Ius imaginum

derecho reconocido a los nobiles romanos de mantener en el atrium de su casa las maiorum imagines, "imágenes" o retratos (inicialmente las máscaras mortuorias, luego sustitiudas por imagines clipeatae) de sus ancestros
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Ius imaginum era el derecho (ius) reconocido a los nobiles romanos de mantener en el atrium de su casa las maiorum imagines, "imágenes" o retratos (inicialmente las máscaras mortuorias, luego sustitiudas por imagines clipeatae) de sus ancestros, que también eran objeto de exhibición durante los funerales,[1]​ en los que representaban un papel importante para la demostración de la continuidad de las virtudes dentro de la familia romana. Durante el funeral, los antepasados eran representados por actores que se vestían de forma correspondiente a su rango y cubrían su rostro con la imago (en plural imagines). Si la máscara cubría más que el rostro era denominada personae, término que terminó designando al rol de los actores.[2]​ Eran inicialmente máscaras de cera coloreada, que mantenían los rasgos reales del rostro del difunto,[3]​ y posteriormente se realizaron como esculturas en materiales duros: bronce y mármol. Se conservaban en lugares cerrados (armaria), que solo se abrían en circunstancias particulares. Para su disposición se trazaban líneas pintadas al modo de un árbol genealógico; y las imágenes se dotaban de carteles con su nombre. Plinio narra incidentes ligados a la inserción de extraños en la serie de retratos familiares, mientras que Tácito recoge cómo una condena trae como consecuencia la remoción de la imagen afectada de la serie de los antepasados (véase damnatio memoriae); Polibio describe detalladamente el uso de estos retratos, aunque como ejemplo a los jóvenes.[4]

El Togato Barberini, estatua de un patricio romano que muestra orgulloso los retratos de sus antepasados.
Mármol romano del siglo I a. C.
Aliter apud maiores in atriis haec erant, quae spectarentur; non signa extemorum artificum nec aera aut marmora: expressi cera vultus singulis deponebantur armariis (Otras cosas eran las que se veían en los atrios de nuestros mayores; no estatuas de artistas extranjeros, ni bronces, ni mármoles; rostros modelados en cera era lo que se colocaba en sus correspondientes armarios).
Atribuido a Mesala.[5]

Inicialmente solo las familias patricias tenían tal derecho. Posteriormente se extendió a las familias descendientes de un ancestro conocido, que hubiera alcanzado una magistratura curul. Tal era la condición esencial de los nobiles (no reservada únicamente a los patricios, sino también a algunos destacados plebeyos -los homines novi-). Magistratura, nobilitas y retrato estaban indisolublemente unidos, como testimonia un discurso de Cayo Mario en el que se queja del desprecio de los patricios por no tener "imágenes" y ser la suya una "nobleza nueva".[6]

Imagines y retrato romano editar

Además de la influencia griega y etrusca, los retratos romanos[7]​ tienen como raíz original el arte funerario tradicional de las imagines maiorum.[8]​ Las máscaras funerarias, de cera o terracota, cuya similitud con el rostro del difunto es técnicamente muy difícil,[9]​ llegaron a ser de un realismo e individualización extremos a mediados del siglo II a. C., coincidiendo con la llegada a Roma de la iconografía helenística. No hay evidencia histórica o arqueológica de la utilización de máscaras funerarias en época etrusca o en los primeros siglos de la República, aunque las prácticas funerarias indudablemente hunden sus orígenes en esos periodos. Hacia el año 100 a. C. los retratos realistas se independizaron del contexto funerario, apareciendo como un género por sí mismo, protagonizado por efigies de personas vivas, incluso en la acuñación de moneda.[10]​ En la época de Sila el retrato alcanzó una gran altura artística, naciendo propiamente el género de retrato romano republicano;[11]​ que, formalmente, incorpora las convenciones del retrato helenístico. Entre los ejemplos más destacados están el llamado Togado Barberini y el llamado Patricio Torlonia (copia de época imperial de un original de época de Sila, ca. 80 a. C.).[12]

Hominis autem imaginem gypso e facie ipsa primus omnium expressit ceraque in eam formam gypsi infusa emendare instituit Lysistratus Sicyonius, frater Lysippi (Lisístrato de Sicione,[13]​ hermano de Lisipo, fue el primero que para hacer el retrato de un hombre lo sacó en yeso, de su rostro mismo, e hizo una impronta de cera del molde para retocarlo a la perfección).

Personae (máscaras teatrales romanas):

Retratos funerarios del Egipto romano (retratos de El Fayum):

Notas editar

  1. Smith's Dictionary of Greek and Roman Antiquities, article Funus. Fuente citada en Roman funerals and burial
  2. Ius imaginis Archivado el 8 de abril de 2014 en Wayback Machine. en ancienthistory
  3. Plinio, Naturalis historia, XXX 6-8 e altre fonti.
  4. Storia, I, VI, 53.
  5. Citado en Orígenes..., Artehistoria, op. cit.
  6. Sallustio, Bell. Iug, 82-85)
  7. Engmann B: Neurologic diseases in ancient Roman sculpture busts. Fuente citada en Roman portraiture
  8. Las Maiorum Imagines en Artehistoria
  9. Reconstrucciones por la arqueología experimental: Ancient Roman funeral masks made from wax were freakishly lifelike. Uncannily Lifelike Roman Masks Recreated in Wax
  10. «Britannica». Archivado desde el original el 9 de noviembre de 2013. Consultado el 9 de abril de 2014. 
  11. Ranuccio Bianchi Bandinelli, Il problema del ritratto, in L'arte classica, Editori Riuniti, Roma 1984. Fuente citada en Ritratto romano repubblicano
  12. Ranuccio Bianchi Bandinelli, Il problema del ritratto, in L'arte classica, Editori Riuniti, Roma 1984. Fuente citada en Patrizio Torlonia
  13. Chisholm, Hugh, ed. (1911). Encyclopædia Britannica (11th ed.). Cambridge University Press. Pliny the Elder, Naturalis Historiae, 35, 153. Fuentes citadas en Lysistratus
  14. Orígenes del retrato romano en Artehistoria.
  15. Alejandro Magno y el Arte, pg. 130 y ss.: Pollit ha lanzado una hipótesis -muy acertada en nuestra opinión- de que pudiera haber sido Lisipo el primer escultor "que se dedicó a intentar captar el carácter de sus retratados". La hipótesis tiene dos buenas bases: en primer lugar, por el hecho irrebatible de que Lisipo había realizado innumerables retratos de Alejandro donde ya hubiese reflejado no sólo unas facciones concretas, sino también todo un cúmulo de datos psíquicos perfectamente percibibles. En realidad, centrado en el macedonio, yha había creado el retrato psicológico,o, al menos, había sabido captar el carácter de Alejandro. Y la segunda base para afirmar la hipótesis de Pollit (esta, quizás, más rebatible) se asienta en el posible retrato que, a instancias del Rey, hiciese Lisipo a Aristóteles. La cuestión de este hipotético retrato de Aristóteles es la siguiente: en el ágora de Atenas se descubrió una herma sin cabeza, en cuya inscripción se especificaba que sostenía un retrato de Aristóteles dedicado por el propio Alejandro en memoria de su preceptor. Dado que la inscripción es auténtica, es lógico presuponer que el monarca hubiese hecho el encargo a su escultor de confianza, Lisipo. Así pues, el problema radica en saber cómo podía ser la cabeza que coronase el monumento... En una búsqueda denodada por encontrar algún original griego o copia romana que pudiese reproducir aquel encargo de Alejandro. (tan importante como para haber sido empeño directo del Rey y haber estado ubicado en un sitio tan privilegiado como fuera el ágora de Atenas) se han puesto los ojos en una cabeza conservada en el Lunsthistorisches Museum de Viena, copia romana de un original griego y que, en mármol y en una altura de 0,29 m, representa a un personaje maduro, de rasgos totalmente personales y captado en un perfecto matiz de concentración reflexiva. Es, indudablemente, el retrato de un filósofo o de un pensador, y, según los máximos especialistas, el más antiguo retrato de Aristóteles realizado por manos romanas. ¿Por qué, pues, no podría tratarse de una réplica del original griego del ágora ateniense?... Además de esas simples conjeturas existe otra prueba que siempre se aduce al tratar de la identificación de esta cabeza de Viena con el retrato del filósofo debido a Lisipo: se refiere ésta a un foamos dibujo -descubierto en el siglo XVI- que representa a un busto de Aristóteles (¿el de Atenas?). tal dibujo ha desaparecido, pero, por las descripciones conservadas, parece que se da una coincidencia total con la copia romana del Kunsthistorisches Museum. Por ambos datos, en el momento presente, se considera esta cabeza como la reproducción más viable del retrato encargado por Alejandro. Si aceptamos, pues, todas estas posturas, tendremos que Lisipo, por orden del soberano, realizó un retrato de Aristóteles y que en él plasmó, por primera vez en un personaje que no fuera Alejandro, unos rasgos personales y un éthos concreto. Es decir: que transfirió al filósofo al retratarle el mismo tratamiento que el conferido al filósofo al retratarle el mismo tratamiento que el conferido al monarca, si bien, claro está, cambiando las facciones y dotándole de los datos psíquicos propios de Aristóteles. ... Sobre estos primeros pasos creacionales, llevados a cabo en tiempos del macedonio, tras su muerte, desde los primeros años del siglo III a. de C., se va a ir desarrollando la retratística psicológica de forma imparable y cada vez con mayor profusión. Esta comienza a darse en los talleres de Atenas, dando lugar a toda una serie de retratos de pensadores que, por presentar todos ellos expresiones reflexivas, concentración intelectual y una patente tensión interna, bien pudieran seguir el modelo del Aristóteles del ágora. ... Al respecto es fundamental el retrato de Epicuro, de la primera mitad del siglo III a. de C., cuyo original se ha perdido, pero del que se conserva una magnífica copia romana, en mármol y de 0,404 m de altura, en el Museo Metropolitano de Nueva York. Epicuro vivió entre el 341 y el 270 a. de C., pudiendo, por lo tanto, calcularse la ejecución de su retrato bien en los últimos años de su vida, bien en los primeros años tras su muerte.
  16. a b Orígenes..., Artehistoria, op. cit.

Bibliografía editar