Tratamiento superficial

Un tratamiento superficial es un proceso de fabricación que se realiza para dar unas características determinadas a la superficie de un objeto. En algunos casos el proceso puede tener la finalidad adicional de lograr que el producto entre en especificaciones dimensionales.

Galvanoplastia de un metal con cobre en un baño de sulfato de cobre.
Elementos cromados de una motocicleta.

Objetivos editar

Antiguamente, el acabado se comprendía solamente como un proceso secundario en un sentido literal, ya que en la mayoría de los casos sólo tenía que ver con la apariencia del objeto u artesanía en cuestión, idea que en muchos casos persiste y se incluye en la estética y cosmética del producto.

En la actualidad, los acabados se entienden como una etapa de manufactura de primera línea, considerando los requerimientos actuales de los productos. Estos requerimientos pueden ser:

  • Estética: el más obvio, que tiene un gran impacto psicológico en el usuario respecto a la calidad del producto.
  • Liberación o introducción de esfuerzos mecánicos: las superficies manufacturadas pueden presentar esfuerzos debido a procesos de arranque de viruta, en donde la superficie se encuentra deformada y endurecida por la deformación plástica a causa de las herramientas de corte, causando esfuerzos en la zona superficial que pueden reducir la resistencia o inclusive fragilizar el material. Los acabados con remoción de material pueden eliminar estos esfuerzos.
  • Eliminar puntos de iniciación de fracturas y aumentar la resistencia a la fatiga: una operación de acabado puede eliminar microfisuras en la superficie.
  • Nivel de limpieza y esterilidad. Una superficie sin irregularidades es poco propicia para albergar suciedad, contaminantes o colonias de bacterias.
  • Propiedades mecánicas de su superficie
  • Protección contra la corrosión
  • Rugosidad
  • Tolerancias dimensionales de alta precisión

Aplicaciones editar

Los tratamientos superficiales pueden emplearse, dependiendo de los fines deseados, para:[1]

En función del material, pueden obtenerse unas características u otras dependiendo del tipo de tratamiento empleado.

Tipos de tratamientos superficiales editar

Tratamientos mecánicos editar

Entre los tratamientos mecánicos más comunes están los siguientes:

Remoción de material editar

Hay varios procesos para remover material de la superficie, desde la limpieza superficial hasta el decapado, el mecanizado por arranque de viruta o por abrasión o la electroerosión. También existen procesos para eliminar ciertos elementos de una base metálica, como la descarburación o la desfosforación.

Tratamientos térmicos superficiales editar

Muchos tratamientos térmicos pueden hacerse a nivel superficial, cambiando las propiedades hasta una profundidad determinada sin afectar al material del interior de una pieza. Algunos ejemplos son: recocido, temple, revenido, maduración y bonificado.

Revestimiento o deposición de material editar

Los procesos de revestimiento o deposición de material se emplean para recubrir superficies para obtener unas características determinadas como resistencia al desgaste o a la corrosión, o para reconstruir piezas.

La galvanoplastia y la galvanización: son procesos electrolíticos, mecánicos o de inmersión mediante los cuales se adhiere una capa superficial de otro metal resistente a la corrosión. El tipo de metal de la capa protectora suele dar nombre al proceso. Por ejemplo: cincado, con zinc; cobrizado, con cobre; niquelado, con níquel; cromado, con cromo o estañado (obtención de hojalata), con estaño.

Otros materiales que se pueden aplicar por galvanoplastia son el oro, la plata, el platino o el rodio.

 
Estos mosquetones tienen una superficie en aluminio anodizado, pudiendo tener diversos colores.

Otros procesos de revestimiento o deposición de material son:

Véase también editar

Referencias editar

  1. Kalpakjian, Serope; Schimd, Steven R. (2002). Pearson educación, ed. Manufactura, ingeniería y tecnología. Gabriel Sánchez García (trad.) (4ª edición). México. ISBN 978-970-26-0137-1.