Diferencia entre revisiones de «Torla-Ordesa»

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Prohibido durante la Dictadura, el empeño de la juventud torlense de los años 80-90 consiguió recuperar su afamado Carnaval. Para ello, el último domingo de febrero, el Tenedor (cazador local) atrapa al Carnaval (especie de demonio grotesco y burlón) y para demostrar su valía y recibir las alabanzas del pueblo, el Tenedor lo pasea casa por casa ejecutando la Ronda, en la que se cantan jotas y se da buena cuenta del vino rancio, rosquillas, buñuelos y empanadas de membrillo tradicionales de estas fechas. Finalmente tiene luegar el inigualable juicio al Carnaval en el que un Juzgado formado por curas y monjes acusa al Carnaval de todos los males acaecidos en el pueblo a lo largo del año (desde un brazo roto hasta los malos noviazgos). El juicio se realiza en fabla y ante las acusaciones de los jueces, el Carnaval responde con contestaciones cargadas de gracia que provocan las risas e hilaridad de los espectadores. Finalmente condenado se mata al Carnaval......hasta el año que viene.
 
== Véase también ==
*[[Anexo:Municipios de la provincia de Huesca]]
*[[Anexo:Municipios aragonófonos de Aragón según el Anteproyecto de la Ley de Lenguas]]
 
Prácticamente desconocidas para el público en general son nuestras procesiones. En ellas, el pueblo marcha en Romería hasta las ermitas en cuestión y tras celebrar misa, se reparte torta bendecida (verdaderamente deliciosa) que según la tradición, proporciona al que la come aquello que se supone otorga el santo. Es una de las herencias mejor conservadas de Torla dado que de las cuatro procesiones que en tiempos existieron se conservan tres y todavía hoy pueden visitarse las cuatro ermitas perfectamente conservadas. El 8 de mayo se sube a San Miguel, antiguo pueblo desaparecido hacia 1740 y del que nos queda su iglesia, construida en 1620. En enero se hace lo propio en San Antón para rogarle por el ganado. En mayo se hace lo propio a Sta Elena, matrona de Torla, y cuya ermita, levantada a finales del siglo XVIII fue en realidad, una pardina que sirvió para guardar ganado o incluso proteger a resistentes, maquis o perseguidos por los nazis. Por último Santa Ana es una diminuta ermita levantada en 1606 y pagada por la familia Viu para que protegiera una de sus posesiones más queridas y alejadas. Su romería que se festejaba cada 26 de julio se perdió en cuanto el turismo afloró como principal fuente de ingresos en la villa y ello impedía a la gente encontrar tiempo para acudir a la misma.