Diferencia entre revisiones de «Parábola del buen samaritano»

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La elección de la figura de un [[samaritano]], considerado un [[herético]] para los sectores más ortodoxos de la [[religión hebrea]], sirve para redefinir el concepto de prójimo que se manejaba entonces. Jesús, mediante esta parábola muestra que la fe debe manifestarse a través de las obras, revolucionando el concepto de fe en la vida religiosa judía, entre los cuales resaltaban grupos como el de los fariseos a quienes Jesús en numerosas ocasiones llama hipócritas por su excesivo apego a la letra de la ley y su olvido por cumplir el espíritu de la ley.
El contraste establecido entre los prominentes líderes religiosos inmisericordes y el samaritano misericordioso, es un recordatorio a los maestros de la ley (como es el caso del interlocutor de Jesús) de que estaban olvidando el principio de la verdadera religión y Jesús emplea un personaje despreciado por ellos para mostrarles su error.
===La toriahistoria===
La narración comienza cuando un doctor de la ley le pregunta a Jesús qué se necesita para obtener la vida eterna, con la intención de meterlo en dificultades. Jesús, en respuesta, le pregunta al doctor qué es lo que dice la ley de [[Moisés]] al respecto. Cuando el doctor cita la [[Biblia]], y precisamente: "amarás al Señor tu Dios con todo el corazón, con toda el alma y con toda la fuerza" ([[Deuteronomio]] 6,5) y la ley paralela "amarás a tu prójimo como a ti mismo" ([[Levítico]] 19,18), Jesús dice que ha respondido correctamente y lo invita a comportarse en consecuencia. En ese punto, el doctor le pide a Jesús que explique a qué se refiere el prójimo. Jesús le responde con la párabola.
Un hombre, mientras viajaba de [[Jerusalén]] hacia [[Jericó]], fue asaltado, robado y abandonado medio muerto al lado del camino. Un [[sacerdote]] lo evita pasando por el otro lado de la acera. De modo similar, un [[levita]] lo ignora. Solamente un [[samaritano]] inmediatamente lo socorre y lo conduce a una posada cercana para que pudiera restablecerse completamente. Al dueño de la posada le da dos denarios por el servicio.