Diferencia entre revisiones de «Rubén Darío»
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{{Ficha de persona |
descripción = Rubén Darío fue llamado "El príncipe de las letras castellanas" y "Padre del modernismo"|
fecha de nacimiento = [[18 de enero]] de [[1867]]|
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== Biografía ==
=== Comienzos ===
Fue el primer hijo del matrimonio formado por Manuel García y Rosa Sarmiento, quienes se habían casado en León el [[26 de abril]] de [[
Aunque según su fe de bautismo el primer apellido de Rubén era García, la familia paterna era conocida desde generaciones por el apellido Darío. El propio Rubén lo explica en su autobiografía:
{{cita|Según lo que algunos ancianos de aquella ciudad de mi infancia me han referido, un mi tatarabuelo tenía por nombre Darío. En la pequeña población conocíale todo el mundo por don Darío; a sus hijos e hijas, por los Daríos, las Daríos. Fue así desapareciendo el primer apellido, a punto de que mi bisabuela paterna firmaba ya Rita Darío; y ello, convertido en patronímico, llegó a adquirir valor legal; pues mi padre, que era comerciante, realizó todos sus negocios ya con el nombre de Manuel Darío [...]<ref> Rubén Dario, ''Autobiografía. Oro de Mallorca''. Introducción de Antonio Piedra. Madrid: Mondadori, 1990 (ISBN 84-
[[Archivo:Basilica-de-la-Asuncion.JPG|thumb|
La niñez de Rubén Darío transcurrió en la ciudad de León, criado por sus tíos abuelos Félix y Bernarda, a quienes consideró en su infancia sus verdaderos padres (de hecho, durante sus primeros años firmaba sus trabajos escolares como Félix Rubén Ramírez). Apenas tuvo contacto con su madre, que residía en Honduras, ni con su padre, a quien llamaba "tío Manuel".
Sobre sus primeros años hay pocas noticias, aunque se sabe que a la muerte del coronel Félix Ramírez, en [[1871]], la familia pasó apuros económicos, e incluso se pensó en colocar al joven Rubén como aprendiz de sastre. Según su biógrafo Edelmiro Torres, asistió a varias escuelas de la ciudad de [[León (Nicaragua)|León]] antes de pasar, en los años [[1879]] y [[
Lector precoz (según su propio testimonio aprendió a leer a los tres años<ref>Entre los primeros libros que menciona haber leído están el [[Quijote]], [[Las mil y una noches]], la Biblia y las obras de [[Leandro Fernández de Moratín|Moratín]] (ref. Rubén Darío, ''op. cit.'', p. 5) </ref>), pronto empezó también a escribir sus primeros versos: se conserva un [[soneto]] escrito por él en 1879, y publicó por primera vez en un periódico poco después de cumplir los trece años: se trata de la [[elegía]] ''Una lágrima'', que apareció en el diario ''El Termómetro'', de la ciudad de [[Rivas (ciudad)|Rivas]], el [[26 de julio]] de 1880. Poco después colaboró también en ''El Ensayo'', revista literaria de León, y alcanzó fama como "poeta niño". En estos primeros versos, según [[Teodosio Fernández]]<ref>Fernández, Teodosio: ''Rubén Darío''. Madrid, Historia 16 Quórum, 1987. Colección "Protagonistas de América" (ISBN 84-7679-082-1), p. 10 </ref> sus influencias predominantes eran los poetas españoles de la época [[José Zorrilla|Zorrilla]], [[Ramón de Campoamor|Campoamor]], [[Gaspar Núñez de Arce|Núñez de Arce]] y [[Ventura de la Vega]]. Más adelante, sin embargo, se interesó mucho por la obra de [[Víctor Hugo]], que tendría una influencia determinante en su labor poética. Sus obras de esta época muestran también la impronta del pensamiento [[liberalismo|liberal]], hostil a la excesiva influencia de la [[Iglesia católica]], como es el caso su composición ''El jesuita'', de [[1881]]. En cuanto a su actitud política, su influencia más destacada fue el [[Ecuador|ecuatoriano]] [[Juan Montalvo]], a quien imitó deliberadamente en sus primeros artículos periodísticos.<ref> Rubén Darío, ''op. cit.'', p. 18 </ref> Ya en esta época (contaba catorce años) proyectó publicar un primer libro, ''Poesías y artículos en prosa'', que no vería la luz hasta el cincuentenario de su muerte. Poseía una superdotada memoria, gozaba de una creatividad y retentiva genial, y era invitado con frecuencia a recitar poesía en reuniones sociales y actos públicos.
En diciembre de ese mismo año se trasladó a [[Managua]], capital del país, a instancias de algunos políticos liberales que habían concebido la idea de que, dadas sus dotes poéticas, debería educarse en [[Europa]] a costa del erario público. No obstante, el tono [[anticlericalismo|anticlerical]] de sus versos no convenció al presidente del Congreso, el conservador [[Pedro
=== En El Salvador ===
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En [[1896]], en Buenos Aires, publicó dos libros cruciales en su obra: ''[[Los raros]]'', una colección de artículos sobre los escritores que, por una razón u otra, más le interesaban; y, sobre todo, ''[[Prosas profanas y otros poemas]]'', el libro que supuso la consagración definitiva del [[Modernismo (literatura en español)|Modernismo literario en español]]. Como el propio Rubén explica en su autobiografía, con el tiempo los poemas de este libro alcanzarían una gran popularidad en todos los países de lengua española. Sin embargo, en sus comienzos no fue tan bien recibido como hubiera sido de esperar.
Las peticiones de Darío al gobierno nicaragüense para que le concediese un cargo diplomático no fueron atendidas; sin embargo, el poeta vio una posibilidad de viajar a Europa cuando supo que ''La Nación'' necesitaba un corresponsal en España que informase de la situación en el país tras el [[desastre de 1898]]. Es a propósito de la intervención militar de los Estados Unidos en Cuba que Rubén Darío acuña, dos años antes que lo hiciera [[José Enrique Rodó]], la oposición metafórica entre Ariel (personificación de Latinoamérica) y Calibán (el monstruo que representa metafóricamente los Estados Unidos).<
=== Entre París y España ===
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En [[1899]], Rubén Darío, que continuaba legalmente casado con Rosario Murillo, conoció, en la [[Casa de Campo]] de Madrid, a Francisca Sánchez del Pozo, campesina analfabeta, natural de [[Navalsauz]], en la [[provincia de Ávila]], que se convertiría en la compañera de sus últimos años.
En el mes de abril de [[1900]] Darío visitó por segunda vez París, con el encargo de ''La Nación'' de cubrir la [[Exposición Universal de París (
En los primeros años del [[siglo XX]], Darío fijó su lugar de residencia en la capital de [[Francia]], y alcanzó una cierta
En [[1902]] conoció en la capital francesa a un joven poeta español, [[Antonio Machado]], declarado admirador de su obra. En marzo de [[1903]] fue nombrado cónsul de Nicaragua, lo cual le permitió vivir con mayor desahogo económico. Al mes siguiente nació su segundo hijo con Francisca, que moriría también de corta edad. Durante esos años, Darío viajó por Europa, visitando, entre otros países, el [[Reino Unido]], [[Bélgica]], [[Alemania]] e [[Italia]].
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::{{cita|Bien vengas, mágica águila de alas enormes y fuertes<br />a extender sobre el Sur tu gran sombra continental,<br />a traer en tus garras, anilladas de rojos brillantes,<br />una palma de gloria, del color de la inmensa esperanza,<br />y en tu pico la oliva de una vasta y fecunda paz.}}
Este poema fue muy criticado por algunos autores que no entendieron el súbito cambio de opinión de Rubén con respecto a la influencia de Estados Unidos en Latinoamérica. En Río de Janeiro, el poeta protagonizó un oscuro romance con una aristócrata, tal vez la hija del embajador [[Rusia|ruso]] en [[Brasil]]. Parece ser que por entonces concibió la idea de [[divorcio|divorciarse]] de Rosario Murillo, de quien llevaba años
Interrumpió su tranquilidad la llegada a París de su esposa, Rosario Murillo, que se negaba a aceptar el divorcio a menos que se le garantizase una compensación económica que el poeta juzgó desproporcionada. En marzo de [[1907]], cuando iba a partir para París, Darío, cuyo [[alcoholismo]] estaba ya muy avanzado, cayó gravemente enfermo. Cuando se recuperó, regresó a París, pero no pudo llegar a un acuerdo con su esposa, por lo que decidió regresar a Nicaragua para presentar su caso ante los tribunales.
=== Embajador en Madrid ===
Tras dos breves escalas en Nueva York y en [
Durante el desempeño de su cargo diplomático, se enemistó con su antiguo amigo Alejandro Sawa, quien le había solicitado ayuda económica sin que sus peticiones fueran escuchadas por Darío. La correspondencia entre ambos da a entender que Sawa fue el verdadero autor de algunos de los artículos que Darío había publicado en ''La Nación''.<ref>Teodosio Fernández, ''op. cit.'', p. 126 </ref>
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