Diferencia entre revisiones de «Epopeya»

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El Cid defiende con éxito su reino de los ataques del rey [[Búcar]] de [[Marruecos]]. Pero los capitanes del Cid ocultan la cobardía de los infantes (en la batalla y al soltarse un león) y sus felonías (una de las cuales es, por ejemplo, intentar asesinar al moro [[Abengalvón]], amigo del Cid) y éstos, deshonrados por el desprecio general, deciden azotar a sus mujeres y dejarlas abandonadas en el [[robledo de Corpes]] y volverse a su natal Carrión. El sobrino del Cid, [[Félez Muñoz]], descubre a sus primas y las devuelve con su padre. Este planea entonces una venganza jurídica: quienes deben enfrentarse a los infantes son sus capitanes, ya que le han ocultado la cobardía de sus manejos, y durante las Cortes recupera la [[dote]] (por ejemplo, sus espadas [[Tizona]] y [[Colada]]) y los infantes son retados a duelo por los capitanes del Cid, que humillan así a toda la nobleza burgalesa. Las hijas del Cid se casan con príncipes y así termina felizmente el poema.
 
Ya en el [[anterior temaRenacimiento]] la conquista de Hispanoamérica suscitó la composición de varias epopeyas cultas, algunas realmente memorables, como ''La Araucana'' del madrileño [[Alonso de Ercilla]], que cuenta con recio vigor y gran expresividad la conquista de [[Chile]] por los españoles, en la cual el autor participó personalmente. En general, es importante el influjo que ejerció el [[Canon de Ferrara]] sobre los poemas épicos cultos del siglo XVI, que merecerían más atención de la que han tenido. Por otra parte, en el XVII y durante el [[Barroco]] se encuentran muchas epopeyas bien resueltas, como las varias que compuso [[Lope de Vega]], si bien destaca en especial ''El Bernardo o La derrota de Roncesvalles'' de [[Bernardo de Balbuena]], donde a la temática nacional del famoso héroe y su enfrentamiento con [[Roldán]] se superpone un italianizante elemento ariostesco de carácter fantástico, tratándose en realidad de una especie de [[libro de caballerías]] en verso.
 
La epopeya culta entra en decadencia en el siglo XVIII, pero todavía es posible encontrar un último exponente de la misma en la Hispanoamérica del siglo XIX, a través de los dos grandes poemas de [[José Hernández]], la ida y la vuelta de ''[[Martín Fierro]]'', que algunos consideran una novela versificada.