Diferencia entre revisiones de «Baltasar Gracián»

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[[Archivo:Baltasar Gracián por Carderera pequeña y virada.jpg|150px|thumb|Baltasar Gracián.]]
 
'''Baltasar Gracián y Morales''' ([[Belmonte de Gracián]] ([[Comunidad de Calatayud|Calatayud]]), [[8 de enero]] de [[1601]] - [[Tarazona]] ([[provincia de Zaragoza|Zaragoza]]), [[6 de diciembre]] de [[1658]]) fue un [[escritor]] [[España|español]] del [[Siglo de Oro]] que cultivó la prosa didáctica y filosófica. Entre sus obras destaca ''[[El Criticón]]'' —[[alegoría]] de la vida humana— que constituye una de las novelas más importantes de la [[literatura de España|literatura española]], comparable por su calidad al ''[[Don Quijote de la Mancha|Quijote]]'' o ''[[La Celestina]]''.<ref>«Concepto y forma atrevida unidos hacen de ''El Criticón'', junto con el ''Quijote'', la mejor novela española de todos los tiempos.», Santos Alonso, «Introducción» a su ed. de ''El Criticón'', Madrid, Cátedra, 1980 (1984, 2ªed.), pág. 25. ISBN 8437602572. Para opiniones de críticos extranjeros en esta misma línea, como [[Adolphe Coster]] o [[Michaelis de Vasconcellos]], ''cfr. ibidem'', pág. 23.</ref>
 
Su producción se adscribe a la corriente literaria del [[conceptismo]]. Forjó un estilo construido a partir de sentencias breves muy personal, denso, concentrado y [[polisemia|polisémico]], en el que domina el juego de palabras y las asociaciones ingeniosas entre estas y las ideas. El resultado es un lenguaje [[laconismo|lacónico]], lleno de [[aforismo]]s y capaz de expresar una gran riqueza de significados.
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El pensamiento de Gracián es pesimista, como corresponde al periodo [[barroco]]. El mundo es un espacio hostil y engañoso, donde prevalecen las apariencias frente a la [[virtud]] y la [[verdad]]. El hombre es un ser débil, interesado y malicioso. Buena parte de sus obras se ocupan de dotar al lector de habilidades y recursos que le permitan desenvolverse entre las trampas de la vida. Para ello debe saber hacerse valer, ser prudente y aprovecharse de la sabiduría basada en la experiencia. Incluso disimular y comportarse según la ocasión.
 
Todo ello le ha valido a Gracián ser considerado un precursor del [[existencialismo]] y de la [[postmodernidad]]. Influyó en [[librepensador]]es franceses como [[François de Lala Rochefoucauld|La Rochefoucauld]] y más tarde en la filosofía de [[Arthur Schopenhauer|Schopenhauer]]. Sin embargo, su [[vitalismo|pensamiento vital]] es inseparable de la conciencia de una [[España]] en decadencia, como se advierte en su máxima «floreció en el siglo de oro la llaneza, en este de yerro la malicia».<ref>[[:s:Oráculo manual y arte de la prudencia: Aforismos (201-225)|''Oráculo manual y arte de prudencia'', 219]].</ref>
 
== Biografía ==
Nacido muy cerca de [[Calatayud]], en [[1601]], las noticias sobre su infancia son muy escasas. Todo indica que estudió letras desde los diez o doce años en su ciudad natal, quizá en el colegio de [[compañía de Jesús|jesuitasjesuita]]s de esta localidad. Hacia [[1617]] debió residir uno o dos años en [[Toledo]] con su tío Antonio Gracián, [[capellán]] de [[Monasterio de San Juan de los Reyes|San Juan de los Reyes]], donde aprendería [[lógica]] y profundizaría en el [[latín]].
[[Archivo:Baltasar Gracián (Graus restaurado).jpg|thumb|230px|Retrato de Baltasar Gracián, hallado en Graus y restaurado.]]
En [[1619]] ingresó en el [[novicio|noviciado]] de la provincia jesuítica de [[Aragón]], situado en [[Tarragona]], en el que se le dispensó de los dos años preceptivos de estudio de humanidades debido a su excelente formación anterior. En [[1621]] volvió a Calatayud, donde cursó dos años de [[Filosofía]]. De esta etapa data su aprecio por la [[ética]], que influyó en toda su producción literaria. Otros cuatro cursos de [[Teología]] en la [[Universidad de Zaragoza]] completaron su formación religiosa.
 
Ordenado [[sacerdote]] en [[1627]], comenzó a impartir [[Humanidades]] en el [[Iglesia de San Juan el Real (Calatayud)|Colegio de Calatayud]]. Parece ser que fue un periodo grato, pero pocos años más tarde tuvo graves enfrentamientos con los jesuitas de [[Valencia (ciudad)|Valencia]], adonde fue trasladado en [[1630]]. De allí pasó a [[Lérida]] en [[1631]] para encargarse de las clases de Teología Moral. En [[1633]] viajó a [[Gandía]] para enseñar Filosofía en el colegio jesuita de la villa y se renovaron las enemistades con sus antiguos correligionarios valencianos.
 
En el verano de [[1636]] volvió a tierras aragonesas, a [[Huesca]], como [[penitencia|confesor]] y [[predicador]]. Esta ciudad tuvo una importancia capital en la vida del jesuita, puesto que con el apoyo del erudito mecenas [[Vincencio Juan de Lastanosa]] pudo publicar su primer libro: ''[[El Héroe]]'' ([[1637]]).
 
Lastanosa reunía en su [[Palacio de Lastanosa|casa-museo]] un importante cenáculo literario y artístico. El palacio del prócer oscense, que fue visitado por [[Felipe IV de España|Felipe IV]], era conocido por sus exquisitos jardines, por una estupenda armería, por la colección de medallas y por una magnífica biblioteca de cerca de siete mil volúmenes, una cantidad extraordinaria en esa época. En este propicio ambiente Gracián traba contacto con la intelectualidad cultural aragonesa, entre la que se cuenta el poeta [[Manuel de Salinas]] o el historiador [[Juan Francisco Andrés de Uztarroz]].
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== Obra ==
Vista en conjunto la producción de Baltasar Gracián, podemos observar una estrecha relación con su biografía. Desde el juvenil entusiasmo por el triunfo y la gloria del hombre ejemplar, configurado en ''El Héroe'', se llegará al desengaño de la vejez y la muerte en los últimos capítulos de ''El Criticón''. Así se presenta como escritor en 1637 en el prólogo [[s:El héroe:Preliminares|«Al lector» de ''El Héroe'']]:{{Cita|¡Qué singular te deseo! Emprendo formar con un libro enano un varón gigante y, con breves períodos, inmortales hechos. Sacar un varón máximo; esto es milagro en perfección (...)|El Héroe, prólogo «Al lector»}}Dos tratados más continuarían esta línea de delinear el hombre perfecto: ''El Político'', que extrae tales cualidades del rey [[Fernando II de Aragón|Fernando el Católico]], y ''El Discreto'', un manual de conducta para el hombre en sociedad, sea cual sea su posición en ella.
 
[[Archivo:Gracián, Calatayud.jpg|thumb|left|250px|Primer retrato conocido de Gracián, conservado en el colegio jesuitico de Calatayud.]]
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Por otro lado, Gracián dedicó grandes esfuerzos a elaborar un tratado de estética literaria barroca: la ''Agudeza y arte de ingenio'', que refunde una versión anterior titulada ''Arte de ingenio, tratado de la agudeza''. Allí teoriza sobre el «concepto» y propone una nueva retórica basada en la ''praxis'' barroca que se distancia, en parte, de la tradición aristotélica de la ''[[Poética (Aristóteles)|Poética]]'', pues su análisis está fundamentado en textos, que a su vez ejemplifican una clasificación de los distintos tipos de [[agudeza]] de su propia invención.
 
Toda la obra de Gracián, ocupada siempre de su aplicación práctica a la vida del hombre, tiene por objeto la [[Ética|Filosofía Moral]]. Las ideas acumuladas en tratados anteriores sobre el modo de conducirse en el mundo son sintetizadas y reunidas en el libro más lacónico y sentencioso de su producción, el ''Oráculo manual y arte de prudencia''. Con él culmina el proyecto de «manuales del vivir» para la persona cabal, y en él también se subsumen, probablemente, libros proyectados —en ''El Discreto'' se habla de los «doce gracianes», que se titularían «El Atento», «El Galante»— que no llegaron a ver la luz.
 
Fue admirado por moralistas franceses de los siglos XVII y XVIII, y en el XIX por [[Arthur Schopenhauer|Schopenhauer]],<ref>Schopenhauer, en ''El Mundo como Voluntad y Representación'' (1818), decía de ''El Criticón'' que era «quizá la más grande y la más bella alegoría que había sido escrita jamás» y, catorce años después, en una carta fechada a 16 de abril de 1832, asevera: «Mi escritor preferido es este filósofo Gracián. He leído todas sus obras. Su ''Criticón'' es para mí uno de los mejores libros del mundo», ''apud'' [[Evaristo Correa Calderón]], «Introducción» a su ed. de ''El Criticón'', Madrid, Espasa-Calpe, 1971, pág. LXXIV. </ref> quien recibió la influencia del pensamiento graciano y tradujo al alemán el ''Oráculo manual y arte de prudencia''. Esta versión, muy fiel al espíritu del aragonés,<ref>De esta traducción dice [[Karl Vossler]] en su «Introducción a Gracián», ''Revista de Occidente'', 1935, nº CXLVII, pp. 345 y ss.: «es la más fiel, la más congenial y alocutiva». Hasta tal punto que, según el filólogo alemán, esta versión logra «una suelta fluidez que para los lectores españoles no tuvo el texto español nunca», ''ibidem'', pág. LXXV.</ref> fue conocida por [[Friedrich Nietzsche|Nietzsche]], que dijo en una de sus cartas: «Europa no ha producido nada más fino ni más complicado en materia de sutileza moral».<ref>''ibidem'', pág. LXIII y n. 61.</ref> Gracias a ellos la obra del filósofo español fue objeto de estudio en la universidad alemana.
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El título de ''El Héroe'' remite a la cualidad máxima del hombre en la antigüedad clásica, esto es, la «virtus» latina o la «areté» griega. El primero de los libros publicados por Baltasar Gracián es un tratado en el que se describen las cualidades del hombre de excepción. Cada una de esas prendas relevantes de que está formado el héroe se autoriza con la mención de su presencia en un eminente personaje histórico, entroncando con los ''Dicta et facta memorabilia'' de la tradición latina de [[Valerio Máximo]]. Este ejemplo funciona como colofón de cada uno de los capítulos, llamados «primores». El término alude al sentido [[etimología|etimológico]] de esta palabra, derivándolo de ''primus'' como sustantivo, esto es, «el mejor», «el primero».
 
La obra remite también al ''[[El príncipe|El Príncipe]]'' de [[Nicolás Maquiavelo|Maquiavelo]], pues es un doctrinal de buen gobierno, si bien aplicado al ámbito de la rección de la propia persona. Pero, en contraste con el tratadista italiano, esta «razón de estado de uno mismo» no olvida conciliar la política y la moral, ya que en la España de la [[Contrarreforma]] al príncipe maquiavélico se opuso un príncipe cristiano, como pregona el título de la obra de su contemporáneo [[Diego de Saavedra Fajardo|Diego Saavedra Fajardo]] ''Idea de un príncipe político cristiano'' (1640).
 
Por otro lado, ''El Héroe'' conecta con ''[[El Cortesano]]'' de [[Baltasar de Castiglione]], aunque ya no basta con los modales corteses [[Renacimiento|renacentistas]]. En Gracián el cortesano necesita también astucia, inteligencia, buen discernimiento e incluso disimulo.
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No sólo ha interesado a aficionados a la literatura. A la obra se han acercado desde su publicación hasta la actualidad pensadores y filósofos. La admiración que por ella mostró [[Arthur Schopenhauer]] le llevó a traducirla al alemán y su versión fue la más difundida del ''Oráculo'' en esta lengua.
 
Este «arte de prudencia» escrito por Gracián ha tenido vigencia incluso en la actualidad, como demuestra el hecho de que una versión al inglés, titulada ''The art of worldly wisdom: a pocket oracle''<ref>Christopher Maurer, ''The art of worldly wisdom: a pocket oracle'', New York, Currency and Doubleday, 1992.</ref> llegó a vender más de ciento cincuenta mil ejemplares en el ámbito anglosajón, al ser presentado como un manual de autoayuda para ejecutivos. En 1992, permaneció dieciocho semanas (dos en primera posición) en la lista de los más vendidos del [[The Washington Post|Washington Post]] en el apartado ''Nonfiction/General''.<ref>Juan Domínguez Lasierra, «El año en que Gracián fue "best-seller" en los USA», ''Turia'', 54 (noviembre de 2000), pp. 149-154.</ref>
[[Archivo:Oráculo manual y arte de prudencia.png|thumb|left|Primera edición del ''Oráculo manual''<ref><cite>ORÁCULO/ MANUAL,/ Y/ ARTE DE PRUDENCIA./ SACADA/ DE LOS AFORISMOS/ QUE SE DISCURREN/ En las obras de/ LORENÇO GRACIÁN./ PUBLICALA/ D. VINCENCIO/ IVAN DE LASTANOSA,/ I la dedica/ Al Excelentíssimo Señor/ D. LUIS MÉNDEZ/ DE HARO,/ CONDE DUQUE. /Con licencia: Impresso en Huesca, por Ivan Nogues. Año 1647.</cite></ref>]]
Se ha pensado que esta obra es una mera recopilación de [[sentencia (literatura)|sentencias]] de sus libros anteriores, pero esto solo es cierto, y en parte, en los cien primeros aforismos. El hecho de glosar [[apotegma]]s de obras propias era un proceder nuevo, pues hasta entonces estaba reservado a la autoridad de las citas extraídas los clásicos de la antigüedad, o al menos a autores de reconocido prestigio. El ser el ''Oráculo'' una antología de sus [[adagio (lingüística)|máximasmáxima]]s indica que Gracián se eleva a sí mismo al rango de los autores que constituían el canon literario de la época.
 
El sintagma bimembre «oráculo manual y arte de prudencia», funciona como antítesis, pues [[oráculo]] tiene un sentido de «secreto emanado de la divinidad», y a este término se une el adjetivo «manual», esto es, «para un uso práctico y portátil». La palabra «arte» se usa en la acepción de «reglas y preceptos para hacer rectamente las cosas», como recoge el ''[[Diccionario de autoridades|Diccionario de Autoridades]]''. Pero se le opone la [[prudencia]], pues no hay normas ciertas y universales para la conducta del hombre. En conclusión, el libro sería un precioso y secreto manual de normas de uso práctico para la conducta del hombre en un mundo conflictivo.
 
El género que adopta el ''Oráculo'', a diferencia de los tratados anteriores, prescinde de la argumentación y la autoridad de ejemplos históricos que habían sido habituales en ''El Héroe'', ''El Político'' o ''El Discreto''. La observación del mundo y la aplicación de estos consejos en la práctica bastan para garantizar la validez y utilidad de estos oráculos mundanos.
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Esta obra supone el comentario definitivo acerca del [[conceptismo|concepto]] y también una teorización de su propia producción literaria anterior y posterior, y de la de sus contemporáneos. No es una retórica más, pues su análisis del hecho literario parte de los ejemplos extraídos de los textos, que en esta versión se amplían considerablemente, y no de una [[preceptiva]] previa.
 
En esta revisión de su trabajado ''Arte de ingenio'', en gran medida una reedición muy ampliada, incluyó más traducciones castellanas de textos latinos —sobre todo de [[Marco Valerio Marcial|Marcial]]—, debidas a [[Manuel de Salinas]]. Pero también reorganiza los materiales de 1642 y revisa, corrige y pule el estilo.
 
Es en este tratado donde aparece la definición que del concepto da Gracián :
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{{Cita|un acto del entendimiento que expresa la correspondencia que se halla entre los objetos}}
 
No se trata, en puridad, de una obra sobre el conceptismo, tal y como lo concibió [[Marcelino Menéndez Pelayo|Menéndez Pelayo]] en su ''Historia de las ideas estéticas en España'',<ref>''apud'' Santos Alonso, «Introducción» a su ed. de ''El Criticón'', Madrid, Cátedra, 1980 (1984, 2ªed.). Pág. 21. ISBN 8437602572</ref> pues el concepto en Gracián es la expresión de una semejanza, desde un [[simile|símil]] a una [[metáfora]], desde una [[dilogía]] hasta la [[alegoría]] sostenida. Y estos [[tropo]]s son utilizados tanto por escritores caracterizados como «conceptistas» como por los denominados «culteranistas». Tan es así que la mayor cantidad de ejemplos (que avalan las figuras que define como conceptos) son traídos de la poesía de [[Luis de Góngora y Argote|Góngora]]. Además ejemplifica con escritores no solo del [[Literatura española del Barroco|barroco español]], sino de todos los tiempos. Y de ese modo encuentra conceptos ingeniosos en [[epigrama]]s de [[Marco Valerio Marcial|Marcial]], [[sentencia judicial|sentencias]]s de [[Séneca]], [[aforismo]]s de [[Tácito]], [[discurso]]s de [[Marco Tulio Cicerón|Cicerón]] o ''[[exemplum|exempla]]'' de [[Don Juan Manuel|Juan Manuel]].
 
==== Ediciones ====
Línea 144:
*{{AP|El Comulgatorio}}
[[Archivo:El Comulgatorio.jpg|170px|thumb|Portada de ''El Comulgatorio'', Amberes, Jerónimo y Juan Bautista Verdusen, 1669.]]
''El Comulgatorio'' se ocupa de la preparación del [[cristianismo|cristiano]] para recibir la [[eucaristía|comunión]]. Según desvela la portada, el tratado «contiene varias meditaciones para que los que frecuentan la sagrada Comunión puedan prepararse, comulgar y dar gracias». «Meditaciones» es el nombre que el jesuita asigna a los capítulos de este libro, en la línea de obras anteriores, donde se titulaban «primores» (''El Héroe''), «realces» (''El Discreto''), «discursos» (''Agudeza y arte de ingenio'') o «crisi (s)» (''El Criticón''). El capítulo o meditación primera sirve a la preparación del cristiano para recibir la comunión, el segundo al acto de la comunión propiamente dicha, el tercero a los frutos que se obtienen de recibir el cuerpo de Cristo y el cuarto a dar gracias. Estas meditaciones están divididas en puntos o temas de reflexión y, a su vez, cada punto presenta dos partes separadas tipográficamente por un asterisco.
 
Con ''El Comulgatorio'' Gracián abandona el estudio del ingenio y se dedica al de las emociones, en línea con los escritores espirituales del [[Siglo de Oro]]. Es este un libro de carácter religioso, muy distinto de los hasta ahora escritos por el aragonés, tanto en temática como en estilo. Lo publica por primera vez con su verdadero nombre y no con el de su hermano «Lorenzo Gracián» o bajo un anagrama como el «García de Marlones» con el que ve la luz la primera parte de ''El Criticón''. ''El Comulgatorio'' es más discursivo y apela a los afectos. Está más cercano a la [[oratoria sagrada]] que a la sentenciosa [[ética|filosofía moral]].
 
En cuanto al género de ''El Comulgatorio'', la crítica se divide entre quienes piensan que es una pieza de oratoria sagrada, es decir, un [[sermón]], y los que sostienen que la obra pertenece al género de los libros de devoción.
Línea 170:
El tiempo del relato se configura a través de un eje cronológico marcado por el ciclo vital del hombre y asociado a las estaciones del año, tal y como aparece esbozado en el último capítulo de ''[[El Discreto]]''. El tiempo de la ficción novelesca progresa de manera lineal, pero recorrido por constantes digresiones e interrupciones. En estos remansos se da cuenta de todo un mundo alegórico y supone una detención del tiempo, muy adecuada a la generalización filosófica y moral.
 
Parece seguro que había un plan de la obra preconcebido en ''El Criticón'', lo que se observa en el hecho de que el arranque y desenlace de la obra suceden en una isla, según apuntó Klaus Heger.<ref>Klaus Heger, ''Baltasar Gracián. Eine Untersuchung zu Sprache und Moralistik als Ausdrucksweisen der literarischen Haltung des «Conceptismo».'' (1952), trad. y reed., ''Baltasar Gracián. Estilo y doctrina'', Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 1982, pág. 46, ''apud'' [http://www.liceus.com/cgi-bin/aco/lit/01/022607.asp Emilio Blanco, Baltasar Gracián: ''El Criticón''] </ref> La misma tesis recoge Ricardo Senabre,<ref>Ricardo Senabre, «Artificios narrativos en ''El Criticón''.», en Aurora Egido, María del Carmen Marín Pina y Luis Sánchez Laílla (eds.), ''Baltasar Gracián IV Centenario (1601-2001). Actas II Congreso Internacional «Baltasar Gracián en sus obras», Zaragoza, 22-24 de noviembre de 2001'', Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 2004, ISBN 8478207309, vol. II, pág. 354.</ref> que señala también la existencia de principios estructurales basados sobre todo en la [[antítesis]]. Esta se hace presente ya en los dos protagonistas medulares, Andrenio-Critilo, y recorre toda la obra, desde los distintos comportamientos que ante determinadas situaciones tienen cada uno de los protagonistas, hasta la abundancia de periodos bimembres en frases e incluso en la [[figuras literarias|figura literaria]] de la [[anfibología]]. Por otro lado, si nos atenemos a los temas que recorren la obra, encontramos una recurrente [[antinomia]] entre el engaño y el desengaño, eje temático que estructura toda la narración.
 
En fin, [[Evaristo Correa Calderón|Correa Calderón]],<ref>Evaristo Correa Calderón, «Introducción» a su ed. de ''El Criticón'', Madrid, Espasa-Calpe, 1971, pág. XLIII.</ref> considera que ''El Criticón'' no es sino una serie de cuadros alegóricos yuxtapuestos, constituidos a modo de fantasías morales, y enlazados tan solo por la andadura de sus dos protagonistas, como ocurre en los libros satíricos de la época. Así lo hacían obras tal ''[[El Diablo Cojuelo]]'', de [[Luis Vélez de Guevara]], que adoptaba una estructura de pequeños módulos alegóricos independientes, como son los ensartados en el hilo del camino de los dos peregrinos de Gracián.
Línea 205:
 
===== Epistolario =====
Se conservan 32 cartas completas de Gracián, dirigidas a [[Vincencio Juan de Lastanosa]], [[Juan Francisco Andrés de Uztarroz|Andrés de Uztarroz]], [[Manuel de Salinas]], o el [[Tortosa|tortosino]] [[Francisco de la Torre Sevil]]. También conservamos epístolas dirigidas a sus superiores y compañeros jesuitas.
 
Importan sobre todo las enviadas a un jesuita de Madrid en 1646,<ref>Carlos Sánchez (ed.), ''Relación [...] sobre el sitio y socorro de Lérida'', Madrid, Carlos Sánchez, 1646. Fue publicada en ''Memorial histórico español'', Madrid, 1864, XVIII, y reproducida por [[Adolphe Coster]], en «Baltasar Gracián (1601-1658)», ''Révue Hispanique'', XXIX, 76 (1913), 347-754. Hay traducción española: Adolphe Coster, ''Baltasar Gracián'', trad. Fernando del Arco, Zaragoza, Inst. Fernando el Católico-CSIC, 1947, ''apud'' Evaristo Correa Calderón, ''op. cit.'', pp. XVIII-XIX y n. 13. </ref> en las que se refiere a la batalla de Lérida, donde se muestra orgulloso de su valerosa intervención. Nos cuenta cómo muchos capellanes cayeron enfermos o prisioneros, y cómo hubo de multiplicar su trabajo para absolver y dar el [[jubileo]] a los soldados en la misma línea del frente, como un combatiente más.<ref>Evaristo Correa Calderón, ''op. cit.'', pp. XVIII-XX.</ref>
Línea 230:
El estilo de Baltasar Gracián, el generalmente llamado «[[conceptismo]]», se caracteriza por la [[elipsis]] y la concentración de un máximo de significado en un mínimo de forma, procedimiento que Gracián lleva a su extremo en el ''Oráculo manual y arte de prudencia'', compuesto íntegramente de casi tres centenas de máximas comentadas. En ellas se juega constantemente con las palabras y cada frase se convierte en un acertijo por obra de los más diversos mecanismos de la [[retórica]].
 
Si los [[manierismo|manieristas]], como [[Fernando de Herrera|Herrera]] o [[Luis de Góngora y Argote|Góngora]], tuvieron por modelo el estilo oratorio de [[Virgilio]] y [[Marco Tulio Cicerón|Cicerón]], Gracián —barroco— adopta el estilo lacónico de [[Tácito]], [[Séneca]] y [[Marco Valerio Marcial|Marcial]], su paisano. Ello no significa, sin embargo, que el suyo sea un estilo llano, al modo de Cervantes. La dificultad es patrimonio tanto de cultistas gongorinos como de conceptistas. La diferencia estriba en que el esfuerzo de comprensión del lector de estos últimos exige descifrar los múltiples significados ocultos tras cada expresión lingüística. La concisión sintáctica, además, obliga frecuentemente a suponer elementos elididos, ya sean palabras con significado léxico o conectores lógicos.
[[Archivo:Arte de ingenio.png|thumb|200px|''Arte de ingenio, tratado de la agudeza.'' Portada de la edición ''princeps'' de Madrid, [[1642]]]]
La prosa de Gracián está conformada por oraciones independientes y breves separadas por signos de puntuación (coma, punto y punto y coma) y no por nexos de subordinación. Predomina, pues, la [[yuxtaposición]] y la [[Coordinación (gramática)|coordinación]]. La escasa presencia de oraciones subordinadas en periodos complejos, lejos de facilitar la comprensión, la hace ardua, se hace necesario suplir la lógica de las relaciones entre las sentencias, deduciéndola del sentido, de la idea que se expresa, lo que no siempre es fácil. La profundidad de Gracián, pues, está en el concepto y en la elusión, no en la [[sintaxis]].
Línea 248:
Es muy característica la [[polisemia]] etimológica o falsamente etimológica en el nombre, a partir de peregrinas etimologías inventadas por él. Así, de Dios dirá «que del dar (...) tomó el Señor su Santísimo y Augustísimo remombre de ''Dí-os'' en nuestra lengua española» [http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593061990149396310846/ima0219.htm]. En el mismo lugar (''Agudeza...'', XXXII), nos aporta otro caso similar: «Ponderaba un varón grave y severo el tiempo que roban en España las comedias, y las llamaba come-día y come-días.» [http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593061990149396310846/ima0217.htm]. Otras veces utiliza procedimientos de derivación y composición para crear neologismos nominales insólitos, como «espantaignorantes», «arrapaltares», «marivenido»,<ref>Evaristo Correa Calderón, ''op. cit.'', pág. LV.</ref> llegando a extremos de monstruosidad lingüística, en casos como los de «serpihombre» o «monstrimujer». El proceso inverso a la composición se da también en ejemplos como «casa y miento» (perversa interpretación de las raíces léxicas de ‘casamiento’), o «cumplo y miento» (de ‘cumplimiento’).
 
Conocido es su uso de [[adagio (lingüística)|máximasmáxima]]s de tradición grecolatina y humanística y también del refranero popular, pero siempre llevándolas unas y otro a su terreno, reinterpretando su sentido o acomodándolo a los tiempos y, en el caso de los dichos del folclore [[paremiología|paremiológico]], tergiversando su enunciación y manipulándolo a su gusto. Así, a la dificultad y concisión de su estilo le cuadra una de sus más acertadas manipulaciones del acervo común: su frase «A pocas palabras, buen entendedor», que otorga un sentido radicalmente distinto al proverbio popular, pues justifica su estilo elíptico por la inteligencia de los lectores que han de acercarse a la obra de Gracián.
 
La prosa de Gracián no es producto de la espontaneidad, pues el estudio del autógrafo de ''El Héroe'' realizado por Romera-Navarro<ref>Miguel Romera Navarro, ''Estudio del autógrafo de «El Héroe» graciano (ortografía, correcciones y estilo)'', Madrid, CSIC, 1946. ISBN 84-00-00770-0</ref> demuestra que corregía y pulía constantemente su estilo. Elabora la forma tanto como cuida el contenido ideológico, lo que muestra su clara conciencia de escritor. La búsqueda de la originalidad y el rechazo del lenguaje manido hacen del suyo un arte minoritario, distinguido y elevado; pues como dice en el prólogo —aunque a nombre de [[Vincencio Juan de Lastanosa|Lastanosa]], debido indudablemente a su pluma— [[:s:El Discreto:Preliminares|«A los lectores» de ''El Discreto'']]:{{Cita|Digo, pues, que no se escribe para todos, y por eso es de modo que la arcanidad del estilo aumente veneración a la sublimidad de la materia, haciendo más veneradas las cosas el misterioso modo del decirlas. Que no echaron a perder Aristóteles ni Séneca las dos lenguas, griega y latina, con su escribir recóndito.|[[:s:El Discreto:Preliminares|Prólogo «A los lectores», ''El Discreto'']].}}