Diferencia entre revisiones de «Josep Tarradellas»

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Tarradellas formó un gobierno de concentración con doce consejeros para redactar el Estatut d’Autonomía de Catalunya que sería aprobado en referéndum en noviembre de 1979, convocando después elecciones al Parlament de Catalunya en 1980. Su período de tiempo como presidente abarcó de octubre de 1977 a abril de 1980. Su primer gran reto fue la construcción de un gobierno de unidad proporcional a los resltados de las elecciones autonómicas de 1977. Se reservó para él las carteras de Gobernación, Hacienda y Cultura porque eran las que representaban la esencia del poder y las que ostentó durante la II República. Sus cuatro preocupaciones básicas fueron: dotar a la administración catalana de una normativa básica, para la cual se promulgó el Reglamento de Régimen Interior de la Generalitat, y luego el decreto estructurando la organización, competencias y servicios dependientes de cada departamento; disponer de los instrumentos necesarios para coordinar la administración civil del Estado, la Generalitat y las entiades locales; preparar la estructura y los cuadros de la función pública en cataluña; y la regulación de la incorporación de la lengua catalana en el sistema educativo. Tras la elecciones de 1980 se retiró de la política. En 1985 fue nombrado marqués de Tarradellas por S.M. el Rey Juan Carlos I.
 
En términos generales, su pensamiento político fue republicano, de izquierdas, catalanista y nacionalista moderado. En su tarea política siempre pretendió establecer la conciliación y la concordia entre Cataluña y el resto de España, alejarse de los victimismos hacia el Estado español y no culpar a éste de los problemas que padecía el pueblo catalán. Abogó por los gobiernos de unidad en Cataluña con el propósito de que ésta fuese más fuerte, así como del diálogo positivo y constructivo con Madrid. Su actitud contraria a la independencia y al concepto de unos "Països Catalans" lo convirtió en objeto de críticas por parte de diversos sectores nacionalistas e independentistas, que lo tacharon de traidor a Cataluña. Uno de los personajes más críticos fue el historiador Josep Benet. Sin embargo, por parte de sectores catalanistas más abiertos e integradores y de sectores no nacionalistas, Tarradellas es considerado un gran político, una avanzado a su tiempo e incluso un visionario de hacia donde se dirigiría la política catalana.