Usuario:Adolfobrigido/opacímetro

La opacidad, referida al aire que nos rodea, es lo contrario a la visibilidad. Se dice que la atmósfera está opaca cuando, como consecuencia de la cantidad de partículas sólidas en suspensión que contiene, dificulta la visibilidad clara y definida de los objetos más o menos distantes.

En ciertas ciudades populosas como Londres, Tokio, Pekín o México, ocurre con frecuencia que la opacidad del aire es grande, tiene gran cantidad de partículas en suspensión, de tal manera que afectan, o pueden afectar, a la salud de sus habitantes. La humanidad ha destacado siempre la calidad del aire que se respira y de los efectos nocivos para la salud que tiene el respirar un aire altamente contaminado. En el año 1943 murieron cerca de 4000 personas en Inglaterra a causa del smog[1]​ .La palabra smog proviene de la contracción y unión de las dos palabras inglesas «smoke=humo» con «fog=niebla». Sin llegar a estos efectos tan funestos, millones de personas han experimentado en su propio cuerpo y que un estudioso del tema describe así: "...si has esperimentado un caso desfavorable de smog, nunca lo olvidarás. No puedes ver a lo lejos, tienes difcultad para respirar. Y el aire que respiras no se siente bien. Tus ojos y tu garganta se irritan. Los alimentos y las plantas se ven seriamente dañados. La pintura de tu casa se ve afectada..."[2]

En este artículo no se hace referencia a ese fenómeno sino más concretamente a la «visibilidad en los tuneles de circulación de vehículos» , los efectos sobre la facilidad o dificultad que tiene el conductor de diferenciar objetos, señales, otros vehículos más o menos lejanos, etc por el riesgo que conlleva la conducción en una atmósfera con alto grado de opacidad, maximizando este riesgo el que, al producirse en un tunel, los accesos son, en el mejor de los casos, por dos vías pero a veces por una sola. El pánico aumenta enormemente los efectos adversos de un accidente dentro de un tunel. Es precisamente a este tipo de opacidad de la atmósfera dentro de túneles,y a los aparatos para medirla, a los que se refiere este artículo.

En túneles con tráfico de vehículos, ya sea urbano o interurbano, la opacidad y la concentración de monóxido de carbono (CO) van totalmente ligadas ya que todos los vehículos de combustión interna generan, en más o menos cantidad partículas sólidas y CO.[3]

Opacidad y monóxido de carbono CO editar

La opacidad y la concentración de CO son los dos parámetros, de fácil medición, que determinan la calidad del aire en el interior de un túnel. A medida que se incremente el porcentaje de vehículos de ciclo Otto (gasolina) con catalizador, la medida de óxidos nitrosos puede adquirir mayor relevancia haciendose necesario considerar también este parámetro. Con un tráfico fluido, el parámetro más importante suele ser la opacidad. Consecuentemente la ventilación mecánica del túnel ha de realizarse en este caso en función de la opacidad. Para garantizar en el interior del túnel una visibilidad adecuada lo que permitirá reconocer otros vehículos y posibles obstáculos, es de importancia fundamental la buena visibilidad en el interior del túnel. Solo con una visibilidad correcta, el conductor del vehículo puede reaccionar con antelación suficiente ante por ejemplo un obstáculo o accidente de tráfico.

Partículas editar

Viene definida en el documento ISO 8178 como efluente del escape atrapado en un papel de filtro despuésde dilución a una temperatura del filtro no mayor de 52 C. En los motores a de combustión interna, ya sean de gasolina o gas-oil, las partículas que hacen al aire más opaco tienen tres orígenes diferentes: El plomo del combustibles que los fabricantes añaden para incrementar el número de octano si bien las gasolinas ya están exentas de plomo, el azufre contenido en el combustible y el hollín o humo negro.

Medición de la visibilidad o de la opacidad editar

Para ello debe realizarse la medición de la visibilidad ha de realizarse a la altura de visión de los usuarios del túnel es decir, a una altura de 1,60 m sobre calzada si bien hay medidores de opacidad situados en la parte superior del tunel si este es de arco de medio punto y permite conservar un gálibo suficiente para el paso de vehículos. La razón que aducen ciertos técnicos, totalmente lógica, es que los humos calientes procedentes del escape de los vehículos tienden a situarse en el primer momento en la clave del tunel pero una vez enfriados, por ser su densidad mayor que la del aire, tienden a caer a las zonas inferiores del tunel.

La visibilidad está definida como la distancia máxima que permite al ojo humano apreciar un objeto con el fondo existente. Esta apreciación potencial entre objetos y fondo está definida como la diferencia de luminosidad entre ambos (objeto y fondo) según la formula[4]

 

donde   y   caracteriza la luminosidad del objeto y del fondo respectivamente. Cuando el contraste es superior a lo que el ojo humano es capaz de apreciar, se puede reconocer el objeto. Lo más adecuado en un túnel sería pues hacer una medición de este contraste a fin de disponer del parámetro de «visibilidad». Sin embargo, los equipos para medir el contraste no se pueden fabricar, hoy día, a un coste razonable. Por esta razón y basándose en el razonamiento que la iluminación interior del túnel y el color de las paredes son características que no varían (o ciertamente lo hacen de una forma muy lenta), se utiliza como parámetro variable la opacidad del aire existente en el túnel. Por ello, la medición usual es la de la medida de la «extinción» expresada para el factor « ».

Ha sido Kochschmieder el que demostró por primera vez la relación entre la visibilidad y el coeficiente de extinción. Simplificando, puede decirse que la distancia normal de visibilidad es « » siendo dicho valor la distancia a la cual, en un ambiente homogéneo y con un factor de contraste de «0,02», resulta posible la apreciación de un objeto negro. La relación entre « » con el coeficiente de extinción « » es la siguiente:

  Según la ley de Beer-Lambert, el coeficiente de extinción   a lo largo de un haz de luz en un ambiente homogéneo es :   donde   e   corresponden a la intensidad de la luz al comienzo y al final de un recorrido cuya longitud es  . Resulta pues un factor de extinción de  .

Los medidores existentes son de dos tipos según los principios que se usen para las medidas:

  • Medidores por extinción
  • Medidores por dispersión

Medidores por extinción editar

Como quiera que la perdida de luminosidad a lo largo de un haz de luz que atraviesa el aire ambiente en un túnel es muy pequeño, el recorrido   del haz luminoso ha de ser de decenas incluso centenares de metros para producir una diferencia medible entre   e   y dado que la opacidad del aire en un túnel no es homogénea, la extinción media corresponde a:

 

Medidores por dispersión editar

 
Dispersión de la luz al impactar sobre un obstáculo

La extinción de la luz se debe en su mayor parte a la dispersión de la luz que se produce al impactar la luz en las partículas de polvo. En la figura se observa la dispersión de la luz al impactar sobre un obstáculo. La mayor parte de la luz se desvía hacia adelante con máximos entre 10º y 35º (dispersión progresiva). La dispersión tiene una relación conocida con respecto a la extinción lo que permite calibrar ambos sistemas en extinción. Los equipos por dispersión suelen trabajar por muestreo. Aspiran aire ambiente que envuelto exteriormente en una capa de aire “limpio total” pasa por la célula de medida en la cual se mide la dispersión de la luz. Los equipos basados en la medición de la dispersión si bien son medidores puntuales, tienen la ventaja frente a los de extinción que suministra directamente el valor correspondiente a la opacidad del aire muestreado y no un valor medio integrado a lo largo de algún centenar de metros.


Tabla editar

1793-Duque del Infantado 1795-Don Antonio Senra 1796-Don Antonio Correa 1802-Don José Panés 1808-Don Ignacio Martínez Vallejo 1808-Don Gaspar Francos 1912-Don Francisco Hevia 1813-Don Francisco Bocelli
1815-Don Manuel Nava Campomanes 1820-Don José Marcos de Sáinz 1822-Don Pedro Antonio Barrena 1823-Don Narciso Pereda 1828-Don Francisco Sanjuanena 1835-Don Felix Carrera 1836-Don Santos San Miguel y Valledor 1837-Don Miguel Mir de González
1840-Don Miguel Mir de González 1844-Don Ramón Nouvilas Rafols 1849-Don Francisco de la Rocha y Dugi 1857-Don Antonio Navazo y Teresa 1859-Don Eduardo Aldanese Urquidi 1864-Don José Velarde 1865-Don Melitón Andrés Rodríguez 1866-Don José Oliva
1867-Don Ramón de la Torre Bordono 1868-Don José Cheriff y Monroy 1869-Don José Faura y Serra 1871-Don José Pierrat Iniesta 1872-Don Felix Aburruza Manzanares 1873-Don José Pierrat Iniesta 1874-Don Antonio Ciriza Sánchez 1876-Don Pascual de la Calle Iguibert
1878-Don Emilio Ferrer y Sarasa 1880-Don Leonardo Fernández Ruiz 1887-Don Manuel Ortega y S. Muñóz 1889-Don José Máruqez Torres 1890-Don Joaquín Gutiérrez Villuendas 1893-Don Francisco Salinero Beliver 1894-Don Gabriel Gelabert Vallecilla 1896-Don Cándido Hernández de Velasco
1897-Don Domingo Recio Martínez 1907-Don Vicente Ambel Cárdenas 1912-Don José Martínez Pedréira 1914-Don Manuel Elías Prats 1916-Don Reynaldo Carrero Ventura 1918-Don Francisco Sosa Arbelo 1920-Don Luis Navarro A. de Celada 1923-Don Juan Urbano Palma
1925-Don Pedro Calderón Delgado 1926-Don Federico Hernández S-Caro 1931-Don Joaquín Guerra Zagala 1932-Don Adolfo Roca Lapuente 1933-Don José Cantero Ortega 1936-Don Eduardo Cañizares Navarro 1938-Don Luis Oliver Rubio 1939-Don Bartolomé Riera Ortega. T.Col
1940-Don Bernabé Ortíz Esparraguera.T.Col 1942-Don José Izquierdo Arroyo 1945-Don Ildefonso Medina Mogollón 1951-Don Leopoldo García Rodríguez 1952-Don Ildefonso Medina Mogollón 1953-Don Juan Gutierrez-Maturana Matheu 1957-Don Luis Valero Col 1960-Don Cesáreo Justel Cadierno
1962-Don Enrique Gastesi Barreiro 1963-Don Enrique de Muslera González 1966-Don Fidel Cátedra Román 1970-Don Gervasio Martín Cotano 1972-Don Juan Camacho Collazo 1976-Don Leandro Blanco González 1980-Don José Cruz Requejo 1980-Don Pedro Vallespín González-Valdés
1981-Don Carlos Torres Espiga 1984-Don Hermenegildo García Briones 1985-Don Celestino Sanz Hurtado de Mendoza 1987-Don Tomás Quecedo González 1989-Don José Gallego del Pueyo 1991-Don Oliverio Celemín Peña 1993-Don Francisco M. García Almenta Dobón 1995-Don Juan José Antolín Heriz
1997-Don José Manuel Mollá Ayuso 1999-Don Alfonso Guillén Regodón Texto de celda Texto de celda Texto de celda Texto de celda Texto de celda Texto de celda
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Juan José Cuadros Pérez editar

Juan José Cuadros Pérez (Palencia, 9 de octubre de 1926 - Madrid, 27 de mayo de 1990) fue un escritor español que cultivó la poesía y la prosa. Su padre, Juan José Cuadros, natural de Beas de Segura (Jaén) fue funcionario técnico de Correos. En la década de 1920 estuvo destinado en Palencia y allí conoció a Josefa Pérez, palentina, de profesión maestra nacional. Se casó con ella y tuvieron cuatro hijos de los cuales Juan José sería el primogénito. Cuando Juan José tenía tres años de edad sus padres retornaron a Beas de Segura, municipio perteneciente a la sierra de Segura en Andalucía. Sus primeros estudios los comenzó en Beas hasta primero de bachillerato y en 1941 se trasladó a Baeza para continuar sus estudios en el mismo instituto donde años antes impartió clases el poeta Antonio Machado y donde todavía se le recordaba. Machado influyó en cierta medida en Juan José por su inclinación a la literatura.[5]​ De joven fue buen observador, apasionado por el paisaje y el paisanaje, y pronto comenzó a dar sus primeros pasos en la poesía.

En 1945 partió para Madrid y empezó a estudiar ciencias exactas en la facultad de ciencias. Luego tuvo que dejar los estudios, se presentó como opositor al cuerpo de topógrafos y sacó plaza en el Instituto Geográfico Nacional lo que le obligó a instalarse definitivamente en Madrid donde compaginaba su trabajo de topógrafo con su afición a la prosa y la poesía. En Madrid conoció a la farmacéutica Maruja Fernández de Ayala con quien se casó y fruto del matrimonio nació su única hija, Almudena. Gracias al trabajo de su mujer conoció a otros poetas vinculados con la rama de farmacia como Federico Muelas y Rafael Palma. Estos organizaban en sus respectivas reboticas tertulias a las que asistían entre otros: José García Nieto, Santiago Amón, Ramón de Garciasol, etc.[6]​ También fueron frecuentes sus visitas a las tertulias del Café Gijón y del Café Comercial.

Tras la muerte de su madre en 1958 sintió una especial nostalgia por su tierra natal realizando desde entonces frecuentes visitas a Palencia. Allí conoció a otros poetas y pronto se compenetró con ellos integrándose en el grupo de la revista Rocamador.[7]​ Fue a partir de esa fecha cuando se produjo una intensa etapa de publicaciones en diferentes diarios y revistas y de participación en distintas tertulias literarias. Su trabajo de topógrafo también le brindó la oportunidad de visitar prácticamente la totalidad de la geografía española. Todo ello lo compaginó con la publicación de más media docena de libros así como de numerosas publicaciones y de otros tantos libros que salieron a la luz tras su prematura muerte en la primavera de 1990. Su gran afán literario y reconocido mérito se vio recompensado por sus propios compañeros recibiendo innumerables homenajes póstumos a los que se sumaron instituciones públicas y privadas. En 1997 el ayuntamiento de Palencia inauguró una calle en Palencia con su nombre.[8]​ En 2010 el municipio de Beas de Segura le rindió un homenaje como recuerdo de su vigésimo aniversario de su fallecimiento con un acto cultural patrocinado por el ayuntamiento de Beas.[9]

Infancia editar

Nació en Palencia en la calle Barrio y Mier y muy pronto, con solo tres años de edad, la familia retorna a las raíces paternas en la localidad de Beas de Segura. Allí pasó la primera década de su vida, conoció a su familia paterna y convivió durante esos años con ellos pero para su abuelo Antonio, panadero de profesión, no estaba muy conforme con el nombre del nieto y le llamaba «Toñín» y de él aprendió las costumbres, las gentes, los lugares y todo el entorno que rodeaba al abuelo.[10]

De niño era rubio y de ojos azules por lo que en el pueblo llamaba la atención. Trascurrieron esos años de la niñez y conoció a nuevos amigos e hizo de las calles y plazas del pueblo su escenario de juegos y correrías como el callejón del Repullete, la calle de Enmedio, o la barbacana del Paseo con su amigo Miguel Ojeda, el tío Pepe o Antonio Llavero al que le dedicó el librillo, Aquí se dice de un Pueblo. Esa etapa de su vida le quedó marcada en sus recuerdos reflejándola años más tarde en sus poemas.[11]

En Beas de Segura vivió los años de la guerra civil española y con tan solo diez años de edad se daba cuenta de lo que le rodeaba y, de alguna forma, esos recuerdos se le quedaron grabados para siempre en la memoria. Uno de ellos fue cuando en el año 1939 trasladaron a su padre a Barcelona y cuando al año siguiente salió exiliado de España al sur de Francia y de allí a París, volviendo de nuevo al sur francés donde se instaló para estar más cerca de España hasta su vuelta en 1948. Ese vacío paternal en su adolescencia marcó una triste etapa que superó con entereza y en esos años tuvo que ser su madre la encargada de su cuidado y educación. El otro acontecimiento fue la pérdida de dos de sus hermanos, Carlos y Alfonso, en edades muy tempranas y solo quedó Germán que se instaló en Cuenca.[11]

De Beas le quedó un buen recuerdo de su maestro D. Luis Ardoy al que luego le dedicó un poema en el libro Niño sin amigos y le escribió otro en Aquí se dice de un Pueblo. En este librito de poemas dejó bien reflejado lo más representativo del pueblo: la patrona, la profesión de su abuelo, los pineros, la lluvia y lo cierra con el aceite, principal riqueza económica de Beas y exteriorizó todo lo vivido en Beas en su libro Tiempo rescatado dando minuciosos detalles de esos años de su niñez.

Estudios editar

Desde muy joven dio muestras de buena inteligencia, carácter, buen observador e imaginativo. Sus primeros estudios los realizó en Beas de Segura hasta primero de bachillerato y de esta época le quedaron grabados los recuerdos de esos dos místicos universales: Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz que también los dejaron en el pueblo.[12]​. Una vez finalizada la guerra civil se trasladó a estudiar a Baeza (Jaén) en el curso 1941-1942 donde concluyó el bachillerato en el mismo instituto que años antes ejerció de profesor de francés Antonio Machado. Aquellos recuerdos de Machado le influyeron para decidirse por la literatura y en especial por la poesía.

Después de su marcha a Baeza y sus vueltas a Beas en fines de semana, fiestas y vacaciones de verano participó en unos campamentos de verano que se organizaban para jóvenes de entre 14 y 17 años. Asistió a uno de ellos en la zona de Morciguillinas en la sierra de Segura y por sus dotes literarias los superiores lo nombraron cronista del campamento por lo que empezó a escribir el diario con todos los sucesos de relevancia que iban sucediendo.[13][14]​ Allí conoció a jóvenes de municipios de la comarca de la sierra de Segura con los que trabó muy buena amistad y a los que, años más tarde, vio con alguna visita esporádica que aprovechaba para recoger datos a modo de bosquejos de todos los pueblos de la sierra. Los compañeros del servicio de publicaciones del instituto le ofrecieron publicar un trabajo suyo de la sierra de Segura que fue su primer libro en prosa y que, casualmente, salió a la luz tres días antes de su muerte: Viaje a la Sierra de Segura.[15]

En 1945 acabó el bachillerato en Baeza, pasó la reválida en la universidad de Granada y se trasladó a Madrid para proseguir sus estudios en la Real Academia. Había decidido estudiar ciencias exactas pero en aquellos años de posguerra, los recursos económicos eran bien escasos por lo que se vio obligado a alternar los estudios con el trabajo y tuvo que desistir de ello. Como eran imposibles sus objetivos se marcó otros derroteros y se presentó a las oposiciones al Cuerpo de Topógrafos que sacó con gran esfuerzo por lo que pudo empezar a trabajar en el Instituto Geográfico Nacional de España hasta sus últimos días. Desde que se instaló en Madrid no dejó de visitar su tierra.[11][12]​ En Madrid conoció a Maruja Fernández de Ayala con quien se casó y tuvieron una hija, Almudena. Maruja y Almudena siempre estuvieron presentes en su obra literaria a través de sus dedicatorias a ellas.[16]

Primeros años de su infancia y lugares donde estudió Juan José Cuadros hasta llegar a Madrid
 
 
 
 
   
Calle Mayor de Palencia
cerca de la calle Barrio y Mier, donde nació el poeta.
Vista panorámica
Beas de Segura (Jaén)
Instituto Santísima Trinidad''
Antigua Universidad de Baeza
Monumento a Antonio Machado
Actual I.E.S. Santísima Trinidad de Baeza
Lugar donde estudió ciencias exactas
Facultad de Ciencias de Madrid
En Madrid se presentó a opositar al Cuerpo de Topógrafos
IGNE en Madrid

Trabajo de topógrafo editar

Su trabajo de topógrafo le brindó la oportunidad de viajar y conocer prácticamente casi la totalidad de la geografía española y observar de primera mano las ciudades y pueblos, el mundo urbano y rural, sus monumentos, calles y plazas. También en ese recorrido entró en contacto con sus gentes, sus raíces, etc. lo que le motivó para dedicar algunos de sus versos a diversas ciudades y monumentos emblemáticos.[17]

En Madrid tuvo la oportunidad de acceder a las fuentes y fondos del IGN, tanto de cartografía y libros de viajes como a los diccionarios geográficos que se editaron en el siglo XIX por Sebastián Miñano, Pascual Madoz, Rafael del Castillo, entre otros lo que le posibilitó una visión de conjunto de la España de aquel siglo y que luego la contrastó con la de su época, especialmente en esos retratos de sus entrañables tierras, aquellas que más conoció, primero la provincia de Jaén y más tarde la de Palencia. En ellas hizo un recorrido minucioso por sus tierras, sus pueblos y sus gentes en busca de lo añejo, lo rural, definiendo la historia, las tradiciones y las costumbres al más puro estilo castizo.

Movimiento literario editar

A Juan José Cuadros le tocó vivir en una etapa dura: primero la república aunque por su corta edad le pasó desapercibida. Luego, con la guerra civil es cuando realmente, todavía muy joven, tomó conciencia de lo que sucedía a su alrededor tanto por los motivos familiares por el exilio de su padre a Francia como por los acontecimientos que vivió en el pequeño pueblecito andaluz donde residió, como en el ámbito nacional. Todo ello influyó en su obra pero Juan José no quedó encasillado en ningún movimiento literario de la época, ni con la poesía social característica de la generación del 50 también llamada la de los «niños de la guerra». Por todo esto la obra de Juan José Cuadros pasó desapercibida y muy poco conocida.[18]

Dedicación editar

 
Río Guadalquivir a su paso por la Sierra de Segura, (Pantano del Tranco).
 
Tierra de Campos. Vista de Támara de Campos.
 
Plaza de la fuente de los leones en Baeza.
 
Barrio de Salamanca en Madrid, donde vivió y se inspiró para El libro de La Guindalera.

Alternó el trabajo con su afición a la poesía y la prosa y para ello tuvo como marco ideal su ciudad natal, Palencia, la adoptiva Beas de Segura y la cultural Baeza y por banderas Tierra de Campos en Castilla y el Guadalquivir en Andalucía. En 1948 comenzó a hacer sus primeras ediciones en prensa ya que los primeros poemas que publicó lo hizo en el diario Jaén siendo innumerables los que aparecen publicados. Se citan a continuación algunos de los más importantes:

No tardaron en dar fruto sus publicaciones ya que el 20 de junio de 1960 se llevó el premio de «Flor Natural» otorgado por la Dirección General de Primera Enseñanza, dotado con 5000 pesetas, para el mejor trabajo sobre el tema «La virgen y el magisterio» en los Juegos Florales del Magisterio con su trabajo «El juglar», premio que compartió con Rafael Palma.[20]​ Cuando llegó a Madrid no tardó mucho en entrar en el mundo literario pues asistió a tertulias, conferencias, cafés, etc. Pronto conoció a Federico Muelas que le prologó su primer libro, Niño sin amigos, también a Gerardo Diego, José Hierro, Vicente Aleixandre o a Ramón de Garciasol al que le unió una entrañable amistad dándole muy buenos consejos como el de motivarle por el gusto a los clásicos.

Cuando en 1948 regresó su padre de Francia lo destinaron a Villanueva del Arzobispo, (Jaén), y se instaló allí definitivamente con la familia. Aunque Juan José vivía en Madrid fueron muy frecuentes sus viajes a Villanueva y a Beas. Por esa fecha aparecieron sus primeras poesías en el diario Jaén y, tras la fama obtenida, el ayuntamiento de Villanueva del Arzobispo lo propuso como pregonero de las fiestas donde lo leyó el 6 de septiembre de 1960.[20]​ En el santuario de la Fuensanta de Villanueva, en la entrada junto a la puerta principal, hay grabados unos poemas suyos junto a otros de José María Pemán.

Tras el fallecimiento de su madre Josefina Pérez Ceinos en febrero de 1958 siente nostalgia por visitar sus raíces maternas y a partir del año siguiente —1959— entró en contacto de forma asidua con las tierras palentinas. Allí, de la mano de un familiar, pronto hizo amistad con personas de sus mismas inquietudes y así conoció a José María Fernández Nieto y a Marcelino García Velasco que en 1955 habían creado la revista Rocamador de la que eran director y subdirector respectivamente. También mantuvo una gran amistad con Manuel Carrión que fue trasladado a Madrid en 1962 para desempeñar el cargo de subdirector de la Biblioteca Nacional. Empezó a publicar poemas en el número 15 de la revista Rocamador con uno titulado Poema de nunca. Estas composiciones eran del más puro estilo castellano salpicado con tinte andaluz. Supo conjugar esa esencia con la visión de aquellos años creando una rara mezcla que le dio un toque inconfundible.[21]​ A partir del número 33 pasó a formar parte de la redacción de la revista y en noviembre de 1959 se hizo cargo de la corresponsalía desde Madrid. Daba novedades de los acontecimientos literarios que iban suscitando en la capital y dejaba constancia de ellos en unas cartas con el seudónimo de Martín de Fromista con el siguiente estilo peculiar:[21]

Muerto fue el curso e de sus exequias habla a Vuestra Merced, que buenas honras se le hicieron con los versos de algunos, mangüer los de otros fuéranle ponzoña para llevarle con los pies para delante, que curandericos hay con títulos de veneno quienes, a falta de recetas, escriben sonetos con la mesma mala intención.
Carta de D. Martín

En realidad esas cartas fueron una crítica literaria de los propios movimientos literarios madrileños y de las novedades y otros pormenores que iban aconteciendo relatados en un castellano antiguo con un toque muy personal contando para ello con la estimable ayuda de Manuel Carrión desde su cargo en la Biblioteca Nacional. De esa forma tuvo conocimiento de primera mano de todas las novedades literarias que surgían en el país.[22]

Inició la colección Rocamador con su primera publicación en el verano de 1961, con el título Navanunca. A partir de ahí fueron continuas las publicaciones junto a los más destacados poetas de aquella época.[7]

La farmacia

Maruja, su mujer, regentaba una farmacia en la calle Pilar de Zaragoza de Madrid donde tenían lugar numerosas tertulias. Otros poetas también eran farmacéuticos y así compaginaban su trabajo con la poesía como Federico Muelas que tenía una farmacia en la calle Gravina de Madrid. En su rebotica —a la que llamaba el Ateneo— se daban cita, entre otros, Camilo José Cela, Gerardo Diego, etc y Rafael Palma tenía otra en la calle Gaztambide de Madrid donde se reunían también en tertulias.[23]​ El mismo José María Fernández Nieto era farmacéutico en Palencia y tal cantidad de farmacéuticos-literatos fue el motivo por el que en 1974 se creó una «Asociación Española de Farmacéuticos de Letras y Artes» (AEFLA) que se inscribió el 15 de abril de 1974 y nombraron presidente Federico Muelas y vicepresidente Rafael Palma.[24]

...Y poesía, cada día

En la década de 1970 aparecen sus poemas en el periódico ABC, en la sección ...Y poesía, cada día, con variados poemas como: Soria,[25]Palencia,[26]​ o dos poemas, uno en relación al corral de comedias de Almagro y el otro en alusión a los cómicos.[27]​ A los grandes poetas como Quevedo,[28]​ a Lope de Vega[29]​ Homenaje al Marqués de Santillana titulado Razón para el Marqués.[30]​ Homenaje a Góngora Glosa a Don Luis,[31]Fusilamientos de la Moncloa.[32]

A finales de la década de 1950 formó un círculo cultural con poetas palentinos que le aportaron fulgor en su vida poética. Colaboró incesantemente en la revista Rocamador pues su director José María Fernández Nieto animó a Juan José Cuadros para escribir sus poemas, pensamientos y críticas en la que fue la revista con mayor estimación de los años 1960. Con el libro Navanunca nació la colección Rocamador.[16]

Obra editar

 
Castillo de Segura de la Sierra y el Yelmo al fondo.
EXPLICACIÓN EN LA SIERRA DE SEGURA
Aquí no somos dados
al taconeo, la alpargata
nunca lleva tacón, y, en cuanto a flores
tenemos la amapola
rabiosa como un beso último
y la flor chica del olivo,
pues esta tierra es dura
como una madre en guerra
y no se puede padrearla en balde.
—Juan José Cuadros

Influencia editar

Su traslado a Baeza en 1941 pronto resultó objeto de admiración al seguir viva la figura de Antonio Machado tanto que se recitaban semanalmente poemas suyos y algunos de ellos se le quedaron grabados en la memoria. Machado sería la base o el inicio de esa afición por la poesía.

Juan José se sintió muy identificado con Jorge Manrique y la similitud de coincidencias entre ambos poetas se hace palpable como él mismo advertía. Comparaba sus primeros años en la Sierra de Segura y su traslado a la prisión de Baeza con su internado en el instituto de esa ciudad. Por otro lado, el apellido materno su mujer y el Guiomar, esposa de Jorge Manrique eran Ayala.[5]

Evolución editar

Su evolución poética se desarrolló paulatinamente y buscó la perfección en las letras por lo que recurría a una abundante lectura de los clásicos y al casticismo del castellano del que sacaba su pureza y dejaba de lado los modernismos propios de la evolución del lenguaje. Con la publicación de Navanunca en el número uno de la colección Rocamador y más tarde El Asedio empezó a despegar literariamente, dándole otro realce y visión a su obra que transformó las que publicó posteriormente.[33]

Su llegada a Madrid significó el inicio de esa maduración poética en su obra. Esto se debió fundamentalmente a los grandes recursos que ofrecía la capital y a las amistades y relaciones que le iban surgiendo, una de ellas era Ramón de Garciasol, gran amigo suyo y de la familia del cual tuvo un buen aprendizaje con su experiencia e innumerables consejos que le dio. Cuando entró en contacto con poetas madrileños y en especial palentinos y al formar parte de la revista Rocamador fue el momento en que alcanzó esa madurez. [16]​ En su ambiente fue considerado como un poeta de la segunda generación de la postguerra. Sus obras se reparten entre la poesía y la prosa.

Poesía editar

Su poesía es original, con personalidad propia, expresa lo que siente, desgrana y saca el jugo a lo que escribe. Es indeciso en los principios de su etapa poética pero poco a poco perfeccionó su cualidad, calidad y habilidad en sus escritos en los que manejaba un lenguaje culto y rico, a la vez sencillo y ameno. Dejó marcada una trayectoria aparejada a una técnica cada vez más admirable.

Ramón de Garciasol lo describe como «una rama andaluza salida del tronco manriqueño».

ESTE AMOR NO ES LO QUE ERA
Entonces tenía más claros
los ojos, el talle de lirio silvestre,
la frente más alta,
su largo cabello de oro
dejaba en la piel de los labios
un recuerdo de miel de romero
y flor de granado.
—Juan José Cuadros

Prosa editar

 
La Loma de Úbeda (vista desde Sabiote), fruto de inspiración para su libro Por los cerros de Úbeda.
 
Soportales en una calle de Becerril de Campos (Palencia), uno de los pueblos que aparecen en su libro Por tierra de pan amar.
 
Teatro Real Coliseo de Carlos III de San Lorenzo del Escorial.

Su trabajo como topógrafo le llevó a conocer de primera mano la geografía española, por lo que muchas de sus obras versan sobre lugares de toda España y con especial interés sobre las provincias de Palencia y Jaén. Su prosa es de lectura amena, tan expresiva que envuelve al lector en el espacio en que la describe dándole luz al paisaje y al paisanaje. Es considerado por algunos como el «poeta de los caminos» que, con su mochila al hombro, no deja de asombrar con los más mínimos detalles. Era un andariego infatigable y su lento caminar le brindaba la ocasión de conocer la historia de los pueblos, de sus gentes y de los lugares más recónditos por donde pasaba. En sus relatos siempre aparece su amigo de caminos D. Martín, «que es un viejo amigo del andariego, y con el que se ha encontrado más de tres o cuatro veces a lo largo de sus andanzas y peregrinaciones».

La intrahistoria, voz introducida por Miguel de Unamuno, está muy presente en la obra de Juan José Cuadros y de ese modo quiso revivir aquella historia perdida de los pueblos donde solo quedan algunos resquicios en los más ancianos.[8]​ César Augusto define así su prosa:

«jugosa, desinhibida, muy creativa en su léxico, nada severa y erudita, más bien conversacional, distendida, hasta pintoresca a veces».

Se han publicados cinco libros suyos de este género y, al menos, otras cuatro o cinco obras de bosquejos y borradores esperando a ser publicadas.[41]



  1. Degobert, P. (1995). Automobile and Pollution. Technip. París. 
  2. Crouse, W.H. (1971). Automotive Emission Control. McGraw-Hill, New York. 
  3. Halbach, Gunter (05). «Base teórica del Control de visibilidad en túneles». Ortrat/Explicativos/opacímetros: 1 y 2. 
  4. Halbach, Gunter (2012). Base teórica del Control de visibilidad en túneles. Explicativos/opacímetros: Ortrat. p. 2. 
  5. a b Berasategui, Blanca (23 de enero de 1977). hemeroteca.abc.es, ed. «Juan José Cuadros, desde Manrique». Consultado el 27 de junio de 2011. 
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  15. Error en la cita: Etiqueta <ref> no válida; no se ha definido el contenido de las referencias llamadas Segura
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