Diferencia entre revisiones de «Caza de brujas»

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Se atribuía a los acusados de brujería un [[Pacto con el Diablo|pacto con el diablo]]. Se creía que al concluir el pacto, el Diablo marcaba el cuerpo de la bruja, y que una inspección detenida del mismo podía permitir su identificación como hechicera.<ref> La creencia en la marca de la bruja se desarrolló tardíamente, a partir del siglo XVI, y fundamentalmente en el ámbito protestante (ref: Levack, p. 80) </ref> Mediante el pacto, la bruja se comprometía a rendir culto al Diablo a cambio de la adquisición de algunos poderes sobrenaturales. Entre estos poderes estaba, lógicamente, la capacidad de causar maleficios de diferentes tipos, que podían afectar tanto a las personas como a elementos de la naturaleza; en numerosas ocasiones, junto a estos supuestos poderes se consideraba también a las brujas capaces de volar (en palos, animales, demonios o con ayuda de ungüentos), e incluso el de transformarse en animales (preferentemente [[lobo]]s). No todos los teólogos de la época creyeron en la realidad física de los vuelos y metamorfosis de brujas: algunos los atribuían a ilusiones o ensueños inducidos por el Diablo.
 
Según estas creencias, las brujas acudían en determinadas fechas a reuniones nocturnas denominadas "[[aquelarre]]s", o más generalmente "[[sabbat]]s", a las que se desplazaban en ocasiones por medios ordinarios y otras veces de forma sobrenatural. En los aquelarres tenían lugar ceremonias que eran básicamente una inversión sacrílega de aspectos de la [[liturgia]] cristiana, reinaba la promiscuidad sexual, y se realizaban actividades repulsivas (las acusaciones más frecuentes eran las de [[infanticidio]] y [[canibalismo]] infantil). El Diablo (descrito de muy diferentes formas: a veces con forma humana, pero también frecuentemente de [[macho cabrío]] u otro animal), era adorado por las brujas (con ceremonias como el llamado "[[osculum infame]]"), y a veces se unía sexualmente a ellas. No hay pruebas.
 
No todos los sospechosos de brujería eran mujeres (hubo un significativo porcentaje de hombres procesados y ejecutados por delitos de brujería), pero se consideraba a la mujer más inclinada al pecado, más receptiva a la influencia del Demonio, y, por tanto, más proclive a convertirse en bruja. El concepto de brujería en la Edad Moderna tiene un fuerte carácter [[misoginia|misógino]].