Miguel Enríquez (corsario)

Corsario hispano

Miguel Enríquez o Henríquez (1674–1743) fue un corsario español afropuertorriqueño del siglo XVIII. Hijo de una antigua esclava mulata, progresó hasta comandar flotas de decenas de naves y se convirtió en un activo indispensable del imperio español, recibiendo numerosas condecoraciones en el transcurso de su carrera. Durante su apogeo, llegaría a ser el hombre más rico del Caribe, dueño de negocios mercantes, manufacturas, haciendas y tráfico de esclavos, todo por lo cual se le ha considerado el corsario más exitoso del mundo hispánico.[1]

Miguel Enríquez
Información personal
Apodo El Gran Archivillano
Otros nombres Miguel Henríquez
Nacimiento 1674
San Juan, Puerto Rico, España
Fallecimiento 1743
San Juan, Puerto Rico, España
Información profesional
Ocupación Corsario
Años activo 1701-1735
Cargos ocupados

Caballero de la Real Efigie de España

Capitán de Tierra y Mar

Biografía editar

Enríquez era hijo ilegítimo de un aristócrata blanco no identificado por las fuentes y de la liberta Graciana Enríquez, a su vez de padre blanco y abuela guineana o angoleña, que recibió su apellido por su anterior amo. Se ha especulado con que su padre podría haber sido un miembro de la Iglesia Católica, con lo que nunca se habría profundizado en su ascendencia para evitar el escándalo. Pasó sus primeros años trabajando como zapatero en Puerto Rico, pero aprendió a leer y escribir y poseía aptitud natural, y alternó un corto servicio militar con unos escarceos con la justicia por contrabando.

Al poco tiempo obró como mercader al servicio del gobernador Gabriel Gutiérrez de la Riva, y algo más tarde el imperio español le contrató como corsario (oficialmente clasificado como guardacostas),[2]​ uno de los muchos utilizados como por los débiles gobernadores hispánicos caribeños para contrarrestar las operaciones de sus enemigos ingleses, franceses y holandeses. Su éxito no hizo más que aumentar con los años, y llegó a amasar una pequeña flota por derecho propio, con la que interceptaba a los mercantes, contrabandistas y bucaneros extranjeros en los alrededores de las Islas Vírgenes, Curaçao y Jamaica. Trenzó relaciones útiles con la clase alta puertorriqueña, aunque su profesión le impidió evidentemente ganarse su reconocimiento público, ya que los corsarios operaban en el mismo borde entre la piratería y la legalidad, y se vio asediado por enemistades políticas toda su carrera.[3]

Enríquez se convertiría en un agente paramilitar vital para la monarquía hispánica, creando una red de mensajería entre los puertos de San Juan y Aguada y el resto de los virreinatos, y cuando era necesario, transportando misioneros, agentes y carga fuera de los registros oficiales.[4]​ Durante la guerra de sucesión española, guardó las Antillas con éxito de incursiones inglesas y holandesas.[5]​ Entre 1702 y 1713, su flota corsaria contaba ya con más de treinta navíos, perdiendo una docena y capturando una veintena más en el transcurso de sus batallas.[6]​ Su flota alcanzó mayor importancia estratégica que la propia Armada de Barlovento de la corona,[7]​ acciones convertirían el puerto de San Juan en uno de los más importantes y seguros en el Caribe.[8]

En 1717, Enríquez descubrió en una misión de espionaje que un centenar de británicos habían erigido un asentamiento ilegal en la isla española de Vieques, cuya soberanía hispánica no reconocían, por lo que el gobernador Alberto Bertodano y Navarra integró una flotilla para expulsarles. La flota, compuesta por cinco navíos tripulados por cerca de 300 militares, milicianos y corsarios, sería comandada por José Rocher de la Peña de la Armada de Barlovento, con Enríquez aportando dos de las naves, entre ellas La Perla, que servía como capitana. La flota asaltó la isla y, gracias a su superioridad numérica y estratégica, derrotó fácilmente a los ingleses, acabando con 30 hombres y capturando vivos a 59 antes de quemar su fuerte. A su retorno a Puerto Rico fue recibido como un héroe nacional por sus contribuciones durante todo el episodio, y España aprovechó el tirón diplomático de la cuantiosa captura devolviendo a los prisioneros a Inglaterra.[9]​ Un cierto escándalo sucedería a continuación, sin embargo, ya que Enríquez capturó con La Perla un navío inglés proveniente de Bermudas y trató de quedarse con los 72 esclavos que transportaba, lo cual le ganó una amonestación, ya que su acción se consideró parte de la expedición anterior y como tal los esclavos debían ir a la corona como botín de guerra.[10]

Tuvo una destacada participación en la guerra anglo-española de 1727, en la que capturó 56 mercantes ingleses, casi la mitad de la marina mercante británica. Los ingleses le adjudicaron el apodo de "The Grand Archvillain",[11]​ y quedaron tan ahítos de sus intervenciones que la Cámara de los Comunes de Gran Bretaña interpuso una queja oficial a España, solicitando la devolución de sus buques a través de su embajador en Madrid.[12]

Enríquez recibió varios reconocimientos por su labor, contándose la Medalla de Oro de la Real Efigie,[13]​ concedida por el rey Felipe V en 1713, y el título de Capitán de Mar y Guerra y Armador de Corsos.[2]​ También se le otorgó una Real Cédula Auxiliar, que le permitía recabar ayuda de parte del Consejo de Indias.[14]​ Con sus negocios y conexiones, amasó una de las mayores fortunas privadas de las Américas, adquiriendo derechos sobre la Royal African Company y el Real Asiento de Inglaterra, organizaciones dedicadas al tráfico de esclavos que España habría concedido con el Tratado de Utrecht.[15]​ Su influencia se extendió sobre los gobernadores, militares y obispos locales.[16][5]​ Al final de su carrera, y como recuento general, había sido dueño de más de 300 naves corsarias, de las cuales 150 se perdieron, y dado trabajo a 1500 marineros. En un tiempo en que el propietario blanco promedio poseía sólo un puñado de esclavos, Enríquez llegó a emplear 300 a la vez, con los que era notoriamente estricto.[17]​ Sin embargo, también era famoso por sus obras de caridad.[18]​ Se le acusó y encarceló en varias ocasiones, pero su influencia siempre le permitió salir indemne y salvar suficiente riqueza para proseguir con su carrera.

Nunca se casó, pero se le conocen varias amantes, como Elena Méndez, Teresa Montañez, María Valdés y Ana Muriel, con las que tuvo ocho hijos, entre ellos Vicente y Rosa. Al menos 21 de sus esclavos se apellidaron Enríquez, pero se desconoce si también eran hijos de Miguel o sólo adoptaron su apellido como era la costumbre.[19]

Su poder en la sociedad de Puerto Rico disminuyó con la evolución de la política internacional, sin embargo, y terminó por perder finalmente todos sus bienes en 1733 bajo acusaciones de contrabando contra España, movidas por su enemigo político, el gobernador Matías de Abadía. Enríquez se acogió a sus contactos con el clero puertorriqueño durante sus negociaciones hasta que los cargos fueron declarados falsos, aunque ya no recuperó sus posesiones, y a sus casi sesenta años prefirió permanecer en la iglesia. Falleció de muerte súbita diez años más tarde, aunque su hija Rosa afirmaría que fue envenenado.[20]

En la cultura popular editar

Enríquez formó parte de la promoción iberoamericana del videojuego de Ubisoft Assassin's Creed IV: Black Flag, como parte de un registro web que permitía a jugadores comprobar su afinidad con figuras históricas.[21]

En 2016, Raúl Ríos Díaz dirigió un documental epónimo sobre la vida de Miguel Enríquez. El cortometraje ganaría el primer premio en el Festival de Cine de San Juan.

Enríquez aparece en el documental de 2017 El legado de una Isla: Las fortificaciones del Viejo San Juan, en el cual es interpretado por Modesto Lacen.

Véase también editar

Referencias editar

  1. Navarro García, 1983, pp. 34
  2. a b Challenging Changes
  3. López Cantós, 1994, pp. 56
  4. López Cantós, 1994, pp. 62
  5. a b López Cantós, 1994, pp. 64
  6. López Cantós, 1994, pp. 136
  7. López Cantós, 1994, pp. 256
  8. López Cantós, 1994, pp. 154
  9. Negroni, 1992, pp. 273
  10. López Cantós, 1994, pp. 110
  11. McLachlan, 1940, pp. 89
  12. López Cantós, 1994, pp. 356
  13. Cano Borrego, Pedro Damián (1 de enero de 2022). «Las Medallas de la Real Efigie de Miguel Enríquez y Antonio de los Reyes Rodríguez». Puerto Rico Numismático, V. XLVII, agosto. Consultado el 6 de abril de 2023. 
  14. López Cantós, 1994, pp. 75
  15. López Cantós, 1994, pp. 113
  16. López Cantós, 1994, pp. 63
  17. López Cantós, 1994, pp. 104
  18. López Cantós, 1994, pp. 50
  19. López Cantós, 1994, pp. 40
  20. López Cantós, 1994, pp. 405
  21. «Miguel Henríquez». Ubisoft. Consultado el 5 de enero de 2014. 

Bibliografía editar

  • López Cantós, Ángel (1994). Miguel Enríquez: Corsario boricua del siglo XVIII. Ediciones Puerto. ISBN 0942347048. 
  • McLachlan, Jean Olivia (1940). Trade and Peace with Old Spain, 1667–1750: A Study of the Influence of Commerce on Anglo-Spanish Diplomacy in the First Half of the Eighteenth Century. Cambridge University Press. ISBN 0374955204. 
  • Navarro García, Luis (1983). Historia general de España y América: los primeros Borbones. América en el siglo XVIII. Tomo XI-1, Volumen 11. Ediciones Puerto. ISBN 9788432121074. 
  • Negroni, Héctor Andrés (1992). Historia Militar de Puerto Rico (A Military History of Puerto Rico). Turner Publishing. ISBN 8478441387.