Trastorno de identidad disociativo

patología consistente en la existencia de dos o más personalidades en un individuo

El Trastorno de identidad disociativo (TID),[1]​ antes conocido como personalidad múltiple en la CIE-10[2]​ o Trastorno de personalidad múltiple en el DSM-III[3]​ es un trastorno disociativo que se caracteriza por la existencia de dos o más identidades en una persona, cada una con su propio patrón de percibir e interactuar con el ambiente. Al menos dos de estas identidades toman el control ejecutivo o del compartimento de forma rutinaria, y estas alternancias se asocian usualmente a espacios en blanco en la memoria que no se explican por el olvido ordinario. A esta amnesia disociativa se le conoce coloquialmente como «tiempo perdido», «tiempo amnésico», o «laguna mental». Tiene comorbilidad con trastornos de personalidad (especialmente el trastorno evitativo de personalidad y trastorno límite de la personalidad), el trastorno por estrés postraumático, depresión, trastorno por abuso de sustancias, trastornos de conducta alimentaria, autolesiones y trastornos de ansiedad [4]​.

Trastorno de identidad disociativo
Especialidad psiquiatría
psicología
Síntomas Síntomas disociativos severos
Amnesia disociativa
Dolores de cabeza y síntomas somáticos
Pérdida y recuperación repentina de habilidades
Alteración y confusión de identidad
Causas Traumagénico (véase TEPT)
Factores de riesgo Apego Desorganizado
Trauma infantil prolongado
Falta de apoyo social
Prevención Atención y protección infantil temprana
Tratamiento Psicoterapia
Frecuencia 1% población general
Sinónimos
Trastorno de Personalidad Múltiple (DSM-III)

Estudios internacionales calculan que el TID tiene una prevalencia en población general del 1.1% y 1.5% [5]

La causa se debe a un trauma infantil.[6]​ En aproximadamente el 90% de los casos hay un historial de abuso en la infancia, mientras que otros casos están relacionados con experiencias de guerra o problemas de salud durante la infancia. Estudios entre profesionales de la salud demuestran un amplio escepticismo contra la idea de que este diagnóstico representa en sí un trastorno mental en vez de un delirio con base cultural o iatrogénica.

Se ha llegado a confundir el TID con la esquizofrenia tanto por el significado de esquizofrenia (del griego clásico σχίζειν schizein ‘dividir, escindir, hendir, romper’ y φρήν phrēn, ‘entendimiento, razón, mente’), literalmente, «mente dividida», como por los orígenes de su estudio. Pero son condiciones distintas.

DefinicionesEditar

Históricamente, la disociación es un término que se ha empleado para un amplio espectro de experiencias, lo que complica el aún discutido consenso y su definición. Desde el antiguamente llamado magnetismo animal, fallos normales en la atención, como mecanismo de defensa, hasta quebrantamiento en los procesos de memoria, y división de la identidad y la estructura del self.[7]​ Respecto a esta última definición, se han usado otros términos en la literatura como estados de personalidad, estados de identidad, ego o self-states (estados del yo), alters o partes disociadas. Sin embargo, «personalidades» ha sido mayormente usado en literatura científica del siglo XX, a pesar de que no siempre es consistente el término ni claro si se refiere a una organización de una personalidad singular o la proliferación de partes de ella.

Signos y síntomasEditar

De acuerdo con la última edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5), los síntomas del TID pueden experimentar a menudo un cuadro de síntomas que pueden parecerse a los de otros trastornos psiquiátricos. Los síntomas pueden ser similares a los de la ansiedad, de las alteraciones de la personalidad, de la esquizofrenia y de los trastornos afectivos o de la epilepsia. La mayoría de las personas sufre síntomas de depresión, ansiedad (dificultad para respirar, pulso acelerado, palpitaciones), fobias, ataques de pánico, alteraciones del apetito, estrés postraumático y síntomas que simulan los de las enfermedades físicas. Pueden estar preocupadas por el suicidio y son frecuentes los intentos, así como los episodios de automutilación. Muchas personas con trastorno de identidad disociativo abusan del alcohol o de las drogas en algún momento de su vida.

El cambio de identidades y la ausencia de consciencia del propio comportamiento para las otras identidades, hacen a menudo caótica la vida de una persona con este trastorno (pero la mayoría aparenta normalidad).

Hay varios signos característicos del trastorno de identidad disociativo:

  • Diversos síntomas que ocurren en distintos momentos.
  • Una capacidad fluctuante para asumir sus funciones, desde la eficacia en el trabajo y en la casa hasta la inhabilidad significativa.
  • Intensos dolores de cabeza y otros síntomas físicos.
  • Distorsiones y errores en el tiempo y amnesia severa.
  • Despersonalización y desrealización (sentimiento de estar separado de uno mismo y experimentar su medio como irreal).
  • Constantes crisis de pánico.
  • Trastorno de las personas con las que se encuentra o haya visto.
  • Confusión y alteración de la identidad.
  • Trastornos somáticos y conversivos.
  • Fugas disociativas.

Las personas con un trastorno de identidad disociativo frecuentemente oyen hablar a otros de lo que ellas han hecho o cambios en su comportamiento, pero que no recuerdan. Pueden descubrir objetos, productos o manuscritos que no reconocen. A menudo se refieren a sí mismas en plural «nosotros», o singular «él» o «ella».

La transferencia del control ejecutivo del cuerpo puede ocurrir como consecuencia de la reexperimentación del suceso traumático (puede ser por olores, sonidos, calles, etc.), de circunstancias que sean similares a dicho evento o porque se infiere que se llegará a una situación que requiere manejarse por una identidad determinada a través de la disociación. Esta transición puede aparecer de forma brusca e inmediata con notoria presencia de la nueva identidad que toma el control o puede ser de manera paulatina sin que sea posible notar cuándo ocurre la transición. En este caso, investigaciones han demostrado que es similar a entrar en trance, en un sueño o en un desprendimiento corpóreo. Las características de este cambio dependerán de la coexistencia y conocimiento de las identidades entre sí, de la situación en la que se encuentre la persona, y generalmente se acompaña de amnesia entre los episodios para mantener la individualidad de cada una de las identidades, es por ello que cada identidad suele tener memoria exclusiva de sus experiencias anteriores, pero no de las vividas por las demás identidades. Ocasionalmente, se pueden manifestar como destellos de memoria o bien puede recordarse como hechos acontecidos a un tercero.

Aun cuando la principal causa atribuible es como consecuencia de eventos traumáticos de la niñez, también se tiene conocimiento de la creación de identidades para cubrir una necesidad o deseo que el individuo no puede realizar abiertamente por restricciones, sociales, culturales, familiares o religiosas. La identidad disociada deja inmune o limpia a las otras identidades. De esta manera es común la existencia de identidades completas o solo fragmentos, los cuales existen solo por periodos limitados y con un propósito específico.

DiagnósticoEditar

Las personas con un trastorno de identidad disociativo tienen normalmente una historia de tres o más diagnósticos psiquiátricos previos y que no han respondido al tratamiento.

CriteriosEditar

El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-V), en su quinta edición del 2013, establece que deben cumplirse los cinco criterios[8]​:

  1. Perturbación de la identidad que se caracteriza por dos o más estados de la personalidad bien definidos, que se puede describir en algunas culturas como una experiencia de posesión. La perturbación de la identidad implica una discontinuidad importante del sentido del yo y del sentido de la entidad, acompañado de alteraciones relacionadas del afecto, el comportamiento, la conciencia, la memoria, la percepción, el conocimiento y/o el funcionamiento sensitivo-motor. Estos signos y síntomas pueden ser observados por parte de otras personas o comunicados por el individuo.
  2. Vacíos recurrentes al recordar eventos cotidianos, información personal importante y/o eventos traumáticos que son inconsistentes con el olvido usual.
  3. Los síntomas causan malestar clínicamente significativo o alteración en el funcionamiento social, ocupacional o en otras esferas relevantes
  4. La alteración no es una parte normal de prácticas culturales o religiosas
  5. Los síntomas no son explicados por los efectos de una sustancia o condición médica

Diagnóstico diferencialEditar

Llegando hasta este paraje es puntual hacer de dominio público que la esquizofrenia y el TID son trastornos completamente distintos, el primero se trata de uno psicótico, mientras que el segundo es uno de tipo disociativo (DSM-IV-TR, 2002). La esquizofrenia aleja al paciente de su realidad y el TID por su parte no afecta la relación con ella, afecta al estado del «yo». El desdoblamiento de personalidad en el TID ocurre de manera interna, es decir quien lo padece crea a sus alters a partir de interacciones conflictivas en su propia mente, en la esquizofrenia este fenómeno se aprecia de manera externa, ya que las voces que se llegan a manifestar provienen del exterior y, por tanto, se trata de alucinaciones y no de fragmentos de la personalidad.

Tratamiento y pronósticoEditar

Las publicaciones internacionales sobre el tratamiento de los trastornos disociativos, que incluyen casos y estudios clínicos en más de 26 países, expresan como consenso de expertos que los trastornos relacionados con el trauma complejo requieren de un tratamiento dividido por fases, con un mínimo de 3 fases:[9]

  • Fase 1: Establecer seguridad, estabilidad y una reducción de síntomas
  • Fase 2: Confrontación, superación e integración de recuerdos traumáticos
  • Fase 3: Integración (tanto de partes como integración a la comunidad) y rehabilitación

Secuenciar el tratamiento previene retraumatización al exponer a la persona traumatizada a su pasada experiencia extrema cuando aún no ha desarrollado las herramientas y recursos apropiados, además de acompañar durante el proceso de reintegración a su comunidad. La duración de las fases dependerá de la complejidad y comorbilidad, frecuentemente será necesario regresar a una fase anterior.[10]​ El tratamiento del TID es adecuado cuando, además de incluir las fases de un tratamiento de TEPT y la alianza terapéutica como primera tarea del clínico, también incluye un enfoque ecléctico para atender la heterogeneidad del trastorno y la atención a los síntomas disociativos.[9]

Otras personas tienen adicionalmente trastornos psiquiátricos graves, como trastornos de la personalidad, afectivos, alimentarios y de abuso de drogas. Sus problemas mejoran más despacio y el tratamiento puede tener menos éxito o bien debe ser más largo y pueden aparecer más crisis. Por último, algunas personas no solamente tienen otros problemas psicológicos graves sino que también están gravemente comprometidas con otras personas que las acusan de haber abusado de ellas.

EpidemiologíaEditar

GeneralEditar

Estudios en diversos países indican un porcentaje de 1-3% de la población general, 1-9.6% en pacientes hospitalizados, y en pacientes ambulatorios 2-5%[11]

En EE. UU., en un estudio correlacional de 658 individuos del norte de Nueva York, con una media de edad de 33.1 años, se encontró una prevalencia de 1.5% de Trastorno de Identidad disociativo (sin mucha evidencia de género) con el instrumento SCID-D, y los individuos con trastornos de personalidad, trastornos de ansiedad y trastornos afectivos tenían más altas probabilidades de tener al menos algún tipo de trastorno disociativo (Despersonalización 0.8%, amnesia disociativa 1.8%, Trastorno disociativo No especificado 4.4%).[12]

Durante 2 años de estudio en un hospital de Manitoba, Canadá, y excluyendo a pacientes que ya tenían el diagnóstico de TPM (1991), 299 participaron y 10 (3.3%) se confirmaron clínicamente con el trastorno.[13]

Poco se ha estudiado en países latinoamericanos. Un estudio en Jalisco, México de 100 pacientes psiquiátricos de entre 18 a 63 años, durante 12 meses del estudio, un 24% cumplían criterios para trastorno de identidad disociativa.[14]

En Países Bajos, de 122 pacientes internados en el hospital general neerlandés (68 hombres, 58 mujeres), durante el estudio de 12 meses, 2 mujeres (2%) cumplieron criterios para Trastorno de Identidad Disociativo.[15]

Alemania presentó un estudio de correlación entre trauma infantil y disociación, de entre 115 pacientes internados en la clínica psiquiátrica, 15 (de 20) fueron elegidos por su puntaje alto en la escala DES, a quienes después de aplicársele el cuestionario SCID-D-R, 1 (1%) fue diagnosticado con TID. [16]

En Turquía, un estudio incluyó 35 pacientes consecutivos en el programa de trastornos disociativos de una clínica psiquiátrica universitaria que cumplieron con los criterios del Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales-IV (DSM-IV) para el trastorno de identidad disociativo. Los S se evaluaron con las versiones turcas del Programa de entrevistas de trastornos disociativos y la Escala de experiencias disociativas. Se realizó un análisis descriptivo de las características clínicas. La mayoría (88,6%) de los pacientes eran mujeres. La edad media del grupo fue de 22,8 años. El 77,1% de los pacientes informó abuso físico o sexual infantil. [17]​ Dieciocho pacientes (90%) fueron mujeres en sus 20 años, o menores de 20 años.[18]

Además de estudios de prevalencia, se han realizado estudios para examinar la relación terapéutica. De entre 292 terapeutas y 280 pacientes de TID y Trastorno Disociativo No Especificado (el subtipo TID-Parcial) en 2009. Los países participantes fueron Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Países Bajos, Alemania, Australia, Suecia, Escocia, Bélgica, Nueva Zelanda, España, Argentina, Noruega, Brasil, Finlandia, Taiwán, Singapur, Israel, Eslovaquia y Sudáfrica. Una limitante del estudio fue el idioma (exclusivamente inglés).[19]

Diferencias de géneroEditar

Aún se desconocen las razones exactas de la diferencia de género, pues los pacientes de sexo femenino son diagnosticados de 3 a 9 veces más que del sexo masculino. Una de las teorías es la sospecha de que el sexo masculino es diagnosticado en ambientes criminales más que encontrarse en ambientes clínicos.[20]​ Otra teoría se relaciona con el trauma por traición, pues aunque las capacidades disociativas entre sexos no es diferente, el tipo de trauma por traición es más prevalente en el sexo femenino; por lo tanto, incrementaría la probabilidad de amnesia y compartimentación de memoria.[21]

HistoriaEditar

OrígenesEditar

Siglo XVIIIEditar

La mayor parte de las investigaciones de los fenómenos disociativos surgieron de pioneros a finales del siglo XVIII y el siglo XIX en Europa, pues anterior a esta época, los casos fueron descritos y explicados en términos de posesiones y eventos espirituales como reencarnaciones[22]​. A partir del mesmerismo o magnetismo animal —llamado también sonambulismo artificial y actualmente conocido como hipnosis—por el médico alemán Franz-Anton Mesmer, se descubrió este estado de consciencia profundo que podía inducirse por un tercero y en el que parecía existir una "dédoublement", o "doble consciencia". Su estudiante, Armand-Marie Jacques de Chastenet, Marquis de Puysegur, descubrió que los individuos hipnotizados solo eran conscientes, durante la hipnosis, del hipnotizador, y al salir de la hipnosis resultaban amnésicos de lo sucedido durante el trance. La división de la consciencia —término que en ese entonces se usaba indistintamente para personalidad, mente, psique y ego ("yo")— era entendida como explicación para los fenómenos disociativos como la amnesia post-hipnótica y, posteriormente, la histeria.[22]

Siglo XIXEditar

Inicialmente, esta división de la consciencia no era referido como disociación. Autores proponen que el primero en usar el término disociación —o literalmente desagregación (désagrégation)— fue el psiquiatra francés Moreau de Tours en 1845, refiriéndose a la separación o aislamiento de ideas, y división de personalidad que, de otra forma, serían integradas al todo.[23]​ Esto fue explorado más a fondo por Paul Tascher, quien especuló que ciertas condiciones nerviosas, específicamente los estados de posesión y la escritura automática, involucraban una división de consciencia. El médico Charles-Humbert-Antoine Despine documenta en 1840 el caso de Estelle L’Hardy, una niña de 11 años con dolores de cabeza, somatizaciones y parálisis histérica, aunque el médico no llegó a asociar los eventos traumáticos de su infancia a sus síntomas.[24]Paul Briquet, quien atendió alrededor de 430 pacientes, definiría la histeria en su Tratado de la Histeria (1859) como una neurosis del cerebro que se manifiesta en muchos síntomas corporales inexplicables que son emociones o pasiones expresándose, y más tarde estas expresiones corporales se llamarían Síndrome de Briquet y, actualmente, trastorno de somatización.[25]

A finales del siglo XIX, Jean-Martin Charcot estudió la histeria en mujeres refugiadas en un asilo en la Salpetriere, asociando los síntomas somáticos, convulsiones psicógenas y parálisis con la hipnosis y la histeria, pero aún sin asociar estos síntomas con los eventos traumáticos de estas mujeres. No fue sino hasta indagar en la vida interna de sus pacientes que tres investigadores encontraron esta asociación, Pierre Janet, en Francia, y Sigmund Freud con Joseph Breuer, en Vienna: la histeria era una condición causada por un trauma psicológico.[26]​ Aunque la histeria se creía que existía únicamente en mujeres, a veces se reconocía en varones, como Louis Vivet, un adolescente que alternaba estados de parálisis en las piernas y estados sin esta parálisis, [27]​ a quien años más tarde, Pierre Janet lo describiría como teniendo seis "existencias"; cada una con diferentes memorias, características personales y grados distintos de problemas motores y sensoriales.[28]

El primer estudio sistemático sobre la disociación surge del trabajo del pionero psicólogo, médico y filósofo Pierre Janet en 1889, quien es considerado junto a William James y Wilhelm Wundt como los padres fundadores de la psicología[29]​, y es a su vez, el padre de la disociación.[30]

Sociedad y cultura popularEditar

GeneralEditar

Véase Categoría:Personajes ficticios

Véase tambiénEditar

ReferenciasEditar

  1. Boon, Suzette; Van Der Hart, Onno (2014). Vivir con disociación traumática.. Editorial Desclée de Brouwer. ISBN 978-84-330-3760-2. OCLC 1007060193. Consultado el 18 de junio de 2021. 
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  3. Diagnostic and statistical manual of mental disorders (3rd ed.). Washington, DC: American Psychiatric Association. 1980.
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