Diferencia entre revisiones de «Francisco Franco»

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== Carrera militar ==
Fue ascendido a [[teniente]]. Dos años más tarde, fue destinado a [[Marruecos]]. Los esfuerzos españoles por ocupar físicamente su nuevo protectorado en [[África]] provocó la prolongada [[Guerra del Rif]] (1909–1927) con los marroquíes. Las tácticas usadas dieron lugar a grandes pérdidas entre los oficiales del [[Ejército Español]], pero también le dieron la oportunidad de ascender por sus méritos. Se decía que en la guerra los oficiales recibirían «''un ataúd o una faja de general''».
Fue.
 
En el desastre político-militar que fueron las guerras de Marruecos, se había establecido una práctica nefasta, contra toda lógica militar sensata. Los ascensos y medallas solían concederse para recompensar un mal entendido heroísmo, que se medía en función del número de heridas recibidas, y no de los resultados militares reales, desconsiderando las pérdidas de vidas humanas, sacrificadas en ataques a pecho descubierto. Este sistema de valoración de méritos propició, ascensos y recompensas a los oficiales de infantería y caballería supervivientes de algunos disparatados ataques, en detrimento de otros militares, tales como artilleros y médicos, o los destinados en servicios de intendencia, sin cuyo concurso la guerra no podía llevarse a cabo con éxito. En este contexto, Franco se ganó pronto la reputación de ser un buen oficial. Se incorporó a la recién formada ''Fuerzas Regulares Indígenas'', unidad colonial española que actúaban como fuerzas de choque.
 
En [[1916]], a la edad de 23 años fue ascendido a [[capitán]], fue gravemente herido en una escaramuza en ''El Biutz''. Su supervivencia le mereció la fama de «''hombre de baraka''» (buena suerte) a los ojos de las tropas nativas. También se le propuso, sin éxito, para la más alta recompensa militar al valor del Ejército Español, la codiciada [[Cruz Laureada de San Fernando]]. En lugar de ello, fue ascendido a [[comandante]], convirtiéndose en uno de los más jóvenes oficiales en alcanzar dicho empleo del [[Ejército Español]].
 
Desde 1917 hasta 1920, dejó Marruecos y fue asignado a la Península. Aquél año, el [[teniente coronel]] [[José Millán Astray]], un histriónico pero carismático oficial, fundó la "Legión Extranjera", unidad similar a la [[Legión Extranjera Francesa]]. Franco se convirtió el segundo en el mando en la Legión, y regresó a [[África]].
 
El [[24 de julio]] de [[1921]], el mal comandado y exhausto [[Ejército Español]] sufrió una aplastante derrota en Annual a manos de las tribus rifeñas, encabezadas por los hermanos de Abd el Krim. La Legión simbólicamente, si no materialmente, salvó a los enclaves españoles de [[Melilla]] después de una agotadora jornada de tres marchas forzadas dirigidas por Franco. En 1923, fue nombrado comandante de la Legión.
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El 15 de febrero de 1935 el Gobierno le concedió la Gran Cruz del Mérito Militar y le nombró Jefe de las tropas de [[Marruecos]]. Sólo tres meses después de tomar posesión de su cargo en África, tras otra crisis política que propicia una nueva remodelación del Gobierno, y entrando [[Gil-Robles]] como ministro de la Guerra, Franco regresa a la península nombrado Jefe del Estado Mayor, cargo de máximo prestigio que desempeñará hasta el triunfo del Frente Popular en febrero de 1936.
 
=== Elecciones Generales de 1936 ===
==
A finales de 1935 la corrupción del gobierno [[Lerroux]] es destapada por el caso ''[[Estraperlo|straperlo]]''. El Presidente [[Alcalá Zamora]] le exige la dimisión, cae el gobierno y deben convocarse nuevas elecciones. Con la caída del gobierno, ante la expectativa de unas elecciones en las que existe la posibilidad de que las gane la izquierda, arrecian los movimientos en contra de la [[Segunda República Española|República]]. La [[CEDA]] y sectores del Ejército conspiran para impedir la consulta mediante un [[golpe de Estado]]. Franco es requerido desde sectores militares y civiles para que participe en el complot; pero éste, sin rechazarlo, no se une al mismo, manteniendo una posición ambigua. Se conoce el encuentro que tuvo con [[José Antonio Primo de Rivera|Primo de Rivera]], jefe de la [[Falange Española de las JONS|Falange]], días antes de las elecciones por las ''memorias'' de [[Ramón Serrano Súñer|Serrano Súñer]], amigo de ambos:
{{cita|Fue una entrevista pesada y para mí incómoda. Franco estuvo evasivo, divagatorio y todavía cauteloso. Habló largamente; poco de la situación de [[España]], de la suya y de la disposición del Ejército, y mucho de anécdotas y circunstancias del comandante y el teniente coronel tal,... [...] José Antonio quedó muy decepcionado y apenas cerrada la puerta del piso tras la salida de Franco (habíamos tomado la precaución de que entraran y salieran por separado) se deshizo en sarcasmos hasta el punto de dejarme a mí mismo molesto, pues al fin y al cabo era yo quien los había recibido en mi casa. "Mi padre –comento José Antonio- con todos sus defectos, con su desorientación política era otra cosa. Tenía humanidad, decisión y nobleza. Pero estas gentes..."| ''Memorias'', Serrano Súñer.<ref>Fernández 1983, Pg. 58</ref>}}
 
En enero de 1936, los rumores de la preparación de un golpe militar y su supuesta participación en el mismo se extendieron hasta llegar a conocimiento del presidente del Consejo Provisional [[Manuel Portela]]. Portela envió al director general de Seguridad Vicente Santiago al ministerio de la Guerra para que se entrevistase con Franco; éste, todavía jefe del Estado Mayor, se mostró nuevamente esquivo, manifestándole que no conspiraría hasta que no existiese un "peligro comunista en España".<ref>''Mantenía el mismo tono cauto que había empleado con [[José Moscardó|Moscardó]] pocos días antes. No obstante, dio una respuesta de doble filo''. Preston 1994, Pg. 148.</ref>
 
Las elecciones del 16 de febrero de 1936 fueron ganadas por el [[Frente Popular (España)|Frente Popular]]. ''Tanto Franco como Gil-Robles, de manera coordinada, trabajaron incansablemente para revocar la decisión de las urnas''. El 17 de febrero a las tres y cuarto de la madrugada, nada más conocerse los resultados, Gil-Robles se dirigió al ministerio de la Gobernación y, entrevistándose con Portela, intentó convencerle para que suspendiera las garantías constitucionales y decretara la ley marcial.<ref>''Le convenció hasta el punto de consentir en declarar el estado de alarma y telefonear a Alcalá Zamora solicitando la autorización para decretar la suspensión de las garantías constitucionales e imponer la ley marcial.'' Preston 1994, Pg. 150.</ref> Paralelamente Franco, esa noche, telefoneó al director de la [[Guardia Civil]] el [[Sebastián Pozas Perea|general Pozas]] quien se mostró contrario a la iniciativa. Posteriormente presionó al ministro de la Guerra, el general [[Nicolás Molero]], para que impusiera la ley marcial y obligara a Pozas a sacar a la Guardia Civil a la calle.
 
A la mañana siguiente se reunió el Gobierno para debatir sobre la implantación de la ley marcial. Resultado de la reunión fue la declaración del ''estado de alarma'' durante ocho días y otorgar a Portela la potestad de declarar la ley marcial en el momento que lo estimase oportuno. Franco, aprovechando el conocimiento que tuvo de la potestad otorgada, como Jefe del Estado Mayor, envió órdenes a las diferentes regiones militares. [[Zaragoza]], [[Valencia]], [[Alicante]] y [[Oviedo]] decretaron el Estado de Guerra, otras capitanías se mostraron indecisas; pero, principalmente, al no sumarse la Guardia Civil a la intentona, ésta se vio frustrada. Ante el fracaso, ''cuando Franco por fin vio al jefe de gobierno por la tarde, hábilmente jugó a dos bandas. En los términos más corteses, Franco le dijo a Portela que, ante los peligros que constituía un posible gobierno del Frente Popular, le ofrecía su apoyo y el del Ejército si permanecía en el poder''.<ref>Preston 1994, Pg. 152</ref>
 
Tras las elecciones, y superados estos incidentes, Azaña fue nombrado Presidente del Gobierno. [[Historiador]]es coinciden en que Azaña no advirtió la magnitud de la conspiración minusvalorándola. Conocía la existencia del complot aunque no conociera los detalles ni exactamente sus participantes, también sabía el ambiente conspiratorio presente en la derecha y en sectores del Ejército; y entre las escasas medidas que tomó, una fue la de alejar de los centros del poder a aquellos generales que consideraba más proclives al pronunciamiento. El general [[Manuel Goded|Goded]] fue destinado a las [[islas Baleares]] y Franco, perdiendo la jefatura del Estado Mayor, fue enviado como comandante general a las [[islas Canarias]].<ref>Azaña creyó contar con el [[General Mola]], nombrándolo gobernador militar de [[Pamplona]] y jefe de la región del Norte. Bachoud 2000, Pg. 127</ref> Franco lo consideró como un destierro.
 
Como hubo que repetir las elecciones en dos circunscripciones, [[Cuenca]] y [[Granada]], la CEDA ofreció a Franco un puesto en las listas de [[Cuenca]] que le garantizaba salir elegido. Franco ya estuvo tentado de presentarse a diputado en las elecciones del 1933. Sea que le atrajera la actividad política o que quisiera adquirir la inmunidad parlamentaria, Franco aceptó; pero presentándose en esa misma lista [[José Antonio Primo de Rivera]], éste no admitió compartir lista con Franco y lo vetó. Serrano Súñer viajó a [[Canarias]], se supone que con la misión de convencerle para que se retirase; el resultado del viaje fue que Franco renunció a presentarse.<ref>Franco, diez años después, dirá que lo que pretendía presentándose era acercarse a Madrid. Bachoud 2000, Pg. 128.</ref>
=== Conspiración ===
Desde sus comienzos, la [[Segunda República Española|República]] estuvo amenazada por tramas conspirativas. Franco fue requerido para participar en estas conspiraciones mostrándose siempre indeciso y ambiguo. El verano de 1933, el [[José Sanjurjo|general Sanjurjo]], desde la cárcel diría: ''"Franquito es un cuquito que va a lo suyito"''. En 1936 no habría cambiado de opinión: "Franco no hará nunca nada porque es un cuco".<ref> Preston 1994, Pg. 119, 173.</ref> las ''memorias'' de [[Ramón Serrano Súñer|Serrano Súñer]] revelan la exasperación que produjo en [[José Antonio Primo de Rivera]] su indeterminación. Y en junio de 1936 sus compañeros, los generales implicados en la conspiración, se referían a él como ''"Miss Islas Canarias 1936"'' para significar sus vacilaciones e indecisión:<ref>Preston 1994, Pg. 173.</ref>
 
{{cita|La imprecisión, vacilaciones y coqueteos políticos de Franco llegaron a enfurecer de tal manera a Mola y al grupo de conspiradores de [[Pamplona]] que éstos acabaron llamándole en privado con el mote de "miss Islas Canarias 1936".| José Mª Iribarren, conversación con Stanley G. Payne en Pamplona el 25/11/1958.<ref>Stanley G. Payne, ''Los militares y la política en la España contemporánea, Ruedo Ibérico, París 1968, Pg. 291.</ref>}}
Tras el triunfo del Frente Popular en febrero de 1936 estas tramas conspirativas convergen y adquieren fuerza. Fracasados los esfuerzos para proclamar la ley marcial que anulase las elecciones, los conspiradores continuaron reuniéndose. El 8 de marzo, un día antes de que partiera con destino a las [[islas Canarias]], Franco asistió a una reunión con otros generales en el domicilio del corredor de bolsa José Delgado, amigo de [[Gil-Robles]]. Entre otros, se reunieron [[General Mola|Mola]], [[Joaquín Fanjul|Fanjul]], Varela y [[Luis Orgaz Yoldi|Orgaz]], así como el coronel [[Valentín Galarza Morante|Valentín Galarza]], jefe de la UME ([[Unión Militar Española]]). Los reunidos decidieron que el golpe lo comandara Sanjurjo, ''Franco se limitó a sugerir astutamente que cualquier pronunciamiento debería carecer de etiqueta determinada alguna. No contrajo compromisos firmes''.<ref>Preston 1994, Pg. 160.</ref> ''De una u otra forma, se había visto involucrado en la conspiración contra el Frente Popular desde un comienzo, y, sin embargo, se mostraba muy reticente a comprometerse en cualquier propuesta específica de revuelta armada''.<ref> Payne 1992, Pg. 30</ref>
 
Con Franco en Canarias, la sublevación sigue su curso. Mola, designado por Sanjurjo, se encargó de coordinar los preparativos. En abril dio su primera instrucción en la que incluía los métodos que debería seguirse en el momento del golpe: "Se tendrá en cuenta que la acción ha de ser en extremo violenta, para reducir lo antes posible al enemigo, que es fuerte y bien organizado. Desde luego, serán encarcelados todos los directivos de los partidos políticos, sociedades o sindicatos no afectos al Movimiento, aplicándose castigos ejemplares a dichos individuos, para estrangular los movimientos de rebeldía o huelga".<ref>Preston 1994, Pg. 168.</ref> Los dos próximos meses, Mola los dedicará a preparar el golpe de Estado.
 
Franco, informado puntualmente de la conspiración, en todo momento se mostró reticente. Según [[Paul Preston]], "La idea de no poder dar marcha atrás ni cambiar de opinión debía ser para él poco menos que una de las torturas del infierno". Ante el entusiasmo del general Orgaz, Franco le comentaría: "Estás realmente equivocado, va a ser enormemente difícil y muy sangriento. No contamos con todo el ejército, la intervención de la [[Guardia Civil]] se considera dudosa y muchos oficiales se pondrán del lado de la autoridad constitucional, algunos porque es más cómodo; otros, a causa de sus convicciones. No se debe olvidar de que el soldado que se rebela contra la autoridad constitucional nunca puede echarse atrás ni rendirse, porque será fusilado sin pensárselo dos veces".<ref>Preston 1994, Pg. 168.</ref>
 
Mola, en un segundo comunicado, el 25 de mayo, concretaba las estrategias para el levantamiento en las diferentes regiones militares. En ese momento, Franco todavía se muestra indeciso. El 30 de mayo un emisario de los conspiradores llegó a Canarias para asegurar su participación y que abandonase "tanta prudencia". El coronel Yagüe le dijo a [[Ramón Serrano Súñer|Serrano Súñer]] que le desesperaba ''la mezquina cautela de Franco y su negativa a correr riesgos''.<ref>''El propio Serrano Súñer se quedó perplejo cuando Franco le dijo que lo que en realidad le hubiese gustado habría sido trasladar su residencia al sur de [[Francia]] y dirigir la conspiración desde allí''. ''Memorias'' de Serrano Suñer. En Preston 1994, Pg. 169.</ref> Mola también se sintió molesto, consideraba que la participación de Franco, con su prestigio entre la derecha española y en el Ejército, era imprescindible para el éxito del pronunciamiento.
 
La situación social se agravó en estos meses. El paro se disparó y las dificultades para hacer avanzar las reformas frustraban las expectativas que suscitó el triunfo del Frente Popular. Los enfrentamientos en la calle se multiplicaron. ''[[Falange Española de las JONS|La Falange]] practica su táctica de acoso e intenta crear un clima de terror. La Falange y los anarquistas practican la "acción directa". Una locura asesina a la que el tiempo otorgará la dimensión de suicida se apodera de los anarquistas y los campesinos pobres''.<ref>Bachoud 2000, Pgs. 128-129.</ref> El odio y el temor al adversario se hizo presente lo mismo en la izquierda como en la derecha. La inacción del Gobierno ante la violencia y el catastrofismo de la prensa y los líderes derechistas alimentaron el pánico de las clases media y alta a la amenaza ''comunista''.<ref>''Dicho pánico lo nutría reiteradamente la prensa derechista y los muy difundidos discursos insidiosos de Gil Robles y el beligerante líder monárquico [[José Calvo Sotelo]]. Sus denuncias del desorden hallaban una justificación espuria en la violencia callejera provocada por las escuadras terroristas de la Falange. A su vez, las actividades de las bandas falangistas eran financiadas por los mismos monárquicos que estaban detrás del golpe militar''. Preston 1994, Pg. 169.</ref> Y la oligarquía financiera y los [[terrateniente]]s se retiraban, algunos a [[Biarritz]] o [[París]], permaneciendo a la expectativa o sumándose con su financiación a la conspiración.
 
Los rumores de la conspiración debieron llegar al Gobierno, pero éste, como en el caso de la violencia, no actuó con la suficiente firmeza.<ref> ''La lectura de las memorias de Azaña nos revela que se tiende constantemente a minimizar los peligros que amenazaban a la república''. Bachoud 2000, Pg 113.</ref> El entonces ministro de la Guerra y presidente del Gobierno, [[Casares Quiroga]], quiso decapitar la conspiración de [[Marruecos]] desplazando al coronel [[Juan Yagüe|Yagüe]], pero titubeó ante la cerrazón de éste y lo mantuvo en su puesto. También, un intento de descubrir la conspiración se frustró. El general Mola fue señalado como posible conspirador. El 3 de junio se envió a [[Pamplona]] decenas de camiones cargados de policías para efectuar un minucioso registro (con la excusa de investigar el tráfico de armas a través de la frontera francesa), pero Mola fue advertido por el coronel Galarza con tiempo suficiente para ocultar cualquier huella de la conspiración.
 
El 23 de junio Franco envió una carta al presidente del Gobierno [[Santiago Casares Quiroga|Casares Quiroga]] advirtiéndole del descontento existente en el seno de ejército y brindándose para corregir esa situación. ''La carta era una obra maestra de ambigüedad. Se insinuaba claramente que si Casares concedía el mando a Franco, podría desbaratar las conspiraciones. En esa etapa, Franco, ciertamente habría preferido lo que él consideraba restaurar el orden, con la sanción legal del gobierno, en vez de arriesgarlo todo en un golpe''.<ref> Preston 1994, Pg. 171.</ref> ''Muchas veces se ha sugerido la pregunta sobre cuáles eran las intenciones de Franco. Algunos han querido ver en esta carta una última muestra de lealtad hacia el gobierno legítimo. Otros la han interpretado como una maniobra destinada a cubrirse las espaldas en caso de fracaso''.<ref>Bachoud 2000, Pg. 131.</ref> En la carta se instaba al gobierno para que se dejase aconsejar por los generales que, "exentos de pasiones políticas", se preocupaban por las inquietudes y preocupaciones de sus subordinados ante los graves problemas de la Patria. Casares Quiroga no respondería a la carta.<ref>Bachoud 2000, Pg. 131</ref>
 
A finales de junio los preparativos del pronunciamiento estaban prácticamente ultimados, únicamente faltaba cerrar el acuerdo con los carlistas y asegurar la participación de Franco. Yagüe y Francisco Herrera (amigo personal de Gil-Robles) recibieron el encargo de convencerle para que se sumarse, y a finales de junio Franco debió llegar a algún compromiso, porque el 1 de julio Herrera llegó a Pamplona para que Mola diese el visto bueno al plan según el cual se alquilaría un avión para que trasladase a Franco desde Canarias a [[Marruecos]].
 
El 3 de Julio Mola dio el visto bueno al plan. El día 4 el financiero [[Juan March]], instalado en Biarritz, entregó un cheque en blanco al [[Juan Ignacio Luca de Tena|marqués de Luca de Tena]], propietario del diario [[ABC]], para financiar la operación. El avión se alquiló en [[Londres]], un ''[[De Havilland DH.89 Dragon Rapide|Dragon Rapide]]'' que el día 12 ya se encontraba en [[Casablanca]] en espera de concretarse el día del pronunciamiento. Ese mismo día Franco envió un comunicado cifrado a Mola en el que planteó su retirada alegando ''"geografía poco extensa"'', lo que significaba que no se unía al plan por considerar que no se contaba con suficientes apoyos. Cuando Mola leyó el mensaje, ''montó en cólera y furioso tiró el papel al suelo''. El general Sanjurjo sentenciaría: «Con Franquito o sin Franquito» el alzamiento va adelante.<ref>Preston 1994, Pgs. 174-175</ref>
 
El día 13, en Madrid, fue asesinado [[José Calvo Sotelo|Calvo Sotelo]] por miembros de la Guardia de Asalto como represalia por el asesinato de su mando el teniente [[José del Castillo Sáez de Tejada|José del Castillo]]. La noticia de estos asesinatos provocó la indignación general, sectores de la derecha se mostraron especialmente activos y convocaron a la sublevación militar como único medio de restaurar el orden. Numerosos indecisos se sumaron a la conspiración, los rumores de un inminente golpe de Estado se extendieron y, por la tarde, [[Indalecio Prieto]] visitó a Casares en nombre de los socialistas y los comunistas para pedirle que distribuyera armas entre los trabajadores ante la amenaza de pronunciamiento, algo a lo que éste se negó. El día 14 Mola recibe otro mensaje de Franco que le transmite su decisión de unirse a la conspiración. ''Es evidente que el general Franco no se distinguió por su rebeldía o resolución el 18 de julio de 1936, circunstancia que sus hagiógrafos se han encargado de silenciar debidamente''.<ref> "Franco no se sublevó porque la situación fuese insostenible sino porque comprendió que ya no había disyuntiva. El mismo general Sanjurjo había dicho: "Con Franquito o sin Franquito salvaremos a España"". ''¿Para qué...? De Alfonso XIII a Juan III '', Juan Antonio Ansaldo. En Reig Tapia 1996, Pg. 69.</ref>
 
{{cita|A pocas semanas del golpe de Estado, en el momento en que el general Francisco Franco Bahamonde está a punto de convertirse en Franco a secas, hubiese sido decisivo saber si actuaba movido por un sentido del deber o por estrategia. Pero ese general corriente posee un rasgo excepcional: a partir de 1936, hasta su muerte, es y desea ser impenetrable. Nunca, ni en conversaciones privadas ni en entrevistas públicas, revelará cuáles habían sido sus intenciones últimas aquel verano de 1936, y sólo ofrecerá sistemáticamente algunos datos contradictorios.<ref> Bachoud 2000, Pg. 132</ref>}}
 
=== Golpe de Estado ===
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En las grandes ciudades y principales centros industriales fracasó la sublevación. En [[Madrid]], [[Barcelona]], [[Valencia]] y [[Bilbao]] los obreros se adelantaron al titubeante gobierno, se apoderaron de las armas y repelieron a los sublevados. Los ''milicianos'' de Madrid, una vez sofocada la sublevación en la capital, se dirigieron a [[Toledo]] para frustrarla allí. El golpe de Estado había parcialmente fracasado y se inició lo que sería la [[Guerra Civil Española]].
 
== Guerra Civil ==
[[Archivo:Agosto Septiembre 1936.png|thumb|right|350px|Mapa de España a los dos meses de la rebelión militar.]]
{{AP|Guerra Civil Española}}
Tras el [[golpe de Estado]], la [[geografía española]] quedó dividida en dos zonas: la que permaneció fiel a la [[Segunda República española|República]] y la que cayó en manos de los sublevados. Los aproximadamente 130.000 soldados del ejército con plaza en la península y la [[Guardia Civil]], una fuerza de unos 30.000 hombres, se dividieron casi en partes iguales entre sublevados y fieles a la República. Esta igualdad estaba desequilibrada a favor de los sublevados por el ejército de [[África]], perfectamente pertrechado y único del ejército español curtido en el campo de batalla.<ref> Preston 1994, Pg. 196</ref><ref>[[Ramón Salas Larrazábal]] del total de las fuerzas armadas, asigna 116.502 hombres, el 45,31%, a la República y 140.604, el 54,69%, a los sublevados. Contando los rebeldes con la integridad del ejército de África, que cifra en 47.127 hombres, "por su grado de encuadramiento, instrucción y capacitación, podría resultar decisivo en el caso de que lograran pasar a la península". Ramón Salas Larrazábal, ''Los datos exactos de la guerra civil'', Edit. Rioduero, Madrid 1980, Pgs. 61-63.</ref>
 
Los generales sublevados, a pesar de que el golpe fracasó en parte, se mostraron optimistas. Generales como Orgaz se habían aventuraron en la creencia de que el golpe triunfaría en cuestión de horas, a lo sumo días. [[Emilio Mola|Mola]], con el fracaso en [[Madrid]], pensó que la victoria se retrasaría varias semanas, el tiempo que le llevase concluir con éxito una operación de tenaza con las fuerzas del [[Norte]] y las tropas de África avanzando sobre la Capital. Franco fue uno de los generales que más se acercó a la realidad, aun así fue en exceso optimista conjeturando que su consolidación no llegaría hasta el mes de septiembre: "En septiembre volveremos a las [[Canarias]], felices y contentos, después de obtener un rápido triunfo sobre el comunismo"<ref> Preston 1994, Pg. 195, 198.</ref> La realidad fue que al golpe originó una guerra encarnizada que se prolongaría casi tres años.
 
El Gobierno, con su indecisión ante la sublevación, se vio superado por las fuerzas populares que inmediatamente se enfrentaron a los sublevados. Esta decidida reacción, sorprendiendo a los sublevados, hizo fracasar el golpe en zonas donde éstos contaban con su éxito. Este fue el caso de [[Barcelona]] donde fracasó el [[Manuel Goded|general Goded]], uno de los puntales de la conspiración. El paradójico efecto de la sublevación fue que en las zonas donde fracasó, se inició una [[Revolución social española de 1936|revolución social]], justo lo que se supone querían evitar los rebeldes al sublevarse.
 
[[Manuel Azaña]], presidente de la República, cesó a [[Santiago Casares Quiroga|Casares Quiroga]] y encargó la formación de un nuevo gobierno a [[Diego Martínez Barrio|Martínez Barrio]] que intentó formar un gobierno de concentración excluyendo a la [[CEDA]] por la derecha y a los [[Partido Comunista de España|comunistas]] por la izquierda. Barrio creyó que todavía era posible evitar la [[Guerra Civil Española|Guerra Civil]] y el 19 de julio se puso al habla con el [[Emilio Mola|general Mola]], éste descartó toda posibilidad de reconciliación: "Ni pactos de Zanjón, ni abrazos de Vergara, ni pensar otra cosa que no sea una victoria aplastante y definitiva".<ref> Tusell 1999. Cap. ''Un primer balance de fuerzas: España dividida en dos''.</ref> Barrio, el 1 de agosto diría:
 
{{cita|Simplemente se trata de sustituir la voluntad general del pueblo entero por la de una clase deseosa de perpetuar sus privilegios. Ni amor a España, ni inquietud por el cuerpo de la [[Patria]], ni temores de desmembramiento, no zozobra por el desarrollo de su economía. Nada de lo que se ha dicho y propagado es el verdadero origen de la revuelta. Se disfrazan con frases sonoras para encubrir la turbia e inconfundible realidad.<ref> Fernández 1983, Pg. 72-73 </ref>}}
 
El diario ''[[ABC]]'' de [[Sevilla]], ese mismo agosto, recogía una proclama de Franco: "Este es un movimiento nacional, español y republicano que salvará a [[España]] del caos en que se pretendía hundirla. No es el movimiento de defensa de determinadas personas; por el contrario, mira especialmente por el bienestar de las clases obreras y humildes".<ref> ''ABC'', 23 de agosto de 1936. Fernández 1983, Pg. 73-74</ref> Los sublevados pronto se auto denominaron "nacionales" y al levantamiento y posterior Guerra Civil los calificarían de "Cruzada": "Está probado hasta la saciedad que nuestra Cruzada fue una lucha clara como la luz entre el cristianismo y el espíritu del mal".<ref>Revista ''El Ejército'', marzo de 1962. Fernández 1983, Pg. 73-74</ref>
 
El inicio de la Guerra civil desató los odios encubados durante largo tiempo. En el territorio controlado por la República los revolucionarios se dedicaron al asesinato de todos aquellos que identificaba como enemigos. [[Víctimas de la persecución religiosa durante la Guerra Civil Española|Los curas y frailes fueron especialmente perseguidos]] y en las grandes ciudades se generalizaron los ''paseos''. En la zona nacional, al odio se unió la estrategia. [[Juan Yagüe|Yagüe]] tras tomar [[Badajoz]], después de desatar [[Masacre de Badajoz‎|una feroz represión]] que acabó con la vida de miles de personas, comentaría a un periodista: "Naturalmente que los hemos matado, ¿qué suponía usted? ¿iba a llevar a 4.000 prisioneros rojos en mi columna, teniendo que avanzar contra reloj? ¿o iba a dejarlos en retaguardia para que Badajoz fuese roja otra vez?". Desde el primer día se pudo percibir el odio en las proclamas de los sublevados. [[Gonzalo Queipo de Llano|Queipo de Llano]] el 18 de julio, el mismo día del levantamiento, diría a través de Radio [[Sevilla]]: "Los moros cortarán la cabeza a los comunistas y violarán a sus mujeres. Los canallas que aún pretendan resistir serán abatidos como perros”.<ref> Fernández 1983, Pg. 72.</ref>
 
Inmediatamente iniciada la sublevación comenzaron los juicios sumarísimos y los fusilamientos. El General Mola ya había mandado instrucciones días antes de la sublevación: "Ha de advertirse a los tímidos y vacilantes, que aquel que no esté con nosotros está contra nosotros, y que como enemigo será tratado. Para los compañeros que no son compañeros, el movimiento triunfante será inexorable".<ref> Instrucción reservada Nº 5 del General Mola, 20 de junio de 1936. En Reig Tapia 1996, Pg. 70</ref> Los generales Batet en [[Burgos]], Campins en [[Granada]], Romerales en [[Ceuta]], Salcedo, Caridad Pita y el Contralmirante Azarola en [[Ferrol]], Nuñez de Pardo en [[Zaragoza]], así como otros, son fusilados por no sumarse a la sublevación. Y en la zona republicana los generales [[Manuel Goded|Goded]] y Fernández Burriel en Barcelona, [[Joaquín Fanjul|Fanjul]] en Madrid, García Aldave en [[Alicante]], González de Lara en [[Salamanca (España)|Salamanca]], Bosch en [[Menorca]], Patxot en [[Málaga]], también junto a otros, fueron fusilados por sublevarse contra el Estado.<ref> Fernández 1983, Pgs. 72-73. </ref> Cuando llegó Franco a [[Tetuán]], su primo hermano Ricardo de la Puente Bahamonde, comandante del aeródromo, estaba en espera de que se tomase la decisión de fusilarlo por haber permanecido al lado de la República. Franco, ''fingiendo estar enfermo'', cedió el mando para que otro firmase la orden de ejecución.<ref>Bachoud 2000, Pg. 135.</ref> Mola diría: "Esta es una guerra sin consideraciones. Yo veo en las filas contrarias a mi padre y lo mato".<ref> Fernández 1983, Pg. 73. </ref>
 
La Guerra civil fue calificada desde el bando sublevado como una “gran cruzada”, un enfrentamiento entre “la verdadera España” contra la “anti-España”, entre “las fuerzas de la luz” y las “fuerzas de las tinieblas”.<ref>Payne, 2007, p. 109.</ref>
 
=== Primeros meses de guerra ===
Inmediatamente llegó a Tetuán, Franco, entre las primeras medidas que tomó, una fue la de procurar la ayuda internacional. Envió a Bolín en el ''Dragon Rapide'' a Lisboa para informar a Sanjurjo y posteriormente viajar a Italia para garantizar su apoyo y negociar la compra de aviones. También envió emisarios con la misma misión a la Alemania de Hitler. Otras medidas fueron: subir el sueldo a la legión para garantizar su fidelidad, la recluta de mercenarios marroquíes y condecorar al visir Sidi Ahmed el Gamnia con la más prestigiosa medalla al valor militar, la Laureada de San Fernando, para procurarse el beneplácito de [[Marruecos]].<ref> Preston 1994, Pg. 188.</ref>
 
El 20 de julio tiene lugar un acontecimiento crucial en la carrera de Franco hacia la jefatura del Estado. En [[Estoril]] se estrella, al intentar despegar, el avión que, conducido por el falangista [[Juan Antonio Andaldo|Ansaldo]], trasladaba a Sanjurjo a Pamplona. Sanjurjo, el encargado de capitanear el golpe de Estado, muere carbonizado.<ref> El avión de Ansaldo era un pequeño biplano ''[[Puss Moth]]''. Para evitar el control de las autoridades portuguesas se había escogido como campo de aterrizaje un circuito de carreras abandonado cerca de [[Cascais]] y el viento obligó a despegar en dirección a una arboleda. ''A su propio peso, Sanjurjo añadió una gran maleta que contenía uniformes y medallas para su ceremoniosa entrada en Madrid''. El sobrecargado aparato no logró salvar la copa de los árboles. Ésta es la versión del propio Ansaldo que salvó la vida. Posteriormente se extendería la versión de que el motivo fue una bomba puesta por los anarquistas. Preston 1994, Pg. 195.</ref>
 
Entre tanto, Franco se encuentra con dificultades para el traslado de las tropas a la península. Antes de su llegada a [[Tetuán]], por mar, se había logrado transportar a varios cientos de hombres a [[Cádiz]] (tropas que fueron decisivas para la toma de la ciudad) y [[Algeciras (España)|Algeciras]]; pero pronto, las tripulaciones se amotinaron y el transporte de tropas se limitó al que permitían pequeñas [[Faluca]]s marroquíes. Casualmente, el [[Alfredo Kindelán|general Kindelán]], fundador de la aviación española y participante en la sublevación, se encontraba en [[Cádiz]] y propuso a Franco el traslado de tropas por aire. Kindelán organizó un puente aéreo que seguió siendo insuficiente para transportar los más de 30.000 hombres de las tropas africanas.<ref> 17.729 europeos y 15.570 indígenas, en total '''33.299''' según [[Guillermo Cabanellas]] en ''La Guerra de los mil días Nacimiento vida y muerte de la II República'', Edit. Heliasta, Buenos Aires 1975, Vol. 1, Pg. 374. Y '''47.127''' hombres según [[Ramón Salas Larrazábal]] en ''Los datos exactos de la guerra civil'', Edit. Rioduero, Madrid 1980, Pgs. 61-63.</ref>
 
El [[22 de julio]], el [[Juan Ignacio Luca de Tena|Marqués de Luca de Tena]] y el propio Bolín, se entrevistaron con [[Benito Mussolini]] en [[Roma]]. Pocos días después, el 27 de julio de 1936, llegó a España el primer escuadrón de aviones italianos.<ref>[[:wikisource:Speech delivered by Premier Benito Mussolini. Rome, Italy, February 23, 1941|Discurso de Benito Mussolini. Roma, Italia, 23 de febrero de 1941]]</ref> La ayuda alemanna tampoco tardaría en llegar. El 25 de julio el Führer recibe al grupo enviado por Franco. Las primeras reticencias, al conocer la falta de fondos, se salvaron apelando a la lucha contra el peligro comunista. Al terminar la entrevista, [[Hitler]], bajo el nombre de operación ''"Fuego Mágico"'' decidió duplicar la ayuda enviando 20 aviones en lugar de los 10 solicitados. La ayuda se llevó en secreto a través de dos empresas privadas que se crearon para tal fin. Las ayudas de [[Alemania]], como las de [[Italia]], se canalizarían a través de Franco.
 
Los aviones italianos y alemanes se sumaron al transporte de tropas. No obstante, su capacidad seguió siendo insuficiente. Franco esperó la oportunidad para poder transportar las tropas por mar, tomando la decisión de hacerlo el 5 de agosto cuando se consiguió suficiente cobertura aérea. Ese día, anulando la fuerza aérea italiana la resistencia de la marina republicana, se lograron transportar 8.000 soldados. Al día siguiente a la cobertura aérea italiana se sumó Alemania enviando 6 cazas Heinkel He-51 y 95 pilotos y mecánicos voluntarios de la Luftwaffe. ''Desde ese día los rebeldes recibieron con regularidad armamento y municiones de Hitler y Mussolini''.<ref> Preston 1994, Pg. 206.</ref> Los barcos de transporte rebeldes cruzaron el estrecho con regularidad y se intensificó el transporte aéreo. En los tres meses siguientes 868 vuelos transportaron a cerca de 14.000 hombres, 44 piezas de artillería y 500 toneladas de pertrechos, constituyendo una estrategia militar innovadora que contribuyó a aumentar el prestigio de Franco.<ref> Preston 1994, Pgs. 206-207.</ref>
 
El paso del estrecho de las tropas africanas causó el desánimo en la zona republicana donde todavía mantenían el recuerdo de la brutal actuación de estas tropas en octubre del 1934 al sofocar la [[revolución de Asturias]]. Este traslado de tropas supuso un difícil reto que Franco solventó reuelta y brillantemente, posibilitando la consolidación de las posiciones rebeldes en el Sur. A principios de agosto, la situación en el oeste de Andalucía es suficientemente estable y permite organizar una columna de unos 15.000 hombres bajo el mando del entonces [[teniente coronel]] [[Juan Yagüe]] que el 2 de agosto marcha a través de [[Extremadura]] hacia [[Madrid]]. En los dos primeros días logra avanzar 80 kilómetros. ''El terror que rodeaba el avance de los moros y los legionarios fue una de las mejores armas de los nacionales en su camino hacia Madrid''.<ref>''Dado la disciplina férrea con que Franco dirigía las operaciones militares, caben pocas posibilidades de que el uso del terror fuera simplemente un efecto secundario espontáneo o un hecho inadvertido''. Preston 1994, Pg. 208.</ref>
 
Con la superioridad aérea local que les proporcionaba la aviación italiana y alemana, tomaron con facilidad pueblos y ciudades en su camino desde [[Sevilla]] a [[Badajoz]] ([[El Real de la Jaca]], Monasterio, [[Lerena]], [[Zafra]], [[Los Santos de Maimona]], [[Almendralejo]],...). Se practicó un sistemático exterminio de los milicianos de izquierdas y de todo aquel sospechoso de simpatizar con el [[Frente Popular (España)|Frente Popular]]. En Almendralejo se fusiló a mil prisioneros, incluidas cien mujeres.<ref>''después de que las columnas africanas tomaran cada pueblo o ciudad, dejarían tras de sí una matanza de prisioneros y mujeres violadas''. Mijail Koltsov, ''Diario de guerra de España'', París 1963, Pgs 88-89. Preston 1994, Pg. 208.</ref> En a penas una semana avanzarón 200 kilómetros.
 
El 7 de agosto Franco vuela a Sevilla e instala su cuartel general en el lujoso palacio de la marquesa de Yundari.
 
El [[11 de agosto]] es tomada [[Mérida (España)|Mérida]] y el [[15 de agosto]], [[Badajoz]] (tras la toma de esta ciudad se produjo lo que se conoce como la [[masacre de Badajoz]] en la que las tropas moras asesinaron a varios miles de personas) lográndose unir las tropas rebeldes de las dos zonas controladas, Norte y Sur. Las dificultades que Yagüe encontró para tomar Badajóz hicieron que Italia y Alemania se decidan a incrementar su ayuda a Franco. [[Mussolini]] envió un ejército de voluntarios, la [[Corpo Truppe Volontarie]] ([[CTV]]), de unos 12.000 italianos plenamente motorizado, y Hitler, un escuadrón de profesionales de la Luftwaffe (2JG/88) con alrededor de 24 aviones.
 
El 26 de Agosto Franco traslada su cuartel general al palacio de ''Los Golfines'' en [[Cáceres]].
 
El 3 de septiembre las tropas de Franco toman [[Talavera de la Reina|Talavera]]. La publicidad de la ferocidad desplegada por las tropas moras en Badajóz provocó que parte de las milicias republicanas y de la población, huyeran de la ciudad antes de presentar batalla. El [[20 de septiembre]], las columnas llegan a [[Maqueda]], a unos 80 km de [[Madrid]]). La decisión de Franco de avanzar por [[Extremadura]] en lugar de hacerlo directamente por [[Córdoba (España)|Córdoba]], había sido cuestionada; pero después de avanzar a un ritmo vertiginoso más de 500 kilómetros en dos meses, conquistando las principales ciudades del suroeste, su prestigio nuevamente se vio reforzado.
 
Con las tropas en Maqueda, casi a las puertas de Madrid, Franco desvía fuerzas hacia [[Toledo]] para liberar el [[Alcázar de Toledo|Alcázar]]. Esta controvertida decisión permitió a los republicanos reforzar las defensas de [[Madrid]], pero personalmente le supuso un gran éxito propagandístico. El Alcázar era un foco de resistencia donde en los primeros días de la sublevación se habían refugiado un millar de [[Guardia Civil|guardias civiles]] y [[Falange Española de las JONS|falangistas]] con sus mujeres e hijos. Estaban ofreciendo una resistencia desesperada. Las tropas de Franco los liberaron el [[27 de septiembre]], convirtiendo esta liberación en una leyenda y afianzando su posición dentro de los líderes rebeldes.<ref> ''La resistencia del Alcázar se había convertido en un símbolo de heroísmo de los sublevados. Franco, el 22 de agosto, les había prometido enviar refuerzos''. Preston 1994, Pg, 223.</ref><ref>''Su foto con el laureado [[José Moscardó|Moscardó]] y el bilaureado Varela recorrorriendo las ruinas del Alcázar y emocionándose al abrazar a los supervivientes dio la vuelta al mundo y le sirvió para que se le reconociera como jefe del anzamiento militar del 18 de julio''. Fernández 1983, Pg. 75.</ref>
 
=== Ascenso al poder ===
[[José Sanjurjo|Sanjurjo]] había sido elegido por unanimidad para capitanear la sublevación. Con su muerte, la sublevación quedó descabezada, y los fracasos de [[Manuel Goded|Goded]] en [[Barcelona]] y [[Joaquín Fanjul|Fanjul]] en [[Madrid]] dejaron al [[Emilio Mola|general Mola]] sin competidores en la carrera por dirigir el levantamiento.<ref>Preston 1994, Pgs. 196, 199.</ref> El 23 de julio, Mola creó una Junta de Defensa Nacional integrada por siete miembros y encabezada por [[Miguel Cabanellas]] (el general más antiguo) en la que no figuraba Franco. Fue el 3 de agosto cuando Franco es incorporado a la Junta. Para entonces, las primeras unidades de [[África]] habían cruzado el estrecho y Franco disfrutaba de unas relaciones privilegiadas con [[Italia]] y [[Alemania]].<ref> ''En la historia de las negociaciones para conseguir ayuda italiana, Franco tomó la iniciativa y la llevó adelante con pertinaz obstinación. [[Mussolini]] y Ciano [ministro de Asuntos Exteriores italiano] aportaron inequívocamente por Franco en vez de Mola. [...] También en Alemania prosperaron más los contactos de Franco. [...] Franco tuvo la suerte de conseguir el respaldo de activos nazis residentes en Marruecos''. Preston 1994, Pg, 202.</ref> En conversación telefónica, el 11 de agosto, ambos generales valoraron que no era efectivo duplicar los esfuerzos para conseguir la ayuda internacional y Mola cedió a Franco la relación con los que ya eran sus aliados y con ello, el control de los suministros.<ref>Preston 1994. Pg. 210.</ref>
 
A las dificultades que encontró Mola en su avance hacia Madrid (Mola tuvo que distraer tropas para responder al ejército republicano en el norte y su avance se vio frenado en el puerto de [[Somosierra]]) se contrapuso el vertiginoso avance de Franco. Si en los primeros momentos del levantamiento Franco no disponía de posibilidades de liderarlo, ya en septiembre (no habían pasado dos meses) se había convertido en el más sólido candidato para encabezarlo. El 15 de agosto Franco tomó una iniciativa que permite suponer que ya contempla esa posibilidad y que probablemente contribuyó a consolidar su posición. Franco, sin consultar con Mola, en un solemne acto público celebrado en Sevilla, adoptó la bandera roja y gualda. Posteriormente, la Junta de Defensa Nacional, forzada por esta iniciativa, confirmó oficialmente la bandera. Sólo dos semanas antes, Mola había rechazado contundentemente a [[Juan de Borbón y Battenberg|Juan de Borbón]], el heredero de la corona, cuando intentó incorporarse al levantamiento. Franco se aseguraba así el apoyo de los monárquicos.
 
A finales de agosto, Messerchmidt, representante en [[España]] de la operación alemana para enviar los suministros a los rebeldes, se entrevistó con Franco. Inmediatamente después envió el siguiente comunicado a Alemania: "Excuso decir que todo debe quedar en las manos de Franco para que pueda haber un dirigente que lo mantenga todo unido". Franco, por entonces disponía de un grupo de militares ([[Alfredo Kindelán|Kindelán]], [[Nicolás Franco]], [[Luis Orgaz Yoldi|Orgaz]], [[Juan Yagüe|Yagüe]] y [[Millán Astray]]) dispuestos a maniobrar para elevarlo a comandante en jefe y [[jefe de Estado]].<ref> ''El relato de Kindelán deja bien claro que esto se hizo con el conocimiento y la aprobación de Franco''. Preston 1994, Pg. 227</ref>
 
El 14 de septiembre se celebró en [[Burgos]] una reunión de la Junta en la que no se planteó el tema del mando único. El 17 de septiembre Queipo de Llano y Orgaz fueron incorporados a la Junta como vocales; y el 21 de septiembre, convocada por Franco, se reúnió nuevamente la Junta, esta vez en Salamanca. En una reunión tensa, Kindelán insistió reiteradamente, con el apoyo de Orgaz, para que se trataseel tema del mando único. La reunión se había iniciado a las 11 de la mañana, se pospuso al mediodía y al reanudarse a las 4 de la tarde, Kindelán insistió: “Si en el plazo de ocho días no se nombra Generalísimo yo me voy”. Kindelán propuso a Franco y contando incluso con la conformidad de Mola, Franco fue nombrado Jefe de los ejércitos, "Generalísimo". No contó con el apoyo de Cabanellas que propuso una dirección colegiada y recordó las vacilaciones de Franco para unirse al levantamiento hasta el último momento. La reunión terminó con el compromiso de mantener en silencio la decisión hasta que no se publicase en el decreto.<ref>Fernández 1983, Pg. 75.</ref><ref>''La reunión de aquel día le había dejado dudas que le reconcomían sobre su elección como Generalísimo. Detrás del voto casi unánime y las expresiones de apoyo a Franco, podía percibirse frialdad y reticencia por parte de los demás generales''. Preston 1994, Pgs. 228-230.</ref>
 
Ese mismo día, Franco, retrasando el avance sobre Madrid, decide desviar sus tropas hacia [[Toledo]], una plaza mucho más asequible que la capital, para [[Asedio del Alcázar|liberar el Alcázar]].<ref> ''Como resultado de la decisión de Franco, la marcha sobre Madrid se retrasaría del 21 de septiembre al 6 de octubre. Franco perdió dos semanas en la toma de Toledo mientras se ocupaba de lo relativo a su propio ascenso político. esa dilación constituiría la diferencia entre una excelente oportunidad para entrar en Madrid y el hecho de tener que emprender un largo asedio como resultado de la reorganización de las defensas de la capital y la llegada de ayuda extranjera''. Preston 1994, Pg. 225.</ref> El día 27 el Alcázar es liberado y en [[Cáceres]] se celebra una manifestación de exaltación a Franco.<ref> ''Liberando el Alcázar de Toledo, cuya resistencia pronto convertiría la propaganda en gesta legendaria, Franco se apuntó un importante tanto publicitario. Lo hizo en un momento decisivo: cuando los generales nacionalistas deberían tomar una decisión definitiva sobre la unificación militar del mando y, por extensión, sobre la naturaleza del poder político que iba a crearse en la zona nacional''. Fusi 1985, Pgs. 44-45.</ref>
 
Al día siguiente en [[Salamanca (España)|Salamanca]], el 28 de septiembre, se celebró otra reunión de la Junta de Defensa Nacional. Kindelán llevaba preparado un borrador del decreto por el que se nombraría a Franco Generalísimo de los ejércitos y jefe del Gobierno durante el periodo de guerra. Ante las reticencias del resto de miembros de la Junta a unir el mando militar y el político, Kindelán propuso una pausa para almorzar; y en el transcurso de ésta, presionó junto con Yagüe al resto de miembros del consejo para que apoyasen la propuesta. Reanudada la reunión la propuesta fue aceptada por todos excepto por Cabanellas y con las reticencias de Mola. El consejo quedó con el encargo de redactar el decreto definitivo.<ref>’ Preston 1994, Pgs. 233-234.</ref> El general Cabanellas comentaría a miembros de la Junta:
 
{{cita|Ustedes no saben lo que han hecho porque no lo conocen como yo, que lo tuve a mis órdenes en África como jefe de una de las unidades de la columna a mi mando; y si, como quieren va a dársele en estos momentos España, va a creerse que es suya y no dejará que nadie le sustituya en la guerra, ni después de ella, hasta la muerte.<ref> Guillermo Cabanellas, ‘La lucha por el poder’, Editorial Heliasta, Buenos Aires 1973. En Fernández 1983, Pg. 76.</ref>}}
 
Si bien la propuesta de Kindelán contemplaba que el nombramiento fuese durante el periodo de guerra, en el decreto no figuró esa limitación.<ref> ''Ramón Garriga, que más tarde perteneció al servicio de prensa franquista en Burgos, alegó que Franco leyó en el borrador la referencia a que él sería jefe del gobierno de Estado Español sólo provisionalmente "mientras durase la guerra" y que la suprimió antes de someterlo a la firma de Cabanellas''. Preston 1994, Pg. 234.</ref> Y habiendo sido nombrado "Jefe del Gobierno", Franco comenzó a referirse a sí mismo como "Jefe del Estado". Al día siguiente, los medios de comunicación franquistas daban la noticia de que había sido investido "jefe de Estado"; y, también ese mismo día, Franco firmó su primera orden como "jefe de Estado".<ref>Payne 1987, Pg. 130.</ref>
 
=== Desde la batalla de Madrid hasta el final de la Guerra Civil ===
Una vez autonombrado Jefe del Estado, comenzó el culto a su personalidad. ''Se inició una campaña de propaganda al estilo fascista'',<ref>Preston 1994, Pg. 238</ref> la zona sublevada se inundó de carteles con su efigie, los periódicos debían encabezarse con el eslogan: “Una Patria, un Estado, un Caudillo”. Franco escogió, al igual que Mussolíni escogiera “Duce”, la distinción de “caudillo”. A su paso, en sus discursos y en actos públicos se le aclamaba “¡Franco!, ¡Franco!, ¡Franco!” y se difundió masivamente sus supuestas virtudes: inteligencia, voluntad, justicia, austeridad,... Surgieron sus primeros hagiógrafos calificándolo de “Cruzado de Occidente, Príncipe de los Ejércitos”.<ref> Joaquín Arrarás, el que fuera uno de sus primeros biógrafos oficiales. Fernández 1983, Pg. 80.</ref> A su dechado de virtudes se le sumaban dotes excepcionales: “Mejor estratega del siglo”. Expresiones, citas, ocurrencias y discursos suyos se repitieron insistentemente en todos los medios de comunicación. Desde entonces, una de sus obsesiones fue la de controlar los medios de comunicación.
 
Franco envió telegramas a [[Hitler]] y [[Rudolf Hess]] en los que, en tono cordial, les comunicaba su proclamación. Hitler le respondió a través del diplomático alemán Du Moulin-Eckart, quien se entrevistó con Franco el 6 de octubre, ofreciéndole el apoyo de [[Alemania]], pero retrasando el reconocimiento del gobierno rebelde hasta la previsible toma de [[Madrid]]. Du Moulin informó en Berlín de la disposición de Franco: “La amabilidad con la que Franco expresaba su veneración por el Führer y Canciller, su simpatía por Alemania y la delicada efusividad de mi recepción, no permitían ni un momento de duda sobre la sinceridad de su actitud hacia nosotros”.<ref> Preston 1994, Pg. 237. </ref> El 3 de octubre se trasladó a Salamanca ocupando el palacio Episcopal que le ofreció el obispo Pla y Deniel. Una estancia que supone breve, hasta el definitivo traslado a Madrid. El 7 de octubre diría: “Pronto estaré oyendo misa en Madrid”.<ref> Bachoud 2000, Pg.161.</ref> En esta época aumentó su fervor religioso, oía misa diariamente a primeras horas de la mañana, había tardes en las que rezaba el rosario junto a su esposa Carmen Polo y, a partir de entonces, siempre dispuso de un confesor personal.<ref> Preston 1994, Pg 239.</ref><ref>''El cardenal Gomá que informa regularmente a la Santa Sede de la evolución de la situación en la zona nacional, señala al mismo tiempo el constante crecimiento del sentimiento católico entre los dirigentes y entre la población''. Bschoud 2000, Pg. 158</ref>
 
Las dos semanas siguientes a su nombramiento, Franco las dedicó a consolidar su posición de poder, las operaciones militares se retrasaron y hubo que esperar hasta el 18 de octubre para que la ofensiva contra la Capital estuviese perfectamente preparada. El 15 de octubre, habían empezado a llegar al puerto de [[Cartagena]] las primeras armas soviéticas: 108 bombarderos y 50 tanques y 20 coches blindados que se embarcaron para Madrid, proporcionando al ejército de la República una breve igualdad de fuerzas. Desde entonces se iniciaría un nuevo tipo de guerra. Hasta entonces las tropas de África habían avanzado enfrentándose a milicianos mal pertrechados y a componentes de un ejército con escasa experiencia militar. Fue un tipo de guerra parecida a las coloniales que tanto estaban acostumbrados Franco, la Legión y los Regulares. Con la llegada del armamento soviético y la presencia del italiano y alemán, se inició una guerra de frentes en la que este armamento adquirió el protagonismo. No parece que Franco supiera adaptarse a esa nueva circunstancia.<ref> ''Franco seguía anclado en el mundo estratégico de la Gran Guerra''. Preston 1994, Pg. 255.</ref> El 6 de noviembre el ejército franquista estaba frente a Madrid preparado para su asalto final. Ese mismo día el Gobierno de la República había abandonado apresuradamente la Capital, y desde el bando franquista se vaticinaba que en cuestión de horas se presentarían en la [[Puerta del Sol]], centro emblemático de la ciudad.
 
El 8 de noviembre comenzó la [[batalla de Madrid]]. Al ejército franquista dirigido por el [[José Enrique Varela|general Varela]] se opuso a un heterogéneo conglomerado de combatientes bajo la dirección del teniente coronel Rojo. Aunque el ejército franquista llegó a atravesar el río Manzanares y ocupar varios barrios periféricos, finalmente y en combates cuerpo a cuerpo (principalmente en la Ciudad Universitaria), fue repelido. En días posteriores, al ejército popular se sumarían las [[brigadas Internacionales]] y la columna anarquista ''[[Buenaventura Durruti|Durruti]]''. El 23 de noviembre, ante la imposibilidad de tomar la ciudad, Franco decidió posponer el ataque. La resistencia de Madrid permitió que la República contuviera el avance franquista más de dos años, hasta el 1 de abril de 1939, día en el que Franco se alzaría con la victoria.
 
Consecuencia de esta derrota fue la definitiva internacionalización del conflicto. Ya a finales de octubre, Alemania había enviado al Almirante Canaris y al general Hugo Sperrle a [[Salamanca (España)|Salamanca]] para que investigasen el porqué de las dificultades que Franco estaba encontrando en la toma de Madrid. El resultado fue que el ministro de la Guerra alemán instó a Sperrle para que comunicara “enérgicamente” a Franco que sus tácticas de combate, "rutinarias y vacilantes", estaban impidiendo sacar partido a la superioridad aérea y terrestre que mantenía, lo que hacía peligrar las posiciones ganadas.<ref>”Seguir aferrándose a su procedimiento vacilante y rutinario (fracaso en el intento de sacar partido a la presente situación favorable terrestre y aérea, el empleo disperso de la aviación) es incluso poner en peligro lo que se ha conquistado hasta ahora”. Preston 1994, Pg. 257,</ref><ref> ''Para los alemanes y los italianos ha habido un fallo y lo atribuyen a la incompetencia militar del Caudillo, se impacientan y deciden incrementar su intervención''. Bachoud 2000, Pg.161.</ref> Alemania desde ese momento intensificó su ayuda militar bajo la condición, aceptada por Franco, de que las fuerzas Alemanas estuviese bajo el mando de oficiales alemanes. A principios de noviembre la legión Cóndor ya estaba en España bajo el mando del general Sperrle (una de sus primeras misiones, durante la [[batalla de Madrid]], consistió en el bombardeo masivo de sus barrios populares.<ref>Los Alemanes querían probar el terror que producían estos bombardeos en la población. Preston 1994, Pg. 260. </ref> También protagonizaría el [[bombardeo de Guernica]]), otras fuerzas equipadas con carros de combate, armas motorizadas y bombarderos llegaron a [[Sevilla]] y, el 26 de noviembre, desembarcaron en [[Cádiz]] unidades compuestas por 6.000 hombres, aviones, artillería y vehículos blindados. [[Mussolini]], que también intensificó su ayuda, igualmente achacó a Franco el fracaso de las últimas operaciones y el 6 de diciembre nombró unilateralmente al general Roatta jefe de todas las fuerzas armadas italianas que actuaban en España y de aquellas que se sumasen en el futuro.<ref> Preston 1994, Pgs. 257-258, 263.</ref> El Ejército del Frente Popular, paralelamente, se vería reforzado por la ayuda militar soviética.
 
Posteriormente, en enero de 1937, Franco se vio obligado a aceptar un Estado Mayor conjunto italogermano y a incluir en su Estado Mayor a diez oficiales italianos y alemanes; así como asumir las estrategias militares que le marcaron, principalmente, los generales italianos.<ref> Preston 1994, Pgs. 271-273.</ref> Franco fue aceptando muy a regañadientes todas estas imposiciones. Ante las exigencias del general italiano Faldella, Franco diría:
 
{{cita|Al fin y al cabo, se han enviado aquí tropas italianas sin pedir mi autorización. Primero me dijeron que venían compañias de voluntarios para incorporarse a los batallones españoles. Luego me pidieron que formaran por su cuenta batallones independientes y consentí. Después llegaron oficiales de alta graduación y generales para mandarlos, y por fin empezaron a llegar unidades ya constituidas. Ahora usted quiere obligarme a permitir que luchen juntas a las órdenes de del general Roatta, cuando mis planes eran muy diferentes.<ref> Preston 1994, Pg 278.</ref>}}
 
La estrategia italiana de lograr una victoria rápida chocó con la de Franco que pretendía un lento avance consolidando perfectamente las posiciones: “En una guerra civil, es preferible una ocupación sistemática del territorio, acompañada por una limpieza necesaria, a una rápida derrota de los ejércitos enemigos que deje al país infectado de adversarios”.
 
A las críticas Alemanas e italianas también se sumaron las de generales que estuvieron muy cerca de él. [[Alfredo Kindelán|Kindelán]], poco después de terminada la guerra, escribiría a propósito del frente Norte y la toma de [[Bilbao]]:
 
{{cita|El enemigo fue derrotado pero no perseguido; el éxito no se aprovechó, la retirada no se convirtió en desastre. Esto se debió al hecho de que, aunque la concepción táctica era magistral, como lo fue la ejecución, por otro lado, la concepción estratégica fue mucho más modesta.|Kindelán, ''Mis cuadernos de guerra''.<ref>En la primera edición de 1945 este párrafo está censurado. Preston 2003, Pg 171.</ref>}}
 
Unos y otros coincidieron en que Franco, en los momentos cruciales, tomaba las decisiones con lentitud, siendo excesivamente cauteloso; y también, coincidieron en criticar su tendencia a distraer tropas de los objetivos estratégicos importantes. El general [[José Sanjurjo|Sanjurjo]] diría de él: “No es que sea un [[Napoleón]]”.<ref> En conversación el 20 de julio de 1931 con [[Manuel Azaña]], ''Memorias políticas'', Barcelona 1978, Pg. 47.</ref> No obstante, ''juzgar a Franco por su capacidad para elaborar una estrategia elegante e incisiva es equivocarse del tema. Logró la victoria en la [[Guerra Civil Española|Guerra Civil]] del modo y en el tiempo en que quiso y prefirió. Aún más, obtuvo de esa victoria lo que más ansiaba: el poder político para rehacer [[España]] a su propia imagen, sin impedimentos por parte sus enemigos en la izquierda y de sus rivales en la derecha''.<ref>Preston 2003, Pg. 171.</ref>
 
Franco, que diría: “Esto no es una guerra, es una cruzada”, durante el tiempo de guerra se preocupó de afianzar su poder político. Consiguió el apoyo incondicional de la iglesia española y venció las primeras reticencias del [[Vaticano]], hasta conseguir también su apoyo.<ref>Franco estaba orgulloso de haber recibido un telegrama del Papa el día de la victoria. Preston 1994, Pg. 400</ref> Alejó al heredero de la corona procurando no incomodar a los monárquicos que lo apoyaban: cuando [[Juan de Borbón y Battenberg|Juan de Borbón]] intentó de nuevo incorporase al movimiento, diplomáticamente lo puso con los pies en la frontera, aduciendo que sería mejor para el heredero de la corona no tomar partido en la guerra. Intento crear un partido político franquista al estilo del creado por el [[Miguel Primo de Rivera y Orbaneja|dictador Primo de Rivera]] apoyándose en miembros de la [[CEDA]],<ref> Preston 1994, Pg. 238. B Pg. 162.</ref> pero las reticencias de Falangistas y carlistas, movimientos que habían adquirido una considerable fuerza desde el levantamiento, le hicieron desistir y cambiar de estrategia. Descabezada la [[Falange Española de las JONS|Falange]] tras el fusilamiento de [[José Antonio Primo de Rivera]], Franco se preocupó de silenciar su muerte hasta que encontró la oportunidad de hacerse con su control. Aprovechando un enfrentamiento entre los líderes de la Falange, en abril de 1937 decretó su fusión con los [[carlistas]], se autoproclamó jefe supremo del partido resultante y prohibió el resto de partidos políticos. Franco ya tenía un ejército y un partido en los que apoyarse para perpetuar su poder una vez terminada la guerra.
 
== La dictadura ==
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En [[1950]] la [[ONU]] revoca su resolución de 1946 para la retirada de embajadores y Estados Unidos nombra un embajador, pero es especialmente a partir de la firma del pacto de [[1953]] con EE.UU., el ingreso en la ONU en [[1955]] y la posterior visita del presidente [[Dwight David Eisenhower|Dwight D. Eisenhower]] a Franco en [[1959]], para establecer bases militares estadounidenses en España, cuando se produce una mayor apertura internacional del régimen franquista.
 
=== Años 60. El desarrollo económico ===
==
[[Archivo:Seat 600.jpg|200 px|right|thumb|El Seat 600, símbolo de los años del ''Desarrollismo'' económico.]]
España se caracterizó en la década de los sesenta por el fuerte crecimiento de su economía, lo que se dio en llamar "el milagro económico español". Durante esa década España creció a un ritmo del 7%.<ref>Moradiellos, 2003, p. 137.</ref>
 
Las raíces de esta expansión económica habría que buscarla en la década de los cincuenta. El modelo autárquico impuesto por Franco había colocado a España al borde de la bancarrota. Durante esa década, aun con las reticencias y la oposición de los sectores falangistas del Régimen y del propio Franco, se produjo una lenta liberalización de la economía.<ref>{{cita|Lo que llama la atención no es que los rectores de la política española cambiaran drásticamente el enfoque de la política económica, sino que tardaran tanto tiempo en hacerlo. La situación ya era desesperada: se cernía sobre España la amenaza de la suspensión de importaciones vitales.| Tusell, 1999, III, Cap.: ''El alivio de la autarquía y el cambio en la política económica''.}}</ref><ref>{{cita|La causa próxima del impulso hacia el cambio durante los cincuenta fue la situación alcanzada por el sector exterior que, en última instancia, tenía su orígen en el estrepitoso fracaso del proyecto autárquico iniciado tras la Guerra Civil.| Barciela, López, Melgarejo y Miranda, 2001, p. 156.}}</ref> También, las ayudas norteamericanas, tras la firma del tratado bilateral, tuvieron los efectos de paliar esa crítica situación económica.<ref>{{cita|El impacto de esta ayuda sobre la economía española ha sido muy gráficamente descrito por Sarda diciendo que "regó a España como el agua a la tierra sedienta.| Tusell, 1999, III, Cap.: ''El alivio de la autarquía y el cambio en la política económica''.}}</ref>
El periodo que desde el final de la II Guerra Mundial incluye estas décadas, fueron años decisivos para Europa, se emprendió la reconstrucción que culminó con su unificación, proceso del que estuvo excluida España, pero que no evitó que se viese favorecida por el fuerte y sostenido crecimiento económico que generó. “El contexto económico internacional fue, en este sentido, decisivo”.<ref> Barciela, López, Melgarejo y Miranda, 2001, p. 157.</ref>
 
España, en los años cincuenta, no se sumó plenamente al avance económico que experimentaron los países de su entorno<ref>{{cita|La expansión de la economía europea durante los años cincuenta continuó en la década de l960. Se disfrutó de una larga fase de prosperidad. [...] La economía española no se había integrado plenamente en la ola de crecimiento europeo durante los cincuenta. A pesar de de su importante crecimiento en cifras absolutas, la renta per cápita había disminuido en España respecto a la de los países más avanzados de Europa.| Barciela, López, Melgarejo y Miranda, 2001, p. 239.}}</ref> hasta que con el progresivo desplazamiento de los falangistas del gobierno y el acceso de los llamados "tecnócratas" (su núcleo principal, miembros del [[Opus Dei]]), con una mejor formación técnica en economía, se materializara el alejamiento del modelo autárquico. En 1959, el Plan de Estabilización, con la supervisión del FMI y la OCDE, significó el definitivo lanzamiento de la economía española. España, a cambio de recibir ayudas financieras, envió un memorando al FMI en el que se comprometía a “adoptar las medidas necesarias para situar a la economía española en condiciones de solvencia y estabilidad económica”.<ref> Barciela, López, Melgarejo y Miranda, 2001, p. 182.</ref><ref>{{cita| Por otro lado, la solución a los problemas económicos españoles era obvia. El programa que ofrecieron los especialistas de todos esos organismos internacionales a España consistió en la vuelta a la ortodoxia financiera, la liberalización comercial y la eliminación de las prácticas discriminatorias; era el mismo programa que acababa de ponerse en práctica en Francia y que desde hacía mucho tiempo estaba en la base de la actuación de todos esos organismos. Cualquier otra alternativa no era una vuelta al pasado sino una recaída en lo demencial.
 
De esta decisión surgió un memorándum del Gobierno fechado a fines de junio de 1959 y dirigido al FMI y a la OECE. Con tono realista y lacónico, se definía el giro que iba a dar la política económica española de forma inmediata: "El Gobierno español cree que ha llegado el momento de reorientar la política económica en línea con las naciones del mundo occidental y liberarla de controles que, heredados del pasado, no se ajustan a la presente situación".[...] Quizá lo más significativo de este documento es que, aunque no se revelara, contenía párrafos enteros de informes redactados por expertos extranjeros acerca del estado de la economía española.| Tusell, 1999, III, El alivio de la autarquía y el cambio en la política económica.}}</ref> La reacción fue inmediata y durante toda la década de lo sesenta se creció a un rimo medio del 7%, solamente superado por [[Japón]]. España partía de un suelo muy bajo, era uno de los países más pobres de Europa, junto a Grecia y Portugal, con una renta per capita inferior a la de algunos países latinoamericanos,<ref>Moradiellos, 2003, p. 114.</ref> y las claves de su crecimiento estuvieron relacionadas con la expansión económica de los países de su entorno: la entrada de capital extranjero, la afluencia del turismo y las remesas procedentes de la emigración (la emigración permanente superó los 800.000 españoles, a los que deben sumarse otros tantos emigrantes temporales).<ref>Las remesas de divisas procedentes de la emigración alcanzaron una cifra cercana a los 6.000 millones de dólares (el 12% de los ingresos procedentes del exterior). Moradiellos, 2003, p. 138.</ref><ref>{{cita|Los apologistas del franquismo reivindicaron dicho crecimiento -el llamado "milagro español"-, presentandolo como una consecuencia directa de la acción gubernamental, cuando en realidad ésta solo había sido determinante en la medida en que, para aprovechar la oleada de crecimiento en Europa, era imprescindible la eliminación de todas aquellas leyes, ordenanzas e instituciones que se habían creado en el periodo autárquico.|Barciela, López, Melgarejo y Miranda, 2001, pp. 271-272.}}</ref> Este desarrollo, en cierto modo desordenado, y la afluencia de gente del campo a la ciudad, propició un nuevo fenómeno: el chabolismo, que rodeó a las grandes ciudades. También, las altas tasas de crecimiento económico, no vinieron acompañadas de la consecuente creación empleo (la necesidad de industrialización del país, primó el aumento del factor capital frente al factor trabajo), fue la emigración a Europa lo que evitó que la escasa capacidad de crear empleo no se tradujese en un aumento de las tasas de paro.<ref> Barciela, López, Melgarejo y Miranda, 2001, p. 270.</ref>
 
Aunque parte de los recursos generados para modernizar la economía fueron a parar a manos de personas cercanas al poder, lo que generó un desequilibrio en la distribución de la riqueza, esto no logró evitar que gran parte de la población experimentase una mejora en su calidad de vida.<ref>Barciela, López, Melgarejo y Miranda, 2001, p. 271.</ref> Paralelo al desarrollo económico vino la modernización de la sociedad, se pasó de una sociedad agraria a una industrial, con avances en la educación, alcanzándose una tasa de escolarización del 90% y reduciéndose el nivel de anafabetismo. Otro avance fue la timida incorporación de la mujer al trabajo y a los estudios.<ref>Moradiellos, 2003, p. 146.</ref> Se produjo un aumento del bienestar, una mejora en las infraestructuras del país y, también, el contacto con el exterior propició la extensión de hábitos y costumbres más liberales: la minifalda, el pelo largo masculino, la ropa desenfada, el biquini, la musica pop y rok. También se experimentó un cambio en la sexualidad (la venta de píldoras anticonceptivas superó el millón de unidades en 1967).<ref>Moradiellos, 2003, pp.147-148.</ref>
 
En esta década se extendió la movilización social. Crece la militancia obrera agrupada, principalmente, en torno a [[Comisiones Obreras]]; que surge, no como un sindicato, sino como una plataforma sindical, impulsada por el [[Partido Comunista Español]], que, con una estructura clandestina, utiliza las estructuras del sindicato vertical para llevar las reivindicaciones a la calle, procurando la movilización de masas (también, otras centrales sindicales comienzan a mostrarse activas: USO y UGT).<ref> Barciela, López, Melgarejo y Miranda, 2001, p. 338.</ref> "La movilización reivindicativa de la clase obrera durante la década de los sesenta fue, sin duda, el mayor desafío que tuvo que afrontar el régimen de Franco. [...] La constitución de las Comisiones Obreras como movimiento de ámbito nacional es indisoluble de esa lenta transformación antifranquista del nuevo movimiento obrero español, gracias a la acción conjunta de militantes comunistas y de católicos progresistas".<ref>Moradiellos, 2003, pp. 161-162.</ref> La universidad dejó de ser un feudo del SEU, el sindicato falangista. En el curso 1955-1956 se crean las agrupaciones de estudiantes Frente de Liberación Popular (el Felipe) de adscripción comunista y la Asociación Socialista Universitaria (ASU) auspiciada por el PSOE. Y Durante los años siguientes las universidades, también, serán escenario del activismo contra le régimen de Franco.
 
"No cabe duda que la acción reivindicativa de segmentos significativos de la clase obrera española fue una condición necesaria para la consecución de mejoras sustanciales en el nivel de vida y las condiciones laborales".<ref>Barciela, López, Melgarejo y Miranda, 2001, p. 340.</ref> La represión ejercida por Franco tras ganar la guerra hizo inecesarias las mejoras laborales. Si en el resto de Europa, desde 1942, se venía trabajando para conseguir mecanismos e instituciones que universalizaran la protección social, en España no fue hasta 1963, con la promulgación de la Ley de Bases de la Seguridad Social, cuando se comenzara "a forjar una nueva configuración de las prestaciones sociales en España, dentro de un auténtico sistema de seguridad social".<ref>Barciela, López, Melgarejo y Miranda, 2001, p. 343.</ref> Aun con la inexistencia de una reforma fiscal que la dotara de medios y la ineficacia en la gestión de recursos, la puesta en marcha de la Seguridad Social, supuso un importante avance en protección social, permitiendo que, en 1973, cuatro de cada cinco españoles tuvieran cobertura sanitaria.<ref>{{cita|La reforma del modelo asistencial no fue una concesión del franquismo, sino que fue una conquista del mundo del trabajo, que se vio facilitada por la situación de debilidad que sufría el régimen.|Barciela, López, Melgarejo y Miranda, 2001, pp. 340-345.}}</ref>
 
Franco, durante esta década de lógros económicos, resultó "intocable" para las diferentes facciones que formaban el conglomerado franquista.<ref>Preston, 2004, p. 751.</ref> No resultaba así en el exterior, la Comunidad Económica Europea se negó a iniciar conversaciones para la entrada de España en la comunidad, algo que Franco achacó a las fuerzas hostiles contra España.<ref>Preston, 2004, p. 758.</ref> Como también achacó a esas supuestas fuerzas hostiles las movilizaciones obreras y estudiantiles.
 
En 1966 se presentó en las Cortes la Ley Orgánica del Estado. "Se decidió que no hubiera debate sobre la compleja ley. Sería sometida primero a las Cortes y luego al pueblo español sin examen público de sus ventajas y desventajas ni demasiadas explicaciones".<ref>Preston, 2004, p. 787.</ref> El 14 de diciembre se voto en referendum con una participación del 88% y tan solo un 1,81% de votos negativos.<ref>Preston, 2004, p. 789.</ref>
 
Franco, durante la segunda mitad de los sesenta, recibió presiones de su entorno (en forma de reiteradas sugerencias) para que nombrara sucesor. Franco mostraba ya una creciente decrepitud y se temía por la continuidad del Régimen. En ese tiempo surgieron varios candidatos, entre ellos don Juan que intentó, en diversas comunicaciones con Franco, hacer valer su legitimidad. Juan Carlos fue el candidato elegido, se había mostrado "gris" en sus opiniones, "Juan Carlos era dolorosamente consciente desde hacía mucho tiempo de su estrecho margen de maniobra".<ref>"Más tarde se referiría a ello el privado, hablando de los muchos años que había estado "haciéndome el tonto en este país", pues se había dado cuenta de que debía evitar controversias hasta el punto de resultar un personaje gris". Payne, 2007, p. 215.</ref> El entorno de Franco lo consideraba débil de carácter y sin capacidades políticas para tomar decisiones que lo pudieran enfrentar a las instituciones del Régimen. Estimaron que con su elección, al menos durante un tiempo, la continuidad del Régimen estaría asegurada. Cuando en Enero de 1969 Franco le comunicó su decisión de nombrarlo sucesor, Juan Carlos se preocupó de consultar con su muy estimado ex tutor y hombre de confianza, [[Torcuato Fernández Miranda]], que "le garantizó que serían perfectamente posibles nuevas reformas una vez hubiese heredado plenamente la estructura legal del Estado franquista"<ref> Payne, 2007, p. 217.</ref> (Fernández Miranda, con Juan Carlos ya Jefe de Estado, diseñó la auto defenestración de Régimen, contribuyendo activamente a ella desde su puesto de Presidente de las Cortes, al que accedió por designación de Juan Carlos). Franco, por fin, en Julio de 1969 presentó al consejo del Reino y a las Cortes a Juan Carlos como sucesor, siendo aprobada la designación por éstas sin apenas oposición (419 votos a favor y 19 en contra).<ref>Para todo el párrafo: Payne, 2007, Cap.: ''La “Operación Príncipe”'', pp. 213-218.</ref>
 
En 1967, producto de la Ley Orgánica, un tercio de los procuradores de las Cortes fueron elegidos por "cabezas de familia" en votaciones que simulaban un proceso democrático. "No se trataba de una liberalización significativa: todos los procuradores eran miembros del Movimiento y cerca de la mitad eran funcionarios del Estado. En cualquier caso, Franco no dejó de señalar a uno de sus ministros. Las Cortes no eran soberanas. Solo el Caudillo podía sancionar las leyes.<ref>Preston, 2004, p.794.</ref>
 
=== Últimos años ===