Diferencia entre revisiones de «Educación espartana»

Contenido eliminado Contenido añadido
Lucien leGrey (discusión · contribs.)
m Revertidos los cambios de 62.99.26.157 (disc.) a la última edición de AVBOT
Línea 30:
Al cumplir los siete años, los niños espartanos abandonaban su casa y quedaban bajo la autoridad de un ''paidónomo'', magistrado especializado que supervisaba la educación. Se integraban en una ''agelé'', especie de unidad militar infantil, bajo el mando de un muchacho mayor, el ''irén'' (de diecinueve años cumplidos). Aprendían entonces a leer y a escribir (según [[Plutarco]], este aspecto se reducía al mínimo indispensable), así como a cantar (principalmente las elegías de [[Tirteo]], que servían como cantos de marcha). Pero lo esencial de su formación consistía en endurecerlos físicamente por medio de la [[lucha]] y el [[atletismo]], y en aprender el manejo de las armas, a marchar en formación y, por encima de todo, a obedecer ciegamente a sus superiores y buscar siempre el bien de la ciudad. Plutarco lo expresa así: "Licurgo acostumbró a los ciudadanos a no saber vivir solos, a estar siempre, como las abejas, unidos por el bien público en torno a sus jefes" (''Vida de Licurgo'').
 
El Estado asume la tutela hasta los veinte años. Durante la infancia, todo el énfasis se pone en el rigor y la disciplina. Estos dos principios son la quinta esencia de lo espartano. A los niños se les corta el pelo al rape (más tarde, cuando sean ''efebos,'' lo llevarán largo y bien cuidado), van habitualmente descalzos y hacia los doce años sólo se les permite ya un [[himatión]] (manto de lana de una pieza) al año y ningún [[quitón]] (la habitual túnica corta, atada sobre los hombros). De hecho, la mayor parte del tiempo -en el gimnasio, en sus juegos- van desnudos y mugrientos, porque raramente se les permite bañarse. Las raciones de comida se reducen al mínimo imprescindible, lo que les obliga a robar si quieren evitar el hambre o así se lo manda su ''irén'' (y, de ser sorprendidos, se les castiga severamente no por el robo mismo, sino por su torpeza al cometerlo). Duermen en un lecho de cañas recogidas en el [[Eurotas]], que deben cortar a mano ellos mismos, sin herramientas de ninguna clase. Pese a todo, los niños y jóvenes cuentan con servidores que les atienden, salvo durante la [[Krypteia]]. Al convertirse en efebos (hacia los quince años) se dejaban el cabello largo propio de los soldados, limpio y perfumado, en honor de la opinión atribuida a Licurgo, para quien la melena hacía a los guapos más apuestos y a los feos más temibles.
 
La esmerada atención que en Atenas y otras ciudades griegas se prodigaba a la educación retórica, en Esparta estaba orientada a formar en la máxima economía expresiva, hasta el punto de hacer proverbial la concisión espartana al hablar ([[laconismo]]). Se esperaba del joven que llegara a expresar sus ideas con solidez, pero de forma breve y mordaz, al tiempo que con gracia.
 
Toda la ciudad vela por la disciplina de los jóvenes. Cualquier ciudadano o compañero de más edad puede reñir a los niños o sancionarlos con castigos físicos: hacerles pasar hambre, morderles el pulgar, azotarlos, etc. Esta dureza, lejos de ser herencia de Licurgo, irá incrementándose a lo largo de los siglos de manera completamente inconexa con las auténticas necesidades militares de la ciudad. Así, durante la ''[[Pax Romana]]'', cuando Esparta se ha convertido en un población sin importancia de la provincia de [[Acaya]], las ceremonias a manera de novatadas en el santuario de [[Artemisa]] Ortia (combates rituales disputándose pilas de quesos colocados sobre los altares) se convierten en el sádico ritual de la ''dimastígosis,'' en la que a los niños, desnudos y al sol, se les flagela incluso hasta la muerte, ante las ávidas miradas de los espectadores, venidos de toda Grecia.
Línea 38 ⟶ 40:
Todo este entrenamiento hace de los espartanos los soldados más temidos de Grecia y figuran, probablemente, entre los mejores combatientes de la Antigüedad.
 
Para entrenar el físico, aparte de los castigos y prácticas comentadas con anterioridad, lo más frecuente era apalearlos. El lugar de apaleamiento se encontraba ubicado en un pequeño y agradable bosque -se encontraba un poco apartado- pero podía acceder a él cualquier ciudadano de Esparta. Aunque lo que se hacía en él no tenía ni una pizca de agradable. Lo primero que se hacía era escoger un árbol vigoroso y robusto, al cual se le enganchaba una cadena -en el tronco- y a ésta un palo. Lo que hacía el muchacho era agarrar este palo mientras otros dos de sus compañeros lo apaleaban. Esta acción se llevaba a cabo con varas de bambú, puesto que dolía, picaba y desgarraba la piel. Por si el muchacho se caía de agotamiento o de dolor había otro dos compañeros que se encargaban de levantarlo para que pudiesen seguir apaleándolo.
 
La finalidad de este ejercicio era, para el que apaleaban, aprender a aguantar y soportar mejor el dolor. Para los que golpeaban, era no detenerse ni vacilar en el ataque aún cuando se sentía el terrible dolor que estaba sufriendo el enemigo. Y en tercer y último lugar, los que sujetaban, la finalidad era que aunque viesen sufrir o incluso morir a sus compañeros en combate no vacilasen y continuasen con la misión que les había sido encomendada por sus superiores.
 
Esta practica no se realizaba como castigo, sino que se hacía de forma aleatoria entre los componentes del campamento. Aunque éste también era el castigo que recibían los muchachos a los cuales se les sorprendía robando.
 
Cuando el que estaba recibiendo el castigo tenía el cuerpo demacrado se le retiraba, pero a no ser que se encontrase muy herido no se le curaban las heridas. Había casos de jóvenes tan arrogantes que por no sucumbir al dolor y por no caer a los pies de sus compañeros preferían morir. Sus cuatro compañeros -los que apaleaban y los que sujetaban- no podían interrumpir la ceremonia, tan sólo podían aconsejar a su compañero que se soltase. Pero si este decidía no hacerlo se proseguía con la ceremonia hasta arrebatarle la vida.