Diferencia entre revisiones de «Francisco de Goya»

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En 1795 obtiene de la Academia de Bellas Artes la plaza de Director de Pintura, vacante tras la muerte de Bayeu en ese año. Además, solicita a [[Manuel Godoy|Godoy]] la de [[Primer Pintor de Cámara del Rey|Primer Pintor del Rey]] con el sueldo de su suegro, aunque no le fue concedida hasta 1799.
 
=== Retratos ===
el retrato mas conocido de Goya fue el de una escena pornografica.
[[Archivo:José Álvarez de Toledo, Duque de Alba.jpg|thumb|200px|''Retrato del Duque de Alba'', 1795 (Museo del Prado). Gran aficionado a la música de cámara, aparece apoyado en un [[clave]], donde reposa una [[viola]], su instrumento favorito. Tiene abierta en sus manos una partitura de [[Haydn]].]]
 
A partir de 1794 Goya reanuda sus retratos de la nobleza madrileña y otros destacados personajes de la sociedad de su época que ahora incluirán, como Primer Pintor de Cámara, representaciones de la familia real, de la que ya había hecho los primeros retratos en 1789. ''[[Carlos IV de rojo]]'' otro retrato de ''[[Carlos IV de cuerpo entero]]'' del mismo año o el de su esposa ''[[María Luisa de Parma con tontillo]]''. Su técnica ha evolucionado y ahora se observa cómo el pintor aragonés precisa los rasgos psicológicos del rostro de los personajes y utiliza para los tejidos una técnica ilusionista a partir de manchas de pintura que le permiten reproducir a cierta distancia bordados en oro y plata y telas de diverso tipo.
 
Ya en el ''[[Retrato de Sebastián Martínez]]'' (1793) se aprecia la delicadeza con que gradúa los tonos de los brillos de la chaqueta de seda del prócer gaditano, al tiempo que trabaja su rostro con detenimiento, captando toda la nobleza de carácter de su protector y amigo. Son numerosos los retratos excelentes de esta época: ''[[La marquesa de la Solana]]'' (1795), los dos de la [[María del Pilar Teresa Cayetana de Silva y Álvarez de Toledo|Duquesa de Alba]], en blanco (1795) y en negro (1797) y el de su marido [[José Álvarez de Toledo y Gonzaga|José Álvarez de Toledo]] (1795), el de la [[La condesa de Chinchón (cuadro)|Condesa de Chinchón]] (1795-1800), efigies de toreros como [[Pedro Romero]] (1795-1798), o actrices como [[La Tirana (Goya)|María del Rosario Fernández, la Tirana]] (1799), políticos ([[Francisco de Saavedra]]) y literatos, entre los que destacan los retratos de [[Juan Meléndez Valdés]] (1797), [[Gaspar Melchor de Jovellanos]] (1798) o [[Leandro Fernández de Moratín]] (1799).
 
En estas obras se observan influencias del retrato inglés, que atendía especialmente a subrayar la hondura psicológica y la naturalidad de la actitud. Progresivamente va disminuyendo la importancia de mostrar medallas, objetos o símbolos de los atributos de rango o de poder de los retratados, en favor de la representación de sus cualidades humanas.
 
La evolución que ha experimentado el retrato masculino se observa si se compara el ''[[Retrato del Conde de Floridablanca]]'' de 1783 con el de ''[[Retrato de Jovellanos (Goya)|Jovellanos]]'', pintado en las postrimerías del siglo. El retrato de Carlos III que preside la escena, la actitud de súbdito agradecido del autorretratado pintor, la lujosa indumentaria y los atributos de poder del ministro e incluso el tamaño excesivo de su figura contrastan con el gesto melancólico de su colega en el cargo Jovellanos. Sin peluca, inclinado y hasta apesadumbrado por la dificultad de llevar a cabo las reformas que preveía, y situado en un espacio más confortable e íntimo, este último lienzo muestra sobradamente el camino recorrido en estos años.
 
[[Archivo:Goya Alba1.jpg|thumb|left|200px|''La Duquesa de Alba'', 1795 (Colección Casa de Alba, [[Palacio de Liria]], [[Madrid]]).]]
 
En cuanto a los retratos femeninos, conviene comentar los relacionados con la Duquesa de Alba. Desde 1794 acude al palacio de los duques de Alba en Madrid para hacer el retrato de ambos. Pinta también algunos cuadros de gabinete con escenas de su vida cotidiana, como ''[[La Duquesa de Alba y la Beata]]'' y, tras la muerte del duque en 1795, incluso pasará largas temporadas con la reciente viuda en su finca de [[Sanlúcar de Barrameda]] en los años 1796 y 1797. La hipotética relación amorosa entre ellos ha generado abundante literatura apoyada en indicios no concluyentes. Se ha debatido extensamente el sentido de un fragmento de una de las cartas de Goya a Martín Zapater, datada el 2 de agosto de 1794, en la que con su peculiar grafía escribe: «Mas te balia benir á ayudar a pintar a la de Alba, que ayer se me metio en el estudio a que le pintase la cara, y se salio con ello; por cierto que me gusta mas que pintar en lienzo, que tanbien la he de retratar de cuerpo entero [...]».<ref>Mercedes Águeda y Xabier de Salas, en la edición citada de las ''Cartas a Martín Zapater'' (ed. cit., págs. 344 y n. 3, pág. 346), afirman de este pasaje: «''Única frase conocida y documentada de Goya en donde hace alusión a la duquesa de Alba y que ha dado lugar a toda la leyenda y elucubraciones posteriores''.» ''Apud loc. cit''.</ref>
 
A esto habrían de añadirse los dibujos del ''[[Álbum A (Goya)|Álbum de Sanlúcar]]'' (o ''Álbum A'') en que aparece María Teresa Cayetana en actitudes privadas que destacan su sensualidad, y el retrato de 1797 donde la duquesa —que luce dos anillos con sendas inscripciones «''Goya''» y «''Alba''»— señala una inscripción en el suelo que reza «''Solo Goya''». Lo cierto es que el pintor debió de sentir atracción hacia Cayetana, conocida por su independiente y caprichoso comportamiento.
 
En cualquier caso, los retratos de cuerpo entero hechos a la duquesa de Alba son de gran calidad. El primero se realizó antes de que enviudara y en él aparece vestida por completo a la moda francesa, con delicado traje blanco que contrasta con los vivos rojos del lazo que ciñe su cintura. Su gesto muestra una personalidad extrovertida, en contraste con su marido, a quien se retrata inclinado y mostrando un carácter retraído. No en vano ella disfrutaba con la ópera y era muy mundana, una «''petimetra a lo último''», en frase de la Condesa de Yebes,<ref>Carmen Muñoz de Figueroa Yebes, ''La condesa-duquesa de Benavente, una vida en cartas'', Madrid, Espasa-Calpe, 1955, pág. 75. {{OCLC|12542430}} ''Apud'' Bozal, 2005.</ref> mientras que él era piadoso y gustaba de la música de cámara. En el segundo retrato la de Alba viste de luto y a la española y posa en un sereno paisaje.
 
=== ''Los caprichos'' ===