Frutos de la educación

obra de teatro

Frutos de la educación es una comedia del escritor peruano Felipe Pardo y Aliaga, estrenada en Lima, en 1830. Es una sátira contra las costumbres que el autor juzga inmorales y anticuadas, así como una crítica a la deficiente educación de los jóvenes de su época.[1]

Estreno editar

La comedia, en tres actos y en verso, fue estrenada en Lima, el 6 de agosto de 1830, presentada por la compañía de José María Rodríguez, de la que formaban parte, entre otros, Carmen Aguilar y Concepción Rivas.[2]

Tema editar

El título de la obra alude a las malas consecuencias que acarrea una educación descuidada, tanto en los varones como en las mujeres, especialmente en el plano moral.[3]

Personajes editar

Son los siguientes:[3][4][5]

  • Don Feliciano, malhumorado y oportunista, padre de Pepita.
  • Doña Juana, esposa de don Feliciano, matrona de débil carácter.
  • Pepita, frívola joven limeña, aficionada al baile de la zamacueca.
  • Don Eduardo, rico comerciante inglés, pulcro y atildado, novio de Pepita.
  • Bernardo Perales o simplemente Bernardito, sobrino de don Feliciano y pretendiente de Pepita. Es un joven lleno de los defectos y vicios de la nueva generación.
  • Don Manuel, hermano de doña Juana.
  • Perico, negro bozal (es decir, esclavo recién venido de África).

Argumento editar

Don Feliciano y su esposa doña Juana, junto con su hija soltera Pepita, conforman una típica familia de clase alta de Lima, pero sin mayores luces.[4]

Los padres acuerdan casar a su hija Pepita con Bernardo (sobrino de don Feliciano). Todo ello solo por interés económico, ya que don Feliciano ha dispuesto de los bienes de Bernardo y tenía así la oportunidad de resolver sus deudas.[4]

El asunto toma otro giro cuando don Manuel, hermano de doña Juana, llega anunciando una noticia increíble: El inglés don Eduardo, rico comerciante, está prendado de Pepita y quiere convertirla en su esposa. Llevados por la codicia, los padres y la misma Pepita aceptan al nuevo galán y acuerdan el matrimonio.[4]

Pero cuando todos asisten a una fiesta, donde Pepita luce sus cualidades de eximia bailarina de zamacueca (considerado un baile liviano u obsceno), el circunspecto don Eduardo, escandalizado, se decepciona de su novia y rompe el compromiso.[4]

A don Feliciano solo le queda como única esperanza su sobrino Bernardo. Llega entonces el negro Perico, trayéndole una carta de Bernardo, donde este le informa que se marcha y que le iniciará juicio para que le restituya sus bienes. Para colmo, se descubre que Bernardito tiene como amante a una mulata y varios hijos con ella. Lloran las dos mujeres que son consoladas por don Manuel.[4]

Valoración editar

Esta obra marcó el inicio del teatro nacional peruano. Hasta entonces solo se llevaban a escena obras españolas, clásicas y modernas.[2]

El autor satiriza con mucho humor la deficiente educación de los criollos peruanos, un tema especialmente sensible entonces, cuando el Perú acababa de independizarse de España y necesitaba contar con gente preparada y honesta para dirigir la República.

Al mismo tiempo ridiculiza la zamacueca, un baile entonces de moda, al que considera demasiado lascivo y propio de la gente de clase inferior.[6]

Polémica con Larriva editar

No bien se estrenó la comedia, cuando el escritor José Joaquín de Larriva, desde las columnas del Mercurio Peruano, atacó a Pardo, acusándole de haber ofendido a los limeños y a su idiosincrasia. Pardo se defendió, refutando la crítica, pero Larriva siguió implacable, ridiculizando a su rival tanto en prosa como en verso, y aplicándole el apodo de Bernardito, es decir el nombre del mismo personaje de su comedia.[7]

Ingeniosamente, Larriva imaginó una segunda parte de la obra, en la que Bernardito viaja a España, de donde regresa hinchado con la ciencia que ha aprendido (alusión directa a Pardo, que acababa de llegar de España, donde había cursado sus estudios). Larriva lo ridiculiza en estos versos:[5]

Ven, Bernardito, a regar
el patrio suelo querido
con las luces que has bebido
en el Atlántico mar.

Ven, Bernardito, a abismar
al que estudió en el Perú
con lo que estudiaste tú
en el Atlántico Mar.

Ven, Bernardito, a enseñar
nuevas costumbres y usos
con tus talentos infusos
en el Atlántico mar.

Ven, Bernardo, a desterrar
añejas preocupaciones
con las que oíste lecciones
en el Atlántico mar.
Mercurio Peruano, N.º 910, Lima, 15 de septiembre de 1830.

La polémica derivó en el intercambio de insultos, e incluso se llegó a los golpes físicos, en los que Larriva, que era de más edad que Pardo, llevó la peor parte.[8]

Las críticas no arredraron a Pardo, quien escribió dos comedias más, aunque solo estrenó una de ellas: Don Leocadio o el Aniversario de Ayacucho, en 1833.[7]​ De todos modos, algo debió afectarle, pues si bien continuó dedicado a las tareas literarias a lo largo de casi tres décadas, no volvió a escribir ninguna comedia.

Referencias editar

  1. Balta, Aída (2001). Escuela de Ciencias de la Comunicación, ed. Historia general del teatro en el Perú. Universidad de San Martín de Porres. pp. 75-76. ISBN 9972-54-072-3. OCLC 47705542. Consultado el 4 de julio de 2022. 
  2. a b Basadre, 2005, p. 106.
  3. a b Cornejo Polar, Jorge (1999). «Nuevas ideas sobre Pardo y Aliaga». Anales de la literatura hispanoamericana 1 (28): 524-525. ISSN 0210-4547. Consultado el 21 de mayo de 2021. 
  4. a b c d e f Samaniego, 1964, p. 162.
  5. a b Sánchez, 1975, p. 843.
  6. Basadre, 2005, pp. 106-107.
  7. a b Basadre, 2005, p. 107.
  8. Sánchez, 1975, p. 844.

Bibliografía editar

  • Basadre, Jorge (2005). Historia de la República del Perú. 1.º periodo: La época fundacional de la República (1822-1842). 2.º período: La falaz prosperidad del guano (1842-1866) 3 (9.ª edición). Lima: Empresa Editora El Comercio S. A. ISBN 9972-205-65-7. 
  • Sánchez, Luis Alberto (1975). La literatura peruana. Derrotero para una Historia Cultural del Perú 3 (4.ª edición). Lima: P.L. Villanueva, Editor. 
  • Samaniego, Antenor (1964). Literatura. Texto y antología (7.ª edición). Lima: Librería Arica S.A.