El nacionalismo económico es una política económica que prioriza la intervención estatal en la economía, incluyendo políticas como el control interno, la compra de bienes nacionales y el uso de aranceles y restricciones en la mano de obra, la inmigración, los bienes y el movimiento de capitales.[1] La creencia fundamental del nacionalismo económico es que la economía debe servir a los objetivos nacionalistas.[2]
Los nacionalistas económicos se oponen a la globalización y algunos cuestionan los beneficios del libre comercio sin restricciones. Favorecen el proteccionismo y abogan por la autosuficiencia.[3] Según Raymond Leslie Buell en su libro "Relaciones Internacionales", los nacionalistas económicos defienden la idea de que los mercados deben estar subordinados al Estado y servir a sus intereses, como proporcionar seguridad nacional y acumular poder militar. Además, la doctrina del mercantilismo es una variante destacada del nacionalismo económico.[4]
Los nacionalistas económicos tienden a ver el comercio internacional como un juego de suma cero, donde el objetivo es obtener ganancias relativas en lugar de mutuas.[1]
El nacionalismo económico tiende a enfatizar la
industrialización (y a menudo apoya a las industrias con el respaldo del Estado), debido a la creencia de que la industria tiene efectos positivos de derrame en el resto de la economía, mejora la autosuficiencia y autonomía política del país, y es un aspecto crucial en la construcción del poder militar.
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