Árbol de la Noche Victoriosa

árbol de la Ciudad de México

El Árbol de la noche victoriosa —hasta el 26 de julio de 2021 Árbol de la noche triste— es un ahuehuete de más de quinientos años que se encuentra en la calzada más antigua de Latinoamérica, llamada originalmente Tlacopan (en náhuatl, ‘lugar donde hay tunas’), actualmente la calzada México-Tacuba.

Árbol de la Noche Triste
Localización
País México
Alcaldía Miguel Hidalgo
Localidad Popotla
Coordenadas 19°27′20″N 99°10′45″O / 19.455547222222, -99.179261111111

Se le conoció como «Árbol de la noche triste» en alusión a la noche en que el conquistador español Hernán Cortés, lloró su derrota frente a los mexicas el 30 de junio de 1520. En el marco de la conmemoración de los quinientos años de la caída de Tenochtitlán, Claudia Sheinbaum, jefe de gobierno de la Ciudad de México, le cambió el nombre[1]​como una forma de reivindicar la resistencia de los mexicas frente a la embestida española, y al mismo tiempo dar presencia y voz a los pueblos indígenas de México.

Historia editar

 
Óleo atribuido a José María Velasco. En él se observa el ahuehuete y, detrás, la ermita de San Esteban Popotla.

El antecedente histórico de este emblemático ahuehuete es confuso e impreciso; historiadores y estudiosos especializados en el tema dudan incluso que este árbol haya existido en 1520, y que el conquistador español se haya detenido a llorar su derrota, considerando el escenario de confusión en medio de una huida militar.[2]​ Textos de la época, como la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, de Bernal Díaz del Castillo, señalan la tristeza de Hernán Cortés frente a este hecho, sin hacer alusión a ningún árbol ni lugar específico. Lo mismo sucede con la Segunda carta de relación de Hernán Cortés dirigida al emperador Carlos V: «Y llegado a la dicha ciudad de Tacuba, hallé toda la gente remolinada en una plaza, que no sabían dónde ir. En este desbarato se halló por copia, que murieron ciento y cincuenta españoles y cuarenta y cinco yeguas y caballos, y más de dos mil indios que servían a los españoles…».[3]Bernardino de Sahagún menciona la estancia de las tropas españolas e indígenas en Popotla tras escapar de Tenochtitlán, pero no hace alusión ni a la tristeza de Cortés ni al árbol referido: «Llegaron a otra acequia que se llama Petlacalco, y pasáronla con harta dificultad: habiéndola pasado allí se rehicieron todos y se recogieron a otro lugar que se llama Puputla ya cuando amanecía, y los mexicanos seguíanlos con gran grita».[4]

Ya en el siglo XIX el ahuehuete es asociado al episodio de la noche triste. Hacia 1872 se registra una solicitud al Ayuntamiento de México de usar hierro viejo de la cárcel de Belén y de viejos faroles para fundirlos y hacer una reja que lo rodeara para protegerlo tras un incendio que sufrió el árbol por una persona que lo quiso incendiar el 2 de mayo de ese año, episodio referido por Manuel Rivera Cambas. Una piedra que la tradición oral identificaba como la que usó Hernán Cortés, permanecía en la ermita de San Esteban Popotla, nombre dado en la época virreinal al antiguo altépetl de Popotla. Diversas pinturas y litografías registran el árbol frente a la ermita, misma que fue demolida y sustituida por la contemporánea iglesia de la Virgen del Pronto Socorro.[4]

Manuel Gamio excavó en 1909 en el área de Popotla encontrando restos materiales de madera, obsidiana e instrumentos musicales, entre otros. En 1929 se registra una petición de remozamiento y reparación del ahuehuete y su entorno al encontrarse en abandono. Vecinos indican que hacia los años 60 el ahuehuete aún conservaba follaje.[4]

El ahuehuete referido como el del episodio cortesiano sufrió un incendio por un corto circuito en el cableado de la zona, el 10 de enero de 1980. Los bomberos lograron sofocar el fuego que consumió el ahuehuete desde su interior. Desde entonces mantiene la apariencia actual y no la de un árbol frondoso. Tras el incendio el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) autorizó hacer un proyecto en sus alrededores, mismo que de inicio planteaba la construcción de una plaza, el encapsulamiento de los restos del árbol y el establecimiento de un museo de sitio. En 1997 fue colocada una placa que lo consignaba como «Árbol de la noche triste» y fue incluido dentro del catálogo de monumentos históricos del INAH.[4]

Si bien no se tiene la certeza de que el ancestral árbol haya sido el mismo donde Cortés habría lamentado su derrota, el árbol está presente en el imaginario colectivo de los mexicanos y en particular de los capitalinos, al ser un recordatorio de la caída del Imperio azteca, un referente geográfico de la Ciudad de México y un símbolo del antiguo altépetl de Popotlan y posterior San Esteban Popotla.[4]​ Su imagen es usada en la estación Popotla, de la línea 2 del sistema de transporte colectivo de la Ciudad de México. El investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Patrick Johansson, sostiene que a pesar de ser una ficción, es necesario preservar su importancia histórica como símbolo de identidad: «El árbol de la Noche Triste es un mito, en ninguna de las fuentes históricas se habla del árbol. De lo que sí se habla es de la tristeza de Cortés, incluso, Bernal Díaz del Castillo habla de una tristeza, que Cortés se lamentó, pero no que lloró. Lo del árbol es algo que se sacaron de la manga, pero que sirve para el nacionalismo mexicano».[5]

Renombramiento editar

Al llegar Andrés Manuel López Obrador al gobierno de México en 2018, la política cultural y educativa se ha enfocado en reivindicar a los grupos minoritarios, ofrecer perdón a grupos no hegemónicos que fueron violentados y denigrados, a reinterpretar los hechos históricos, y a rescatar del olvido a personajes históricos, en particular a las mujeres. Esta misma política la ha replicado el gobierno de la Ciudad de México.

En el marco de la conmemoración por los quinientos años de la caída de Tenochtitlan, los gobiernos federal y de la ciudad, organizaron múltiples eventos para celebrar y reclamar este hecho histórico, así como cambios en los conceptos e interpretaciones de la historia. Un ejemplo claro es la eliminación de «la derrota del imperio», substituyéndola por la «resistencia indígena». Así lo señaló la jefa de gobierno Claudia Sheinbaum durante en el acto en el que se cambió el nombre de este emblemático ahuehuete: «Cuando hablamos de la Noche Triste, pensamos en Cortés y los españoles que invadieron estas tierras; cuando decimos Noche Victoriosa, reivindicamos a hombres y mujeres que fueron acribillados en la masacre del Templo Mayor, pero también reivindicamos a los antiguos pobladores».[6]

Uno de estos cambios del gobierno local es el Árbol de la noche triste, que el 27 de julio de 2021, cambió su nombre a Árbol de la noche victoriosa, «en homenaje a la completa gloria de los valiosos mexicanos que obligaron a huir a los perpetradores de la masacre del Templo Mayor... y a las generaciones que mantuvieron en la memoria popular el recuerdo de aquella victoria»,[6]​ expresaron autoridades al revelar una placa en el lugar. Otra modificación en la nomenclatura en los lugares de memoria de la Ciudad de México fue la de la avenida Puente de Alvarado, haciendo alusión a Pedro de Alvarado, capitán del ejército de Hernán Cortés; sobre el particular, Ángeles González Gamio, cronista del Centro Histórico de la Ciudad de México, señaló como acertado el cambio de nombre de la mencionada avenida por «calzada México-Tenochtitlan», argumentando que «Pedro de Alvarado fue un tipo sanguinario, miserable, espantoso, ordenó la matanza del Templo Mayor, salió huyendo y se salvó con una garrocha. No es un hecho heroico como para que exista una calle con ese nombre, por lo que sí debe cambiarse el nombre a la calzada que en un principio se llamó Tlacopan».[7]

 
El Árbol de la Noche Victoriosa.

Esta decisión política ha generado opiniones a favor y en contra, tanto de expertos como del público en general. Mientras unos señalan que es una buena señal para repensar la historia y dignificar a los pueblos indígenas, otros afirman que se trata de una medida intrascendente. Leonardo López Luján, especialista en la arqueología y la historia de la civilización mexica, sostiene que «se trata de una típica expresión de la llamada “historia de bronce”, de la “historia oficial”, una historia que no tiene que ver con la ciencia, sino con la política del momento».[7]​ Para él y el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma, un gobierno que ha recortado en 75 % el presupuesto dedicado a la ciencia y la cultura está maniatado y solamente puede emprender acciones mediáticas efímeras y que en el futuro no dejarán huella ni beneficio. Buen ejemplo es el cambio de placas de monumentos y letreros de estaciones de transporte, o el montaje y casi inmediato desmontaje de una réplica en cartón yeso del Templo Mayor a unos cuantos metros de los vestigios arqueológicos originales.[8][9]​ Por su parte, Javier Garciadiego, director de la Academia Mexicana de la Historia, reconoció que los cambios no siempre son aceptados y añadió: «Siempre me pregunté: “‘Noche triste’, ¿para quién?”».[7]

Referencias editar

  1. «Caída de Tenochtitlán». 
  2. «El árbol de la noche triste». 
  3. «Relaciones de Hernán Cortés a Carlos V sobre la invasión de Anahuac». 
  4. a b c d e Molina Martínez, Laura Edith (2016). Aproximación a la microhistoria de la colonia Popotla a través de sus fuentes documentales, desde la época prehispánica hasta el Siglo XX / tesis que para obtener el título de Licenciatura en Historia, presenta Laura Edith Molina Martínez ; asesor Enrique Javier de Anda Alanís. México. Consultado el 28 de agosto de 2021. 
  5. «La leyenda del árbol de la Noche Triste a 40 años de su incendio». 19 de enero de 2020. 
  6. a b «Adiós al “Árbol de la noche triste”… ahora es el “Árbol de la noche victoriosa”». 
  7. a b c «Expertos reaccionan a cambio de nombre del Árbol de la Noche Triste y Puente de Alvarado». 
  8. «El Templo Mayor cambió la cara de la Ciudad de México». 
  9. «La maqueta del Templo Mayore: show y desfiguro».