Diferencia entre revisiones de «Gustave Flaubert»

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La muerte o la incomprensión lo alejaron de sus amistades. En [[1872]] perdió a su madre, y su hasta entonces buena situación económica empeoró. Su sobrina, Mme. Commonville, cuidaba cariñosamente de él. En ese momento, entabló una relación de íntima amistad con George Sand, con la que mantuvo una correspondencia de inmenso interés artístico, y de vez en cuando se veía con sus conocidos parisinos, [[Émile Zola]], [[Alphonse Daudet]], [[Turgenev]], [[Edmond Rostand]] y [[Jules Goncourt]]; pero nada indicaba la proximidad de la muerte de Flaubert, sumido en la desolación y la melancolía. Sin embargo, no dejó de trabajar con la misma entrega de antaño. ''La tentación de San Antonio'', de la que en [[1857]] se publicaron algunos fragmentos, fue por fin concluida y publicada por la editorial Charpentier en [[1874]]. En ese año recibió un gran desengaño a causa del fracaso de su obra de teatro ''El Candidato''. En [[1877]] Flaubert publicó en la editorial Charpentier ''Tres cuentos'' («Un corazón sencillo», «La leyenda de San Julián el Hospitalario» y «Herodías»). Pasó el resto de sus días trabajando incansablemente en una sátira de la futilidad del conocimiento humano y la omnipresencia de la mediocridad, que había iniciado en el periodo 1872-1874, para luego dejarla abandonada y retomarla en 1877, pero que finalmente dejó inacabada. Se trata de su deprimente y desconcertante ''Bouvard y Pécuchet'', publicada póstumamente en marzo de 1881 por la editorial Lemerre y que Flaubert consideraba que iba a ser su obra maestra.
 
Flaubert envejeció rápidamente a partir de 1870, y parecía un anciano cuando falleció en [[1880]], a la edad de 58 años. Murió de una hemorragia cerebral en Croisset, pero fue enterrado en el panteón familiar del cementerio de Ruán. En [[1890]] se inauguró en el museo de Ruán un bello monumento de [[Chapu]] dedicado a la memoria de Flaubert.ayayya
 
El carácter de Flaubert ofrecía varias peculiaridades. Era tímido e incluso extremadamente sensible y arrogante, pasaba del silencio a una vergonzosa y ruidosa verborrea. Las mismas incoherencias marcaban su físico; tenía una fisonomía robusta pero su salud no fue buena desde la infancia y padeció una neurosis en su grado máximo. Este rudo gigante fue secretamente corroído por la misantropía y el disgusto por la vida. Su odio hacia todo lo burgués comenzó en su infancia y se convirtió en una especie de monomanía. Despreciaba al prójimo, sus hábitos, su falta de inteligencia, su desprecio a la belleza con tanta intensidad que ha sido comparado con un monje asceta.