Diferencia entre revisiones de «Richard Evelyn Byrd»

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<nowiki>El DIARIO DEL CONTRALMIRANTE BYRD</nowiki>
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Traducción del alemán realizada por el sitio web Hitlerismo Esotérico
http://libreopinion.com/members/neuschwabenland
Biografía de Richard Evelyn Byrd
Richard Evelyn Byrd provenía de una de las mejores familias de Virginia. Un miembro de su
familia fundó en 1737 Richmond, la capital de Virginia.
Nacido el 14 de Octubre de 1888 en Winchester, Virginia, estuvo primero en las escuelas de su
ciudad natal, donde pronto se puso de manifiesto que corría sangre de aventurero por sus venas.
Ya con doce años realizó completamente sólo un viaje alrededor del mundo.
A continuación pasó por la academia militar de Virginia e ingresó en la academia naval, donde
obtuvo su diploma en 1912.
Tres años después se casó el oficial de marina de 27 años con una chica de una familia
distinguida de Nueva Inglaterra (USA), donde a partir de entonces vivió con su familia.
Durante la Primera Guerra Mundial, Byrd mandó las fuerzas navales americanas en las aguas
canadienses, y en esa época surge en él su pasión por volar.
En 1921 se le jubiló con el grado de "Lieutenant Commander" y Byrd decidió dedicarse por
completo a las investigaciones polares, realizando sus famosos vuelos polares.
En 1916 sobrevuela por primera vez el Polo Norte, y en Junio del año siguiente realiza Byrd un
dramático vuelo trasatlántico desde Nueva York hasta Ver-sur-Mer, en Normandía, Francia. Los
6000 kilómetros los recorrió en 46 horas; para aquel tiempo un grandísimo mérito.
Richard E. Byrd dirigió también diversas expediciones en la Antártida y en 1919 fue ascendido a
contra-almirante por sus grandes méritos.
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Pero sus mayores descubrimientos le esperaban todavía. En 1947 se adentró volando con su
operador de radio 2.700 kilómetros en la apertura de la Tierra en el Polo Norte, sin ser consciente
de ello al principio.
Nueve años más tarde, el 13 de Enero de 1956, lo hizo también en el Polo Sur. Esta vez sin
embargo voló Richard E. Byrd adentrándose 3700 kilómetros en el interior de la Tierra. Catorce
meses después, el 11 de Marzo de 1957, moría Byrd decepcionado por no habérsele permitido
compartir sus inmensos descubrimientos con la Humanidad.
Introducción
El encargo que recibió el almirante Byrd fue claramente definido por la Navy: sobrevolar el Polo
Norte. Esto debía acaecer el 19 de Febrero de 1947. Pero en realidad voló Byrd, sin ser al
principio consciente de ello, adentrándose en el interior de la Tierra. Byrd descubrió una entrada al
"mundo interior".
Byrd entró en contacto con los "altos y rubios seres con ojos azules". Recibió un mensaje para la
Humanidad del "mundo exterior". Esta advertencia permaneció junto con anotaciones durante
muchos años bajo llave.
Autoridades del gobierno de los EE.UU., en especial el Pentágono, fueron los responsables de
esta represión.
Prefacio del almirante Byrd
Este diario lo escribiré en secreto y oculto. Contiene mis anotaciones sobre mi vuelo ártico del 19
de Febrero de 1947.
Estoy seguro de que llegará el día en que todas las suposiciones y reflexiones del hombre se
disiparán para convertirse en nada y se tendrá que reconocer la irrefutabilidad de la verdad
evidente.
Se me ha denegado la libertad de publicar estas anotaciones y quizá nunca lleguen a la luz de la
opinión pública.
Pero yo tengo una tarea que cumplir, y lo que yo he vivido lo dejaré aquí escrito. Confío en que
todo esto pueda ser leído, en que venga un tiempo en que la ambición y el poder de un grupo de
personas no pueda ya ocultar más la verdad.
DEL LIBRO DE ABORDO
Tenemos considerables turbulencias. Ascendemos a una altitud de 2.900 pies (aprox. 885
metros).
Las condiciones de vuelo son de nuevo buenas. Se pueden ver enormes masas de nieve y hielo
bajo nosotros.
Notamos en la nieve bajo nosotros un tono amarillento. Ese cambio de color sigue un patrón
preciso.
Descendemos para poder observar mejor este fenómeno.
Ahora podemos reconocer distintos colores. Vemos también patrones rojos y lila.
Sobrevolamos la región otras dos veces, y después volvemos al curso en que estábamos.
Volvemos a chequear la posición con nuestra base.
Transmitimos todas las informaciones referentes a los patrones y a los cambios de color del hielo
y la nieve.
Nuestras brújulas se han vuelto locas.
Ambas, la brújula giroscópica y la brújula magnética, giran y vibran.
Ya no podemos comprobar nuestra posición y dirección con nuestros instrumentos.
Sólo nos queda la brújula solar. Con ella podemos mantener la dirección.
Todos los instrumentos funcionan titubeantemente y extremadamente lentos.
Sin embargo no podemos determinar una congelación. Podemos distinguir montañas ante
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nosotros.
Nos situamos a 2.950 pies (aprox. 900 metros). De nuevo tenemos fuertes turbulencias.
Hace 29 minutos que hemos visto las montañas por primera vez.
No nos hemos equivocado. Es toda una cadena montañosa.
No es especialmente grande. Nunca ante la había visto.
Entretanto estamos directamente sobre la cadena montañosa.
Seguimos volando en línea recta, siempre en dirección norte.
Tras la cadena montañosa hay verdaderamente un pequeño valle.
A través del valle serpentea un río.
Estamos asombrados: aquí no puede haber un valle verde.
Aquí hay cosas que no concuerdan.
Bajo nosotros debería haber masas de hielo y nieve.
A babor las pendientes de las montañas arboladas con altos árboles.
Toda nuestra navegación ha dejado de funcionar.
La brújula giroscópica se balancea continuamente en un ir y venir.
Desciendo ahora a 1.550 pies (aprox. 470 metros).
Hago girar acusadamente al avión hacia la izquierda.
Ahora puedo ver mejor el valle bajo nosotros.
Sí, es verde.
Está cubierto de árboles y zonas de musgo.
Aquí dominan otras condiciones de iluminación.
En ningún lado puedo ver el sol.
Hacemos de nuevo una curva a la izquierda.
Ahora divisamos bajo nosotros un animal adulto.
Podría ser un elefante. ¡No! Es increíble, parece un mamut.
Pero de verdad es así. Tenemos bajo nosotros un mamut adulto.
Ahora bajo aún más.
Ahora estamos a una altura de 1.000 pies (aprox. 305 metros).
Observamos al animal con los prismáticos.
Ahora es seguro - es un mamut o un animal que se le parece mucho al mamut.
Radiamos las observaciones a la base.
Sobrevolamos entretanto otras montañas más pequeñas.
Yo estoy mientras tanto totalmente asombrado.
Aquí hay cosas que no concuerdan.
Todos los instrumentos vuelven a funcionar.
Empieza a hacer calor.
El indicador nos dice que estamos a 74 grados Fahrenheit (aprox. 23º C)
Mantenemos nuestro curso.
Ya no podemos localizar a nuestra base, puesto que la radio ha dejado de funcionar.
El terreno bajo nosotros se vuelve cada vez más plano.
No sé si me expreso correctamente, pero todo da una impresión de completa normalidad, ¡¡¡y
ante nosotros se levanta con absoluta claridad una ciudad!!!
Esto sí que es imposible.
Todos los instrumentos dejan de funcionar.
¡¡¡Todo el avión empieza ligeramente a tambalearse!!! ¡¡DIOS mío!!!
A babor y estribor aparecen a ambos lados extraños objetos voladores. Son muy rápidos y se nos
acercan. Están tan cerca que puedo ver claramente su distintivo. Es un interesante símbolo sobre
el que no quiero hablar. Es fantástico. No tengo ni idea de dónde estamos.
¿Qué nos ha pasado? No lo sé.
Manejo mis instrumentos - pero siguen sin funcionar en absoluto.
Entretanto hemos sido rodeados por los discos voladores en forma de plato.
Parece que estamos prisioneros. Los objetos voladores irradian un brillo propio.
Nuestra radio emite unos chasquidos. Una voz nos habla en lengua inglesa.
La voz tiene acento alemán:
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"¡¡¡BIENVENIDO A NUESTRO TERRITORIO, ALMIRANTE!!!
En exactamente siete minutos les haremos aterrizar. Por favor relájese, almirante, está Vd. en
buenas manos."
De aquí en adelante nuestros motores dejan por completo de funcionar.
El control de todo el avión está en manos ajenas.
El avión gira en torno a sí mismo.
Ningún instrumento reacciona ya.
Recibimos precisamente otra comunicación por radio, que nos prepara para el aterrizaje.
A continuación empezamos sin demora con el aterrizaje.
A través de todo el avión pasa un suave temblor apenas perceptible.
El avión baja hasta el suelo - como en un inmenso e invisible ascensor.
Levitamos de manera totalmente suave hasta ahí.
El contacto con el suelo apenas se nota. Sólo hay un ligero y corto choque.
Hago mis últimas anotaciones de abordo a toda prisa.
Viene un pequeño grupo de hombres hacia nuestro avión. Todos ellos son muy altos y tienen
cabellos rubios. Más atrás veo una ciudad iluminada. Parece resplandecer en los colores del
arcoiris. Los hombres están aparentemente desarmados.
No sé lo que ahora nos espera. Caramente, una voz me llama por mi nombre y me ordena abrir.
Obedezco y abro la portilla de carga.
Aquí terminan las anotaciones en el libro de abordo.
Todo lo que sigue lo escribo de memoria.
Es indescriptible, más fantástico que toda la fantasía, y si yo mismo no lo hubiera vivido, lo
calificaría de completa locura. Nosotros dos, mi operador de radio y yo, somos conducidos fuera
del avión y saludados con suma amabilidad. Entonces nos conducen a un disco deslizante, que
aquí utilizan como medio de locomoción. No tiene ruedas. Con enorme rapidez nos acercamos a
la brillante ciudad.
El esplendor de colores de la ciudad parece provenir del material parecido al cristal en que está
construida. Pronto nos paremos ante un imponente edificio. Semejante arquitectura no la había
visto hasta ahora en ninguna parte. No es comparable con nada. La arquitectura es como si
proviniera directamente de la mesa de dibujo de un Frank Lloyd Wright, o bien podría estar
sacado de una película de Buck Roger.
Nos dan una bebida caliente. Esta bebida sabe diferente a todo lo que yo haya disfrutado.
Ninguna bebida, ninguna comida tiene un sabor comparable. Sabe sencillamente distinto, pero
sabe de maravilla.
Han pasado unos diez minutos, cuando dos de estos extraños hombres que tenemos por
anfitriones se acercan a nosotros. Se dirigen a mi y me comunican sin lugar a dudas que debo
acompañarles.
No veo otra alternativa que cumplir su orden. Por tanto nos separamos. Dejo a mi operador de
radio y sigo a los dos.
Poco después llegamos a un ascensor, en el que entramos. Nos movemos hacia abajo. Cuando
nos detenemos, la puerta se desliza silenciosamente hacia arriba.
Caminamos por un pasillo largo en forma de túnel e iluminado por una luz color rojo claro. La luz
parece emanar de las paredes mismas. Llegamos ante una puerta grande. Ante esta gran puerta
nos paramos y permanecemos así. Sobre la gran puerta se encuentra un letrero acerca de cual
nada puedo decir. Sin ningún ruido se desliza la puerta a un lado. Una voz me exhorta a entrar.
"No se preocupe, almirante", me tranquiliza la voz de uno de mis dos acompañantes, "¡el Maestro
va a recibirle!" De manera que entro.
Estoy deslumbrado. La multitud de colores, la luz que llena la habitación, mis ojos no saben a
dónde mirar y tienen primero que acostumbrarse a las condiciones. Pasa un rato hasta que puedo
reconocer algo de lo que me rodea. Lo que ahora veo es lo más bonito que he visto nunca. Es
más espléndido, más bonito y más suntuoso de lo que yo podría describir. Creo que ningún
idioma puede resumir con palabras lo que puede ver. Creo que a la Humanidad le faltan palabras
para ello. Mis observaciones y reflexiones fueron interrumpidas por una voz melodiosa y cordial:
"Le doy la bienvenida. Sea Vd. de la forma más cordial bienvenido en nuestro país, almirante".
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Ante mi está un hombre de gran estatura y una fina cara marcada por la edad. Está sentado a una
imponente mesa y me da a entender con un movimiento de la mano que debo sentarme a una de
las sillas.
Le obedezco y me siento, después junta sus manos de forma que se tocan las puntas de los
dedos. Me sonríe.
"Nosotros le hemos hecho venir, porque tiene Vd. un carácter consolidado y arriba en el mundo
goza de una gran fama."
"¿Arriba en el mundo?", me falta el aliento. "Sí", contesta el Maestro a mis pensamientos, "Vd.
Está ahora en el imperio de los Arianni, en el interior del mundo. No creo que nosotros tengamos
que interrumpir su misión mucho tiempo. Vd. pronto será conducido a la superficie de la Tierra.
Pero antes le voy a comunicar por qué yo le hice venir, almirante. Nosotros seguimos los
acontecimientos que se producen arriba sobre la Tierra. Nuestro interés fue despertado cuando
Vds. lanzaron las primeras bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki. En aquella mala hora
fuimos a vuestro mundo con nuestros platillos volantes. Teníamos que ver personalmente lo que
hizo vuestra raza. Entretanto ya hace mucho de eso, y vosotros diríais que es historia. Pero es
para nosotros significativo - por favor déjeme continuar.
Nosotros no nos hemos inmiscuido en vuestras escaramuzas y guerras. Vuestras barbaridades
las hemos consentido. Pero mientras tanto habéis empezado a experimentar con fuerzas que en
realidad no estaban pensadas para los hombres. Esto es la fuerza atómica. Ya hemos intentado
algunas cosas. Hemos hecho llegar mensajes a los estadistas del mundo - pero ellos no creen en
la necesidad de escucharnos.
Por este motivo fue Vd. elegido. Vd. debe ser nuestro testigo, testigo de que nosotros y este
mundo en el interior de la Tierra existimos, que nosotros aquí realmente existimos. Mire a su
alrededor, y Vd. pronto comprobará que nuestra ciencia y nuestra cultura están varios miles de
años por delante de las vuestras. Mire Vd., almirante."
"Pero", interrumpí al Maestro, "¿qué tiene esto que ver conmigo, señor?" El Maestro parecía
sumergirse en mi, y después de que durante un largo rato me había examinado, me contestó:
"Vuestra raza ha alcanzado el point of no return. Tenéis a personas entre vosotros que estarían
dispuestos antes a destruir la Tierra entera antes que perder su poder - el poder que ellos creen
conocer." Yo de nuevo le dí a entender con un movimiento de cabeza que seguía sus
explicaciones. El Maestro continuó hablándome: "Ya desde hace dos años intentamos una y otra
vez contactar con vosotros. Pero todos nuestros intentos son contestados con agresividad.
Nuestros platillos voladores son perseguidos por vuestros aviones de combate, atacados y
disparados. Ahora debo decirle, hijo mío, que una enorme y nefasta furia se levanta, que una
poderosa tormenta barrerá su país, y durante mucho tiempo arrasará. Desconcertados ante ello
estarán vuestros científicos y ejércitos y no podrán ofrecer ninguna solución. Esta tormenta tiene
poder de aniquilar toda la vida, toda la civilización de Vds., de forma que toda cultura podría ser
destruida y todo podría hundirse en el caos. La gran guerra que acaba de terminar es sólo un
preludio de lo que puede venir sobre vosotros. Para nosotros aquí esto se hace patente hora tras
hora de manera más clara. Parta dela base de que me equivoco".
"No, ya vino una vez la época oscura sobre nosotros, y duró 500 años", le repliqué yo al Maestro.
"Así es, hijo mío", me contestó, "los tiempos sombríos cubrirán vuestro país de cadáveres. Y sin
embargo parto de la base de que algunos de vuestra raza sobrevivirán a esta conflagración. Lo
que después ocurrirá no puedo revelarlo. Nosotros vemos en un futuro lejano surgir una nueva
Tierra, que será construida con los escombros de vuestro viejo mundo, y os acordaréis de sus
tesoros legendarios y los buscaréis. Y mira, los tesoros legendarios estarán aquí con nosotros.
Nosotros somos aquellos que los mantenemos a salvo. Cuando haya comenzado ese futuro, nos
presentaremos a vosotros, ayudaremos a los hombres a revivificar su cultura y su raza. Quizá
hayáis aprendido entonces que guerra y violencia no conducen al futuro. Para el tiempo que
entonces seguirá, se os hará accesible antiguos conocimientos. Conocimientos que ya tuvisteis
una vez. De Vd., hijo mío, espero que vuelva a la superficie con estas informaciones".
Con esta exigencia terminó el Maestro su exposición y me dejó muy desconcertado, pero para mi
estaba claro que el Maestro tendrá razón.
Por consideración o por humildad, no lo sé, me despedí de todas formas con una ligera
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inclinación. Antes de que pudiera perderme aparecieron mis dos acompañantes, los que me
habían conducido hasta aquí. Me indicaron el camino. Yo me volví hacia el Maestro. Había una
cálida y amistosa sonrisa en su vieja y noble cara: "Le deseo a Vd. un buen viaje, hijo mío", hizo
por último el signo de la paz y entonces nuestro encuentro había llegado ineludiblemente a su fin.
Volvimos rápidamente hacia nuestro ascensor. Nos movimos hacia arriba. Entre tanto me explicó
uno de mis dos firmes acompañantes que tras finalizar la conversación con el Maestro teníamos
prisa de verdad. El Maestro en ningún modo quería retrasarnos más, y además era importante
que yo llevase inmediatamente el mensaje recibido a mi raza, me aclaró. A todo esto yo no dije
nada.
Cuando fui conducido hasta mi operador de radio, comprobé que él probablemente tenía miedo,
esto al menos se reflejaba en su cara.
"Todo está en orden, no hay de qué preocuparse, Howie, todo es O.K.", intenté quitarle el miedo.
Junto con nuestros acompañantes, fuimos de nuevo al disco deslizante, que muy velozmente nos
devolvió a nuestro avión.
Los motores ya estaban en marcha, y nos encontramos
inmediatamente a bordo. Había una atmósfera de tremenda prisa, la necesidad de actuar rápido
era evidente.
Inmediatamente después de que cerramos la portilla, nuestro avión fue elevado en las alturas por
una fuerza inexplicable para mi, hasta que volvimos a encontrarnos a 2.700 pies (aprox. 825
metros).
Fuimos acompañados por dos de sus platillos. Se mantuvieron no obstante a una cierta distancia
de nosotros.
El velocímetro no indicaba en todo el tiempo velocidad alguna, a pesar de que ésta había
aumentado enormemente.
Nuestra radio no obstante funcionaba, y de esta forma recibimos un último mensaje de los objetos
voladores que nos acompañaban:
"A partir de ahora puede Vd. volver a utilizar todos sus equipos, almirante, sus instrumentos
vuelven a ser funcionales. Nosotros le dejaremos ahora. Auf Wiedersehen". [N. del. T.: este
"adiós" en alemán está en el original en inglés]
Seguimos con nuestros ojos a los objetos voladores hasta que se perdieron en el cielo azul pálido.
De inmediato tuvimos a nuestro avión de nuevo bajo control.
No hablamos entre nosotros, cada cual estaba demasiado ocupado con sus pensamientos.
Última anotación en el libro de abordo:
Nos encontramos de nuevo sobre vastas regiones cubiertas de nieve y hielo.
Estamos todavía aproximadamente a 27 minutos de vuelo de la base. Podemos enviar mensajes
por radio, y nos responden. Radiamos que todo es normal. La base está contenta de que vuelva a
haber comunicación.
Tenemos un aterrizaje suave.
Yo tengo un encargo.
Fin de las anotaciones en el libro de abordo.
4 de Marzo de 1947:
Yo estaba en una reunión en el Pentágono. He informado detalladamente sobre mis
descubrimientos y sobre el mensaje del Maestro. Todo fue grabado y escrito.
El presidente [N. del T.: de USA] también fue informado. Fui retenido aquí durante varias horas
(exactamente fueron seis horas y treinta y nueve minutos). Fui interrogado minuciosamente por un
quipo de seguridad y por un equipo médico. ¡Fue un infierno!
Fui puesto bajo la estricta supervisión de la Previsión Nacional de Seguridad de los Estados
Unidos de América.
Yo había recibido la orden de guardar silencio sobre todo lo que había vivido - por el bien de la
Humanidad. ¡Increíble!
Se me recordó que soy un oficial y que por tanto debo obedecer sus órdenes.
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30 de Diciembre de 1956:
Última anotación:
Los años posteriores a 1947 no fueron muy agradables para mí... Hago ahora la última anotación
en este especial diario. Quisiera mencionar que me he callado los descubrimientos que hice, tal y
como se me ordenó.
¡Pero eso no es lo que tengo en mente! Noto que pronto llegará mi hora. Pero no morirá este
secreto conmigo, sino que será difundido - como toda verdad. Y así será.
Sólo así puede existir la única esperanza para la Humanidad. Yo he visto la verdad. Ella me ha
hecho despertar y me ha liberado. He cumplido mi deber con el enorme complejo militar y
económico. Mi larga noche se acerca, pero tendrá un fin. Así como la larga noche del Ártico tiene
un fin, así también la verdad volverá como un luminoso rayo de sol, y los poderes oscuros no
podrán atravesar la luz de la verdad...
¡He visto el país más allá del Polo, el centro del Gran Desconocido!
R.E.B. US Navy
Este documento es la traducción de la edición alemana “Das Tagebuch des Admiral Byrd” y ha
sido realizada por el sitio web Hitlerismo Esotérico
http://libreopinion.com/members/neuschwabenland
Por primera vez en español en Internet
© Hitlerismo Esotérico, Marzo de 2004
Esta traducción es propiedad intelectual de “Hitlerismo Esotérico”. Autorizamos su libre
distribución y su uso en sitios web o foros, a condición de que se haga mención del origen de esta
traducción y se incluya un link a “Hitlerismo Esotérico”.
 
 
 
EL DESCUBRIMIENTO DEL ALMIRANTE BYRD QUE MARCÓ UNA ÉPOCA
El mayor descubrimiento geográfico en la historia de la humanidad.
“Ese Continente encantado en el Cielo. ¡Tierra del Misterio Eterno!”
“Me gustaría ver esta tierra más allá del Polo (Norte). ¡Esa área más allá del Polo es el
centro del Gran Desconocido!” Contralmirante Richard E. Byrd.
LAS DOS CITAS anteriores son del más importante explorador de los tiempos modernos, el
Contralmirante Richard E. Byrd, de la Armada de los Estados Unidos. No se les puede encontrar
sentido ni comprender de acuerdo a las viejas teorías geográficas de que la tierra es una esfera
sólida con un centro inflamado, en la que los dos polos son puntos fijos. Si este fuera el caso, y si
el Almirante Byrd voló respectivamente 2.740 y 3.710 kilómetros a través de los Polos Norte y Sur
a las tierras de hielo y nieve del otro lado —cuya geografía se conoce—, resultaría incomprensible
que él mencionara en su comentario este territorio como “el Gran Desconocido”. Además, no
habría razón para que empleara un término como “tierra del misterio eterno”. Byrd no era poeta, y
lo que describió fue lo que observó desde el avión. Durante el vuelo ártico de 2.740 kilómetros
más allá del Polo Norte, informó por radio que debajo de él no había hielo y nieve, sino áreas
de montañas, bosques, vegetación, lagos, ríos y que veía animales extraños parecidos a
los mamuts congelados encontrados en hielo ártico. Resulta evidente que había entrado en
una región más cálida que el territorio de hielo que se extiende desde el Polo a Siberia. Si Byrd se
hubiera referido a esta región no tendría razón para llamarla “el Gran Desconocido”, ya que se
puede alcanzar con sólo atravesar el Polo de un lado de la región ártica al otro.
La única forma de comprender las frases enigmáticas de Byrd es descartar la concepción
tradicional de la formación del planeta y considerar una, completamente nueva, que sostiene que
las extremidades ártica y antártica no son convexas sino cóncavas. Por lo tanto, al ir más
allá de los polos, Byrd entró en las concavidades polares. Es decir, que no cruzó los polos hacia
el otro lado, sino que entró a la depresión polar, que, como veremos más adelante, se abre al
interior hueco de la tierra. Tiene un clima tropical y es el hogar de plantas, animales y humanos.
Este es el “Gran Desconocido” al que se refería Byrd, no el área de nieve y hielo del otro lado del
Polo Norte, que se extiende al norte de Siberia.
La nueva teoría geográfica, presentada por primera vez en este libro, explica las frases
enigmáticas de Byrd y muestra que no fue un soñador, como puede parecerles a aquellos que se
aferran a teorías geográficas antiguas. Había entrado a un territorio nuevo, “desconocido” porque
no estaba en ningún mapa, porque todos los mapas fueron hechos sobre la base de la creencia
de que la tierra es esférica y sólida. Ya que casi todas las tierras en esa esfera sólida fueron
exploradas y registradas por los exploradores polares, no había lugar para el territorio descubierto
por el Almirante Byrd: ¡un área tan grande como América del Norte!, que él llamó el Gran
Desconocido.
Este misterio sólo se puede resolver si aceptamos el concepto básico de la formación de la tierra
presentado en este libro y apoyado por las observaciones de los exploradores árticos, que se
citarán en este trabajo. De acuerdo a este concepto revolucionario, la tierra no es una esfera
sólida, sino que es hueca, con aberturas en los polos. El Almirante Byrd entró por ellas por
una distancia de 6.450 kilómetros durante sus expediciones ártica y antártica de 1947 y
1956. El “Gran Desconocido” al que se refería Byrd era la extensión sin hielo dentro de las
concavidades polares, abiertas al interior hueco de la tierra. Si este concepto es acertado, como
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trataremos de probar, los Polos Norte y Sur no existen, ya que estarían ubicados en el aire,
en el centro de las aberturas polares, y no en la superficie terrestre. Esta visión se presentó
por primera vez en un libro llamado Phantom ofthe Potes (Fantasma de los Polos), de William
Reed, publicado en 1906, poco tiempo después de que el Almirante Peary afirmó descubrir el
Polo Norte y luego lo negó. En 1920, se publicó otro libro, escrito por Marshall Gardner, llamado A
Journey to the Earth’s Interior or Have the Poles Really Been Discovered? (Un viaje al interior de
la Tierra o ¿los polos de veras fueron descubiertos?), que reclamaba la autoría de la misma
teoría. Resulta curioso que Gardner no tuviera conocimiento alguno del libro de Reed y llegara a
sus conclusiones en forma independiente. Ambos decían que la Tierra es hueca, con aberturas en
los polos y que, en su interior, vive una vasta población de millones de habitantes, que conforman
una civilización avanzada. Es probable que este sea el “Gran Desconocido” al que hacía
referencia Byrd.
Una vez más, aclararé que Byrd no pudo tener en mente ninguna parte de la superficie conocida
de la tierra cuando dijo estas palabras, sino que habló de una área de tierra desconocida, libre de
hielo y nieve, con vegetación, bosques y vida animal, que no existe en ningún lado en la superficie
terrestre, sino dentro de la depresión polar, y que recibe el calor del interior hueco, donde hay
temperaturas más altas que en la superficie con la que está comunicada. Sólo en base a este
concepto, entenderemos los comentarios de Byrd.
En enero de 1956, el Almirante dirigió otra expedición al Antártico, donde penetró 3.700 kilómetros
más allá del Polo Sur. El anuncio por radio de ese momento (13 de enero de 1956) fue: “El 13 de
enero, miembros de la expedición de los Estados Unidos penetraron en una extensión de 3.700
kilómetros más allá del Polo. El aviador era el Contralmirante George Dufek de la Unidad
Aeronaval de los Estados Unidos.”
La palabra “más allá” es muy significativa y resultará incomprensible para aquellos que creen en
la antigua concepción de que la tierra es sólida. Para ellos, significaría la región del otro lado del
continente antártico y el océano que queda más allá, no un “vasto territorio nuevo” —que no está
en ningún mapa— ni sería “la más importante expedición de la historia del mundo”. La geografía
de la Antártida es bastante conocida, y el Almirante Byrd no agregó nada significativo al
conocimiento sobre este continente. Si este fuera el caso, ¿por qué hizo comentarios tan
descabellados y faltos de pruebas, en especial si tomamos en cuenta su posición como
contralmirante de la Armada de los Estados Unidos y su reputación de gran explorador? Este
enigma se resuelve cuando comprendemos la nueva teoría de la Tierra Hueca, que es la única
manera de encontrar sentido en las palabras del Almirante Byrd y no considerarlo un visionario
que vio espejismos en las regiones polares o los imaginó.
Después de volver de la expedición antártica el 13 de marzo de 1956, Byrd comentó: “La presente
expedición ha abierto una vasta tierra nueva”. La palabra “tierra” es significativa. No se pudo
referir a alguna parte del continente antártico, ya que ninguna consiste en “tierra”, sino hielo.
Además, la geografía es conocida, y Byrd no hizo ningún aporte, como otros exploradores que
dejaron sus nombres como recuerdos en la geografía de esta región. Si Byrd hubiera descubierto
una vasta área nueva en la Antártida, la habría reclamado para el gobierno de los Estados
Unidos, y la región llevaría su nombre, como lo habría llevado el territorio que habría cubierto con
el vuelo de 2.740 kilómetros entre el Polo y Siberia, si éste hubiera estado en la superficie
terrestre. Sin embargo, no se acredita tal logro al gran explorador y su nombre no quedó en la
geografía ártica o antártica como podría presumirse de sus palabras sobre el descubrimiento de
una vasta nueva tierra. Si su expedición antártica hubiera abierto una nueva e inmensa región en
este continente congelado, no sería apropiado emplear la palabra “tierra”, que significa una región
sin hielo similar a la que Byrd sobrevoló por 2.740 kilómetros más allá del Polo Norte, provista de
vegetación, bosques y vida animal. Por lo tanto, podemos deducir que su expedición de 1956 de
más de 3.700 kilómetros más allá del Polo Sur fue en territorio sin hielo, no registrado en ningún
mapa, y tampoco sobre alguna parte del continente antártico.
El año siguiente, en 1957, antes de su muerte, Byrd llamó a esta tierra más allá del Polo Sur (no
“hielo” del otro lado): “aquel continente encantado en el cielo, la tierra del misterio
permanente”. No pudo decir esto al referirse a la parte congelada del continente antártico que
está del otro lado del Polo Sur. Las palabras “misterio permanente” debieron referirse a otra cosa:
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al territorio más cálido, que no aparece en el mapa y está dentro del interior de la Abertura del
Polo Sur, que conduce al interior hueco de la tierra. La expresión «aquel encantado continente
en el cielo” se refiere a un área de tierra, no de hielo, reflejada en el cielo que actúa como espejo,
un fenómeno extraño observado por muchos exploradores polares. Ellos hablan de “la isla en el
cielo” o el “cielo de agua”, ya sea que se refleje tierra o agua. Si Byrd hubiera visto el reflejo de
agua o hielo, no habría empleado la palabra “continente” o “encantado”. La última palabra era
porque, de acuerdo a las concepciones geográficas de aceptación general, el continente que Byrd
vio reflejado en el cielo —donde glóbulos de agua actúan como un espejo de la superficie
subyacente— no podía existir.
Citaremos a Ray Palmer, editor de la revista Flying Saucers (Platillos voladores) y el mayor
experto de los Estados Unidos en platillos voladores, que piensa que los descubrimientos del
Almirante Byrd en el Ártico y la Antártida ofrecen una explicación acerca del origen de los platillos
voladores. El cree que no provienen de otros planetas, sino del interior de la tierra, donde existe
una civilización mucho más avanzada que la nuestra en aeronáutica, la que utiliza platillos
voladores para viajes aéreos, que salen al exterior a través de las aberturas polares. Palmer
explica esta opinión de la siguiente manera: “¿Cuánto conocemos la tierra? ¿Hay algún área en
ella que se pueda considerar como el posible origen de los platillos voladores? Existen dos. Las
dos áreas de principal importancia son la Antártida y el Ártico. Los dos vuelos del Almirante Byrd
por encima de los dos polos prueban que hay algo raro en la forma de la tierra en ambas áreas.
Byrd voló al Polo Norte, pero no se detuvo allí para dar la vuelta, sino que siguió 2.740 kilómetros
más allá y luego siguió el mismo camino de vuelta a la base ártica (debido a la poca gasolina
restante). A medida que hacía progresos más allá del punto del Polo, se veía tierra sin hielos,
lagos, montañas cubiertas de árboles e, inclusive, se vio un animal monstruoso, parecido al
mamut de la antigüedad, que se movía entre la vegetación. Los tripulantes del avión informaron
todo esto por radio. El avión sobrevoló tierra, montañas, árboles, lagos y ríos por casi la totalidad
de los 2.740 kilómetros. ¿Qué era esta tierra desconocida? Byrd, al viajar hacia el norte, penetró
en el hueco interior de la tierra a través de la abertura polar. Más tarde, la expedición fue al Polo
Sur y, después de pasarlo, siguió 3.700 kilómetros más allá. Una vez más, penetramos en una
tierra desconocida y misteriosa que no aparece en los mapas actuales. Y otra vez no aparecen
anuncios después del primero —debido al ocultamiento oficial de esas noticias (autor)— y, más
extraño aún, encontramos que millones de personas en el mundo absorben los anuncios y no
sienten ninguna curiosidad al respecto.
Por lo tanto, éstos son los hechos: en los dos polos, existen vastas áreas de tierra desconocida,
habitables, que deben ser de extensión inmensa y engloban una área mayor que cualquiera
conocida en la extensión continental. La tierra misteriosa del Polo Norte que vieron Byrd y su
tripulación es por lo menos de 2.740 kilómetros en dirección transversal y no se puede concebir
como una mera tira angosta. ¡Es un área tal vez tan grande como todo el territorio de los Estados
Unidos! En el caso del Polo Sur, la tierra atravesada más allá del Polo incluye un área tan grande
como América del Norte y el continente del Polo Sur en conjunto. Los platillos voladores podrían
provenir de estas dos tierras desconocidas, más allá de los polos. En la opinión de los editores de
Flying Saucers, nadie puede probar que no existen estas tierras, dados los hechos de las dos
expediciones que describimos.”
Si el Contralmirante Byrd afirmó que su expedición al Polo Sur era “la expedición más .importante
en la historia del mundo”, y si después de volver, dijo que “la presente expedición ha abierto una
nueva y vasta tierra”, resultaría extraño e inexplicable cómo el descubrimiento de un área tan
grande como América del Norte, comparable al descubrimiento de América por Colón, no recibió
atención y fue olvidado; que desde los más ignorantes hasta los más informados no supieron
nada al respecto.
La única respuesta racional a este misterio es que, después del anuncio breve en la prensa de los
Estados Unidos, basado en el informe radial de Byrd, el gobierno evitó más publicidad.
Byrd trabajaba para el Gobierno, que tenía razones políticas para no dar a conocer al mundo
este nuevo descubrimiento histórico; pues el Almirante había descubierto dos áreas
desconocidas de tierra, que medían un total de 6.450 kilómetros de ancho y probablemente era
tan grande como América del Norte y del Sur juntas, ya que el avión de Byrd dio la vuelta sin
32
llegar al final del territorio. Resulta evidente que el gobierno de los Estados Unidos temía que
otro gobierno se enterara del descubrimiento y condujera vuelos similares hasta mucho
más allá de donde llegó Byrd, y que tal vez reclamara este territorio como propio.
Con respecto a la declaración de Byrd en 1957, poco antes de su muerte, en la que llamó al
nuevo territorio “aquel continente encantado en el cielo” y “la tierra del misterio eterno”, Palmer
dice lo siguiente: “Si tomamos en cuenta todo esto, ¿resulta sorprendente que todas las naciones
del mundo de repente hayan tomado tan intenso interés por la región polar sur —en especial— y
la norte, y que hayan enviado tantas exploraciones?” Palmer concluye que esta nueva tierra
descubierta por Byrd, que no figura en ningún mapa, existe en el interior —y no en el exterior—
de la tierra, ya que la geografía de la parte externa es conocida, mientras que la interna —dentro
de las depresiones polares— es “desconocida”. Por esa razón, Byrd la llamó “el Gran
Desconocido”.
Después de discutir la importancia de que Byrd usara el término “más allá” del polo, en vez de
“cruzando” el Polo al otro lado del Ártico o Antártida, Palmer concluye que Byrd se refería a un
área de tierra desconocida, dentro de la concavidad polar y que se continuaba con el interior de la
tierra, una zona más cálida donde hay vegetación y vida animal. Es “desconocida” porque no está
en la superficie externa y, por lo tanto, no está registrada en ningún mapa.
Palmer escribió:
“En febrero de 1947, el Almirante Richard E. Byrd, el único hombre que trató lo mejor que
pudo de hacer que se conociera el área del Polo Norte, comentó lo siguiente: ‘Me gustaría
ver la tierra más allá del Polo. Aquella área es el centro del Gran Desconocido’. Millones de
personas leyeron este comentario en los diarios; millones se entusiasmaron con el vuelo
del Almirante al Polo, a un punto 2.740 kilómetros más allá; millones escucharon la emisión
radial que describía el vuelo, también publicada en los periódicos. ¿Qué tierra era? Revise
su mapa; calcule la distancia desde todos los territorios que mencionamos antes: Siberia,
Spitzbergen, Alaska, Canadá, Finlandia, Noruega, Groenlandia e Islandia. Muchos de ellos
están dentro de los 2.740 kilómetros de distancia, pero ninguno dentro de los 320
kilómetros del polo. Byrd sobrevoló un territorio desconocido. El mismo lo llamó ‘el gran
desconocido’; ¡y de veras es grande! Pues después de 2.740 kilómetros de vuelo, tuvo que
regresar porque le faltaba gasolina y ¡aún no había llegado al final! Debió llegar a la
‘civilización’, y no lo hizo; debió ver sólo el océano cubierto de hielo, o algunas porciones
de océano descubierto cuando mucho. Sin embargo, ¡vio montañas cubiertas de bosques!
¡Bosques!¡Increíble! El límite más septentrional de la presencia de vegetación arbórea es el
sur de Alaska, Canadá y Siberia. ¡Al norte de esa línea no crece ningún árbol! No hay
árboles dentro de un radio de 2.740 kilómetros del polo. ¿Qué conclusión sacamos? El
autenticado vuelo del Almirante Richard E. Byrd a una tierra más allá del Polo que tanto
quería ver, porque era el centro del gran desconocido, el centro del misterio. Por lo visto,
su deseo se cumplió; sin embargo, en la actualidad, esta tierra misteriosa no se menciona
en ninguna parte. ¿Por qué? ¿Aquel vuelo de 1947 fue una ficción? ¿Mintieron todos los
periódicos? ¿La radio del avión de Byrd mintió? No, el Almirante Byrd sí voló más allá del
polo. ¿Más allá? ¿Qué quiso decir el Almirante cuando empleó esa palabra? ¿Cómo es
posible ir ‘más allá’ del polo? Imaginemos por un momento que algún medio milagroso nos
transporta al punto exacto del polo norte magnético. Llegamos en forma inmediata, sin
saber en qué dirección vinimos. Sólo sabemos que iremos a Spitzbergen, pero ¿para qué
lado queda, qué dirección tomamos? Al sur, por supuesto. Pero, ¿hacia qué sur? ¡Todas
las direcciones son sur desde el Polo Norte! En realidad, este es un problema de
navegación simple. Todas las expediciones al polo, por vuelo, por submarino o a pie,
enfrentan el mismo problema. Tienen que retroceder por el mismo camino que llegaron o
descubrir qué dirección es la correcta para su objetivo. El problema se soluciona con
doblar en cualquier dirección y recorrer más o menos 30 kilómetros; luego las personas se
detienen, miden las estrellas, las relacionan con la lectura de la brújula —que ya no apunta
hacia abajo, sino hacia el Polo Norte Magnético— y trazan el curso en el mapa. En esa
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instancia, resulta sencillo dirigirse a Spitzbergen si se va hacia el sur. El Almirante Byrd no
siguió este procedimiento tradicional de navegación. Cuando llegó al polo, siguió por 2.740
kilómetros más. Continuó hacía el norte después de cruzar el polo. Aunque resulte curioso,
está registrado que lo logró, por que si no, no habría visto ‘la tierra más allá del polo’, que
los periódicos, libros, la radio y el conocimiento popular indican que ¡nunca se volvió a
visitar! Aquella tierra, según los mapas actuales, no puede existir. Sin embargo, como sí
existe, sólo podemos pensar que esos mapas son incorrectos, incompletos y no
representan la realidad del hemisferio norte. Entonces, localizamos una gran masa de tierra
en el norte, que no aparece en ningún mapa, y que es el centro del Gran Desconocido. De
esto debemos inferir que la extensión de 2.740 kilómetros recorrida por Byrd es sólo una
porción del territorio completo.”
Un descubrimiento tan importante, que Bvrd calificó como el más importante de la historia del
mundo, debió darse a conocer a todos, si el Gobierno no hubiera retenido toda información al
respecto, a punto tal, que casi cayó en el olvido absoluto, hasta que Giannini lo mencionó en su
libro Worlds Beyond the Poles (Mundos más allá de los polos), publicado en Nueva York en 1959.
Asimismo, el libro, por alguna extraña razón, no fue publicitado por el editor y no fue conocido.
Al final del mismo año 1959, Ray Palmer, editor de la revista Flying Saucers, leyó una copia del
libro de Giannini y dio publicidad al descubrimiento del Almirante Byrd. Muy impresionado por el
libro, en diciembre de ese año publicó la información en su revista, que se vendía en los kioscos
de periódicos en todo el territorio de los Estados Unidos. Luego sucedieron una serie de
incidentes extraños, que indicaban que fuerzas secretas intentaban impedir que saliera la
información contenida en la edición de diciembre de la revista. ¿Quiénes son estas fuerzas
secretas, que tienen una razón especial para ocultar la información sobre el gran descubrimiento
del Almirante Byrd? Resulta obvio que son las mismas que impidieron la salida de información
después de que Byrd realizó tal descubrimiento —excepto por un breve anuncio radial— y antes
de que Giannini publicara la primera información al respecto en 1959, doce años después del
descubrimiento.
El anuncio de Palmer sobre los descubrimientos de Byrd en el Ártico y la Antártida fue una época
de publicidad en gran escala, desde que se oyó el breve anuncio en el momento del vuelo, y fue
mucho más significativa en las citas y los comentarios del libro de Giannini, que no tuvo publicidad
adecuada y terminó con escasas ventas. Por esta razón, poco después de que la edición de
diciembre de Flying Saucers saliera a los kioscos y estuviera preparada para enviar a los
suscriptores desapareció de circulación en forma misteriosa. Es obvio que fue obra de las mismas
fuerzas que impedían la publicación de esta información desde 1947. Cuando el camión llegó
para entregar al editor las revistas que venían de imprenta, ¡no había revistas en el camión! El
editor (el señor Palmer) llamó por teléfono al impresor y descubrió que no había recibo de que se
hubiera hecho un envío. Como había pagado las revistas el editor pidió al impresor nuevas
copias, pero las matrices no estaban disponibles y aparecían tan dañadas que no fue posible
hacerlo. ¿Dónde estaban las miles de revistas? ¿Por qué no había recibo de envío? Si se
hubieran perdido o enviado a una dirección errónea, tendrían que haber aparecido, pero no fue
así.
Como resultado, 5000 suscriptores no recibieron la revista. Un distribuidor que recibió 750 copias
para vender en su kiosco, desapareció junto con las revistas. Las había recibido con el encargo
de devolver las que no se vendieran, pero nunca se recuperaron. Ya que la revista desapareció
por completo, se volvió a publicar y se envió a los suscriptores varios meses más tarde.
¿Qué contenía esta revista para que fuerzas secretas e invisibles la censuraran de tal manera?
Un informe sobre el vuelo del Almirante Byrd más allá del Polo Norte en 1946, y
conocimientos que se habían suprimido, excepto por la mención en el libro de Giannini.
Evidentemente, las fuerzas secretas consideraron peligrosa la edición de diciembre de 1959.
Tenían una razón especial para retener la información y mantenerla en secreto. Esta edición de la
revista Flying Saucers contenía las siguientes citas del libro de Giannini: “Desde el 12 de
diciembre de 1929, las expediciones polares de la Armada de los Estados Unidos han
determinado la existencia de una extensión de tierra incalculable más allá de los puntos
polares.
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“El 13 de enero de 1956, durante la preparación de este libro, una unidad aérea de los
Estados Unidos penetró una extensión de 3.700 kilómetros más allá del presunto final de la
tierra, el Polo Sur. Tal vuelo se realizó en todo momento, sobre tierra y agua y hielo. Por
razones sustanciales, el memorable vuelo recibió una cobertura de prensa negligente.
“Los Estados Unidos y más de treinta naciones más prepararon expediciones polares sin
precedentes para el bienio 1957 y 1958, con el fin de penetrar en la extensión que ahora se
ha probado, continúa más allá de los puntos polares. Mi revelación original de 1926 a 1928,
de la tierra entonces desconocida, fue calificada por la prensa, como ‘más atrevida que
cualquier concepción de Julio Verne’.” Luego Giannini citó las siguientes declaraciones del
Almirante Byrd, que transcribirnos antes: «Febrero de 1947: ‘Me gustaría ver aquella tierra más
allá del polo. Es el centro del Gran Desconocido’. Contralmirante Byrd, Armada de los Estados
Unidos, antes de su vuelo de siete horas sobre el territorio más allá del Polo Norte.
“El 13 de enero de 1956: ‘El 13 de enero, miembros de la expedición de los Estados Unidos
realizaron un vuelo de 4.350 kilómetros desde la base en McMurdo Sound, que está a 650
kilómetros al oeste del Polo Sur, y penetraron un una extensión de tierra de 3.700
kilómetros más allá del polo’. Anuncio radial confirmado por la prensa el 5 de febrero.
“El 13 de marzo de 1956: ‘La presente expedición ha abierto una vasta tierra nueva’.
Almirante Byrd, después de volver de la tierra más allá del Polo Sur.
“1957: ‘Aquel continente encantado en el cielo, tierra del misterio eterno’. Almirante Byrd.”
El mundo científico no prestó atención al libro de Giannini. La extraña y revolucionaria teoría que
presentaba fue ignorada, por excéntrica en vez de científica. Sin embargo, las afirmaciones del
Almirante Byrd sólo cobran sentido si se acepta la concepción de la existencia de la tierra más allá
de los polos, como hizo Giannini. El escribe:
“No hay un final físico de las extremidades norte y sur de la tierra. Esta no se puede
circunnavegar en dirección norte o sur en el sentido real de la palabra. Sin embargo,
algunos vuelos ‘alrededor del mundo’ han contribuido a esta concepción errónea. Es
imposible pasar por sobre el Polo Norte hasta alcanzar las áreas septentrionales de
temperatura templada sin dar la vuelta, pues no existe una extremidad norte de la tierra. Lo
mismo es válido para el Polo Sur.
La existencia de mundos más allá de los polos ha sido confirmada por exploraciones de la
Armada de los Estados Unidos durante los últimos treinta años. La confirmación es sustancial. El
explorador más anciano del mundo, Contralmirante Richard Evelyn Byrd, comandó la memorable
expedición gubernamental a esa tierra interminable más allá del Polo Sur. Antes de su partida de
San Francisco, hizo un anuncio radial de gran trascendencia: ‘Esta es la expedición más
importante en la historia del mundo’. En la expedición del 13 de enero de 1956, que penetró en
la tierra más allá del polo por una extensión de 3.700 kilómetros, probó que no exageraba.”
Palmer escribe los siguientes comentarios en su revista sobre las afirmaciones de Giannini con
respecto a seguir de largo del Polo Norte y llegar al otro lado del mundo, que sería el caso si la
Tierra fuera convexa, en vez de cóncava, en los polos:
“Muchos de los lectores dijeron que los vuelos comerciales cruzan el polo y vuelan al lado
opuesto de la Tierra. Esto no es cierto. Aunque los oficiales de las líneas aéreas digan que
sí, no es verdad. Realizan maniobras de navegación que eliminan en forma automática todo
vuelo en línea recta más allá del polo. Pregunte a los pilotos sobre estos vuelos polares; o
trate de nombrar un vuelo para el cual usted pueda comparar así que cruza el Polo Norte. Si
examinamos la ruta de los vuelos que cruzan el área polar norte, encontraremos que todos
van alrededor o a un costado, pero nunca lo cruzan en forma directa. Esto resulta extraño.
Podemos estar seguros de que un vuelo que cruce el Polo Norte atraería muchos pasajeros
que quisieran tener la experiencia. Sin embargo, ninguna línea aérea lo ofrece, siempre
pasan a un costado del polo. ¿Por qué? ¿No es posible que si lo cruzaran en forma directa,
en vez de aterrizar en el lado opuesto de la tierra, el avión entraría en la tierra más allá del
polo, ‘el centro del Gran Desconocido’, como lo llamó el almirante Byrd?”.
Palmer sugiere que se organice una expedición que viaje en línea recta al norte y continúe en esa
dirección después de llegar al Polo Norte, que él cree es el centro de la concavidad polar y no una
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tierra sólida. Se debe seguir la misma ruta que el Almirante Byrd y continuar en esa dirección
hasta llegar al interior hueco de la tierra. Esto nunca se hizo a pesar de que la armada de los
Estados Unidos tiene en sus archivos el registro de los vuelos y descubrimientos de Byrd. Tal vez
la razón sea que los jefes de la Armada no compartían la nueva concepción geográfica de la
formación de la tierra en las regiones polares, que hay que aceptar para apreciar la significación
de la evidencia de Byrd, y la dejaron a un lado hasta olvidarla.
El comentario de más arriba, de Palmer, que sostiene que las líneas aéreas no sobrevuelan el
Polo Norte, parece razonable al tener en cuenta nuevos descubrimientos soviéticos sobre el Polo
Norte Magnético. Encontraron que no era un punto, sino una línea larga, se cree que una
línea circular, que constituye el borde de la concavidad polar. Es decir, que se le puede decir
Polo Norte Magnético a cualquier punto en este círculo porque, en ese lugar, la aguja de la brújula
apunta hacia abajo. Si fuera así, resultaría imposible que los aviones cruzaran el Polo Norte —el
centro de la depresión polar, no la superficie de la tierra— como indica la teoría de la tierra sólida
y la formación convexa del polo. Cuando los pilotos creen llegar al Polo Norte por la lectura
de la brújula, en realidad, están en el borde de la concavidad polar, donde está el verdadero
Polo Norte Magnético.
En otra referencia al libro de Giannini, Palmer comenta: “El extraño libro escrito por Giannini
ofrece la posibilidad de probar en forma definitiva que la tierra tiene una forma extraña en
el Polo Norte, del mismo modo que creemos ocurre con el Polo Sur: no necesariamente
con un agujero que llega de lado a lado, sino como una rosca que se hinchó tanto durante
la cocción que el agujero se transformó en sólo una profunda depresión a cada lado, o
como un neumático gigante montada en un cubo sólido con tapacubos ahuecados. Ningún
ser humano ha podido volar directamente sobre el Polo Norte y seguir en línea recta. El
editor cree que se debe hacer de inmediato. Tenemos los aviones para llevarlo a cabo. El
editor quiere saber con seguridad si un vuelo semejante terminaría en uno de los países
que rodean el Polo Norte, en el lugar opuesto al punto de salida. La navegación no se haría
de acuerdo a una brújula o con triangulación en mapas existentes, sino solamente con
brújula giroscópica en un curso recto sin desviaciones desde el momento del despegue
hasta el de aterrizaje. No sólo habría una brújula giroscópica en un plano horizontal, sino
en uno vertical también después de entrar en la abertura polar. Debe haber un movimiento
positivo hacia adelante que no se puede discutir. Todos saben que una brújula giroscópica
horizontal, como las que se utilizan en la actualidad, hace que un avión aumente la
elevación en forma constante a medida que avanza, y se aleja —en forma de curva— de la
tierra debajo de él. De acuerdo a nuestra teoría de la depresión polar, cuando el avión entra
en la depresión, la brújula debería mostrar un mayor aumento de elevación que en otro
caso, debido a que la tierra se aleja en forma de curva en el Polo Norte. Si el avión continúa
en dirección norte, este aumento en altitud seguirá cuanto más se aleje; y si el avión trata
de mantener la misma altitud, doblará hacia el interior hueco de la tierra.”
Los siguientes comentarios de Giannini, escritos en una carta a un lector que se interesó en él a
través de la revista de Palmer, son de gran interés: “El autor recibió el permiso de la oficina de
Investigación naval de Nueva York, de transmitir un mensaje de buen viaje por radio al
Contralmirante Richard Evelyn Byrd, de la Armada de los Estados Unidos, en su base ártica
en febrero de 1947. En ese momento, el Almirante anunció por la prensa: ‘Me gustaría ver la
tierra más allá del polo. Es el centro del Gran Desconocido’. Luego, él y un equipo naval
realizaron un vuelo de 2.740 kilómetros sobre la tierra que se extendía más allá del
supuesto Polo Norte ‘final’ de la tierra. En enero de 1947, antes del vuelo, este autor pudo
vender una serie de artículos periodísticos a un sindicato internacional de medios, porque
este autor aseguró al director de dicho sindicato que Byrd de veras iría más allá del
imaginario extremo del Polo Norte.
Como resultado del conocimiento previo que el autor tenía de la tierra, hasta ese momento
desconocida, que se extendía más allá de los puntos del polo, y luego de que los medios
sindicados publicaron la noticia, la oficina de inteligencia naval de los Estados Unidos
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investigó a este autor. Esta investigación se debió a la confirmación definitiva de las
teorías del autor por parte de Byrd.
Más tarde, en marzo de 1958, en Missouri, este autor se dirigió a la audiencia radial,
comentando la importancia del descubrimiento de la tierra más allá de los puntos
imaginarios del Polo Norte de acuerdo a la historia arcaica.”
Los siguientes son comentarios de Giannini, que aparecían en los periódicos de Nueva York, con
respecto a los informes del vuelo del Almirante Byrd en febrero de 1947: “Estas declaraciones
describieron el vuelo de 2.740 kilómetros de Byrd, que duró siete horas, sobre tierra y
lagos de agua dulce MAS ALLÁ del presunto ‘final’ de la tierra, el Polo Norte. Los mensajes
se intensificaron hasta que una censura estricta se impuso desde Washington.”
Otro escritor estadounidense especializado en temas de platillos voladores, Michael X, se sintió
conmovido por los descubrimientos de Byrd y llegó a la conclusión de que los platillos voladores
deben provenir de una civilización avanzada del interior de la tierra, cuya periferia visitó Byrd. El
describe el viaje de Byrd de la siguiente manera: “Había un valle extraño debajo de ellos. Por
alguna extraña razón, el valle que Byrd vio no estaba cubierto de hielo como era de
esperar. Era verde y frondoso; tenía montañas con bosques llenos de árboles y hierba y
maleza. Esto era un misterio en una tierra de hielo y nieve, casi siempre congelada. Cuando
el Almirante Byrd entró en este país desconocido, ‘el centro del gran desconocido’, ¿dónde
se encontraba? De acuerdo a la teoría de Marshall Gardner, estaba en la entrada que lleva
al interior de la tierra, más allá del Polo. Tanto Alaska como Canadá han tenido muchísimas
visiones de platillos voladores en los últimos meses. ¿A qué se deben? ¿Existe alguna
conexión con la tierra ‘más allá del polo’, ese territorio desconocido dentro de la tierra?
Tiene que existir una conexión. Si los platillos voladores entran y salen del interior de la
tierra a través de las aberturas polares, es natural que los habitantes de Alaska y Canadá
los vean con más frecuencia que personas de otras partes del mundo. Ambos países
quedan cerca del Polo Norte.”
Las observaciones anteriores sobre una concentración de platillos voladores en la región ártica
concuerda con observaciones similares de Jarrold y Bender sobre una concentración en el
Antártico, donde expertos en el tema creen que existe una base de aterrizaje, de donde son vistos
al ascender y al regresar. Sin embargo, de acuerdo a la teoría de este libro, lo que de veras
ocurre tanto en el Ártico como en el Antártico es que los platillos voladores emergen de y
reingresan al interior hueco de la tierra, su verdadero lugar de origen. Aime Michel, en su teoría de
“línea recta”, probó que la mayoría de los patrones de vuelo de los platillos voladores son en
dirección norte-sur, que sería el caso si su origen fuera polar. Vendrían de la abertura polar norte
o sur.
En febrero de 1947, alrededor de la época en que el Almirante Byrd hizo su gran descubrimiento
de la tierra más allá del Polo Norte, se realizó otro gran descubrimiento en el continente antártico:
el “Oasis de Bunger”. El descubrimiento fue del Teniente Comandante David Bunger, que estaba
en los controles de los seis grandes aviones de transporte utilizados por el almirante Byrd para la
“Operación salto alto” de la Armada de los Estados Unidos entre 1946 y 1947.
Bunger volaba hacia el interior desde Shack-leton Ice Shelf cerca de la Costa Queen Mary de
Wükes Land. El y su equipo estaban a seis kilómetros de la costa donde empieza el mar abierto.
La tierra descubierta por Bunger no tenía hielo. Los lagos eran de muchos colores diferentes, por
ejemplo el color del óxido, verde y azul profundo. Cada uno tenía más de cinco kilómetros de
largo. Bunger “acuatizó” en uno de ellos y comprobó que el agua era más cálida que la del
océano. Cada lago tenía una playa con una leve inclinación.
Alrededor de los cuatro límites del oasis, de forma aproximadamente cuadrada, vio nieve y hielo
que seguían hasta el horizonte. Dos de los lados del oasis se elevaban casi 30 metros y
consistían en grandes paredes de hielo. Los otros dos lados tenían una inclinación más gradual y
suave.
La existencia de un oasis semejante en la Antártida lejana, una tierra de hielo perpetuo, indica
condiciones más cálidas, que se darían si el oasis estuviera en la abertura del Polo Sur, que da al
territorio interno, de condiciones más cálidas. Este era el caso del territorio cálido, de tierra y
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lagos, que descubrió Byrd más allá del Polo Norte. (Es probable que estuviera dentro de la
abertura.) De otro modo, no se explicaría la existencia de un oasis de tierras no congeladas en el
medio del continente de la Antártida, donde hay hielo con kilómetros de grosor. El oasis no puede
resultar de la actividad volcánica debajo de la superficie terrestre porque el área de tierra que
cubría el oasis era de 500 kilómetros cuadrados, demasiado grande para obtener su provisión de
calor de un volcán. Las corrientes de vientos cálidos del interior de la tierra son una mejor
explicación.
Por lo tanto, Byrd en el Ártico y Bunger en la Antártida hicieron descubrimientos similares de
áreas de tierra más allá de los polos más o menos en el mismo momento, en la primera mitad de
1947. Pero no fueron los únicos que realizaron descubrimientos semejantes. Hace algún tiempo,
un periódico de Toronto, Canadá, The Globe and Maü, publicó una fotografía de un valle verde.
La foto fue tomada por un aviador en la región ártica, desde el aire y sin intentar aterrizar. Era un
valle hermoso con colinas verdes. El aviador debió seguir más allá del Polo Norte hasta el mismo
territorio cálido que visitó el Almirante Byrd, dentro de la abertura polar. La foto se publicó en
1960.
Encontramos más confirmación del descubrimiento de Byrd en los informes de los individuos que
afirmaban haber entrado en la abertura del Polo Norte, pues muchos exploradores del Ártico, sin
darse cuenta, penetraron en el mundo subterráneo en el interior hueco de la tierra. El doctor
Nephi Cottom de Los Angeles dijo que uno de sus pacientes, un hombre de ascendencia nórdica,
le contó la siguiente historia:
“Yo vivía cerca del Círculo Ártico en Noruega. Un verano, un amigo y yo nos decidimos a ir
lo más lejos posible al territorio del norte. Colocamos provisiones para un mes en un
pequeño bote de pesca y, con una vela y un buen motor, salimos al mar. Al final de un mes,
habíamos penetrado bastante en el norte, más allá del polo, en una extraña y nueva región.
Nos sorprendimos mucho porque el clima era cálido, a veces, demasiado para dormir.
(Exploradores del Ártico que llegan muy al norte hacen comentarios similares del clima, a veces
tan cálido como para quitarse los abrigos. El autor.) Luego vimos algo tan extraño que
quedamos anonadados. Más allá de un mar cálido abierto veíamos que estábamos en una
gran montaña. El océano parecía vaciarse en la montaña en un punto determinado. Sin
poder creerlo, seguimos en la misma dirección y navegamos hasta entrar en un vasto
cañón, que llevaba al interior de la Tierra. Continuamos y tuvimos una increíble visión: ¡un
sol brillaba dentro de la Tierra! El océano que nos había llevado hasta el interior hueco de
la Tierra se convirtió en un río. Este río recorría, como nos dimos cuenta después, todo el
interior hueco de la tierra, de una punta a la otra, por la superficie interna. Si uno lo sigue,
va desde el Polo Norte hasta el Sur. Vimos que la superficie interna de la tierra estaba
dividida, así como la otra, en tierra y agua. Hay mucho sol y abunda tanto la vida animal
como vegetal. Navegamos más y más dentro de esta tierra fantástica, la llamo así porque
todo era de un tamaño inmenso en comparación con el exterior. Las plantas son grandes,
los árboles gigantes, y, por último, llegamos a los gigantes. Vivían en casas y pueblos, así
como lo hacemos en la superficie de la Tierra. Utilizaban una forma de vehículo eléctrico,
como una carreta monorriel, para transportar a las personas. Corría por el borde del río, de
un pueblo a otro. Algunos de estos habitantes detectaron nuestro bote y se sorprendieron.
Eran muy amistosos; nos invitaron a comer con ellos en sus casas. Así, mi compañero y yo
nos separamos: él se fue con un gigante a su casa y yo con otro. Mi amigo gigante me llevó
a su casa a conocer a su familia. Yo estaba asombrado por el tamaño inmenso de los
objetos en su casa. La mesa para comer era colosal. En mi plato, colocaron una cantidad
tan abundante de comida, que me hubiera alimentado una semana. El gigante me ofreció
un racimo de uvas, cada una era el tamaño de un durazno. Probé una y la hallé mucho más
dulce que cualquiera que pudiera saborear en el ‘exterior’. En el interior de la tierra todas
las frutas y verduras saben mucho mejor que las que tenemos en la superficie. Nos
quedamos con ellos por un año. Disfrutamos tanto de su compañía, como ellos de
conocernos a nosotros. Observamos muchos fenómenos extraños e inusuales durante
nuestra visita a estas personas increíbles. Sus avances científicos e inventos no dejaban
de asombrarnos. En todo ese tiempo, jamás fueron antipáticos con nosotros, y nos
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permitieron retornar a nuestro hogar de la misma manera que llegamos. Es más, nos
ofrecieron protección si la hubiéramos necesitado para el viaje.”
Otro noruego, llamado Olaf Jansen, registró una experiencia similar de una visita al interior de la
tierra a través de las aberturas polares, pero totalmente independiente de la anterior, en un libro
de un escritor americano, Willis George Emerson, The Smoky God. El libro se basa en un informe
que Jansen le hizo al señor Emerson antes de morir, donde describe una experiencia verdadera
de visitar el interior de la tierra y a sus habitantes.
El título The Smoky God (El dios que fuma) se refiere al sol central en el interior de la Tierra, que,
al ser más pequeño y menos brillante que el nuestro, parece “ahumado”. El libro cuenta la
experiencia verdadera de un padre e hijo escandinavos que, en su pequeño bote de pesca e
inmenso coraje, intentaron encontrar “la tierra más allá del viento del norte”, ya que habían oído
de su calidez y belleza. Una increíble tormenta de viento los llevó la mayor parte del camino a
través de la abertura polar hasta el interior hueco de la tierra. Pasaron dos años allí y volvieron
por la abertura polar sur. El padre perdió la vida cuando un iceberg se partió en dos y destruyó el
bote. El hijo fue rescatado. Pasó 24 años recluido por demencia, como resultado de contar la
historia de su experiencia a gente incrédula. Cuando por fin le permitieron salir no volvió a contar
la historia a nadie. Después de 26 años como pescador ahorró suficiente dinero para viajar a los
Estados Unidos y establecerse en Illinois y, luego, en California. Cuando tenía más de noventa
años, por coincidencia, Willis George Emerson se convirtió en su amigo y conoció la historia. Al
morir, le cedió los mapas que había hecho del interior de la tierra, y el manuscrito que describía la
experiencia. Se negó a mostrárselos a nadie mientras vivía, debido a que, en el pasado, nadie le
había creído y lo habían considerado demente.
El libro, The Smoky God, que describe el extraordinario viaje de Olaf Jansen al interior de la
Tierra, se publicó en 1908. Cuenta sobre las personas que viven dentro de la Tierra, que él y su
padre conocieron durante su visita, y cuyo lenguaje aprendió. El contó que vivían entre 400 y 800
años y que estaban muy adelantados en ciencia. Pueden transmitir los pensamientos de una
persona a otra por medio de formas de radiación y tienen fuentes de mayor poder que la
electricidad. Son creadores de los platillos voladores, que están operados por ese extraordinario
poder, extraído del electromagnetismo de la atmósfera. Tienen una estatura de cuatro metros o
más. Es increíble la semejanza entre los relatos de esta visita y la otra, sin embargo las dos son
independientes. Además, el tamaño gigante de los seres humanos que habitan en el interior de la
Tierra concuerda con el de los animales que observó el Almirante Byrd (vio un animal semejante
al antiguo mamut durante su viaje de 2.740 kilómetros más allá del Polo Norte). Más adelante en
el libro, presentaremos la teoría de Marshall Gardner, de que los mamuts hallados en el hielo, en
realidad no son prehistóricos, sino animales inmensos del interior de la tierra que fueron llevados
a la superficie por los ríos y luego congelados en el hielo formado por el agua que los transporto.
 
 
 
CORTESIA DE .... YAMITH SINISTERRA