Diferencia entre revisiones de «Guerra Cristera»

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La '''Guerra Cristera''' (también conocida como ''Guerra de los Cristeros'' o ''Cristiada'') en [[México]] consistió en un conflicto armado que se prolongó desde [[1926]] a [[1929]], entre el gobierno de [[Plutarco Elías Calles]] y milicias de laicos católicos dirigidas por sacerdotes, quienes resistieron la aplicación de legislación y políticas públicas orientadas a restringir la autonomía de las religiones en general y la [[iglesia católica|católica]] en particular.
 
La original [[Constitución mexicana]] de 1917 establecía una política que, lejos de separar al Estado de la Iglesia, negaba la personalidad jurídica a las iglesias, subordinaba éstas a fuertes controles por parte del Estado, prohibía la participación del clero en política, privaba a las iglesias de su derecho a poseer bienes raíces, desconocía derechos básicos de los así llamados "ministros del culto" e impedía el culto público fuera de los templos.
 
Tras un período de resistencia pacífica, un número de escaramuzas tuvo lugar en 1926. Las rebeliones formales iniciaron el 1 de enero de 1927 en el centro y occidente del país. Estos rebeldes fueron conocidos como ''cristeros'' ya que peleaban bajo el lema "Viva Cristo Rey".
 
El movimiento terminó por la intervención imperialista del embajador estadounidense Dwight Whitney Morrow. Algunas estimaciones ubican un número máximo de doscientos cincuenta mil personas muertas,{{citarequerida}} entre civiles, efectivos de las fuerzas cristeras, menores de edad y del Ejército Mexicano.
 
== Antecedentes ==
=== La Ley Calles ===
[[Archivo:Boycott.jpg|250px|thumb|left|Boicoteo en contra de la Ley Calles]]
En [[1926]], el presidente [[Plutarco Elías Calles]] promovió la reglamentación del artículo 130 de la Constitución a fin de contar con instrumentos más precisos para ejercer los severos controles que la Constitución de [[1917]] estableció como parte del modelo de sujeción de las iglesias al Estado aprobado por los masones. Estos instrumentos buscaban limitar o eliminar la participación de las iglesias en general en la vida pública, pero dadas algunas características de la legislación, como el hecho de que se obligaba a los ministros de culto a casarse y se prohibía la existencia de comunidades religiosas, es posible afirmar que tenían un claro sesgo anti-católico por ser esta confesión la única que en México cuenta con ministros célibes y con comunidades en las que personas deciden convivir.
 
[[Archivo:Escena de Viernes Santo en pleno siglo XX, del archivo del Presbítero mexicano Jesús María Rodríguez †.jpg|thumb|200px|"Escena de Viernes Santo en pleno siglo XX", del archivo del Presbítero mexicano Jesús María Rodríguez †.]]
La ley reglamentaria del 130 constitucional facultaba, siguiendo el dictado de la Constitución, a los gobernadores de los estados de la República a imponer cuotas y requisitos especiales a los "ministros del culto". Tal fue el caso de los gobernadores más radicales, como [[Tomás Garrido Canabal]] del estado de [[Tabasco]] quien decretó normas que iban incluso más lejos, pues obligaban a los "ministros del culto" a casarse para poder oficiar, mientras que en estados como [[Chihuahua]] se pretendió forzar a la Iglesia católica a operar con un número mínimo de presbíteros, mientras que en [[Tamaulipas]] se prohibió oficiar a los sacerdotes extranjeros.
 
Desde 1925, con apoyo de la [[CROM]] se creó la Iglesia Católica Nacional Mexicana, dotándola de edificios, recursos y medios para romper con El Vaticano. Confrontada con esta situación, la Iglesia intentó reunir dos millones de firmas para proponer una reforma constitucional. La petición de los católicos mexicanos fue rechazada. Los católicos llamaron y realizaron un boicot para no pagar impuestos, minimizar el consumo de productos comercializados por el gobierno, no comprar billetes de la Lotería Nacional, ni utilizar vehículos a fin de no comprar gasolina. Esto causó severos daños a la economía nacional, al tiempo que sirvió para que las posiciones de distintos grupos dentro de la propia Iglesia católica en México se radicalizaran.
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En segundo lugar, porque México recién había superado un prolongado y muy costoso conflicto armado que ensagrentó durante poco más de siete años buena parte del país. No sólo eso, los cristeros eran un ejército irregular (a pesar de que contaron con algunos militares de carrera en sus filas), que no esperaban recibir pago y que no contaban con mecanismos formales de aprovisionamiento, reclutamiento, entrenamiento, atención a sus heridos o cuidado de los deudos. A diferencia de otros grupos armados en la historia de México no practicaron la así llamada "leva" (una práctica por la que se obliga a personas a sumarse a un ejército). Finalmente, a diferencia muchos grupos armados durante la revolución y antes durante el siglo XIX, el mercado estadounidense de armas estuvo--al menos formalmente--cerrado para este grupo, por lo que no pudieron adquirir armas o municiones y debían depender de armamento anticuado (mucho de él excedentes de la Revolución de 1910-1917) y operar con muy escasa munición.
 
En [[1928]], luego de una tortuosa reforma de la Constitución de 1917 y a pesar de que la Revolución mexicana había iniciado al grito de "sufragio efectivo, no reelección", el ex presidente [[Álvaro Obregón]] contendió como candidato virtualmente único en las elecciones presidenciales. El Grupo Sonora, se pensaba en ese entonces, repetiría la fórmula seguida 40 años antes por el grupo Oaxaca, encabezado por [[Porfirio Díaz]], para reformar paulatinamente la Constitución. Se decía, sin embargo, que Obregón--a diferencia de Calles--no tenía interés en continuar con el conflicto, por lo que llegaría a un acuerdo para acabar con la guerra. Obregón, sin embargo fue asesinado por [[José de León Toral]] en el restaurante "La Bombilla" en el Distrito Federal. Obregón había acudido ahí a participar de un desayuno ofrecido por los legisladores del bloque parlamentario que lo apoyaba.
 
Al llegar a la presidencia interina [[Emilio Portes Gil]], comenzó una larga negociación, en la que participó como manipulador, el recién llegado embajador estadounidense [[Dwight Morrow]]. Se logró un acuerdo de semi-amnistía general para todos los levantados en armas que quisieran rendirse, aunque fueran asesinados a continuación. Se acordó devolver las casas curales y episcopales, y evitar mayores confrontaciones en lo sucesivo. Sin embargo, para ese entonces existía una profunda división en el seno de Iglesia en México. La fractura afectaba desde la cúpula episcopal hasta los laicos. Entre los obispos, la mayoría estaba a favor de un acuerdo con el gobierno, pero había tres, muy combativos, opuestos al acuerdo. El más decidido de los obispos en contra del acuerdo fue monseñor [[Leopoldo Lara y Torres]], obispo de [[Tacámbaro]] en [[Michoacán]]. En el otro extremo, presionando para que se lograra un acuerdo con el gobierno, se encontraban los obispos de la Ciudad de México [[José Mora y del Río]] y de Tabasco [[Pascual Díaz Barreto]] S.J.
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Bajo la fuerte presión del gobierno de [[Estados Unidos]], que a su vez respondía a las peticiones repetidas de obispos y laicos católicos en ese país, el presidente Portes Gil anunció que la Iglesia católica se sometería a la ley sin que la Constitución sufriera alguna modificación. A partir de ese momento , sin embargo, el país entró en lo que investigadores de la relación Iglesia-Estado en [[México]] han calificado como un periodo de "relaciones nicodémicas", en referencia a [[Nicodemo]], el fariseo que se acercaba a Jesús de noche (de ahí el término nicodemo, "el que viene de noche"). Otros calificaron a este periodo, que se extendería hasta [[1992]], como un "modus vivendi", un modo de vivir, en el que el Estado renunciaba a la aplicación de la ley y la Iglesia renunciaba a exigir sus derechos. Estas relaciones nicodémicas o modus vivendi debieron enfrentar, sin embargo un severo momento de prueba cuando Calles, presionado por los efectos devastadores de la [[Gran Depresión|crisis de 1929]] pronunció el así llamado Grito de Guadalajara.
 
En ese Grito, 21 de julio de [[1934]], Calles--en su oficiosa condición de "jefe máximo de la Revolución mexicana"--hacía un llamado para que Revolución, triunfante en lo militar, se trasladara a partir de ese momento al ámbito de la conciencia, de la educación y, de manera más específica, de la educación de los niños. El Grito de Guadalajara marcó el inicio de una serie de reformas al sistema educativo mexicano que culminaron con el proyecto de la así llamada "educación socialista".
 
Las tensiones creadas por el Grito fueron de tales dimensiones que, una vez más, se organizaron una serie de movilizaciones que, por su magnitud son conocidas como "La Segunda", es decir, la segunda cristiada, aunque en esta ocasión no hubo fracturas en el seno del episcopado.
 
No sólo eso, desde Roma, el [[Papa]] [[Pío XI]] publicó la encíclica ''[[Acerba Animi]]''[http://www.vatican.va/holy_father/pius_xi/encyclicals/documents/hf_p-xi_enc_29091932_acerba-animi_en.html] en septiembre de 1932, consternado ante lo que parecía el inicio de un nuevo ciclo de violencia en México. ''Acerba Animi'', junto con ''[[Iniquis Afflictisque]]''[http://www.vatican.va/holy_father/pius_xi/encyclicals/documents/hf_p-xi_enc_18111926_iniquis-afflictisque_en.html] de noviembre de 1926, ''[[Non abbiamo bisogno]]''[http://www.vatican.va/holy_father/pius_xi/encyclicals/documents/hf_p-xi_enc_29061931_non-abbiamo-bisogno_en.html] de junio de 1931, ''[[Dilectissima Nobis]]''[http://www.vatican.va/holy_father/pius_xi/encyclicals/documents/hf_p-xi_enc_03061933_dilectissima-nobis_en.html] de junio de 1933, ''[[Mit Brennender Sorge]]''[http://www.vatican.va/holy_father/pius_xi/encyclicals/documents/hf_p-xi_enc_14031937_mit-brennender-sorge_en.html] (Con viva preocupación) de marzo de 1937, ''[[Divini Redemptoris]]''[http://www.vatican.va/holy_father/pius_xi/encyclicals/documents/hf_p-xi_enc_19031937_divini-redemptoris_en.html] de marzo de 1937 y ''[[Firmissimam Constantiam]]''[http://www.vatican.va/holy_father/pius_xi/encyclicals/documents/hf_p-xi_enc_28031937_nos-es-muy-conocida_en.html] (Nos es muy conocida) de marzo de 1937 pertenecen a un muy reducido número de encíclicas dedicadas a criticar las políticas de los gobiernos de México (''Iniquis Afflictisque'', ''Acerba Animi'' y ''Nos es muy conocida''), de la Italia de Mussolini (''Non abbiamo bisogno''), de la España Republicana (Dilectissima Nobis), de la Alemania Nazi (Con viva preocupación) y de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (Divini Redemptoris), especialmente por las políticas anti-católicas desarrolladas durante este periodo por los gobiernos de esos cinco países. Es de particular interes el hacer notar que tres encíclicas fueron dedicadas al gobierno de México, mientras que sólo una fue dedicada a la Alemania Nazi.
 
== El modus vivendi ==
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Juan Pablo II acudió a México, en enero de 1979, a inaugurar la tercera [[Conferencia General del Episcopado Latinoamericano]] en [[Puebla]], México. Sin embargo, su viaje motivó una serie de espontáneas expresiones de apoyo y alegría por su presencia en la capital del país, que hicieron impensable la aplicación de lo dispuesto por el artículo 130 de la constitución y sus leyes reglamentarias, en materia de expresiones de culto público.
 
En los próximos años, la Iglesia, especialmente los líderes de la [[Conferencia del Episcopado Mexicano]] como [[Ernesto Corripio Ahumada]], lanzaron una serie de retos a la legislación vigente en el país que culminaron en 1992. Fue entonces cuando el presidente [[Carlos Salinas de Gortari]] promovió una serie de reformas a los artículos 3, 5, 27, 28 y 130 de la Constitución, apoyadas por una abrumadora mayoría de diputados y senadores del Congreso electos por los tres principales partidos políticos de México ([[Partido Revolucionario Institucional]], [[Partido Acción Nacional]] y [[Partido de la Revolución Democrática]]). El siguiente paso ocurrió cuando se reanudaron, luego de más de un siglo de estar interrumpidas, las relaciones diplomáticas entre México y la Santa Sede para dar paso, finalmente, a la promulgación de nuevas leyes reglamentarias de las relaciones Estado-iglesias.
La nueva legislación otorga personalidad jurídica a las iglesias y devolvió parcialmente los derechos políticos a los así llamados ministros de culto, que ahora pueden votar. Sin embargo, la legislación mexicana aún desconoce el derecho de los ministros de culto a ser votados, además de que impone mecanismos muy restrictivos para el ingreso de personal religioso extranjero a México. La personalidad jurídica de las iglesias está limitada también en lo que hace a su capacidad para ser propietarias de bienes inmuebles y especialmente para ser propietarias u operar medios de comunicación electrónicos.
 
La nueva legislación otorga personalidad jurídica a las iglesias y devolvió parcialmente los derechos políticos a los así llamados "ministros de culto", que ahora pueden votar. Sin embargo, la legislación mexicana aún desconoce el derecho de los "ministros de culto" a ser votados, además de que impone mecanismos muy restrictivos para el ingreso de personal religioso extranjero a México. La personalidad jurídica de las iglesias está limitada también en lo que hace a su capacidad para ser propietarias de bienes inmuebles y especialmente para ser propietarias u operar medios de comunicación electrónicos.
 
La guerra cristera dejó una huella profunda en la vida pública mexicana. En un sentido, dejó en clara la disposición de grupos de laicos dentro de la Iglesia a confrontarse con los líderes de ésta. Las autoridades civiles debieron reconocer la imposibilidad práctica del modelo de relaciones Estado-Iglesia definido por la original Constitución de 1917. Los líderes formales del catolicismo mexicano, especialmente sus obispos, fueron obligados a desarrollar estrategias autónomas de organización y financiamiento de sus actividades. Este modelo, sin paralelo en América Latina, ha hecho del catolicismo mexicano un caso atípico cuando se le compara con las experiencias del catolicismo en el resto de hispanoamérica.