLN-T, fue un grupo insurgente que estuvo activo entre los años de 1960 y 1970, que se denominó como tal por la admiración y respeto que según sus militantes sentían por Túpac Amaru II.[cita requerida]

En Venezuela, inspirados en la guerrilla uruguaya mencionada, el Tupamaro (Venezuela) desarrolló acciones armadas entre 1992 y 1998, para después integrarse a la política formal.

En Estados Unidos, el famoso rapero Tupac Shakur o 2pac (1971-1996) tuvo como nombre de nacimiento el de Túpac Amaru Shakur debido a la admiración que su madre Afeni Shakur (activista de la organización afroestadounidense Panteras Negras) tenía por Túpac Amaru II.

En Argentina el nombre de este líder rebelde fue adoptado por la Asociación Túpac Amaru, un movimiento indigenista político y social surgido en 2001 en la provincia de Jujuy que actualmente tiene presencia en 15 provincias argentinas. También pertenece a la Galería de los Patriotas Latinoamericanos,[36]​ creada en la Casa Rosada por la presidenta Cristina Fernández en 2010 (año del Bicentenario de la Revolución de Mayo).

Eduardo Galeano recogió la historia de un turista que le preguntó a un niño lustrabotas si conocía a Túpac Amaru. El niño, sin alzar la cabeza, respondió que sí y en un susurro dijo: «Viento es».[37]

Las Logias masónicas han conmemorado su ideal liberal, fundando logias en su honor,[38][39]​ como la Gran Logia Tupac Amaru N°42,[40]​ y erigiendo bustos en su honor en las calles de Lima,[41]​ así como adornar logias con cuadros de Condorcanqui (y reclamar tener bajo su posesión, reliquias que fueron propiedad de Tupac Amaru en vida).[42]

Ancestros editar

Túpac Yupanqui
Sapa Inca
Mama Ocllo Coya
Coya Inca
Huayna Cápac
Sapa Inca
Manco Inca
Inca de Vilcabamba
Túpac Amaru I
Inca de Vilcabamba
Felipe CondorcanquiJuana Pilcohuaco
Ñusta
Blas Condorcanqui
Curaca de Surimana, Pampamarca y Tungasuca
Francisca Torres
Sebastián Condorcanqui
Curaca de Surimana, Pampamarca y Tungasuca
Catalina Usquiconsa
Miguel Condorcanqui
Curaca de Surimana, Pampamarca y Tungasuca
Rosa Noguera Valenzuela
José Gabriel Condorcanqui
Curaca de Surimana, Pampamarca y Tungasuca
Túpac Amaru II
  • La autora María Rostworowski explica que la descendencia dentro de las panacas se hereda por la vía matrilineal, en otras palabras, uno pertenece a la panaca de la madre.[43]
  • El Diccionario Histórico-Biográfico del Perú indica que el apellido de Catalina del Camino es realmente Catalina Usquiconsa así como el de su hijo.[44]

Obras literarias editar

  • Ángel Avendaño escribió la novela Túpac Amaru. Los días del tiempo profético, publicada en Lima en 2006 por el INC-Cusco y la UNMSM.

Cine y televisión editar

Música editar

  • Túpac Amaru, poema sinfónico del compositor venezolano Alfredo del Mónaco (Premio Tomás Luis de Victoria), estrenado en 1977, ha sido interpretado en numerosos festivales internacionales.
  • Túpac Amaru, sinfonía Nº5 del compositor peruano Armando Guevara Ochoa.
  • La canción Águila de trueno (parte II) del álbum Kamikaze de Luis Alberto Spinetta está inspirada en la figura de Túpac Amaru II.
  • El grupo francés de hip-hop Canelason sacó a la luz un tema llamado "Libre", en cual narra la historia de este revolucionario y su trágica muerte.
  • El rapero Residente en su canción "This Is Not America" menciona que el rapero afroestadounidense 2pac lleva su nombre debido a que su madre quiso ponerle el nombre de un revolucionario inca.

Cuestión de la herencia del Marquesado de Oropesa editar

Hay una controversia historiográfica sobre si realmente José Gabriel Condorcanqui Noguera era el legítimo heredero del Marquesado de Oropesa, frente a su disputa con Felipe de Betancourt Tupac Amaru (cuya madre fue doña Manuela Tupa Amaru, y con ello, tenía su propio derecho al litigio desde que ella presentó una probanza de nobleza al Magistrado del Cusco, al Protector de los Naturales y hasta el propio Conde de Monclova en 1683).[47][48]​ El litigio por los derechos legales del mayorazgo de los incas ante la Corona hispana entre la familia Betancourt Tupac Amaru es de las controversias históricas más polémicas actualmente en la historiografía peruana y que genera muchas sensibilidades en el Cuzco. Hay denuncias de periódicos locales, como Diario El País del Cuzco, de que se ha hecho una campaña de distorsión histórica desde el Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada (en específico por Juan Velasco Alvarado) para construir en el Nacionalismo Peruano un proyecto de identidad (a falta de gritos libertarios en la historia del Perú) con bases falsas, distorsionando los hechos para narrar con sesgo a los intereses de la Familia Condorcanqui como parte de la mitología fundacional de la República del Perú,[49]​ denunciándose además que la familia Betancourt Tupac Amaru habría sido difamada, ocultada y tergiversado su rol en la historia por parte de intereses del Estado Peruano.[50]​ Son numerosos los historiadores del siglo XIX, XX y XXI que mencionan que José Gabriel Túpac Amaru reclamó el Marquesado de Santiago de Oropesa en 1776, otros en 1777, algunos señalando que no se lo concedieron, en tanto otro señalan que si, por lo que no es raro que en muchos textos y artículos aparezca o se le presente con el título de “Marqués de Oropesa”.[11][51][52][53][54]

La importancia de dicho título se debía a su gran valor simbólico, ya que el titular del marquesado era considerado por los españoles como el legítimo heredero del poder imperial incaico, razón por la cual los mantenían en Europa, siendo entonces un título nobiliario de Castilla con Mayorazgo de Oropesa, expedida por el rey Felipe III de la Casa de Austria en favor de Doña Ana María de Loyola Coya Inca (nieta de Tupac Amarú I por un matrimonio entre Martín García de Loyola y Beatriz Clara Coya). Fue el único título nobiliario concedido por la Corona de Castilla directamente a los descendientes de Huayna Capác, en este caso a la Casa Real de Manco Inca o Casa Real de Vilcambamba, como retribución y reconocimiento de su "linaje imperial" y bajo el principio del “Translatio Imperii” (tras acordarse en el Tratado de Acobamba, cuando el soberano Sayri Túpac Inca renunció ante el Virrey del Perú, en favor del rey Felipe II, a sus derechos al “Imperio del Perú”, siendo los Reynos del Perú la traducción española y entendimiento occidental del Imperio los 4 Suyos, a cambio de privilegios señoriales),[55]​ por lo que el titular del marquesado era reconocido automáticamente como el más importante de entre toda la nobleza Inca bajo la concepción europea, es decir que poseían la "primogenitura imperial".[56]​ Estos nobles al emparentarse con la aristocracia española, se convirtieron en los descendientes legítimos de los soberanos Huayna Cápac, Manco Inca, Sayri Túpac Inca, Alfonso XI de Castilla, Juan II de Aragón, Sancho VI de Navarra, Alfonso V de León y del Papa Alejandro VI (Casa de Borja), acumulando más poder, así como por emparentarse con la Casa de Loyola (y con San Ignacio de Loyola), ganándose el favor constante de los Jesuitas.[57][58][59]​ El titular del marquesado recibía el tratamiento protocolar de "Su Ilustrísima" o "Ilustrísimo Señor". Por lo que pertenecía a un rango medio-alto dentro del sistema nobiliario español. Además, el titular recibía una renta de 10.000 ducados de oro (270.000 €), y como el título tenía vinculado el Mayorazgo de Oropesa, se le concedía la potestad señorial de dominio sobre las ricas tierras de Maras, Yucay, Urubamba y Huayllabamba, siendo así que el título llevaba ípso jacto la concesión de un mayorazgo en el fértil valle del Vilcanota y era la prueba decisiva para la sucesión en un supuesto trono inca. Para que alguien pudiese ostentar el título de Marqués de Santiago de Oropesa, debía probar ante la Corona su parentesco con el soberano Sayri Túpac, tanto directamente o de manera colateral, o en última instancia su parentesco con los “Loyola y Borja”.[57]

A su vez, a lo largo de la historia virreinal, numerosos personajes intentaron obtener este título nobiliario de Castilla por diversos motivos, luego de que la marquesa María de la Almudena Enríquez de Cabrera falleciera el 31 de julio de 1741, siendo el título retenido por la Corona española (hasta que María del Carmen Azlor de Aragón y Guillamas obtuviera la sucesión en el siglo XX).[60]​ Otros personajes además de José Gabriel Túpac Amaru, como Juan Bustamante Carlos Inca, Antonio de Idiáquez, Domingo Uchu Ampuero Inca (padre de Dionisio Inca Yupanqui) y Diego Felipe Betancur Túpac Amarú, pretendieron apoderarse del señorío. Para iniciar este proceso de probanza, que podía durar muchos años (y que además traía consigo muchos gastos) primero uno debía de ser reconocido como descendiente legítimos del soberano Sayri Tupac por vía patrilineal, siendo miembro certificado del Ayllu Real de los Incas por el Consejo de los 24 Electores Incas del Cuzco. Incluso, en el año de 1860, apareció en escena Don Manuel Laza Ladrón de Guevara (un sargento del Ejército del Perú) solicitando al Congreso de la República del Perú que se le entregara el Mayorazgo de Oropesa.[56][58][59]

Sin embargo, hasta la fecha presente, no se ha encontrado constancia del documento virreinal (fuente primaria), en el Perú o España, donde José Gabriel Túpac Amaru expresamente solicite tal título nobiliario de Castilla a la Corona de Castilla o a las instancias gubernamentales del Virreinato del Perú.

“El expediente de litigio entre José Gabriel y Betancur no ha salido a la luz, por lo que el derecho a la sucesión debe quedar abierto a la duda”.
Cahill, 2003

Algunas corrientes de revisionismo histórico apelan que, como nunca se presentó como “Marqués de Oropesa”, sino como “Rey Inca”, “Inca”, “Señor”, “Duque de la Superlativa” y “Gobernador”, es una posibilidad válida de que quizás no le interesó litigarlo, siendo los criollos y españoles quienes se dirigían a él como “Marqués de Alcañices”, “Duque” e incluso “Virrey”, así como apelar a los títulos de “Marqués de Alcañices”, “Marqués de Oropesa” y “Duque de Oropesa” para referirse a su hermano Diego Cristóbal Túpac Amaru y a su hijo Andrés Túpac Amaru.[61]​ Pese a ello, la mayoría de historiadores asumen la existencia de aquel documento de litigio en algún momento y que es probable que el marquesado lo solicitó en 1776-1777, ya que su litigio, para legitimarse como descendiente del soberano Túpac Amaru y proclamarse "Inca-Rey del Perú", era el primer requisito para fundamentarse y convencer ante el pueblo sus supuestos derechos, para entonces también legitimar su intento de revolución.

“Que somos varios los criollos y españoles que existimos en la buena compañía del Señor Gobernador Don Andrés Túpac Amaru Inca, Marqués de Alcañices, hijo primogénito del Señor Gobernador Túpac Amaru, cuya benignidad lo había despachado a remediar varios excesos y atropellamientos , que habían padecido muchos criollos vecinos”.
Cap. Juan Figueredo, 1781

Sin embargo, José Gabriel Túpac Amaru no estaba registrado en el Ayllu Real de los Incas, sino en el Ayllu Calca, y según él, su ascendencia incaica se remontaba al soberano Felipe Túpac Amaru por vía matrilineal de Juana Pilcohuaco. Su cargo hereditario de cacique no estaba ratificado ante las autoridades superiores, dado su enemistad constante con los corregidores de su región, así como por sus relaciones pésimas con los Electores Incas del Cuzco, pues estos lo veían como un advenedizo e impostor que pretendía autocoronarse como inca al no poder ganar legalmente dicha controversia.[57]​ Por lo que todo indica que cualquier reclamo a dicha herencia hubiera sido ilegítima. Además, tampoco contaba con el capital suficiente para viajar a Europa y costearse todo el proceso de la probanza (aunque se sabe que estaba ahorrando para ir a una audiencia con el Rey Carlos III de España, para entrevistarse y hablarle de la situación de los indios del Perú). Además, por motivos políticos, era poco probable que la Corona le concediera tal título a alguien que no pudiesen supervisar o controlar. Con todos esos requisitos y restricciones era imposible que la Corona le concediera tal título nobiliario a José Gabriel Túpac Amaru o a cualquier otro pretendiente de la época. Por último, el argumento de Condorcanqui de que era un descendiente del último príncipe de Vilcabamba, Felipe Túpac Amaru, era cuestionado en su época debido a que la obra del Inca Garcilaso sobre la Historia del Perú afirmaba que no dejó descendientes, y que los parientes que tuvo se mudaron a España como marqueses de Alcañices.[62]​ Haciendo improbable que háyase ganado el juicio sobre su ascendencia real y tornándose en una de las causas principales de porque se rebelo Condorcanqui, al ser esto un atentado a sus intereses personales de cacique de clase alta con aspiraciones frustradas para unirse a la alta sociedad colonial cusqueña, siendo el litigio para él una defensa de su derecho para liderar una rebelión inca.[15][57][63]

El litigio entre Gabriel Condorcanqui y la familia Betancur-Tupac Amarú solo sería una evidencia de la precariedad del gobierno borbónico en el Perú, su decadencia tras las Reformas borbonicas, la predisposición a la corrupción de buena parte de los funcionarios con redes de Nepotismo, y una señal inequívoca del poco control que tenían las autoridades españolas sobre la nobleza indígena, ya que los Betancur habían logrado legitimarse en varias instancias gubernamentales con documentación falsificada, y la misma familia de José Gabriel Túpac Amaru se había legitimado con un árbol genealógico falso que partía del soberano Felipe Túpac Amaru. La doctora María Martin Rubio señala que el soberano Túpac Amaru I del siglo XVI nunca tuvo una hija llamada Juana Pilcohuaco, ni un hijo llamado Juan Túpac Amaru, es más, su descendencia quedó extinta y es imposible que tuviera descendientes en el siglo XVIII. Rubio señala que Juana Pilcohuaco era en realidad hija de Titu Cusi Yupanqui, mientras que el tal Juan Túpac Amaru no era hijo de ningún Inca de la época. Aquello era común, que los Incas acomodaran sus ascendencias según su conveniencia. Puede que las autoridades se hayan dado cuenta de las inconsistencias y por eso hasta 1780 seguían en proceso de investigación, sin emitir veredicto.[64]

Litigio entre José Gabriel Condorcanqui y los Betancur (1777-1780) editar

El litigio comprende los años 1777-1780, donde el cacique Don José Gabriel Túpac Amaru enfrenta en la Real Audiencia de Lima a Don Diego Felipe Betancur Túpac Amarú, quien estaba representado por su nieta María Gertrudis Avendaño Betancur-Túpac Amaru y su esposo Don Vicente García Rodríguez.

El Árbol genealógico presentado por José Gabriel Tupac Amaru fue el siguiente:

  1. Tataratatarabuelo: Felipe Túpac Amaru
  2. Tatarabuelos: Diego Felipe Condorcanqui - Juana Pilcohuaco
  3. Bisabuelos: Blas Túpac Amaru – Francisca de Torres
  4. Abuelos: Sebastián Túpac Amaru – Catalina del Camino
  5. Padres: Miguel Túpac Amaru – Rosa Noguera

Previo a la gran rebelión de Tupac Amarú, en agosto de 1776, un tal Don Diego Felipe Betancur Túpac Amaru, mestizo cuzqueño del siglo XVIII que buscó legitimarse (ante las instancias superiores del virreinato peruano) como el descendiente único y legitimo del soberano Felipe Túpac Amaru para así solicitar el Marquesado de Santiago de Oropesa (proceso que había iniciado desde 1751), vino con una acusación a las autoridades del Cuzco contra el cacique Don José Gabriel Túpac Amaru, en el que lo declaraba como un impostor, exigiendo que se retiren todos los cargos y privilegios que el poseyera, además de pedir que presente su partida de bautizo y el de sus antepasados como defensa. Betancur, como hijo de Don Bernardo de Betancur Hurtado de Arbieto y Doña Manuela Túpac Amaru Arce, añadió ser el legítimo heredero de los Cacicazgos de Surimana, Pampamarca y Tungasuca, ya que supuestamente su madre Manuela era hija de un tal Lucas Túpac Amaru (que supuestamente descendía de Felipe Tupac Amaru),[65]​ que era “Cacique de Tungasuca”, y que estaba casado con Gabriela de Arce, presentando su árbol genealógico.[66]​ Según historiadores como Rocío Quispe-Agnoli y José Antonio del Busto, esto se habría dado a través de documentación falsificadas y por medio de las amistades de su esposo Bernardo de Betancur Hurtado de Arbieto, quienes eran altos funcionarios virreinales; por ello, Doña Manuela lograría obtener sus privilegios propios de los Principales (indios nobles) en la década de 1690 tras convencer al Magistrado del Cusco, al Protector de los Naturales y hasta el propio Conde de Monclova de ser descendiente de Don Felipe Túpac Amaru por la rama de Juan Tito Túpac Amaru (supuesto hijo del soberano); sin embargo, tenía mayores aspiraciones con reclamar el codiciado Marquesado de Santiago de Oropesa,[67]​ cuyas pretensiones nobiliarias en 1703 fueron heredadas a su hijo Diego Felipe Betancur Túpac Amaru, en tanto que desde julio de 1741 el título había sido retenido por la Corona en vista de que no existían descendientes directos, por lo que Betancur aspiraba a solicitarlo en calidad de descendiente de un pariente colateral de Sayri Túpac.[68]

"que por fin y muerte del Marques de Alcañisis, se esta siguiendo pleito en los Reynos de España, a falta de descendientes y siendo yo (Diego Phelipe) el único de los inmediatos, e despachado los instrumentos y de mas papeles pertenecientes a dicho mayorazgo a fin de que se declare a mi favor de los quales no e tenido resulta alguna a catorce años por distintos apoderados y solamente e tenido recibo de Don Joseph Antonio Telleria de aver apercibido dichos papeles y el dinero que remití para este efecto y dicho recibo esta en mi poder y en estas pretensiones e gastado los pocos pesos que Dios me a dado como les consta a la dicha mi mujer y a mis hijas así lo declaro para que conste"
Felipe Betancur, 1777

Historiadores como John Rowe y José Antonio del Busto mencionan que meses antes del suceso, un tal Vicente José García (capitán español muy letrado que era esposo de su nieta María Gertrudis Avendaño Betancur-Túpac Amaru, por tanto, yerno de Felipe Betancur Túpac Amaru) había ido a Pampamarca y, a través de engaños (autonombrándose apoderado de los nobles incas), logró extraer de la parroquia varias partidas de nacimiento, bautizo y casamiento de los Túpac Amaru, a su vez que manipuló y falsificó información en favor de su suegro. Dándose cuenta de que los Betancur le habían tendido una trampa, además de que contaban con apoyo de importantes funcionarios del Cuzco (puesto que muchos eran amigos o familiares de Felipe a través del matrimonio de sus hijos con criollos), José Gabriel decidió acudir a la Real Audiencia de Lima, esperando encontrar allí justicia. Los Betancur-Túpac Amaru afirmaban descender del último Rey Inca de Vilcabamba (Tupac Amarú I) por la línea de un tal Juan Túpac Amaru, mientras que José Gabriel Túpac Amaru por la línea de Juana Pilcohuaco. Aparte de ello, y según su memorial, Libro de genealogía de Don Diego Felipe Betancur Tupa Amaru, Diego Felipe Betancur había logrado ser admitido en el Consejo de los 24 Electores Incas como un segundo representante de la Panaca de Huayna Cápac y esperando ser elegido Alférez Real Inca.[64][69][70]

Debido a su avanzada edad, así como las enfermedades que le aquejaban, Diego Felipe delega sus derechos y procesos pendientes a su nieta María Gertrudis Avendaño Betancur-Túpac Amaru y al capitán Vicente García Rodríguez. Según los escribanos, Diego Felipe murió poco antes de junio de 1778, pero su testamento sería manipulado por su representante Vicente García. Posteriormente, solicitó a finales de 1778 que el Consejo de los 24 Electores Incas del Cuzco lo acepten en calidad de Apoderado, lo cual según él consigue. Según las denuncias presentadas por miembros del Consejo en 1783 y 1784, el tal Vicente García había extraído de las dependencias de los Incas los archivos correspondientes a los años 1595, 1739 - 1676 y 1685 -1780, extraviando también varios documentos importantes que no convenían para la reconstrucción del árbol genealógico de Don Diego (perdiéndose la elección anual realizada entre 1769 a 1779). Fue así que logró hacer que su patrocinado, Diego Felipe de Betancur Túpac Amaru, apareciera en los archivos del Consejo del año 1779 como “Segundo Elector Inca de la Casa de Huayna Cápac”.[71]

Son muchos autores los que postulan que los documentos presentados por los Betancur Túpac Amaru eran falsificaciones de principios del siglo XVIII. Por ello, debido a las inconsistencias el cacique Don José Gabriel Túpac Amaru manifestó ante la Real Audiencia lo siguiente:

“Conque, si Don Juan Tito fuese hijo de Don Felipe Túpac Amaro, tendría éste desde el año cuarenta y cuatro esos nietos naturales legitimados, como hijos de Don Juan Tito Túpac Amaro habidos en varias mujeres. ¡Rara monstruosidad! El año de mil quinientos cuarenta y cuatro, aún no había nacido Don Felipe Túpac Amaro, que se supone abuelo de esos nietos legitimados; de suerte que en todo es admirable la línea de Don Diego Betancur; porque Don Felipe Túpac Amaro tuvo nietos aun antes de nacer, y Don Diego tiene un tercer abuelo, cual es Don Juan Tito Túpac Amaro que hasta ahora no ha nacido. […] Notará Vuestra Alteza que la Real Cédula habla con Don Juan Tito Túpac Amaro, hijo de Don Felipe Túpac Amaro; tres veces lo nombra, pero a la cuarta prosigue en estos términos: “que vos guarden y hagan guardar y cumplir a vos Don Alonso Tito Atauchi, Inga, y a los dichos vuestros hijos e hijas, etcétera”. Si la Real Cédula se dirige a Don Juan Tito Túpac Amaro y a sus hijos, si con él habla y repite su nombre tres veces ¿por qué a la cuarta ya se termina a Don Alonso Tito Atauchi y manda que a éste se le guarden todos los privilegios en dicha Real Cédula contenidos? Este es un renuncio conocido, y es un habérseles ido la mano al tiempo de copiar la verdadera Real Cédula de dicho Don Alonso Tito Atauchi, porque Dios permite accidentes, para que no prevalezca la falsedad; luego este testimonio de dicha Real Cédula es falso, falsa su encapitación, falsa la existencia y falso todo lo que, en virtud de ella, han obrado Doña Manuela, Don Diego Bentancur y Don José Vicente su apoderado y protector; porque hacer la falsedad o usar de ella importa lo mismo, para lo que es la punición de este atroz, gravísimo delito…”
José Gabriel Tupa Amaro, 1777

Mientras tantos, las pruebas, presentadas por José Gabriel Tupac Amaru con respecto a su ascendencia Inca, fueron las siguientes:

  • Tristán de Silva Ordoñez, un testigo y vecino del Cuzco, había ratificado durante la década de 1590 hacia el Corregidor del Cuzco sobre que Juana Pilcohuaco era hija de Túpac Amaru I, a quien él mismo llegó a conocer cuando fue traído apresado a la ciudad. Tristán había sido un niño cuando sucedió eso. Juana habría sido traída de Vilcabamba durante 1572, acompaña de otras niñas huérfanas y pobres (del que se sospecha que pudieran ser hijas del Inca apresado), siendo Juana entrega al cuidado de Teresa Ordoñez (madre de Tristán) por orden del virrey Francisco de Toledo. Tras fallecer su apoderada, sería encomendada a Feliciana de Silva (hija de Doña Teresa y hermana de Tristán). Doña Juana estuvo bajo el cuidado de aquella familia española, hasta que fue entregada en matrimonio al cacique Don Diego Felipe Condorcanqui, por disposición de los apoderados, ya que el esposo de Doña Feliciana era el Corregidor de Tinta (Canas y Canchis), y consideró que esa unión nupcial iba a ser la más apropiada.
  • El virrey Hurtado de Mendoza habría dispuesto que Juana Pilcohuaco fuese registrada como hija de Felipe Tupac Amaru en 1592, fundamentándose en la crónica de Barnabé Cobo (quien afirmaba que Magdalena y Juana eran hijas de Túpac Amaru I) y también en otros testimonios posteriores a 1572, en el que los vecinos del Cuzco y los familiares de Juana repetirían la versión de estos cronistas.
  • El 25 de enero de 1602, el virrey Luis de Velasco habría concedido a Don Diego Felipe Condorcanqui la propiedad de las tierras de Surimana, Tungasuca y Pampamarca.
  • El 20 de septiembre de 1618, el virrey Francisco de Borja declararía a los hijos de Doña Juana Pilcohuaco como descendientes legítimos del soberano Felipe Túpac Amaru. Siendo así que les otorgaría la potestad de tener indios bajo su servicio en un decreto del 16 de junio de 1619.
  • El 16 de septiembre de 1635, el virrey Luis Fernández de Cabrera ratificaría el dominio de los Condorcanqui y sus descendientes sobre los terrenos de Surimana, Tungasuca y Pampamarca, sin poder ser despojados de ella, a no ser que su linaje terminara extinto.
  • El 24 de septiembre de 1715, el virrey Diego Ladrón de Guevara confirmaría la admisión del gobernador Don Bartolomé Túpac Amaru (tío-abuelo de Don José Gabriel Condorcanqui) en el Consejo de los 24 Electores Incas del Cuzco como Inca Elector y representante del linaje de Huayna Capác.

El litigio no tuvo ganadores y ambas familias perdieron mucho, tanto su honor como grandes sumas de dinero en juristas, genealogistas, apoderados y heraldos. El mismo cacique don José Gabriel Condorcanqui contrajo una deuda de aproximada de 8000 pesos en Lima. Actualmente mucho se especula sobre cual habría sido el resultado, pero a ciencia cierta, la Real Audiencia nunca emitió un veredicto final en favor de ninguno de los litigantes, aunado a que los documentos del proceso fueron destruidos casi en su totalidad tras la Gran Rebelión de 1780.[57][72]​ según los historiadores Tomson[73]​ y Lewin,[74]​ las autoridades españolas de la Real Audiencia de Lima podrían haber ralentizado el proceso, por causa de un temor en que los litigantes (Túpac Amaru y Betancur), de lograr el reconocimiento jurídico del linaje que se atribuían como descendientes de Túpac Amaru I, entonces fuesen a reclamar la herencia del Marquesado de Santiago de Oropesa como efecto colateral, que estaba retenido en esas épocas por la Corona. Por lo que para los jueces del Virreinato del Perú, ni Túpac Amaru o Betancur, aún teniendo apoyo de los Incas del Cuzco o de los indios plebeyos, y aún si hipotéticamente pudieran haber demostrado su ascendencia, no habrían podido legitimarse como descendientes de Túpac Amaru ni recibir ese reconocimiento por parte del gobierno español con facilidad.

En el año de 1779 José Gabriel se encontraba sumido en el disgusto absoluto con respecto a lo que consideró un mal actuar de la justicia virreinal y de las autoridades españolas. Sería así que, en este periodo de crisis, cuando se consolida la identidad mestiza de José Gabriel Túpac Amaru, y es entonces en 1780, tras su poca suerte en el juicio, cuando confluyen todos los intereses colectivos y personales, asumiéndose al final el título de Túpac Amaru II como un redentor y mesías (Inca Rey) que debe de conducir un proyecto político con la finalidad de la erradicación del “mal gobierno” en todos los dominios españoles de Sudamérica, encerrándose en la idea de que si era descendiente de Tupac Amarú I y que por tanto, la corona del Perú le debía corresponder "por derecho de sucesión".[15][75]

Postura del Consejo de Incas Electores editar

En cuanto a la perspectiva del Consejo de Incas Electores del Cusco, se puede especular lo siguiente:[76]

“Es interesante la sugerencia de Garrett, quien señala que para los incas cuzqueños las pretensiones de Betancur resultaban preferibles a las de Tupa Amaru. Los Betancur se encontraban estrechamente vinculados a la élite criolla del Cuzco. Sin embargo, creemos que esta relación fue manipulada para que Don Diego lograra ser declarado como descendiente del Marquesado de Oropesa. En cambio, José Gabriel Condorcanqui Tupa Amaru fue visto como un usurpador del término “Inca” por haberse puesto la Mascapaycha sin corresponderle. Estas actitudes habrían provocado el rechazo del Cabildo de los 24 Electores y de toda la nobleza Inca de la ciudad del Cuzco, quienes argumentaban, de acuerdo con la tradición, que solo el alférez real de los incas, el alcalde mayor y el alguacil podían ponerse esta insignia".
Donato Amado, 2017

El Consejo era consciente de que José Gabriel era descendiente legítimo de los Incas de Vilcabamba (aunque no por Tupac Amarú I, si no por Sayri Tupac), ya que la misma institución en el pasado si había aceptado a su tío-abuelo (Don Bartolomé Túpac Amaru) años antes, pero hubo preferencia a Diego Felipe Betancur, porque José Gabriel se atribuía la primogénita imperial, definiéndose así mismo como “Descendiente de la Sangre Real y Tronco Principal de los Reyes Incas que gobernaron estos Reinos del Perú”, desconociendo totalmente al Consejo y su autoridad, sin respeto por los protocolos y costumbres entre Nobles incas. Por lo que terminaron percibiendo a José Gabriel Condorcanqui como una persona soberbia que estaba excediendo sus reclamaciones por sus tintes mesiánicos, y que merecía un justo castigo por ello por parte de la institución (no habiendo influencia alguna, en la oposición del Consejo, la defensa de José Gabriel a los Indios plebeyos). [57][72]

"Josef Gabriel Condorcanqui y Noguera fingido Tupa Amaro, y supuesto cacique de pueblos, que no era ni pudo ser, porque fue un pobre arriero de vil e ignorada extracción, y de padre ignoto por ser de extraño fuero, y su madre una india vilisima sujeta a las contribuciones de tributo y otros servicios personales que son propios de sus natales, y origen" (...) "Josef Gabriel que como extranjero en la sucesión de los ingas usurpó el apelativo de Tupa Amaro a la leal y fidelísima casa de don Diego Felipe de Betancur Tupa Amaro, Urtado de Arvieto, Fiesto y Cardona Inga, que es uno de los Electores de Alférez Real que obtuvieron título de este Superior Gobierno, por el suso dicho, sus hijas, nietas y bisnietas, se les ha declarado la legitima descendencia del Inga don Felipe por la linea legitima de don Justo Titu Tupa Amaro su legítimo hijo…".
Comisario del Consejo de Incas Electores del Cusco (1779)

También influyó que había una fuerte superstición en aquel decenio de 1770s, presentándose un miedo general hacia un mito y profecía indígena, puesto que por aquellos años se temía la venida del "año de los tres sietes" (1777), en dónde se decía que iba a "coronarse un Rey Inca", mientras que el cacique Túpac Amaru se presentaba ya con aires mesiánicos y queriendo aprovechar el furor del momento para su causa. Toda la aristocracia indígena del Cuzco era conocedora de la profecía del "retorno del Rey Inca", quién iba a erradicar al régimen español, expulsando así a los "extranjeros españoles" (pero a este orden político pertenecían y apoyaban con fuerte convicción los Electores Incas del Cusco, ya que su autoridad y privilegios dependían del gobierno español). Por lo que temían que se desembocara en una guerra civil que los perjudicará.[57][72][15]

“Todos los indios de este Reyno se habrían de alzar contra los españoles y se les habría de quitar la vida, empezando por los corregidores, alcaldes y demás gente de cara blanca y rubios. Que en esto no tuviesen dudas, pues tenían los indios del Cusco nombrado Rey que los gobernase”.
Orcohuaranga, 1776
"Los Indios se figuran que por profecía de San Luis Beltran y Santa Rosa han de restablecer la Dominación de estos Reinos el año de los tres 777 que corresponde al presente de 1777."
Carta del ex-corregidor del Cuzco, Manuel López de Castilla, al virrey Manuel de Guirior (11 de junio de 1777)

Resultados finales editar

Aduciendo a documentos del siglo XVI del Archivo General de Indias, se puede determinar el resultado que debió haber tenido el juicio entre José Gabriel y los Betancur, en tanto que si estaba documentado quienes eran sus hijos de Túpac Amaru I, último rey Inca de Vilcabamba. Esto fue gracias a que Álvaro Ruíz de Navamuel (Secretario Mayor y Mayordomo del virrey Francisco Álvarez de Toledo) realizó en el año 1572 un inventario que registrará los hijos de los soberanos Túpac Amaru y Titu Cusi Yupanqui. En estas fuentes primarias (que tienen más peso que las crónicas o testigos posteriores, que son fuentes secundarias), solo habría tenido Felipe Tupac Amarú dos hijos con su esposa Guasua Chumbi, quienes serían Don Martin y Doña Isabel Túpac Amaru, ambos sin descendencia conocida. Por ende, no eran descendientes del soberano Felipe Tupac Amaru ni la Juana de José Gabriel, ni el tal Juan Tito de los Betancur.[77]

“Topa Amaro Inga, degollado en el Cuzco a 1 de octubre de 1572; casó con Guasua Chumbi. Hijos: Doña Isabel y Don Martín" (...) "hija de Topa Amaro de edad de tres años, llamada Doña Isabel”.
De Navamuel, 1572

Según lo registrado por Don Álvaro Ruíz de Navamuel en 1572, Juana, de quién afirmaba descender José Gabriel Tupac Amaru, en realidad era descendiente del soberano Titu Cusi Yupanqui, no de Túpac Amaru I. Ante ello, José Gabriel si era un legítimo descendiente de los Incas de Vilcabamba, pero su árbol genealógico estaba errado y tampoco tenía derecho alguno hacia el Marquesado de Oropesa. Siendo posible que el error no fuera intencional por José Gabriel, quien desde nacimiento habría sido inculcado por su familia con la idea de que era descendiente de Tupac Amarú I como un hecho indudable, si no que surgió por algún antepasado suyo (probablemente la propia Juana) para aumentar el prestigio de su panaca.[77][72]

"hija del dicho Tito Cusi de edad de dos años, llamada Doña Juana, con su madre llamada Curi Bondo”
De Navamuel, 1572
"Pueden haber sido hijas de Titu Cusi Yupangue y haber dicho más tarde que su padre fue Túpac Amaru, cuando se difundió su fama de último Emperador Inca".
P. Cahill, 2003

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Referencias editar

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    Quito, Chile, Buenos Aires y continentes de los mares del sur, [tarjado: duque de la Superlativa] señor de los Césares y Amazonas, [tarjado: condominio] y del gran Paititi, comisionado distribuidor de la justicia y piedad divinas por

    de, Erario sin par, etc."
    .
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Libros y publicaciones editar

Enlaces externos editar