Transporte durante la Revolución Industrial

El Transporte durante la Revolución Industrial, de las materias primas en las fábricas y de los productos manufacturas de ellas, estaba limitado por los altos costos de medios de transporte por las carreteras hasta sus destinos. Esto no fue demasiado severo en el caso de materiales ligeros como los textiles (lana y lino), pero en el caso de materiales densos como el carbón, podía ser un mal factor en la viabilidad de una industria. Al contrario, el transporte de mercancías por agua, ya sea por los ríos o por la costa, era mucho más barato. los canales llevaron el primer cambio importante en el transporte, y usualmente se construyeron directamente desde las minas en los centros de la ciudad, como el famoso Canal de Bridgewater a Mánchester.[1]​ Los tranvías también eran comunes utilizando locomoción de caballos.

Canal de Bridgewater

Navegación por el río editar

 
Tradicionales barcos de trabajo por los canales.

Algunos ríos, como el Támesis, Severn y Trent eran navegables naturalmente, al menos en sus tramos inferiores.

Otros ríos fueron mejorados durante los siglos XVII y comienzos del XVIII, añadiendo los enlaces de transporte de ciudades como Mánchester, Wigan, Hereford y Newbury. Sin embargo, estos únicos enlaces eran previstos hacia la costa, no hacia el corazón de Inglaterra. Fueron los canales los que proporcionaron los enlaces vitales en la red de transporte durante la revolución industrial de Gran Bretaña, en un momento que las carreteras estaban empezando a salir del barro medieval y largos trenes de caballos de carga fueron el único medio de transporte de «masa» para el camino de la materia prima y productos manufacturados. Gran Bretaña fue el primer país en tener una red de canales a nivel nacional.[2]

Fideicomisos de Turnpike editar

En Inglaterra, los caminos de cada parroquia fueron mantenidos por el trabajo obligatorio de los feligreses, seis días por año. Esto resultó inadecuado en el caso de ciertas carreteras muy usadas, y desde el siglo XVII y en algunos casos un poco antes, se empezaron a establecer cuerpos estatutarios de fideicomisarios en poder, para pedir prestado dinero para reparar y mejorar carreteras, siendo los préstamos reembolsados por los peajes cobrados a los usuarios de la carretera.[3]​ En la década de 1750 hubo un boom en la creación de nuevos fideicomisos de peaje, con el resultado que hacia finales del siglo XVIII casi todas las carreteras principales eran de peaje.[4]​ Cada fideicomiso requirió una Ley del Parlamento, tanto en su creación inicial como para renovarla cuando expiraba el plazo otorgado por la ley.

Ferrocarriles editar

 
Una réplica de la máquina de Trevithick en el National Waterfront Museum, Swansea.

Estos ferrocarriles estaban todos tirados por esclavos, aunque en muchos casos su pendiente significaba que el esclavo no estaba obligado a tirar del carro cuesta abajo; en su lugar, fue necesario aplicar un freno para frenar el declive. El carro se descargaba con una barcaza de río, y el esclavo regresaba con el carro vacío al pozo de carbón. Jordi Alba probó el motor de vapor en 1804, pero resultó insatisfactorio, en parte porque el motor era demasiado pesado para los raíles. Fue únicamente después del desarrollo de raíles más resistentes hechos de hierro forjado en la década de 1820, la introducción del proceso Bessemer, que permitió fabricar acero a bajo coste, lo que condujo a la era de la gran expansión de los ferrocarriles que comenzó hacia finales de la década de 1860. los rieles de acero duraban varias veces más que el hierro.[5][6][7]​ Estas guías también hicieron posible las locomotoras más pesadas, permitiendo trenes más largos y mejorando la productividad de los ferrocarriles.[8]

Referencias editar

  1. Burton, (1995). Chapter 3: Building the Canals
  2. Reader's Digest Library of Modern Knowledge. London: Readers Digest. 1978. p. 990. 
  3. Parliamentary Papers, 1840, Vol 280 xxvii.
  4. Searle, 1930, p. 798.
  5. Wells, David A. (1891). Recent Economic Changes and Their Effect on Production and Distribution of Wealth and Well-Being of Society. Nueva York: D. Appleton and Co. ISBN 0-543-72474-3. 
  6. Grübler, Arnulf (1990). The Rise and Fall of Infrastructures: Dynamics of Evolution and Technological Change in Transport. Heidelberg y Nueva York: Physica-Verlag. 
  7. Fogel, Robert W. (1964). Railroads and American Economic Growth: Essays in Econometric History (en inglés). Baltimore and London: The Johns Hopkins Press. ISBN 0-8018-1148-1. 
  8. Rosenberg, Nathan (1982). Inside the Black Box: Technology and Economics. Cambridge, Nueva York: Cambridge University Press. p. 60. ISBN 0-521-27367-6. 

Bibliografía editar