Diferencia entre revisiones de «Confirmación»

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El [[sacramento (religión)|sacramento]] de la '''confirmación''' es uno de los siete sacramentos que administra la Iglesia Católica (también celebrado en otras denominaciones cristianas). Está considerado entre los sacramentos de iniciación cristiana siendo recibido en segundo lugar (tras el [[bautismo]]) o en cuarto (tras la [[Penitencia]] y la
[[Eucaristía]])
 
La Confirmación, también llamada Crismación (Unción con santo crisma), imposición de las manos, Bautismo en el Espíritu Santo, etc., es un sacramento de iniciación cristiana.
 
Confirmación significa acción de fortificar, afianzar, consolidar, perfeccionar. Todo esto es lo que obra este necesario misterio de iniciación según la teología católica, perfeccionando la gracia del Bautismo y completando la obra comenzada en este.
 
El recibir el Don del Espíritu al ser ungido siempre va muy asociado y en unión con el ser bautizado para la remisión de los pecados, son acontecimientos que toman lugar en las primeras etapas de la vida cristiana, uno va unido al otro y son vistos en conjunto como una sola obra del mismo Espíritu. El primero nos purifica por fe, en virtud de los méritos de Cristo, de toda mancha y nos presenta ante Dios puros y dispuestos a sus propósitos, esto es [[justificación]]. El segundo nos afianza en la fe que nos salva y nos marca con el sello de Dios como propiedad suya para nuestra perseverancia y nos capacita para toda perfección según Dios, (Cf. Tito 3,5-7).
 
Ambos sacramentos de iniciación (Bautismo y Confirmación) manifiestan la entrada del neófito a la Iglesia, familia de Dios, y su plena comunión en la misma, formando parte como nuevo miembro en el cuerpo místico de Cristo.
 
Siguiendo la misma teología, en este sacramento el Espíritu asiste al creyente para fortalecerlo y hacerlo crecer en la fe. Este misterio da la gracia especial de confesar intrépidamente la fe de Jesucristo y hacer profesión de vida cristiana. Imprime en el alma del creyente el carácter de soldado de Cristo para defender valientemente la fe y conquistar a otros para el Señor, capacitándo a los cristianos para combatir a los enemigos del alma (opositores de la salvación) ya sean espirituales o temporales.
 
El Concilio de Florencia (1439) resume la enseñanza de la teología escolástica sobre el efecto de este sacramento así: '''“Como se dio a los Apóstoles en Pentecostés, en este sacramento se da el Espíritu para fortalecer a los cristianos en la confesión valiente de su fe”.''' En la Crismación el creyente es constituido potencialmente en cristiano perfecto en virtud de la constante asistencia del Espíritu Santo para la [[santificación]] de su alma. Se da como a los Apóstoles en Pentecostés la abundancia del Don del Espíritu, y con él, los carismas o dones espirituales, según le plazca, para capacitar a los fieles plenamente como miembros activos de la Iglesia.
 
Este es el signo del sello puesto por el Espíritu como garantía de las promesas que ha dado Dios Padre en su Amadísimo Hijo al constituir a los creyentes coherederos suyos.
 
La Divina Escritura se refiere a este misterio cuando asegura:
 
'''Es Dios quien a nosotros y a vosotros nos confirma en Cristo, nos ha ungido, nos ha sellado y ha depositado las arras del Espíritu en nuestros corazones. (2Cor 1,21-22; Cf. Ef 1,13-14 y 4,30.)'''
 
La imposición de manos era un rito ya consagrado en el [[Antiguo Testamento]] e indicaba una bendición o confería funciones especiales. También el uso de unción con aceite con intención de santificar. De hecho la [[unción]] con crisma forma parte también de los sacramentos de la [[Orden sacerdotal|ordenación sacerdotal]] y la [[Unción de los enfermos]], y que [[Jesucristo|Cristo]] significa ''el Ungido''.
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En las Iglesias orientales, tanto católicas como ortodoxas, suele administrarse la confirmación inmediatamente después del bautismo, que viene a completar. En la Iglesia latina rige la misma práctica cuando el bautizando ha alcanzado ya el uso de razón en el momento de recibir el bautismo.
 
 
== El Sacramento de la Confirmación según el Testimonio Bílico ==
 
 
En las Sagradas Escrituras existen evidencias de que este sacramento era administrado en la Iglesia Primitiva, por ejemplo, podemos hallarlo mencionado en una lista de rudimentos de la iniciación cristiana con el nombre de “la imposición de las manos” (Heb 6,1-2. ''Aunque sea una posibilidad remota, este término también podría ser interpretado en el sentido del Orden Ministerial que se administraba, al igual que la Confirmación, por medio de la imposición de las manos. Cf. Hch 6,6; 1Tim 4,14.'') También lo encontramos mencionado luego del Bautismo en el libro de los Hechos:
'''Hágase bautizar cada uno de vosotros en el Nombre de Jesús, el Cristo, para que sus pecados sean perdonados, entonces recibirán el don del Espíritu Santo. (Hch 2,38)'''
 
Aquí encontramos una distinción entre ambos acontecimientos: el Bautismo para la remisión de los pecados y el Don del Espíritu Santo como unción divina. Esta distinción de misterios es esclarecida reiteradamente en la práctica ordinaria de la Iglesia apostólica según el mismo libro:
'''Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron como Samaria había recibido la palabra de Dios, enviaron allá a Pedro y a Juan, los cuales, bajando, oraron sobre ellos para que recibiesen el Espíritu Santo, pues aún no había venido sobre ninguno de ellos; solo habían sido bautizados en el Nombre del Señor Jesús. Entonces les impusieron las manos y recibieron el Espíritu Santo. (Hch 8,14-17).'''
 
Así, según se interpreta en el catolicismo oriental y occidental, se hace necesaria la administración de la Confirmación al creyente después de su Bautismo, pues no siempre el creyente recibe la Unción del Espíritu Santo sin la participación de los ministros imponiendo sus manos.
 
Es notable el énfasis que el testimonio escritural hace referente al rito de la imposición de las manos como un medio de comunicar el Espíritu Santo. El registro bíblico evidencia otro suceso similar en el que el Apóstol Pablo bautiza y confirma a doce hombres que eran anteriormente discípulos de San Juan Bautista y bautizados ya por este. San Pablo les predica el Evangelio, entonces:
'''Al oír esto se hicieron bautizar en el Nombre del Señor Jesús, y al imponerles Pablo las manos, el Espíritu Santo bajó sobre ellos y empezaron a hablar en lenguas y a profetizar. (Hch 19,5-7).'''
 
 
== Necesidad de recibir el Sacramento de la Confirmación ==
 
 
La Teología trata no sólo de exponer evidencias de la administración del sacramento en la era apostólica, sino que además advierte de la necesidad de experimentar ambos sacramentos de iniciación (Bautismo y Confirmación). En un episodio del Evangelio según San Juan podemos leer las palabras que el Señor expresó a Nicodemo:
'''En verdad, en verdad te digo que quien no naciere del agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de los Cielos. Lo que nace de la carne, carne es; pero lo que nace del Espíritu, es espíritu. (Jn 3,5-6).'''
 
Las expresiones de nacer del agua y del Espíritu aluden directamente al acontecimiento que ocurre en el alma del creyente al ejercer fe genuina en el Señor, de lo cual los misterios de la Regeneración (Bautismo) y la Unción del Espíritu son la consumación concreta.
Otro texto de la Escritura habla de esta consumación y vuelve a hacer una distinción entre ambos misterios:
'''Mas cuando apareció la bondad y el amor de Dios, Nuestro Salvador, hacia los hombres, no por las obras justas que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia nos salvó ''mediante el lavatorio de la regeneración'' y ''la renovación del Espíritu Santo que abundantemente derramó sobre nosotros'' por Jesucristo Nuestro Salvador.(Tito 3,4-6).'''
 
 
 
== La Crismación anunciada por los profetas ==
 
 
En la Divina Escritura podemos hallar profecías que anunciaban el abundante derramamiento del Espíritu de Yahvéh en una Nueva Alianza donde sobreabundaría la gracia.
 
En los tiempos del Antiguo Testamento Yahvéh comunicaba su Espíritu únicamente a profetas, libertadores, jueces o líderes del pueblo israelita, fuera de estas circunstancias, solo ocurría con excepciones y nunca era con carácter permanente, solo en casos de que se tratara de siervos de Dios que gozaran de una amistad muy íntima con Yahvéh Dios, se podía percibir cierta permanencia del Espíritu de Dios, como por ejemplo, Moisés, Elías o David (Cf. 1Sm 16,13), pero nunca con el carácter de “sello del Espíritu Santo” como lo vemos en el Nuevo Testamento.
 
En la Biblia leemos como Moisés manifestó su intenso deseo del derramamiento del Espíritu de Yahvéh: “¡Ojalá que todo el pueblo de Yahvéh profetizara y pusiese Yahvéh sobre ellos su Espíritu!” (Nm 11,29).
 
El profeta Isaías por su parte hace una breve alusión a este anhelado acontecimiento al anunciar una futura era de prosperidad que no llegará hasta… "Hasta que sea derramado sobre nosotros el Espíritu de lo alto." (Is 32,15.)
 
El mismo profeta también expresa que ese derramamiento del Espíritu de Yahvéh viene unido al sello de propiedad Divina y la consagración al mismísimo Nombre de Yahvéh: "Porque Yo derramaré aguas sobre el suelo sediento y arroyos sobre la tierra árida, mi Espíritu derramaré sobre tu simiente y mi bendición sobre tus retoños, (…). Éste dirá: “yo soy de Yahvéh”; aquel tomará el nombre de Jacob, y el otro escribirá en su mano: “de Yahvéh”, y será apellidado con el nombre de Israel." (Is 44,3, 5).
 
En el profeta Ezequiel leemos: "No les esconderé mi rostro porque habré derramado mi Espíritu sobre la casa de Israel, dice el Señor Yahvéh." (Ez 39,29).
 
Y el profeta Joel contempla dicho derramamiento de manera abundante: "Después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas, y vuestros ancianos tendrán sueños y vuestros jóvenes verán visiones. Aun sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días." (Joel 3,1-2).
 
Así los profetas del Antiguo Testamento veían el resplandor del sacramento en una nueva era en la que Yahvéh se escogería para sí un nuevo pueblo santo, su Iglesia, con tal intimidad que le comunicaría Su propio Espíritu como sello de propiedad y garantía de salvación, consagración a Él y total capacitación con abundantes carismas para que ejerciera a plenitud su servicio a Él.
 
 
== El anuncio del Sacramento en el Nuevo Testamento ==
 
 
Al igual que los profetas ya citados, Cristo Jesús en su ministerio público anunció la venida del Espíritu Santo como Don y Promesa del Padre a todos aquellos que creyeran en su Nombre. El Santo Evangelio narra como en una ocasión Jesús proclamó: "Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba. Al que cree en mí, según dice la Escritura, ríos de agua viva manarán de sus entrañas. -Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyeran en Él, pues aún no había sido dado el Espíritu porque Jesús no había sido glorificado-." (Jn 7,37-39).
 
Los creyentes recibirían el Don del Espíritu, pero solo cuando Jesús fuera glorificado. Con respecto a esto Jesús se expresó en estos términos: “Os conviene que Yo me vaya. Porque si no me fuere, el Abogado no vendrá a vosotros, pero si me fuere os lo enviaré.” (Jn 16,7).
 
Según la interpretación común, era necesario que Jesús partiera y fuera glorificado. Según los designios de Dios, el orden previamente establecido fue este, de manera que Jesús fundara su Iglesia y luego el Espíritu Santo la guiara y consolara hasta la segunda venida del Hijo al final de los tiempos. El Espíritu procede del Padre y del Hijo, de manera que se hacía necesario que Jesús volviera a ser glorificado en su anterior gloria con el Padre y volver a gozar de su plena potestad en virtud de Dios, para así enviar al Espíritu desde la mismísima intimidad entre el Padre y Él (Jn 16,13-15; 14,26; 15,26). En un pasaje del Evangelio, Jesús explica como se donaría el Espíritu con carácter permanente: “Yo rogaré al Padre y os dará otro Abogado que estará con vosotros para siempre, el Espíritu de Verdad…” (Jn 14,16, 17).
 
Después de haber resucitado, antes de ascender a la diestra del Padre, el Señor en sus apariciones continuó anunciando la Promesa del Padre: “Yo os envío la Promesa de mi Padre, mas habéis de permanecer en la ciudad hasta que seáis revestidos del poder de lo alto.” (Lc 24,49).
 
Y al comienzo del libro de los Hechos se relata cuando: "Comiendo con ellos les mandó no apartarse de Jerusalén, sino esperar la Promesa del Padre “que de mí habéis escuchado; porque Juan bautizó en agua, pero vosotros pasados no muchos días, seréis bautizados en el Espíritu Santo”. (…) “Pero recibiréis el poder del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta el extremo de la tierra." (Hch 1,4-5.8)
En el siglo XIII Santo Tomás de Aquino nos dice que Jesucristo instituyó el sacramento de la Confirmación “prometiendo el Espíritu a la comunidad cristiana”, permaneciendo de esta manera presente y activo en ella.
 
También Jesús alude a las palabras del Bautista, quien en su predicación había anunciado: “Yo os bautizo en agua, pero está llegando otro mas fuerte que yo, a quien no soy digno de soltarle la correa de las sandalias; Él os bautizará en el Espíritu Santo y en fuego.” (Lc 3,16. Cf. Mt 3,11; Mc 1,8; Jn 1,33).
 
El Apóstol Pedro se refirió al anuncio del profeta Joel (ya citado) el día de Pentecostés proclamando que éste se estaba cumpliendo en la era actual de la Iglesia (Hch 2,16-21). De esta manera, Pentecostés es considerado como la primera Confirmación en la historia de la Iglesia.
 
 
 
== La Confirmación figurada en la vida terrena de Jesús ==
 
 
En la vida terrena de Jesucristo vemos una figura de este misterio. El Señor después de haber sido bautizado por Juan en el Jordán fue confirmado por el Padre con el Espíritu Santo testimoniando a todos que Él era y es el Hijo Amado en quien el Padre se complace: "Aconteció, pues, cuando todo el pueblo se bautizaba, que bautizado Jesús y orando, se abrió el cielo y descendió el Espíritu Santo en forma corporal, como una paloma, sobre Él, y se dejó oír del cielo una voz: “Tu eres mi Hijo Amado, en ti me complazco”." (Lc 3,21-22. Cf. Mt 3,16-17; Mc 1,9-11; Jn 1,32-34.)
 
San Cirilo de Jerusalén dice que “la unción, imagen de la que recibió Cristo, es Espíritu Santo”. El mismo San Cirilo, acerca del sacramento, comenta: “De la misma manera que Cristo, después de su bautismo y de la venida del Espíritu Santo, se dirigió a combatir contra el enemigo, vosotros también, después del santo bautismo y de la unción mística, revestidos de la armadura del Espíritu Santo, hacéis frente al poder adverso y lo combatís diciendo: «Todo lo puedo en aquel que me conforta, Cristo»” (Fil 4,13).
 
 
==Elementos teológicos==