Diferencia entre revisiones de «Guerra Cristera»

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A pesar de las tensiones generadas por el Grito de Guadalajara, el gobierno mexicano contribuyó a esta fórmula de relaciones nicodémicas decidiéndose a no aplicar la legislación en materia de cultos, a moderar las reformas en materia educativa (la así llamada "educación socialista" era un lejano recuerdo ya para finales de la década de los cuarenta), pero sobre todo a centralizar, una vez más en la figura del presidente, el manejo de la relación con la Iglesia, con lo que se evitaban nuevos episodios de radicalización a cargo de gobernadores como sucedió en Tabasco con Tomás Garrido Canabal.
 
Esta decisión fue correspondida por la Iglesia. Los obispos mexicanos "ungieron" al arzobispo de México como interlocutor oficioso con las autoridades federales (los obispos del país no se pronunciarían en materias de política nacional, dejando cucualquier opinión en manos del arzobispo de México). No sólo eso, México fue uno de los pocos países del mundo en el que el delegado apostólico fue un obispo del propio país. Esto fue así en el periodo 1927-1951. Durante este tiempo, la representación de la Santa Sede en México fue ejercida sucesivamente por los arzobispos Pascual Díaz Barreto (de la ciudad de México de 1929 a 1936), [[Leopoldo Ruiz y Flores]] (de Morelia de 1936 a 1941) y [[Luis María Martínez]] (de la ciudad de México de 1941 a 1951).
 
Al hacerlo así, se constituyó en México lo que distintos analistas de las relaciones Estado-Iglesia han calificado como un ''modus vivendi'', un "modo de vivir" entre las autoridades civiles que optaban por no aplicar las leyes y las autoridades religiosas que decidieron no disputar de manera pública las condiciones que les habían sido impuestas.
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alquier opinión en manos del arzobispo de México). María Martínez]] (de la ciudad de México de 1941 a 1951).
 
AlDurante hacerloeste asíperiodo, selas constituyórelaciones Iglesia-Estado en México looscilaron quede distintosbuenas analistascon de[[Manuel lasÁvila relacionesCamacho]], Estado-Iglesiael hanprimer calificadopresidente comoen unmucho ''modustiempo vivendi''en declararse públicamente como católico, una "modoexcelentes decon vivir"[[Miguel entreAlemán]] las(monseñor autoridadesLuis civilesMaría queMartínez optabanse porconvirtió noen aplicaruna figura omnipresente en las leyesgiras y lasactividades autoridadespúblicas religiosasdel quepresidente decidieronveracruzano), noa disputarser de maneracolaboración públicacon las[[Adolfo condicionesLópez Mateos]] (quien logró que lesen habíansu sidocampaña presidencial de impuestas.1958 un sacerdote en el de Zacatecas--Antonio Quintanar, párroco de Tlaltenango--pronunciara, a pesar del artículo 130, un discurso apoyando su candidatura el 1 de febrero de ese año), a tensas con [[Luis Echeverría Álvarez]] y finalmente a insostenibles con [[José López Portillo]], quien debió asistir--acaso sin reconocerlo--a los "funerales públicos" del modus vivendi y la legislación entonces vigente en México. Lo que es más, los "funerales" fueron presididos por el entonces recién electo [[Papa]] [[Juan Pablo II]].
 
Juan Pablo II acudió a México, en enero de 1979, a inaugurar la tercera [[Conferencia General del Episcopado Latinoamericano]] en [[Puebla]], México. Sin embargo, su viaje motivó una serie de espontáneas expresiones de apoyo y alegría por su presencia en la capital del país, que hicieron impensable la aplicación de lo dispuesto por el artículo 130 de la constitución y sus leyes reglamentarias, en materia de expresiones de culto público.