La duquesa de Alba de negro

cuadro de Francisco de Goya

El Retrato de la duquesa de Alba de negro es una pintura al óleo sobre lienzo de 210 cm x 148 cm realizado en 1797 por el pintor español Francisco de Goya. Se exhibe en la Sociedad Hispánica de América de Nueva York.

Retrato de la Duquesa de Alba de luto
Autor Francisco de Goya
Creación 1797
Ubicación Sociedad Hispánica de América (Estados Unidos)
Material Óleo y Lienzo
Técnica Olio su tela
Dimensiones 210 centímetros x 149 centímetros
Coordenadas 40°50′01″N 73°56′47″O / 40.833521, -73.946514

La retratada es la duquesa de Alba recientemente enviudada de don José Álvarez de Toledo, marqués de Villafranca. Luce un traje negro de maja e indica imperiosamente una inscripción sobre la arena a sus pies. Probablemente estuvo de acuerdo en mostrarse con atuendo de estilo plebeyo para mostrarse como "una mujer del pueblo".

Historia editar

 
Francisco Goya, La duquesa de Alba de blanco, 1795, óleo sobre lienzo, 194 x 130, Madrid, Colección duque de Alba, Palacio de Liria.

Goya había conocido a la duquesa de Alba en 1795 y le había hecho un primer retrato;[1]​ en 1797 el duque de Alba, don José Álvarez de Toledo, muere en Sevilla. La esposa, después de los funerales, se retira a la residencia de los duques de Alba en Sanlúcar y allí transcurre el verano junto con Goya.

Quizás son meses de amor, quizás no, nada se ha conservado por escrito, ninguna anécdota o alusión. Pero dibujos sí, bocetos que aunque no la representan directamente, se le parecen, como si Goya pensara mucho en ella. Es el denominado Álbum A de Sanlúcar.[2]​ Y luego volverá a retratarla: dos años después del primer retrato, de blanco, la duquesa aparece ahora de negro, debido al luto, y al mismo tiempo, en un juego equívoco, vestida de maja, las plebeyas de Madrid.

Goya, extrañamente, no llegará a entregar este cuadro y lo llevará siempre consigo. A la muerte de la esposa, dejará el retrato al hijo Javier. Y cuando la duquesa fallezca al poco tiempo, dejará también ella una renta de 10 reales al día para el mismo Javier. La duquesa aparecerá todavía en los Caprichos: el Capricho 61, Ida para siempre, la retrata flotando en el aire sobre las cabezas de tres brujos-toreros.[3]​ El rostro es siempre altivo y distante.

Descripción y estilo editar

El paisaje está libre de adornos y sirve solo de fondo para la figura majestuosa y altiva, envuelta en una vaporosa mantilla negra como una verdadera maja. La dama, entonces con treinta y cinco años, parece casi arquear la espalda para adelgazar la figura. Más que una verdadera trasgresión – era una moda ya difundida entonces entre la nobleza española – el vestido parece en cambio símbolo de un juego extremo, el disfraz como nueva arma de seducción. La duquesa es retratada erguida bajo un cielo plomizo, ante un río donde se refleja la luz dorada del amanecer, con el pie izquierdo ligeramente adelantado y la mano izquierda apoyada en la cadera. Probablemente se trata del Guadalquivir y sus marismas.

Goya ha dibujado en el dedo corazón un anillo con el chatón grande donde está grabado «Alba». «Solo Goya» está escrito sobre la arena, a poca distancia de los pies de la duquesa (quizás podría borrarlo, si tan solo quisiera). La palabra "solo" se ocultó inicialmente, pero después de una restauración, se reveló de nuevo. Y ella lo apunta con el índice, lo señala, el nombre, ordena leerlo, mientras el rostro, como el de los dioses antiguos, es austeramente inexpresivo.

Si no fueron amantes – se ve la decepción mal disimulada del rechazo en la carta a Zapater en la cual pide al amigo «ayudarlo a pintar a la de Alba» - fue ciertamente su musa, que alimentará pasiones muy fértiles: el verano en Sanlúcar y su absorta felicidad habrían generado tinieblas, en su vida y en la historia de España y de Europa.[4]​.[5][6]​ Dice Pierre Gassier que «todo lo que hasta entonces le había parecido sólido y agradable parece como desintegrarse a su alrededor.[7]​ Todo esto, junto con el desengaño amoroso, se arremolina en el cerebro de Goya y colma su solitaria sordera de reflejos no bien definidos e indignación».

Véase también editar

Referencias editar

  1. Francisco Goya, La duchessa de Alba, 1795, Madrid, Museo del Prado
  2. Francisco Goya, La duchessa de Alba da Album A di Sanlúcar, 1797, Madrid, Biblioteca Nacional de España
  3. Francisco Goya, Andata per sempre - Capriccio 61, 1799
  4. Giuliano Serafini, Francisco Goya, 2004, Giunti
  5. F. Goya, Cartas a Martin Zapater, 1982, Madrid
  6. "Más te valía venir a ayudar a pintar a la [duquesa] de Alba, que ayer vino y se me metió en el estudio a que le pintase la cara, y se salió con ello; por cierto que me gusta más que pintar en lienzo, que también la he de retratar de cuerpo entero [...]"
  7. Pierre Gassier, Goya, 1989, Roma, New Compton

Bibliografía editar

  • Joaquín Ezquerra del Bayo, La Duquesa de Alba y Goya, 1959, Madrid, Aguilar
  • F. Goya, Cartas a Martin Zapater, 1982, Madrid
  • Pierre Gassier, Goya, 1989, Roma, New Compton
  • A. Y. Pérez Sánchez, Goya, Milán, 1990
  • F. Calvo Serraler, Goya, Milán, 1996
  • Referencia vacía (ayuda) 
  • R. M. y R. Hagen, Francisco Goya, 2003, Roma, Editorial El Expresado
  • R. Maffeis (a cura de), Goya – La vida y la arte – I obras maestras, 2003, Milán, Rizzoli
  • Giuliano Serafini, Francisco Goya, 2004, Llegados

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