Diferencia entre revisiones de «Parerga y paralipómena»

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[[Archivo:Arthur Schopenhauer daguerreotype.jpg|thumb|right|300px|Fotografía de Schopenhauer, realizada en [[1859]] por Johann Schäfer.<ref>Cf. W. Abendroth, ''Arthur Schopenhauer'', Reinbek bei Hamburg, Rowohlt Taschenbuch Verlag, 1967, 1993 (16ª edic.) {ISBN 3 499 50133 3}, p. 121.</ref>]]
 
'''''Parerga y Paralipómena. Escritos filosóficos menores''''' (''Parerga und Paralipomena. Kleine philosophische Schriften'', en el original [[Alemania|alemán]]) es el título de la última obra que escribió el filósofo alemán [[Arthur Schopenhauer]] ([[1788]]-[[1860]]). Fue publicada por primera vez a finales de [[1851]], convirtiéndose, en poco tiempo, en el primer libro de su autor que tuvo auténtica repercusión, lo que hizo de Schopenhauer el filósofo de moda, otorgándole la fama que durante la mayor parte de su vida le había sido esquiva.
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=== «Esbozo de una historia de la doctrina de lo ideal y lo real» ===
En el primer opúsculo de los ''Parerga'' («''Skizze einer Geschichte der Lehre vom Idealen und Realen''»), Schopenhauer expone su visión de la historia del problema de la «cosa en sí » de [[Kant]] en la [[filosofía moderna]], remontándolo a la duda sobre la [[realidad]] del mundo externo planteada por [[Descartes]], «padre de la filosofía moderna».<ref name=ref_duplicada_1>P I, p. 3.</ref> El problema, según Schopenhauer, consiste en
 
{{cita|«la cuestión de qué es objetivo en nuestro conocimiento y qué es subjetivo en él; por tanto, la de qué se ha de atribuir en él a posibles cosas diferentes de nosotros y qué se ha de atribuir a nosotros mismos. En nuestra cabeza, en efecto, surgen imágenes, no por ocasión interna –procedentes acaso del arbitrio o de la asociación de ideas–; por consiguiente, [surgen] por ocasión externa. Tan sólo estas imágenes son lo inmediatamente conocido para nosotros, lo dado. ¿Qué relación pueden tener con cosas que existan completamente separadas e independientemente de nosotros y que de alguna manera vengan a ser causa de estas imágenes? ¿Tenemos certeza de que, sencillamente, existan tales cosas? Y, en ese caso, ¿nos dan las imágenes también información sobre su constitución?».<ref>P name=ref_duplicada_1I, p. 3.</ref>}}
 
Recuperando una terminología empleada con anterioridad por [[Schelling]], Schopenhauer designa como «lo real» esas presuntas cosas independientes de nuestro modo de conocimiento, mientras que lo «ideal» son las cosas tal como las conocemos (representaciones, fenómenos). Conforme a esta terminología, escribe:
 
{{cita|«Éste es el problema a consecuencia del cual desde hace doscientos años el esfuerzo principal de los filósofos es separar con pureza lo ideal, es decir, lo que corresponde solamente y como tal a nuestro conocimiento, de lo real, es decir, de lo que existe independientemente de él, por medio de un nítido corte en línea recta, y de este modo establecer la relación mutua de ambos.»<ref>P name=ref_duplicada_1I, p. 3.</ref>}}
 
Planteada la cuestión, Schopenhauer pasa a exponer de forma resumida las aportaciones de diversos filósofos al problema a lo largo de los dos últimos siglos. Tras una breve referencia a posibles anticipos del mismo en la antigüedad (en concreto, remite a [[Plotino]]), comienza por Descartes, que, con su ''dubito, cogito, ergo sum'' («dudo, pienso, luego soy»)<ref>R. Descartes, ''Principia philosophiae'', I, 7. Citado en P I, p. 4.</ref> subrayó «la certeza única de la conciencia subjetiva, en oposición a la [certeza] problemática de todo lo demás».<ref>P I, p. 4.</ref> Sin embargo, Descartes terminó admitiendo un acceso del conocimiento a lo real en sí, garantizado por la existencia de [[Dios]]. Con todo, aún retuvo la diferencia entre la inmediatez del conocimiento del sujeto y la mediatez del conocimiento de los objetos externos, al establecer un [[dualismo]] entre la «cosa pensante» (''res cogitans'') y la «cosa extensa» (''res extensa'').
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Esas reflexiones consisten, en casi todos los casos, en buscar, en las filosofías anteriores, coincidencias o anticipos de las propias doctrinas de Schopenhauer, o bien de las doctrinas de Kant. Así, por ejemplo, en el § 2 («Filosofía presocrática») menciona que los [[Escuela eleática|eleatas]] ya avanzaron una distinción entre [[fenómeno]]s y [[noúmeno]]s que sería próxima a la distinción kantiana (en la que se usaron los mismos términos);<ref>P I, 36s</ref> en el papel del odio (''neikos'') y el amor (''filía'') en [[Empédocles]] ve un cierto anticipo de su propia teoría de la voluntad ciega, al que se añade el pesimismo explícito en la obra del filósofo de [[Agrigento]];<ref>P I, pp. 38-40.</ref> en [[Pitágoras]], busca anticipos de su propia metafísica de la [[música]].<ref>P I, p. 42.</ref> De los [[filosofía presocrática|filósofos presocráticos]] alaba además las numerosas anticipaciones científicas, entre otras, la de la teoría de la [[nebulosa protosolar]] (de Kant y [[Laplace]]) en [[Anaxímenes]], Empédocles y [[Demócrito]].<ref>P I, pp. 40s.</ref> En el § 3, acerca de [[Sócrates]], Schopenhauer compara a éste con Kant, en cuanto enemigo del [[dogmatismo (filosofía)|dogmatismo]];<ref>P I, pp. 44ss.</ref> el § 4, sobre [[Platón]], se consagra a la crítica de éste como precursor del [[racionalismo]] y la llamada [[psicología racional]], lo que lleva a Schopenhauer a un excurso sobre la historia de la crítica de la ''psychologia rationalis'' (de [[Aristóteles]] a Kant), pero al final alaba la noción platónica de contemplación, con la que se relaciona el Libro III de ''El mundo...''<ref>P I, pp. 47-51.</ref> En el parágrafo sobre Aristóteles, Schopenhauer principalmente critica los perjuicios que su sistema habría causado al desarrollo de la [[ciencia natural]].<ref>P I, pp. 51-56.</ref> El § 6, sobre los [[estoicismo|estoicos]], aparte de una comparación del ''[[Estoicismo antiguo#Filosof.C3.ADa estoica|logos spermatikós (razón seminal)]]'' con la ''[[forma]] [[sustancia|substantialis]]'' de los [[Escolástica|escolásticos]] (que Schopenhauer relaciona a su vez con las [[idea]]s platónicas), se consagra a discutir la fidelidad de las ''Disertaciones'' de [[Arriano]] con respecto a [[Epicteto]] y el estoicismo en general.<ref>P I, pp. 56-60.</ref> De los [[neoplatonismo|neoplatónicos]], aparte de unos juicios de estilo (más bien negativos) sobre [[Porfirio]], [[Jámblico]] y [[Proclo]], aplaude en [[Plotino]] la doctrina [[monismo|monista]] del ''hen kai pan'' («todo es uno») –que, según Schopenhauer, provendría de influencias [[hinduismo|hinduistas]]– y el latente [[idealismo]] del libro VII de la tercera [[Enéadas|Enéada]].<ref>P I, pp. 60-65.</ref> En el breve parágrafo (§ 8) sobre los [[gnosticismo|gnósticos]], bromea sobre la introducción de seres intermedios entre Dios y el mundo (los [[Eón (gnosticismo)|eones]], el [[demiurgo]], etc.) para explicar el [[mal]] y [[Génesis|la caída]], con lo cual «[los gnósticos] echan la culpa del soberano [Dios] a los ministros».<ref>P I, 65.</ref> De [[Escoto Eriúgena]], así como del modelo filosófico de éste, el pseudo [[Pseudo Dionisio|Dionisio Areopagita]], Schopenhauer alaba la tendencia [[monismo|monista]] y el planteamiento del problema del origen del mal.<ref>P I, pp. 65-69.</ref> El difuso parágrafo (§ 10) sobre la [[Escolástica]] define ésta en base a su sumisión a las [[Biblia|Escrituras]] y presenta unas breves reflexiones sobre el [[problema de los universales]] en la disputa entre [[realismo (filosofía)|realistas]] y [[nominalismo|nominalistas]].<ref>P I, pp. 69-71.</ref>
 
El examen de la [[filosofía moderna]] comienza (§ 11, «Bacon de Verulamio») con una comparación de Aristóteles y [[Francis Bacon]], a quien Schopenhauer concede el mérito de la promoción del [[método]] [[inducción|inductivo]] y el [[empirismo]],<ref>P I, pp. 71s; cf. también p. 54.</ref> pero se desarrolla sobre todo en el genérico § 12, titulado «La filosofía de los modernos».<ref>P I, pp. 72-84.</ref> Como hilo conductor de dicho examen, Schopenhauer plantea una metáfora tomada del mundo de la [[contabilidad]]: tal como en ésta los cálculos no deben dejar un «resto» o «residuo», lo mismo debe hacer la filosofía a la hora de explicar el enigma del mundo.<ref>P I, p. 72s.</ref> Tal residuo fue en el sistema de [[Descartes]] el [[dualismo]] de la «cosa pensante» y la «cosa extensa», cuya interacción resultaba inexplicable; la resolución de dicho problema fue la tarea de sus sucesores: [[Malebranche]], [[Leibniz]], [[Spinoza]].<ref>P I, pp. 73-75.</ref> Aquí el fallo vino de la falta de un examen previo del origen de los conceptos y en concreto el de [[sustancia]]. La idea de la necesidad de tal examen hay que agradecérsela a [[Locke]] (que, en esto, fue seguido por Kant).<ref>P I, pp. 75s.</ref> Otro error fundamental de los [[racionalismo|racionalistas]] fue dar la primacía a la representación abstracta (los [[concepto]]s) sobre la intuitiva ([[percepción]]).<ref>P I, p. 77.</ref> De la [[monadología]] de [[Leibniz]], también surgida de aquella concepción precrítica, dogmática, de la ''sustancia'', Schopenhauer considera que «todo es residuo». Sin embargo, valora en Leibniz su oposición al [[materialismo]] y su tendencia al [[idealismo]].<ref>P I, pp. 79-81.</ref> [[Kant]], en fin, reduce aquel concepto (trascendente) de ''sustancia'' a una mera [[categoría]], una forma ''[[a priori]]'' del pensamiento, que no nos faculta para conocer la «cosa en sí», por lo que la [[esencia]] (''Wesen'') a la base de los cuerpos y las almas podría ser idéntica.<ref name=ref_duplicada_3>P I, p. 81.</ref> Esta doctrina kantiana, escribe Schopenhauer,
{{cita|«me abrió el camino a la comprensión de que el propio cuerpo de cada uno es solamente la intuición que surge en su cerebro de su propia voluntad, relación que, entonces, extendida a todos los cuerpos, resultó en la descomposición del mundo en voluntad y representación.»<ref>P name=ref_duplicada_3I, p. 81.</ref>}}
Dejando el tema de la sustancia, Schopenhauer repasa brevemente la historia del idealismo desde Descartes, que por haber partido de la inmediatez de lo subjetivo abrió una nueva época de la filosofía, si bien luego se enredó en [[dialelo|círculos viciosos]] al buscar en Dios el garante de las verdades y la realidad objetiva del mundo externo; por eso sólo [[Berkeley]] es el auténtico «padre del idealismo» –que es «la base de toda verdadera filosofía»–.<ref>P I, p. 82.</ref> [[Locke]], mediante su distinción entre «cualidades primarias» y «secundarias» (que aquí Schopenhauer remonta a [[Demócrito]]), preparó el camino al idealismo crítico de [[Kant]].<ref>P I, pp. 82s.</ref> Finalmente, de conformidad con aquel giro hacia la subjetividad, Schopenhauer logró determinar la oscura «cosa en sí» kantiana como la ''voluntad'' que hallamos en nuestro interior.<ref>P I, p. 83.</ref>
 
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La estricta [[necesidad (filosofía)|necesidad]] de todo cuanto sucede es, según Schopenhauer (que en esto sigue a [[Kant]]), una verdad universal y ''[[a priori]]'', que se podría designar como «un [[fatalismo]] demostrable».<ref>P I, p. 215. Remite aquí a su memoria ''[[Los dos problemas fundamentales de la ética|Sobre la libertad de la voluntad]]'', p. 60 de la 2ª edic. (sec. III, hacia el final).</ref> Según este autor, una confirmación ''[[a posteriori]]'' del mismo la ofrece el «hecho ya indudable» de que en el [[sonambulismo]] por [[mesmerismo|magnetismo]], así como a veces en el [[sueño]] común, se produce el fenómeno de la «segunda visión» ([[videncia]]), en la que se prevén acontecimientos futuros, a menudo hasta los detalles, y de tal modo que, en ocasiones, precisamente al intentar evitarlos se termina provocándolos (como se mostraba en ciertas [[tragedia]]s griegas). Schopenhauer se remite para esto a obras de [[Bende Bendsen]], [[Dietrich Georg Kieser|Kieser]] y [[Jung Stilling]]. La [[Adivinación en la Antigua Grecia|mántica]] probaría, pues, la realidad de la ''heimarmene'' ([[destino]]).<ref>P I, p. 215s.</ref> Pero la cuestión es que, más allá de esto, existe una intuición (''Einsicht'') de que esa ''necesidad'' no es ciega, sino que encubre una intención: ése sería un «fatalismo trascendente». Éste se percibe en que ciertos acontecimientos de la vida parecen llevar el sello de una necesidad moral o interna, como si hubiera un plan en ello.<ref>P I, pp. 216s.</ref> Schopenhauer subraya que esto es válido únicamente al nivel de los individuos (aprovechando para lanzar una tácita pulla anti[[hegel]]iana):
{{cita|«No en la [[Historia]] universal, como se afirma entre los profesores de filosofía, sino en la vida del individuo hay plan y totalidad. Los [[pueblo (sociedad)|pueblos]] existen tan sólo ''in abstracto'': los individuos son lo real. Por eso la Historia universal carece de significación metafísica directa: propiamente es una mera configuración casual».<ref>P I, 217. Schopenhauer remite a ''Die Welt...'', § 35.</ref>}}
Esa aparente conformidad a un plan de los sucesos de la vida individual se explica en parte, para Schopenhauer, mediante su teoría del [[carácter]] [[innato o adquirido|innato]]: hay una especie de «[[brújula]] interior», un [[instinto]] guía, [[inconsciente]].<ref>P I, pp. 218s.</ref> Pero falta la otra parte, la de las circunstancias, lo que viene de fuera; ver un plan también en esto se asemeja, por ejemplo, a cuando imaginamos ver rostros en las manchas de una pared. Ahora bien, también barruntamos que lo justo y provechoso para nosotros tal vez no es aquello que proyectamos y deseamos.<ref>P I, pp. 219s.</ref> Y así surge el «pensamiento muy trascendente» según el cual «este ''mundus phaenomenon'' [mundo fenoménico] en el que domina el azar tiene a la base por doquier y universalmente un ''mundus intelligibilis'' [mundo inteligible], el cual domina sobre el mismo azar».<ref>P I, p. 220.</ref> La [[naturaleza]] lo hace todo por el [[género (biología)|género]] (la especie, la [[idea]] platónica), despreciando el individuo; ahora bien, aquí se trata, no de la naturaleza (el fenómeno), sino de lo que reside más allá de ella, lo metafísico, lo cual existe entero e indiviso en cada individuo. La cuestión, pues, es si a cada carácter individual se corresponde el destino que le toca (lo sobrevenido desde fuera) o bien no hay relación alguna entre ellos.<ref name=ref_duplicada_2>''Ibid.''</ref>
 
Aunque siempre creemos ser dueños de nuestras acciones, cuando miramos retrospectivamente al camino de nuestra vida, nos sorprendemos al ver que a veces parece como si una extraña fuerza hubiese guiado nuestros pasos. Schopenhauer aduce, para mostrar lo universal de tal perspectiva, numerosas citas de clásicos: [[Shakespeare]], [[Luciano]], [[Heródoto]], [[Goethe]] y el profeta [[Jeremías (profeta)|Jeremías]] (10:23).<ref>P I, pp. 220-222.</ref> Nuestras acciones son, según Schopenhauer, el producto necesario de dos factores: primero, el carácter, inmutable, y que sólo conocemos ''a posteriori'', y, segundo, los [[motivación|motivos]], que provienen del exterior. «Pero el yo que juzga sobre el proceso resultante es el sujeto del conocer, ajeno a ambos como tal y mero espectador crítico de su obrar. De ahí que a veces pueda sorprenderse.»<ref>P I, p. 222.</ref> Hay, sin embargo, un factor más en aquella creencia, el cual también se ha reflejado a menudo en la literatura: que, en esa mirada retrospectiva, vemos un intenso contraste entre la casualidad física (azar) de ciertos acontecimientos y su aparente (e indemostrable) ''necesidad metafísico-moral''. Desde este punto de vista, parece haber «un poder secreto e inexplicable», un «hilo secreto»,<ref>P I, pp. 222s.</ref> de tal modo que se cumple el ''ducunt volentem fata, nolentem trahunt'' («los hados guían al bien dispuesto, y arrastran al que reniega»).<ref>Schopenhauer ( P I, 222) remite la cita a [[Séneca]], ''Cartas a Lucilio'', CVII. Realmente se trata, según el propio Séneca, de una traducción de [[Cicerón]] del célebre «Himno a Zeus» del [[estoico]] [[Cleantes]].</ref> Aun la aparente casualidad y error serían los instrumentos de la «mano invisible» del destino.<ref>P I, p. 223.</ref> Se postula aquí, pues, una unidad última de la necesidad y el azar, alcanzar un concepto claro de la cual unidad le parece a Schopenhauer imposible.<ref name=ref_duplicada_2 >''Ibid.''</ref> Dicha unidad sería aquello que los antiguos llamaban ''heimarmene'' o ''fatum'' (destino), así como el genio o [[daimon]] que guiaba para ellos la vida del individuo, y también la providencia (''pronoia'') del cristianismo, conceptos que, según Schopenhauer, difieren sólo por la tendencia al [[antropomorfismo]].<ref>''Ibid''.</ref> Schopenhauer dedica un largo pasaje a la exposición de la figura del ''daimon'' o genio conductor en la Historia, citando a [[Plutarco]], [[Menandro]], [[Platón]], [[Porfirio]], [[Estobeo]], [[Horacio]], [[Apuleyo]], [[Jámblico]], [[Proclo]] y [[Paracelso]], entre otros.<ref>P I, pp. 223-225.</ref>
 
La cuestión de la unidad de azar y necesidad se presenta de modo análogo en la [[teleología]] de la naturaleza, en la que es muy frecuente vérselas con fenómenos que en principio no obedecen a ningún plan consciente y que sin embargo parece como si lo hicieran.<ref>P I, pp. 225s.</ref>
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En este cuarto opúsculo («''Versuch über das Geistersehn und was damit zusammenhängt''»<ref>P I, pp. 239-329.</ref>), Schopenhauer se hace eco de la «rehabilitación» en Alemania de las historias de visiones de [[fantasma|espectros]] y de la [[magia]] en «los últimos 25 años» (esto es, mediados de los [[años 1830]]), la cual, para Schopenhauer, se justifica porque las pruebas en contra que anteriormente se habían empleado no eran lo bastante firmes: las pruebas metafísicas se basaban en fundamentos inseguros, mientras que las pruebas empíricas sólo afectaban a casos particulares (fraudes, etc.), y porque se presuponía que los fantasmas eran percibidos de la misma manera que los cuerpos físicos.<ref>P I, p. 241.</ref> Aunque se presentan como tales en la [[percepción]], para Schopenhauer, justamente no es así: apelando a su teoría de la [[intuición intelectual|intelectualidad de la intuición]], según la cual las impresiones sensibles sólo llegan a formar una intuición (percepción) mediante la aplicación de las formas intelectuales subjetivas de la causalidad, el espacio y el tiempo, indica la posibilidad de que ese mismo proceso de elaboración (inconsciente) de la percepción tenga lugar a partir de otra clase de impresiones que las de los cinco sentidos.<ref>P I, pp. 242s.</ref> Tanto en un caso como en otro, surge la cuestión de la relación de los fenómenos con la «cosa en sí», y desde esta «posición trascendental», según Schopenhauer,
{{cita|«tal vez se desprendería que al fenómeno de los espíritus no va aneja ni más ni menos idealidad que al fenómeno de los cuerpos, al cual reconocidamente subyace de manera inevitable el idealismo y por eso sólo mediante un largo rodeo puede remontarse a la cosa en sí, es decir, a lo verdaderamente real».<ref>P I, p. 243.</ref>}}
De esta manera da el autor la pauta de lo que sigue en el opúsculo; hasta ahora se habían intentado explicaciones [[espiritualismo|espiritualistas]] de los fenómenos de fantasmas (lo cual, para Schopenhauer, es una posición realista-dogmática) —incluso la crítica de Kant en ''[[Los sueños de un visionario explicados por los sueños de la metafísica]]'' ([[1764]]) se refería a esa clase de explicaciones—, pero Schopenhauer propone aquí «una explicación ''idealista''».<ref name=ref_duplicada_2 >''Ibid.''</ref> No se detendrá en la enumeración de ''hechos'', pues para eso existe otra bibliografía, sino en buscar una ''teoría'' que los explique; tampoco se cuidará de combatir el «escepticismo de la ignorancia» (que triunfaba, según dice, en la [[Inglaterra]] de la época), que se dedicaba a negar aquellos hechos.<ref>P I, pp. 243s.</ref>
 
En relación con lo dicho sobre la intuición, Schopenhauer comienza por un examen de los [[sueño]]s, un claro ejemplo de percepciones sin influjo externo, muy diferentes de las meras [[imaginación|imaginaciones]] en cuanto a su intensidad, complejidad, detalle, etc. y sobre todo porque a las fantasías les acompaña una conciencia de la arbitrariedad que falta en el sueño, que se presenta como real.<ref>P I, pp. 244-246.</ref> La aparente disminución de la actividad de la [[memoria]] permite a Schopenhauer establecer una analogía del sueño con la [[locura]], conforme a su teoría sobre la misma.<ref>P I, 246. Para la teoría de la locura como una alteración de la memoria Schopenhauer remite a ''El mundo...'', tomo I, § 36, y tomo II, cap. 32.</ref> Como todos los fenómenos, el sueño debe conformarse al [[principio de razón suficiente]]: ¿cuál es la causa o fundamento de los sueños? Descartados el influjo externo y la [[asociación de ideas]],<ref>Este punto se explica en la p. 247.</ref> Schopenhauer afirma que sólo queda la posibilidad de que el estímulo sea fisiológico; a partir de él, el cerebro actuaría como lo hace con las sensaciones externas, configurando los estímulos como percepciones.<ref>P I, pp. 246-253.</ref> El fenómeno del sueño, en fin, muestra la posibilidad de intuiciones (percepciones) con un origen distinto al sensorial. Para esa facultad, Schopenhauer propone el término ''Traumorgan'' («órgano del sueño»).<ref>P I, pp. 253s.</ref>
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==== Cap. 5. «Parénesis y máximas» ====
El quinto capítulo recopila, de manera fragmentaria, cincuenta y tres consejos [[eudemonología|eudemonológicos]], agrupados en cuatro secciones temáticas.<ref>Una 'parénesis' es una «exhortación o amonestación», [http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=par%E9nesis según la RAE] (enlace consultado el 23 de octubre de 2008).</ref> En la introducción, Schopenhauer avisa de lo incompleto de la colección, a la que podrían añadirse las «excelentes reglas para la vida» ofrecidas a lo largo de la Historia, desde las de [[Teognis]] y [[Salomón]] hasta las de [[La Rochefoucauld]].<ref>P I, p. 431.</ref>
* A. «'''Generales'''». En esta primera sección se reúnen tres consejos. En el primero, el fragmento más importante y extenso, Schopenhauer recuerda su teoría (ya expuesta en ''El mundo...'', § 58) según la cual sólo el dolor es de naturaleza positiva, mientras que la de todo goce y felicidad es negativa. También [[Voltaire]] había dicho que «''le bonheur n'est qu'un rêve, et la doleur est réelle''» («la felicidad no es más que un sueño, y el dolor es real»). Según esto, como se dijo, la ''eudemonología'' (doctrina de la felicidad) es un término [[eufemismo|eufemístico]], pues de lo que se trata no es de ser feliz, sino de ser menos desgraciado. El [[optimismo]] es, pues, un gran mal, ya que necesariamente conduce a la frustración de las ilusiones y es «la fuente de mucha infelicidad». Más bien, «lo mejor que el mundo tiene que ofrecer es una existencia sin dolor, tranquila, soportable»;<ref>P I, pp. 431-436.</ref> y es que
{{cita|«es sumamente fácil ser infeliz; en cambio, ser muy feliz no sólo es difícil, sino enteramente imposible».<ref>P I, p. 436.</ref>}}
:Schopenhauer cita la famosa ''[[aurea mediocritas]]'' de [[Horacio]] y recuerda que, según su filosofía, «toda nuestra existencia es algo que sería mejor que no existiese» y la suma sabiduría consiste en negarla.<ref>P I, pp. 436-438.</ref> Así, según la segunda máxima, para juzgar de la felicidad de un hombre no hay que fijarse en lo que le complace, sino en lo que le aflige.<ref>P I, p. 438.</ref> En el nº 3, recomienda tener cuidado con las ilusiones y los proyectos a largo plazo.<ref>P I, pp. 438-440.</ref>
* B. «'''Concernientes a nuestra conducta con nosotros mismos'''». Esta segunda sección presenta diecisiete consejos (numerados del 4 al 20) que giran en torno al clásico ''gnothi seautón'' («conócete a ti mismo») y la administración [[sabiduría|sabia]] y [[prudencia|prudente]] de la propia vida: reflexionar sobre el curso de la misma, no centrarse excesivamente en el pasado ni en el futuro, no ambicionar en demasía (según el precepto ''abstinere et substinere''), etc.<ref>cf. P I, pp. 440-473, ''passim''.</ref> En el n.º 9, Schopenhauer recomienda perseguir el ideal de la [[autarquía (ética)|autarquía]] siguiendo el ''omnia mea mecum porto'' («todo lo mío lo llevo conmigo») de [[Demetrio de Falero]]. Ya [[Aristóteles]] dijo que «la felicidad (''eudaimonia'') es para los que se bastan a sí mismos (''autarkoi'')».<ref>Aristóteles, ''[[Ética a Eudemo]]'', VII, 2, 1238a12. Citado en P I, p. 446.</ref> En este contexto, Schopenhauer dedica unas páginas a las ventajas e inconvenientes de la [[soledad]].<ref>P I, pp. 446-459.</ref> El n.º 10, consagrado a la [[envidia]], connatural al ser humano según Schopenhauer pero enemiga de nuestra felicidad, da ocasión a una breve exposición de las tres clases de [[aristocracia]]s que existen según el autor: 1) la del nacimiento y el rango; 2) la del dinero; y 3) la del espíritu.<ref>P I, pp. 459s.</ref> En el n.º 13, Schopenhauer recomienda poner freno a la [[fantasía (psicología)|fantasía]] y la [[imaginación]], pues son el [[demagogo]] de nuestra parte irracional y bestial, el «populacho» que habita en el interior de cada persona.<ref>P I, pp. 462-465.</ref> En el n.º 17, recuerda los perjuicios de la falta de actividad y la necesidad humana de esforzarse y superar obstáculos.<ref>P I, p. 467-469.</ref> Los últimos consejos, en el n.º 20, tratan de los cuidados del [[cuerpo]] y la [[salud]], especialmente en relación con la administración de las fuerzas espirituales (cerebrales).<ref>P I, 471-473.</ref>
* C. «'''Concernientes a nuestra conducta con los demás'''». En este apartado Schopenhauer compila las máximas y consejos n.º 21-46, relativos a la [[prudencia]] en el comportamiento social, que van desde el «vive y deja vivir»<ref>P I, p. 474 (nº 21).</ref> hasta reflexiones sobre la [[amistad]],<ref>cf. P I, pp. 477 (nº 23), 478 (nº 25), 480s (nº 28), 488-490 (nº33).</ref> pasando por consejos sobre [[cortesía]],<ref>P I, pp. 493s (nº 36).</ref> sobre el modo de guardar [[secreto]]s,<ref>P I, pp. 495-497 (nº 42).</ref> sobre la contención de la [[ira]],<ref>P I, p. 497 (nº 45).</ref> sobre la conveniencia y el modo de poner en práctica las [[máxima]]s morales,<ref>P I, pp. 485-487 (nº 30).</ref> etc. El tono general lo da una concepción negativa de la naturaleza humana:
{{cita|«"Ni amar ni odiar" contiene la mitad de toda mundología [''Weltklugheit'']; "no decir nada y no creer nada", la otra mitad. Desde luego, a un mundo que hace necesarias reglas como éstas y las siguientes, se le da la espalda con gusto».<ref>P I, p. 497.</ref>}}
:En algunos breves excursos, Schopenhauer toca temas como el de la [[astrología]], «que refiere la marcha de los grandes cuerpos celestes al mísero yo» (una muestra, para el autor, del ilimitado [[egocentrismo]] humano),<ref>P I, p. 479s.</ref> el [[nepotismo]]<ref>P I, p. 492, nota.</ref> o la [[guerra]] (citando a [[Voltaire]]: «En todas las guerras, no se trata más que de robar»).<ref>P I, p. 485.</ref>
* D. «'''Concernientes a nuestra conducta con el curso del mundo y el destino'''». El mundo se rige, según dice Schopenhauer recogiendo el pensar de los antiguos, por tres poderes: la astucia, la fuerza y la [[fortuna (mitología)|fortuna]] (la [[Tique|Τυχη]] de los [[Historia de Grecia|griegos]]). El más importante y poderoso de ellos es el tercero.<ref>P I, p. 498.</ref> Las máximas reunidas en esta última sección (n.º 47-53) consisten en su mayoría en consejos y normas de [[prudencia]] relativos al modo de hacer frente a los vaivenes de la fortuna.<ref>Cf. P I, pp. 498-507, ''passim'', especialmente los parénesis y máximas nº 48-52.</ref>
 
==== Cap. 6. «De la diferencia de las edades de la vida» ====
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== Bibliografía ==
=== Ediciones en alemán ===
* ''Parerga und Paralipomena. Kleine philosophische Schriften''. Berlín, A.W. Hayn, noviembre de 1851. 2ª edic. (póstuma), 1862.
* ''Sämtliche Werke''. Edición de A. Hübscher. Mannheim, Brockhaus, 1988 (''Jubiläumausgabe in 7 Bänden''). 7 volúmenes. {ISBN 3-7653-0410-7} En los volúmenes V y VI se incluyen los Tomos I y II de ''Parerga y Paralipómena''.
* ''Sämtliche Werke''. Edición a cargo de W.F. von Löhneysen. Frankfurt am Main, Suhrkamp Taschenbuch Verlag, 1986, 5 vols. {ISBN 3-518-09737-7} En los volúmenes IV y V se incluyen los Tomos I y II de ''Parerga y Paralipómena''.
 
=== Traducciones al español ===
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==== Ediciones parciales en español ====
''N.B.'' Parte de esta información procede del «Anexo bibliográfico» de F.J. Hernàndez i Dobón, contenido en su edición de ''Sobre la filosofía universitaria'', Valencia, 1989 (ver abajo, en esta lista, para el ISBN), pp. 31ss.
* ''Eudemonología. Tratado de mundología o arte del bien vivir; Metafísica de lo bello y estética''. Trad. de L. Jiménez García de la Luna. Madrid, 1901. (Contiene el último opúsculo del Tomo I y los caps. 1, 13, 16, 17 y 20 del Tomo II.)
* ''El amor, las mujeres y la muerte''. Trad. de A. López White. Valencia, F. Sempere y Cía, 1902. Reediciones de esta trad.: Valencia, Prometeo, 1966; Madrid, Edaf, 1966 y 1984 {ISBN 84-7166-264-7}. (Incluye traducciones, a menudo con lagunas, de los capítulos 1-4, 8, 24 y 27 del Tomo II.)
* ''Estudios de historia filosófica''. Trad. de Edmundo González Blanco. Madrid, La España Moderna, s/f. (ca. principios del s. XX.) (Contiene los dos primeros opúsculos del tomo I.)
* ''Eudemonología. Tratado del mundo o arte de bien vivir''. Trad. de E. González Blanco. Madrid, s/f (ca. principios del s. XX.) Reediciones de esta trad.: Buenos Aires, Siglo Veinte, 1943; EDAF, 1965, 1970, 1981. (Contiene el último opúsculo del Tomo I.)
* ''La nigromancia''. Trad. de E. González Blanco. Madrid, La España Moderna, s/f (principios del s. XX). (Contiene los opúsculos 4º y 5º del Tomo I y los caps. 4, 5 y 13 del Tomo II.)
* ''Estudios sobre la religión, estética y arqueología''. Trad. de E. González Blanco. Madrid, La España Moderna, s/f (principios del s. XX). (Contiene los caps. 15-20 del tomo II.)
* ''Aforismos de filosofía práctica''. Trad. de L. Roig de Lluis. Madrid, Espasa-Calpe, 1927. (Incl. el último opúsculo del Tomo I.)
* ''Escritos literarios''. Trad. de E. González Blanco. Madrid, Mundo Latino, 1928. (Contiene los caps. 16, 21, 22, 24 y 25 del tomo II.)
* ''Eudemonología. Aforismos sobre la sabiduría de la vida, seguidos de Pensamientos escogidos''. Edic. de J. B. Bergua. Madrid, Ediciones Ibéricas, 1961. (Sin ISBN.) (Contiene el último opúsculo del Tomo I y los caps. 20 y 27 –con lagunas– del Tomo II.)
* ''Fragmentos sobre la historia de la filosofía''. Trad. de V. Romano García. Buenos Aires, Aguilar, 1966. Reed. Sarpe, 1984. (Contiene el 2º opúsculo del Tomo I.)
* ''Aforismos sobre la sabiduría de la vida''. Trad. M. Chamorro. Buenos Aires, Aguilar, 1970, 1981. (6º opúsculo del Tomo I.)
* ''La sabiduría de la vida. En torno a la filosofía. El amor, las mujeres, la muerte y otros temas.'' México, Porrúa, 1984. (Recopila trads. de E. González Blanco.)
* ''Sobre la filosofía universitaria''. Edic a cargo de F.J. Hernàndez i Dobón. Valencia, Natán, 1989. {ISBN 84-86648-07-6}
* ''Sobre la filosofía de universidad''. Trad. y presentación de Mariano Rodríguez González. Madrid, Tecnos, 1991. {ISBN 84-309-1954-6}
* ''La lectura, los libros y otros ensayos''. Prólogo de A. Izquierdo; trad. de E. González Blanco y Miguel Urquiola. Madrid, Edaf, 1996. {ISBN 84-414-0098-9} (Incluye los caps. 19-22 y 25 del Tomo II.)
* ''Ensayo sobre las visiones de fantasmas''. Trad. de Agustín Izquierdo. Ed. Valdemar. Madrid, 1997. {ISBN 84-7702-217-8}
* ''Parerga y paralipomena I''. Introd. de M. Crespillo, Preliminar de M. Parmeggiani, traducción (de 1907-1908) de Edmundo González Blanco (revisada por M. Parmeggiani). Málaga, Ágora, 1997. {ISBN 84-8160-066-0} (Incluye «Bosquejo de una historia de la teoría de lo ideal y de lo real» y «Fragmentos para la historia de la filosofía».)
* ''Parerga y paralipomena II''. Preliminar de M. Parmeggiani, traducción (de 1907-1908) de Edmundo González Blanco (revisada por M. Parmeggiani). Málaga, Ágora, 1997. {ISBN 84-8160-067-9} (Incluye «Sobre la filosofía universitaria», «Especulación trascendental [''sic''] sobre la aparente intencionalidad en el destino del individuo», «Ensayo sobre la nigromancia [''sic''] y lo que con ella se relaciona». Este último título traduce el del 5º opúsculo del Tomo I.)
* ''Parerga y paralipomena III''. Traducción (de 1899) de A. Zozaya (revisada por M. Parmeggiani). Málaga, Ágora, 1997. (Incluye «Aforismos sobre la sabiduría de la vida».) Los tomos previstos IV-VI de esta edición (donde debía presentarse una traducción completa del tomo II) no llegaron a publicarse.
 
=== Literatura secundaria ===
* HÜBSCHER, Arthur: ''Denker gegen den Strom''. Bonn, Bouvier Verlag, 1988 (4. Aufl.). {ISBN 3-416-00950-9}
* [[Rüdiger Safranski|SAFRANSKI]], Rüdiger: ''Schopenhauer y los años salvajes de la filosofía''. Madrid, Alianza, 1991. {ISBN 84-206-2699-6} Sobre los ''Parerga'', cf. pp. 450s (circunstancias de la edición del libro), 451ss (contexto cultural en Alemania en los años 1850), 455ss (razones del éxito de la obra).
 
== Referencias y notas ==
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== Véase también ==
* [[Arthur Schopenhauer]]
* ''[[El mundo como voluntad y representación]]''
* ''[[El arte de ser feliz]]''
* [[Eudemonología]]
* [[Dilema del erizo]]
* [[Parerga]]
* [[Paralipomena]]
 
== Enlaces externos ==
* [http://home.rhein-zeitung.de/~ahipler/kritik/religion.htm Cap. XV (Über Religion) de ''Parerga und Paralipomena'' (en alemán)]
 
[[Categoría:Obras filosóficas]]