Diferencia entre revisiones de «República Democrática Alemana»

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Sin embargo, los bienes de consumo escaseaban en algunos ámbitos. Por ejemplo, para comprar un coche, los interesados debían inscribirse en una lista y esperar hasta quince años para conseguir el modelo deseado. En parte, se permitía la existencia de un mercado negro para compensar la espera con el pago de un precio mayor.
 
Los precios y los sueldos eran en su mayoría establecidos por el estado. Debido a las subvenciones existentes, el precio de venta de los productos de primera necesidad era uniforme. Los electrodomésticos y otros bienes de consumo que podían ser exportados a cambio de divisas, por el contrario, solían ser muy caros en comparación con el poder adquisitivo de la gente. El alquiler de una vivienda, sin contar con la calefacción, podía costar de 30 a 120 marcos dependiendo del equipamiento. Una televisión en color en los años 80 costaba 7.000 marcos, una barra de pan cinco [[Pfennig|pfennigpeniques]], por el típico coche [[Trabant]] se pagaba 10.000 marcos si se trataba de un modelo nuevo y con periodo de espera, o 30.000 sin espera. Entre los expertos valía la fórmula: el doble del precio del coche nuevo menos mil marcos por año de uso. En 1988, el 55% de todos los hogares tenía su propio coche, mientras que en el año 69, el 14% y en 1980, el 38%. En contraste, en el año 1988 el 61% de los hogares de la República Federal Alemana poseía uno o varios coches. La construcción de casas unifamiliares se permitía en los primeros años con muchas limitaciones debido a la escasez de materiales de construcción, sin embargo, experimentó un cierto crecimiento en los años 80 debido a que no eran suficientes para todos. El sueño alemán era tener una casa con jardín, viajar a Cuba, Hungría, Bulgaria y a la Unión Soviética.
 
Los salarios de los barrios residenciales no eran tan homogéneos como lo son hoy en día en muchos países occidentales. Las personas que pertenecían a diferentes grupos sociales vivían a menudo en el mismo barrio. Sin embargo, los altos cargos del partido y los colaboradores de muchos órganos estatales se concentraban en las viviendas cedidas por el gobierno en zonas residenciales especiales. Una vendedora ganaba entre 600 y 800 marcos, un ingeniero entre 500 y 1200 marcos, y un trabajador de la construcción entre 900 y 1800 marcos. Se diferenciaban en la cuantía de su salario, y también en su capacidad de ahorro (ingreso residual), aunque las diferencias salariales no eran tan grandes como en los países industrializados de Occidente. Los obreros eran muy solicitados y ganaban a menudo lo mismo o más que los médicos más reconocidos. Casi no se podían distinguir los diferentes estatus sociales en el día a día por la constante escasez que existía en el país, las diferencias apenas eran perceptibles (por ejemplo los médicos tenían preferencia para la conexión de la red telefónica a causa de los servicios de urgencia). Sin embargo, los que se lo podían permitir, viajaban con frecuencia dentro del bloque oriental y adquirían artículos de consumo provenientes de Occidente, distinguiéndose así de las masas.