Roscelino de Compiègne

filósofo francés
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Juan Roscelino de Compiègne (1050-1125), fue un canónigo, maestro en Compiègne, Loches, Besançon y Tours. Comúnmente es considerado el primer defensor del nominalismo y tenido como su fundador.

No se dispone de referencias directas sobre su vida, se le conoce por la crítica y condena que hizo de él Anselmo de Canterbury (cuando era abad de Bec) y por haber sido maestro de Pedro Abelardo.

La condena de Soissons por triteísmo editar

La acusación de triteísmo que marcaría su carrera se basaría en una carta de un monje de nombre Juan a Anselmo de Canterbury. Dicha carta decía que:

«Roscelino de Compiègne plantea la cuestión de si las tres personas [de la Trinidad] son una sola cosa única y no tres cosas separadas por sí mismas, como tres ángeles o tres almas, de tal modo que por la voluntad y por el poder [potentia] son asimismo únicas; y en tal caso el Padre, el Espíritu Santo se han encarnado juntamente con el Hijo»[1]

Anselmo de Canterbury, quien nunca había leído nada de Roscelino y ni tan siquiera le conocía, escribió a Foulques, obispo de Beauvais, que una carta de uno de sus monjes le informaba que un tal Roscelino de Compiègne profesaba desde hacía tiempo una doctrina herética y blasfema sobre la Trinidad y la Encarnación, y manifestó su acuerdo con la acusación. Agregaba una versión modificada de la carta de Juan que condenaba a Roscelino:

«He sentido, que el clérigo Roscelino dice que en Dios las tres personas son tres cosas separadas la una de la otra como son tres ángeles, de modo que su voluntad y su poder [potestas] son la misma cosa, dicho de otro modo: que Padre, Espíritu Santo se han encarnado, y que uno podría -si el uso lo permite- hablar verdaderamente de tres dioses»[2]

Sobre esa falsedad y el testimonio de Anselmo, Roscelino fue acusado de triteísmo y condenado hacia el año 1091 en el concilio de Soissons.

Referencias editar

  1. Epist. 128, del corpus epistolar de Anselmo, recogida en la edición catalana, no aparece en la edición castellana
  2. Epist. 136 en la edición catalana, en la castellana corresponde a la Carta 73, pero no aparece completa.