Diferencia entre revisiones de «De amor y de sombra»

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Línea 85:
Llamados por el deber de conseguir nuevos artículos para publicar en la revista, llegan a un lugar llamado Los Riscos, para conocer a una "santa" que hace milagros. Se trata de Evangelina Ranquileo, la hija cambiada de un payaso y su esposa (Digna), "cambiada" ya que el día que llegó al mundo fue el primer día que Digna dio a luz en un hospital, porque generalmente lo hacía en su casa con ayuda de Mamita Encarnación, pero ya que su partera no podía atenderla debido a que se encontraba presa por practicar abortos ilegalmente, Digna tuvo que parir en el hospital, y como generalmente acostumbraba a inclinarse para ver el momento en que su bebé salía de la matriz, supo que la niña que le entregaron no era la suya, su criatura debería ser trigueña, de pelo oscuro, y ojos grandes y negros, no como esa que le dieron, blanca, ojos claros, pelo claro y frágil. Minutos después de que ella reclamara, otra mujer empezó a alborotarse por el mismo asunto, y los médicos las amenazaron con llamar a la policía para que se las llevaran por calumniar al personal del hospital, así que ambas se quedan calladas y deciden no cambiar a las niñas si no era por trámites legales, y deciden ponerles el mismo nombre por si algún día las cambiaban de nuevo. Es así como nacen las Evangelinas cambiadas, una Flores y la otra Ranquileo, que conocen su historia pero que no le dan importancia ya que aman a sus familias de crianza. Lo de los milagros se inició un día que hubo asamblea de ranas, el pueblo se llenó de ranas, un fenómeno nunca antes visto, todos estaban observando fuera de su casa, pero Digna, que pensó que ya no tenía nada que estar viendo ahí, entra a su casa y lo que encuentra es a su hija arqueada, jadeando como hembra en celo, echando espuma por la boca con los ojos volteados, y los platos cayéndose, los muebles temblando; los perros empezaron a ladrar y en el techo cayó una lluvia de piedras invisibles. Desde entonces todos los mediodías ocurría la misma escena en casa de los Ranquileo. Digna, desesperada, busca ayuda con curanderos, con Mamita Encarnación, con los médicos, con el pastor de la iglesia evangélica y con el padre de la católica; nadie logra ayudarla y lo único que consigue es un montón de gente cada mediodía afuera de su casa para ver el infortunio de su hija. En una ocasión un hombre se tropezó en el momento en que Evangelina estaba dominada por ese quién sabe qué, y tocó la cama en que se encontraba la niña; al día siguiente unas ampollas que tenía en su mano habían desaparecido. De ahí en adelante se le atribuye el título de milagrosa.
 
Irene y Francisco llegaron al lugar para presenciar, entrevistar, fotografiar e investigar el caso. Todo se inició al mediodía, Irene se espantó y buscó refugio en Francisco; en ese momento los carros de una de las tropas del ejército desviaron la atención de los espectadores. El teniente Ramírez se bajó junto a sus hombres, entre los que estaba Pradelio, el hijo mayor de los Ranquileo; apartaron a todo el mundo y el teniente amenazó con llevarse a Evangelina por andar armando semejantes alborotos, diciendo que lo que necesitaba era un escarmiento, que él le iba a quitar esos ataques. Pero al entrar para llevársela se espantó y salió de la casa disparando con toda su tropa; Evangelina salió y el trató de agarrarla, sin contar con que ella se defendería y lo dejaría avergonzado frente a toda esa gente: lo levantó y lo golpeó como ningún hombre lo había golpeado en su vida; Francisco fotografió cada instante del suceso, pero cuando los militares subieron al carro para huir de ese demonio, uno de ellos regresó para destruirle el rollo y no quedó ninguna evidencia de lo sucedido más que las narraciones de todos los ahí presentes.
 
Días después, el teniente regresó a casa de los Ranquileo y se llevó a Evangelina, de la que no volvieron a saber, así que Digna acudió a Irene para pedirle ayuda en la búsqueda de su hija. Así es como se inicia una aventura macabra para la vida de Irene, que va a averiguar sobre su paradero donde el mismo teniente Ramírez; éste le dice que dejaron libre a Evangelina al día siguiente en la mañana, y que se fue a la ciudad a buscar trabajo como empleada doméstica. Días más tarde Pradelio llega a casa de su madre para informarle que ha desertado,que lo buscan para matarlo, y se va a esconder a la montaña viviendo primitivamente, donde llega Irene y Francisco para conseguir información sobre la desaparecida. Pradelio les cuenta que siempre estuvo enamorado de su hermana de crianza, y que tenia fantasías sexuales con ella, que la amaba, que siempre ella inundaba su pensamiento y que al darse cuenta de lo que le ocurría le había contado al teniente (que era de su gran confianza) todo sobre ella, que fue así como el teniente se ofreció a ayudarle y fueron en busca de Evangelina, y que después de lo ocurrido en su casa lo habían encerrado en una celda del olvido, y luego el coronel lo había dejado escapar en un momento en que el teniente no estaba.
 
Pradelio quería vengar a su hermana, pero también tenía que velar por su vida, y sin intención alguna de revelar secreto militar alguno, invadido de aflicción les dice que sospecha que Evangelina está en la mina de los Riscos, una mina olvidada, a la que está prohibido el paso. Francisco e Irene asumen el peligro y van a ella, entran, excavan y descubren el cuerpo muerto de Evangelina; esa noche ambos quedan mudos, y se refugian en una caseta abandonada a esperar que amanezca para regresar a sus casas. En medio de ese ambiente tenebroso se sienten cerca, y se entregan el uno al otro, amándose como nunca antes, entregándose completamente el uno al otro e inician un nuevo amor, regresan a sus casas a la mañana siguiente y acuerdan volver a la mina para escavar más, por si hubiera otro secreto escondido en ella. Así descubren una gran cantidad de cadáveres humanos, se lo cuentan al profesor Leal y a Hilda, y llegan a la conclusión que ese secreto debe ser descubierto, y la única institución que puede llegar ahí sin ser eliminada del mapa es la iglesia.