Diferencia entre revisiones de «Revolución oriental»

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<div cellspacing=0 cellpadding=0 style="font-size:90%">__TOC__</div>
 
== Antecedentes ==
=== La Revolución de Mayo ===
{{AP|Revolución de Mayo}}
[[Archivo:Baltasar Hidalgo de Cisneros.jpg|thumb|220px|Baltasar Hidalgo de Cisneros.]]
En mayo de 1810 los acontecimientos se precipitaron. Arribaron las noticias de la disolución de la [[Junta de Sevilla]] y el virrey [[Baltasar Hidalgo de Cisneros]] fue forzado a la convocatoria de un Cabildo Abierto que se pronunció en su contra. De los 50.000 habitantes de la ciudad, sólo 5.000 eran considerados como «vecinos», pero al «evento» fueron convocados sólo 500, de los que concurrieron la mitad puesto que los contingentes de patricios tendieron un cerco «negando el paso a los vecinos honrados y franqueándolo a los de la confabulación», según denunciaría luego Cisneros.
 
Las aproximadamente 250 personas que participaron de dicha decisiva e histórica reunión (sobre 450 invitados en una ciudad que contaba 45.000 habitantes) representaban a las máximas autoridades virreinales (Real Audiencia, dignidades eclesiásticas, jefes militares), al [[Consulado de Comercio]], al Tribunal de Cuentas, a los altos directores y jerarcas administrativos y a los párrocos eclesiásticos. Los restantes eran vecinos destacados quienes, ya sea por su prestigio intelectual o moral, ya sea por su apellido ilustre o por su floreciente situación económica, asistieron al congreso del [[22 de mayo]].
 
A las 9 de la mañana de ese día el escribano del Cabildo, [[Justo José Núñez]], declaró constituido el Congreso General Extraordinario y leyó la autorización redactada por el virrey, en la que se ponía énfasis en la unidad e indivisibilidad de la monarquía española; Cisneros dejaba en claro que toda decisión que no atendiese esta premisa estaría viciada de nulidad. En cuanto comenzaron los debates se apreció que había dos grandes posturas claramente diferenciadas y enfrentadas: quienes, negando autoridad al Consejo de Regencia constituido en la metrópoli, hablaban de acefalía y propiciaban la sustitución del virrey por una autoridad elegida por los criollos, y quienes buscaban dilatar o impedir todo cambio, congelando la situación. Muy pronto se hizo evidente que el llamado "partido criollo" reunía una amplia mayoría y que la suerte del virrey estaba echada.
 
No se tomaron actas de la reunión, por lo que se hace difícil la reconstrucción de las intervenciones. Ésta ha debido realizarse sobre la base de las memorias de los protagonistas, lo que hace que existan grandes contradicciones. Hubo discursos sorprendentes, como el del ex gobernador de Montevideo, general Pascual Ruiz Huidobro, quien se alineó a favor de los cambios y propuso la deposición del virrey y la asunción del poder por el Cabildo de Buenos Aires, único exponente, a su juicio, de la soberanía popular. Algunos expusieron posiciones extremistas, como la atribuida por Cornelio Saavedra (en sus memorias) al obispo Lué, quien habría dicho que mientras existiese un español libre, debería ejercer el poder antes que el primero de los americanos. Pero las intervenciones básicas, aquellas que definieron los lineamientos del debate, fueron las del doctor Juan José Castelli, la del fiscal de lo civil de la Real Audiencia, doctor Manuel Genaro de Villota, y la del doctor Juan José Paso.
 
==== Intervención de Castelli ====
La intervención de [[Juan José Castelli]] constituyó la base de lo que se llamaría luego el [[Dogma de Mayo]], el fundamento teórico de la revolución. Con la caída en prisión de Fernando VII y la defección de la regencia que quedara en su lugar —dijo Castelli— se produjo una situación de acefalía y, de acuerdo con la teoría clásica de la monarquía usufructuaria, la soberanía había retrovertido al pueblo, a la entera nación. El pueblo de España había ejercido dicha soberanía a través de las juntas locales y, más tarde, de la [[Junta Central Gubernativa de Sevilla]]. Ésta, emanación directa de la voluntad popular, tenía un poder gubernativo legítimo, pero de ninguna manera poderes constituyentes; podía mandar, pero no disponer quién ejercería el poder en caso de su disolución. Al producirse ésta, la soberanía tornaba una vez más al pueblo, y se hacía necesaria una nueva manifestación de su voluntad. Por lo tanto, la autoridad del Consejo de Regencia era nula, y particularmente lo era en América, ya que los ciudadanos de las colonias no habían participado en absoluto de su constitución. De todo esto infirió Castelli su premisa básica: los ciudadanos de las colonias americanas, cuyos derechos son esencialmente iguales a los de los peninsulares, han readquirido así la prerrogativa de ejercer libremente su soberanía.
 
Al mismo tiempo —siguió diciendo— al caducar la autoridad del rey y desaparecer sus organismos depositarios temporales, la potestad de los virreyes y restantes autoridades subalternas también ha cesado. El poder de las instituciones de gobierno dependientes de la Corona es un reflejo directo de ésta; por lo tanto, es lógico concluir que al extinguirse la autoridad básica, desaparecen también los poderes que de ella emanan. En particular la del virrey Cisneros, que había sido designado por un organismo —la Junta Central Gubernativa— que ya no existía.
 
Como conclusión de su medular intervención, Castelli sostuvo que la situación del momento era de acefalía; que la autoridad del virrey y demás instituciones locales había caducado y que el pueblo criollo estaba en condiciones de ejercer su soberanía, dándose el gobierno que mejor conviniese. En su opinión, debía constituirse una junta autónoma de gobierno.
 
==== Intervención de Villota ====
De las exposiciones hostiles a esta postura destacó, por su coherencia, la del fiscal Villota. Éste partió del reconocimiento de la situación de acefalía, con los mismos fundamentos que había empleado Castelli, y admitió la retroversión de la soberanía al pueblo; pero sostuvo que esa soberanía era única e indivisible, y que debía expresarse en las Cortes del Reino, como organismo representativo de todo el pueblo español. Ello no había podido materializarse aún por las dificultades derivadas de la ocupación extranjera, y se había transado en la constitución del Consejo de Regencia; pero éste, aun admitiendo las objeciones de Castelli, había tenido el reconocimiento posterior de los españoles peninsulares, lo que legitimaba su poder. Por lo tanto –concluyó– es necesario acatar la autoridad de las instituciones vigentes hasta que se puedan reunir las Cortes del Reino, sede única de la soberanía, las que determinarían el rumbo a tomar. Con lógica implacable, negó Villota que aquella reunión de ciudadanos de Buenos Aires pudiera tomar decisión alguna sobre la vigencia o caducidad de instituciones que trascendían el marco de la capital virreinal y comprometían a todos los ciudadanos del territorio; si los porteños podían ejercer su soberanía en ese caso, idéntico derecho tenían los habitantes de las provincias del extenso virreinato, lo que provocaría la desintegración política de la nación española. Su propuesta fue, entonces, mantener la vigencia transitoria de las autoridades hasta que se pudieran reunir las Cortes del Reino o, en el peor de los casos, hasta que hubiera condiciones para reunir un congreso de todo el virreinato.
[[Archivo:Junta de Mayo.jpg|thumb|425px|left|Miembros de la [[Primera Junta|Junta de Mayo de 1810]].]]
 
==== Intervención de Paso ====
El otro discurso determinante fue el del abogado doctor [[Juan José Paso]], un hombre que jugaría un papel muy destacado en los años inmediatos dentro de la política del Río de la Plata. Paso coincidió en lo esencial con Castelli, y sostuvo que la situación de ese momento era de acefalía, por lo que se hacía necesaria una expresión de la soberanía popular. Pero la novedad estribó en la respuesta a la fuerte objeción de Villota sobre el derecho de los ciudadanos de Buenos Aires a tomar medidas sobre autoridades cuya jurisdicción trascendía ampliamente el marco urbano. Así como en una situación de crisis familiar —dijo— corresponde al hermano mayor hacerse cargo de los intereses de los menores, así Buenos Aires, "''hermana mayor''" de las otras provincias del virreinato (por ser la capital), debía investir la representación provisoria de éstas (sus "''hermanas menores''") hasta que pudiera reunirse una asamblea provincial en la que todos pudieran hacer oír sus opiniones. La muy discutible tesis de la "''hermana mayor''" —que pasó a formar parte del Dogma de Mayo— encierra la génesis de lo que será la postura política del unitarismo, basada en la necesidad de instalar un gobierno fuerte y centralizado en Buenos Aires, sede de la "''civilización''" enfrentada a la "''barbarie''" provincial. Contra esta tesis política se alzará más tarde el vigoroso movimiento provincial autonomista conocido como federalismo.
 
Todas estas argumentaciones de corte jurídico trataban de justificar posiciones políticas bien diferenciadas; unos, los criollos, pretendían imponer la inmediata caducidad de las autoridades virreinales y su ascenso directo al poder político, mientras los otros —los defensores del sistema colonial— procuraban ganar tiempo impidiendo todo cambio en el statu quo.
 
Finalizados los debates, se propuso a votación la siguiente fórmula: "''Si se ha de subrogar otra autoridad a la superior que obtiene el Eximo. Sr. Virrey dependiente de la soberanía que se ejerza legítimamente a nombre del señor don Fernando VII, y en quien''”. El procedimiento de emisión y cómputo de los sufragios no podía ser más engorroso, ya que cada votante podía proponer la fórmula que mejor le pareciese, y fue necesario hacer un complejo trabajo de clasificación. Fue imposible realizar el escrutinio esa misma noche, y se decidió citar al Congreso para una nueva reunión al otro día, 23 de mayo, a las tres de la tarde. Dicha reunión debió ser suspendida, pues a la hora fijada aún no se disponía de los resultados de la votación. La tarea de clasificar y contar los sufragios estaba a cargo del Cabildo, que sesionaba a puertas cerradas. Por fin, a la noche del 23, se obtuvieron las cifras definitivas: 69 votos a favor de la continuidad del virrey y 155 votos por su sustitución. La fórmula mayoritaria, propuesta por el comandante militar [[Cornelio Saavedra (Argentina)|Cornelio Saavedra]], constaba de los siguientes pasos:
# Cesa en el mando el virrey don Baltasar Hidalgo de Cisneros.
# El poder recae transitoriamente en el Cabildo de Buenos Aires, emanación directa de la soberanía popular de la ciudad.
# El Cabildo debe nombrar inmediatamente una junta provisoria de gobierno.
# Dicha junta ejercerá el mando con el compromiso de convocar, a la brevedad posible, un congreso de diputados de todas las provincias del virreinato, a efectos de tomar resoluciones definitivas sobre el futuro político de estos territorios.
 
Se trataba de la consagración total de la teoría de Castelli y Paso sobre la nulidad del Consejo de Regencia y de las autoridades coloniales, y de la función de Buenos Aires como "''hermana mayor''" de las demás provincias. El Partido Criollo había triunfado.<br />
El Cabildo, compuesto mayoritariamente por elementos conservadores, intentó conciliar posturas por medio de la conformación de una junta de gobierno que presidiría el virrey, imitando el ejemplo de la [[Junta de Montevideo]] de 1808 con ocasión de la destitución del gobernador Elío. El día 24 se fue en estas negociaciones; inicialmente el Cabildo emitió una resolución según la cual continuaría en su cargo el virrey acompañado de una junta de gobierno; pero la cerrada oposición de los comandantes militares a esta fórmula determinó que se la sustituyese por otra que creaba una junta presidida por don Baltasar Hidalgo de Cisneros. Al llegar la noche el Cabildo convocó a dicha junta, que llegó a reunirse, y pretendió someterla a un reglamento que establecía que la autoridad de ésta quedaría subordinada a la de aquél (es decir, la junta debía obedecer al Cabildo, aberración jurídica, pues aquélla tenía jurisdicción en todo el territorio y éste sólo en la ciudad de Buenos Aires). Pero Castelli, que la integraba y se había erigido en portavoz principal del Partido Criollo, consideró que todo aquello era una maniobra tendiente a desconocer el pronunciamiento del día anterior y sostuvo la nulidad de lo actuado. La brevísima junta, entonces, decidió disolverse y devolver el mando al Cabildo.
 
Lo cierto es que, a pesar de sus denuncias y protestas, el virrey fue sustituido por una Junta Provisoria —conocida como Junta de Mayo— presidida por Cornelio Saavedra; en definitiva, 250 vecinos que supuestamente encarnaban ''el mandato soberano''.
Elaborado por Mariano Moreno —que a diferencia de Saavedra era partidario de la revolución en términos absolutos—, el documento en el cual se pautan los contenidos del viraje político tiene algunos pasajes que hablan por sí solos:
 
{{cita|Jamás se han echado los cimientos de una nueva república, de otro modo que por el rigor, el castigo y la sangre de todos aquellos miembros que pudieran impedir su progreso (...) Si nos pintan a la Libertad ciega y armada de un puñal, es porque ningún estado envejecido o de provincias puede regenerarse sin verter arroyos de sangre (...) Todos los enemigos que caigan en poder de la patria y que sean de importancia por su jerarquía administrativa o militar, por su riqueza, por su influjo o por su talento, deben ser decapitados (...) Los bandos y mandatos públicos deben ser muy sanguinarios y muy ejecutivos.}}
 
Por fin el Cabildo avaló la creación de una junta, luego de ciertas presiones a dicha institución. [[Domingo French|French]] y [[Antonio Beruti|Beruti]] la hicieron, en un documento que estaba formado por unos 400 ciudadanos, y el Cabildo se limitó a oficializar la propuesta. Quedó así integrada la llamada Junta de Mayo, primer gobierno autónomo del [[Río de la Plata]].
 
=== La reacción montevideana ===
Una de las primeras preocupaciones de la [[Primera Junta|Junta de Mayo]] fue la de lograr el acatamiento a su autoridad por parte de [[Montevideo]] (que seguía estando bajo el control español), la ciudad comercial que rivalizaba con Buenos Aires. A esos efectos fue enviado el capitán [[Martín Gailan]], que era portador de un oficio de la Junta de Mayo, que aparecía esbozada la tesis jurídica que había llevado a su creación:
 
{{cita|(...) pues no pudiendo ya sostenerse la unidad constitucional sino por medio de una representación que concentre los votos de los pueblos, alentara contra el Estado cualquiera que resiste este medio producido por la triste situación de la península, y único para proveer legítimamente una autoridad que ejerza la representación del señor Fernando VII y vale sobre la guarda de sus augustos derechos, por una nueva inauguración que salve las incertidumbres en que está envuelta la verdadera representación de la soberanía.<ref> Oficio de la Junta Grande al Cabildo de Montevideo, de 27 de mayo de 1810. Libro de [[Pablo Blanco Acevedo]], “La Junta de Mayo y el Cabildo de Montevideo” en “Estudios Históricos”, (Montevideo, 1956) Págs. 58-59 </ref> }}
 
A ello, el capitán Gailan portaba también un oficio del depuesto Virrey [[Baltasar Hidalgo de Cisneros|Cisneros]] al Gobernador [[Joaquín de Soria]], en que se le informaba lo acaecido y concluía que:
 
{{cita|(...) considerándolo el medio adoptado por ese pueblo (Buenos Aires); como dirigido a conservar estos dominios a su legítimo dueño don Fernando VII, esperaba que contribuiría por su parte al logro de tan altos fines para lo que tanto interesa: el orden, la subordinación y unión de voluntades que deben manifestarse, enviando inmediatamente a la capital los diputados autorizados con los necesarios poderes para que, en junta general, determinen lo que deba practicarse.<ref> Oficio del ex-Virrey Cisneros al gobernador Soria, de 27 de mayo de 1810. Libro: Blanco Acevedo, “El Gobierno Colonial” cit,. Pág. 265 </ref> }}
 
[[Archivo:Soldado Español.jpg|thumb|left|Regimiento de infantería de León. "El Arcabuceado". Defensores de Montevideo sitiado 1812. Acuarela de [[Alfredo Sason]]]]
 
Este oficio, del depuesto [[Virrey]] Cisneros, que se manifestaba en acuerdo con lo dispuesto por la Junta de Mayo, vale aclarar que más tarde el mismo Cisneros denunciaría ese texto como ''“arrancado por medio de una coacción”''.<ref name="Maiztegui Casas"> {{cita libro
| autor = Lincoln R. Maiztegui Casas
| título = Orientales una historia Política del Uruguay 1. De los orígenes a 1865
| año = 2004
| editorial = Buenos Aires: Grupo Planeta
| id = ISBN 950-49-1330-X
}}</ref>
 
El 1 de junio de 1810 se reunió en Montevideo un cabildo abierto en el cual participaron los principales miembros de la sociedad: autoridades civiles, militares y eclesiásticas, y ''“la parte más sana del vecindario”'' (el patriciado comercial y [[saladero|saladerista]]), además del enviado porteño Gailan. Allí, y luego de una apasionada discusión, se decidió el principio de acatar la autoridad de la Junta de Buenos Aires, pero con condiciones, y se nombró una comisión para que redactara el pliego que las contuviera.<ref name="Maiztegui Casas"/>
 
Pero en la noche del 1 o del 2 de junio anclaba el bergantín ''“Nuevo Filipino”'', portador de abultadas y falsas noticias que hablaban de grandes triunfos de las tropas comandadas por el [[Consejo de Regencia]] y del retroceso de los franceses en toda España.<ref name="Tabaré Melogno"> {{cita libro
| autor = Washington Reyes Abadie, Oscar H. Bruschera y [[Tabaré Melogno]]
| título = El Ciclo Artiguista, tomo II
| año = 1975
| editorial = Montevideo: Cordón
| id =
}}</ref>
 
Esto provocó un cambio radical en la situación, y el día 2 se volvió a reunir el Cabildo Abierto. Llevados los pliegos ante el [[Ayuntamiento]] reunido en Cabildo Abierto, el 2 de junio ''“un grito general de la Asamblea determinó que se reconociese al Consejo de Regencia y se suspendiese toda deliberación sobre el nombramiento de Diputado y demás puntos acordados en la sesión anterior, hasta ver los resultados de dichas noticias en la Capital”''.<ref name="Tabaré Melogno"/>
A pesar de que la Asamblea determinó revocar lo aprobado el día anterior y reconocer la autoridad del [[Consejo de Regencia]], se decidió también acatar la autoridad de la Junta de Buenos Aires siempre que esta reconociera la regencia peninsular, lo que equivalía indudablemente a una negativa.
 
Simultáneamente se recibían noticias de Buenos Aires, por parte de los emigrados desconformes con las disposiciones de la Junta, que asignaban un carácter revolucionario e independentista al nuevo Gobierno y ponían en duda la autenticidad de la carta de Cisneros a Soria, del 27 de mayo.
 
Fracasada la misión Galain, la Junta envió a una de sus principales figuras, el doctor [[Juan José Paso]], que llegó a Montevideo el 13 de junio. Era portador de un largo oficio de su gobierno en el que se mantenía una posición ambigua frente al Consejo de Regencia y se instaba a mantener la unidad política platense.
 
Cuando Paso desembarcó fue alojado extramuros, prohibiéndosele la entrada a la ciudad. Las calles estaban llenas de marinos y de piezas de artillería, y parecía como si la ciudad se preparase para la guerra. Pese a todo, el Cabildo recibió a Paso en sesión cerrada, el mismo día 13 de junio, pero se pospuso a lo que decidiera un cabildo abierto que se realizaría el día 15. Mientras tanto el diplomático porteño debía permanecer extramuros.<ref name="Maiztegui Casas"/>
 
El día previsto se desarrolló en Cabildo Abierto; los integrantes eran generalmente los mismos integrantes de la Asamblea de 15 antes, ante el que hizo Paso una exposición que duró 45 minutos. Dando lectura al ya mencionado oficio de la Junta, del día 8.
El Dr. Paso informó al Cabildo Abierto sobre lo ocurrido en Buenos Aires, los propósitos que presagiaba la Junta y los motivos para no reconocer la Regencia, solicitando la unión del pueblo de Montevideo con la Capital. Pero sus palabras fueron interrumpidas constantemente por gritos e insultos provenientes del sector organizado por [[Salazar]].<ref name="Maiztegui Casas"/>
 
Cuando hubo finalizado, pidió la palabra del propio Salazar, quien sostuvo con vehemencia la legitimidad del Consejo de Regencia y criticó las medidas adoptadas por Buenos Aires. Finalizó su intervención coincidiendo con Paso en que era de mayor importancia conservar, en aquella coyuntura, la unidad platense, pero debía hacerse por medio de un cambio de Buenos Aires y no por un cambio de Montevideo. Es su apoyo habló luego el prestigioso comerciante [[Mateo Magariños]]. La posición juntista sólo fue defendida por el padre [[José Manuel Pérez Castellano]], un [[Fernando VII de España|fernandista]] partidario de la autonomía gubernativa de los [[criollo]]s; su valiente postura le valió una sanción por parte de las autoridades montevideanas.<ref name="Maiztegui Casas"/>
 
Por fin, la situación de Paso, acusado de traidor e insultado de manera cada vez más agresiva por un sector de los cabildantes, se hizo insostenible, y el enviado porteño se retiró, protegido por el coronel Murgunido. El Cabildo Abierto decidió entonces mantener en todos sus términos la resolución del 2 de junio. Y luego prosiguió por reconocer el día 16 de junio el Consejo de Regencia.
 
Antes de regresar, Paso realizó un último intento en la noche del 16 de junio, tratando por última vez de modificar la actitud de los jefes de Montevideo, demostrándoles con exhibición de documentos, el propósito de Portugal de apoderarse de la ciudad, pero esta nueva tentativa fracasó frente a la firme actitud de los jefes españoles.
 
Había, sin embargo, un sector de la población que miraba con simpatía la causa autonomista e independentista. El 12 de junio estalló un motín militar dirigido por los oficiales Prudencio Murguiondo y Balbín Vallejo e inspirado por [[Pedro Feliciano Cavia]]. Los amotinados se atrincheraron en la Ciudadela y exigieron, además de reivindicaciones profesionales y económicas, la destitución de Salazar y del capitán Ponce de León. El movimiento fue desbaratado por el gobernador Soria; Murguiondo y Vallejo fueron aprisionados, y Sainz de Cavia escapó a Buenos Aires.
 
Esta reacción tan negativa por parte de Montevideo hacia la Junta de Mayo se puede entender debido primero al gran contingente militar español, como los veteranos del ''“Fijo”'', los batallones de Artillería, el Batallón de Ingenieros y el imperante cuerpo de Marina, integrados, en su inmensa mayoría, por españoles europeos, sin arraigo en la textura socioeconómica de la Banda Oriental.<ref name="Tabaré Melogno"/>
 
Por otra parte se encuentran el grupo de “gente principal, del vecindario y del comercio de esta Ciudad”, siendo hombres que ostentaban un gran poder y riqueza en la sociedad oriental de ese entonces y que mantenían el monopolio sobre algunos productos esenciales de la Banda Oriental controlando la exportación, gran parte de la importación y el importante tráfico de esclavos. Entre ellos se destacan, [[Batlle y Carreó]], [[Pedro Berro|Berro]] y Errazquin, Sáenz de la Maza, Agell y otros. Gravitaba poderosamente en su actitud, la [[Lucha de Puertos|rivalidad comercial]] con Buenos Aires, en cuya disputa Montevideo había contado, en general, con la protección de las autoridades peninsulares, y en particular después de las invasiones inglesas. La Junta Porteña era para ellos la entronización política de los competidores en el tráfico mercantil del Río de la Plata y la amenazante perspectiva de perder el importante papel del comercio montevideano con Buenos Aires, manteniéndose así fieles a las autoridades españolas.<ref name="Tabaré Melogno"/>
Durante los meses de julio y septiembre, la autoridad de Montevideo correspondió a Salazar, hombre que impulsaría una serie de medidas políticas, militares y fiscales buscando pacificar a la campaña oriental y subyugarla bajo el poder de Montevideo con el objetivo cumplir la vieja aspiración montevideana de unificar a el territorio de la Banda Oriental bajo su único dominio.
 
El poderoso e influyente comandante Salazar también adoptó medidas para incrementar el poderío marítimo de la plaza, confiando en que la mejor defensa de ésta era el dominios de los ríos. En septiembre escribía a España que “la salvación de América depende de esta plaza”<ref name="Tabaré Melogno"/> y solicitaba se enviaran urgentes auxilios, “porque esta Banda no da para sostener a los empleados y mucho menos para los gastos de tropas y expediciones”.<ref name="Tabaré Melogno"/> Asimismo, y por su influjo, se estudió un régimen de supresión de los privilegios de que gozaba el comercio con puertos extranjeros. Montevideo y Colonia - se convirtieron desde entonces en los principales bastiones en que se afirmaba la obediencia al Consejo de Regencia.
 
=== Bloqueo de Buenos Aires ===
{{AP|Primer bloqueo de Buenos Aires}}
A partir del 3 de septiembre se declaró bloqueado el puerto de Buenos Aires y se envió al capitán de fragata [[José Primo de Rivera y Ortiz de Pinedo]] con 9 buques de guerra. El comandante de la estación naval británica, el comodoro [[Robert Elliot]] resolvió reconocer la acción de Montevideo, lo que provocó el reclamo de la Junta (que lo consideraba contrario a derecho) y de parte de los comerciantes ingleses, reclamo que fue trasladado por el comandante de la ''Mistletoe'', [[Roberto Ramsay]], al encargado de negocios británico en [[Río de Janeiro]], [[Lord Strangford]].
 
El 10 de septiembre la flota se presentó frente al puerto de Buenos Aires. Al anochecer destacó sus faluchos y capturó dos lanchas de tráfico con lo que se dio por bloqueada la ciudad. La noche del 16 de septiembre un fuerte [[pampero]] provocó una extraordinaria bajante que alejó la flota bloqueadora y provocó que los buques vararan y debieran ser apuntalados. En Buenos Aires se iniciaron preparativos para atacarlos con caballería y balsas artilladas, pero demorada la decisión por temor a una súbita creciente no se inició movimiento alguno. Esa madrugada efectivamente las aguas volvieron a su cauce y el día 21 el bloque se restableció reforzado con la corbeta ''Diamante''.
 
Ramsay regresó el 10 de octubre con pliegos del vicealmirante [[Miguel de Courcy]], jefe de la estación naval del Brasil, en los cuales desaprobaba el proceder de Elliot y le ordenaba dirigirse a Maldonado, lo que hizo efectivo el 15 de octubre, con lo cual Ramsay quedó al mando de la flotilla en el Plata hasta tanto llegara el mismo de Courcy.
El 11 de octubre al ser apresados buques británicos, Ramsay dirigió su pequeño buque contra la capitana realista, la ''Mercurio'', y le dio un últimatum para su liberación. Primo de Rivera cedió ante la amenaza con lo cual, de hecho, el bloqueo quedo suspendido.
 
=== Medidas tomadas por los realistas en Montevideo ===
 
Producida la fractura de la unidad administrativa del [[Río de la Plata]], Montevideo debió resolver, además de la cuestiones gubernativas anexas a su separación de la antigua capital virreinal, las económicas y fiscales consistentes en atender “la manutención de la tropa y otros empleados”, proveer los gastos requeridos para preparar la guerra contra los “insurgentes” de Buenos Aires, cuyas escaramuzas iniciales ya se habían producido, e incluso recaudar auxilios para enviar a España, empeñada en la guerra de independencia contra Napoleón.
 
El 24 de agosto, el Gobernador Soria transmitía al Cabildo la orden recibida de [[Imperio Español|España]] en el sentido de que los americanos debían auxiliar al Estado en sus apremios. Se implementaron los “Donativos Patrióticos” qué consistían en la creación de comisiones encargadas de recoger casa por casa las contribuciones voluntarias de los pobladores, sistema que se aplicó no sólo en Montevideo, sino también en las villas y pueblos del interior. Cabildos y Comandantes Militares tuvieron a su cargo esta tarea, habiéndose cometido a los últimos “recolectar el producto de todos los ramos de la Hacinada Publica”.<ref name="Tabaré Melogno"/> Los resultados, no obstante las reiteraciones de los perdimientos y la órdenes, no fueron suficientemente satisfactorias.
 
{{cita|Los vecinos que han tenido voluntad – informa el Cabildo de Soriano al Comandante de Colonia, Ramón del Pino -, que han esforzado con lo que han podido atendiendo la calamidad y circunstancias del tiempo, pero varios se han encogido, y no han querido entender sus manos para tan laudable fin.}}
 
Simultáneamente el Gobernador Soria resolvió recurrir a la propiedad como fuente de recursos. El 23 de agosto se hizo saber a los Alcaldes, Cabildos y Comandantes Militares que debía procederse a un examen de las tierras realengas en poder de poseedores con “títulos imperfectos o de ocupantes precarios”. A estos efectos se citaría y emplazaría por bando, a fijarse en todos los parajes públicos, a los poseedores, para que exhibieran los justificativos de los trámites de denuncia incompleta en el plazo determinante de cuarenta días.
 
Esta disposición, ya sugerida en otras oportunidades, al considerarse el problema del “''[[Arreglo de los Campos‎]]''” causaba una tremenda perturbación en el régimen de tenencia de la tierra, y fue resistida en toda la campaña. Pese a ello, Vigodet, a poco de hacerse cargo del gobierno, reiteró el 20 de octubre, con singular energía, los términos del Bando:
 
{{cita|Habiéndose notado que muchos vecinos de esta ciudad y de toda la Banda Oriental, que por ahora esta bajo la jurisdicción de este gobierno, han mirado con notable abandono el auto de comparendo que antecede para entrar en moderada composición con S.M. sobre los terrenos realengos que ocupan, creyendo tal vez que el Gobierno tolerara tan criminal proceder, pues a más de exigirlo así la seguridad de sus posesiones lo demanda impresionantemente el socorro de la Patria, que es la suprema Ley del Estado: libérense circulares a todos los comisionados y jefes militares de la campaña comprendidos en toda esta Banda con los insertos necesarios, para que haciendo notorio en la forma más solemne en sus respectivos Partidos, por segunda vez, comparezcan sin más dilación y fijándoseles el perentorio término de treinta días bajo las penas de que por su omisión, y silencio, quedaran sin derecho alguno de preferencia y sin acción la posesión adquirida por dilatada que sea y que admitidas a otros las denuncias de los terrenos que ocupan, propios de S.M., se les admitirá a moderada composición, y libraran los títulos de propiedad, y con ellos se les pondrá en tranquila posesión, lanzando a los resistentes y omisos a los llamamientos y emplazamientos de este Gobierno; y para que sea más solemne a todos los habitantes y existentes de esta Ciudad y su jurisdicción, se fijaran edictos, en los lugares acostumbrados, quedando razón de todo por el actuario para constancia y que dore los efectos que haya lugar.<ref name="Pivel Devoto"> {{cita libro
| autor = Pivel Devoto
| título = Raíces coloniales de la Revolución Oriental de 1811
| año = 1952
| editorial = Montevideo: Ediciones de los Talleres Gráficos A. Monteverde y Cía
| id =
}}</ref> }}
 
Las actividades fiscales implementadas por Soria y luego repetidas por Vigodet resultaron contraproducentes para los intereses que defendían. Viendo en cada criollo un conspirador en potencia, envió a la campaña unas “''partidas tranquilizadoras''”<ref name="Maiztegui Casas"/> que actuaron con extremo rigor y crueldad contra los reales o presuntos simpatizantes del gobierno porteño.
 
=== La Llegada de Elío ===
[[Archivo:General Elío.jpg|thumb|225px|El Virrey Elío fue el gestor principal de las acciones militares anti-revolucionarias, promoviendo las “''partidas tranquilizadoras''” que causaban terror entre el campesinado.]]
El 7 de octubre de 1810 llegó a España Gaspar de Vigodet, normado nuevo gobernador de Montevideo, y el 12 de enero de [[1811]] lo hizo [[Francisco Javier de Elío]], que regresaba con el titulo de [[virrey del Río de la Plata]]. Elío, que había sido extremadamente popular en 1808 como defensor del autonomismo montevideano, seguía siendo un patriota español, enemigo mortal de la idea divisionista. Evitó ir a Buenos Aires y se instaló en Montevideo, desde donde ofició al gobierno de Buenos Aires exigiendo de su dignidad virreinal. La Junta Grande respondió, con intransigencia, que “''el solo titulo de virrey ofende la razón y el buen sentido''”.<ref name="Maiztegui Casas"/> Fiel a su estilo directo, Elío declaró entonces “''rebelde y revolucionaria''”<ref name="Maiztegui Casas"/> a la junta porteña y estableció capital del virreinato en Montevideo (12 de febrero de 1811).
 
La política del virrey no alteró las grandes líneas de su predecesor Soria, más bien las profundizó. Cerró los puertos orientales a los barcos porteños, reforzó las milicias en varias regiones del territorio, mantuvo a las “''partidas tranquilizadoras''”, conformó los bandos de Soria sobre la regularización de tierras ocupadas y los “''donativos patrióticos''”,<ref name="Tabaré Melogno"/> y estableció, además, un empréstito forzoso que debían pagar todos los ciudadanos (clero, comerciantes, empleados, etc.) y que sería devuelto cuando se recibieran auxilios financieros de Perú o España. Contando con el respaldo del capitán Juan Ángel Michena, que estaba al frente de una flota que patrullaba el [[río Uruguay]]. Estas medidas represivas adoptadas por Soria y Elío desde Montevideo, como las anteriores, determinaron que la imagen del gobierno de Montevideo se deteriorase entre amplios sectores de la población rural. La radicalidad de Elío superó incluso al propio Salazar, que pasó a liderar el ala “moderada” de los españolistas y a alejarse cada vez más del virrey.
 
Como medida propagandística, el gobierno de Montevideo decidió sacar un periódico que pudiera contrarrestar la predica revolucionaria de ''La Gaceta'' porteña.<ref name="Maiztegui Casas"/> En septiembre de 1810 la princesa [[Carlota Joaquina de Borbón]] envió de regalo una imprenta a la capital de la Banda Oriental, y con ella se imprimió durante varios meses La Gaceta de Montevideo, que fuera dirigida sucesivamente por [[Nicolás Herrera]] y por el fray [[Cirilo Alameda]].<ref name="Maiztegui Casas"/>
 
== Estallido de la Revolución Oriental ==