El anticurialismo[1]​ fue una corriente filosófica y jurídica surgida en el Reino de Nápoles tras el Concilio de Trento y que defendía la independencia del Estado frente a la Iglesia. Surgió como reacción al propósito de los virreyes de implantar el tribunal eclesiástico de la Inquisición, rechazado tanto por la aristocracia local como por la población napolitana. Esta resistencia a la intervención de la Iglesia en los asuntos del Estado perduró durante los siglos XVII y XVIII, hasta la implantación del Estado moderno.

El anticurialismo consideraba incompatibles los poderes que quería arrogarse los eclesiásticos con los derechos del rey y del estado. Esta oposición napolitana (cuya primera rebelión surgió en 1547, en tiempos del virrey Pedro de Toledo), hizo que el virrey Per Afán de Ribera y Portocarrero asumiera sus ideas, pero fue desautorizado por el papa Pío V.

Las doctrinas anticurialistas fueron compartidas también por filósofos, historiadores y economistas, como Pietro Giannone, Costantino Grimaldi y Antonio Genovesi, así como por muchos obispos católicos. Estas ideas conectaron con las filosóficas del cartesianismo y del atomismo de Tommaso Cornelio, y también con las de las corrientes jansenistas, regalistas y jurisdiccionalistas vigentes durante la República Napolitana de 1799.

Bibliografía editar

  • AA.VV.: Riformatori napoletani, a cargo de F. Venturi. Classici Ricciardi, tomo III, 1962.
  • De Giovanni G.: Il Giansenismo a Napoli nel sec. XVIII, Asprenas I, 1954.
  • Giannone P.: Storia civile del Regno di Napoli, 1723.
  • Croce B.: Storia del Regno di Napoli, Adelphi ed., Milán, 1992

Notas editar

  1. El término «anticurialismo» no estaba recogido en 2023 en el Diccionario de la Real Academia Española, pero aparece en textos de historiadores y expertos, así como el adjetivo «anticurial»: Don Juan Antonio Llorente, furibundo anticurial, José Jiménez Lozano, Destino, 14 de enero de 1967, pág. 14.