Tzompantli de Tecoac

El tzompantli de Tecóaque, también conocido como el tzompantli de Sultepec es un tzompantli, considerado como la última pieza arqueológica del mundo prehispánico, o la primera pieza de la historia moderna de México, ya que este marca el inicio de la conquista y caída de México-Tenochtitlan.[1]​ Su origen data en el siglo XVI, y en sus inmediaciones se libró la batalla de Tecóaque,[2]​ actual municipio de Calpulalpan.

Tzompantli de Tecóac
Réplica de Tzompantli de Tecoaque en el Museo Nacional de Historia Castillo de Chapultepec, Ciudad de México.

Los restos corresponden a un grupo de mujeres y niños, sirvientes indígenas y mestizos, esclavos negros y hombres soldados parte de la tropa de Juan Yuste que fueron capturados por los mexicas. Fueron sacrificados y sus restos colocados en honor a Huitzilopochtli. Cada uno de los cráneos representa una estrella de los hermanos de Huitzilopochtli derrotados en la guerra.[3]

Hechos editar

Mientras Hernán Cortés entraba en Tenochtitlán y acababa capturando al emperador azteca Moctezuma, Pánfilo de Narváez llegó a México desde Cuba con órdenes de arrestarle. El conquistador dejó Tenochtitlán en manos de Pedro de Alvarado, quien ordenó la masacre de unos mil mexicas que participaban en las fiesta de Toxcatl. Después de lidiar con Narváez, Cortés se preparó para regresar a Tenochtitlán con una fuerza mayor, al haber tomado el control sobre los equipos de Narváez. Pero primero envió una caravana de suministros y gente, entre ellos "mujeres y niños españoles, africanos esclavos y otros sirvientes que llevaban cargas y conducían ganado."

Al enterarse de la masacre perpetrada por Alvarado, Cortés se apresuró a regresar a Tenochtitlán para tratar de sofocar la rebelión provocada por la crueldad española. Sin embargo, al poco de su llegada, él y sus hombres fueron expulsados en la llamada Noche Triste, en la que perecieron casi todos los soldados y caballos que había traído Narváez. Antes de la completa derrota, los españoles mataron a Cacamatzin, rey de la capital acolhua de Texcoco. Mientras, la lenta caravana de suministros que había enviado Cortés atravesó el paso de montaña justo al norte de Iztaccíhuatl, camino de Tenochtitlán. Al poco, guerreros acolhuas cayeron sobre ellos y actuaron como venganza por la muerte de su rey. Los aztecas acolhuas encarcelaron a los integrantes de la caravana y, en el transcurso de seis meses, las varias decenas de españoles y esclavos negros, y cientos de sirvientes indígenas fueron torturados, sacrificados y parcialmente devorados. Los huesos hallados en las investigaciones arqueológicas muestran que unas 550 víctimas sufrieron la extracción ritual del corazón, y los cuerpos a continuación consumidos en parte; los huesos habían sido hervidos y raspados para limpiarlos de carne. Las cabezas fueron colocadas en el tzompantli. El ganado, caballos y mulas también fue ofrendado y consumido, menos los cerdos. A los aztecas les parecieron unos animales tan extraños y sospechosos, que los enterraron enteros, sin comerlos.

"Fue un sacrificio continuo durante seis meses. Mientras los prisioneros escuchaban cómo sacrificaban a sus compañeros, se seleccionaban los siguientes", explicó Enrique Martínez, director de la excavación arqueológica a un periodista de la agencia de noticias Reuters.[4]

Cuando meses más tarde Cortés se enteró de lo ocurrido, cambió el nombre del pueblo de Zoltepec (Montaña de las codornices) a Tecoaque (Comieron gente o Comedores de gente) en náhuatl. Luego envió un batallón a destruirlo.

Una investigación publicada en enero de 2021 encontró que al menos una docena de mujeres y niños fueron masacrados. Los habitantes sabían que se avecinaba un ataque de venganza y montaron obras ofensivas que fracasaron. Los hombres pudieron huir, pero se descubrieron los restos de varias mujeres que protegían a diez niños de cinco y seis años en el centro del pueblo, mutilados dentro de varias habitaciones. Se quemaron los templos y se decapitaron las estatuas.[5]

Tzom­pan­tli editar

El tér­mi­no ná­huatl tzom­pan­tli co­mún­men­te es tra­du­ci­do de diversas maneras tales como:” andamio de crá­neos”, “al­tar de crá­neos”, “hi­le­ra de ca­be­zas” y “pla­ta­for­ma de ca­la­ve­ras”, a pe­sar de que, más que una tra­duc­ción li­te­ral, es una trans­for­mación del tér­mi­no.[6]​ La va­rie­dad de in­ter­pre­ta­cio­nes es re­fle­jo de la fal­ta de con­sen­so en cuan­to a lo que es el tzom­pan­tli, lo cual en cier­ta me­di­da ha ve­la­do su ver­da­de­ra fun­ción en­tre los na­huas an­tes de la con­quis­ta.

Se tra­ta de una ba­ja pla­ta­for­ma de pie­dra so­bre la cual se le­van­ta, un an­da­mio o ar­ma­zón de ma­de­ra del cual ge­ne­ral­men­te cuel­gan, per­fo­ra­dos ho­ri­zon­tal o verticalmen­te, crá­neos o ca­be­zas hu­ma­nas, atra­ve­sa­das por va­ras o del­ga­dos postes de ma­de­ra. No obs­tan­te, la pa­la­bra se em­plea pa­ra de­sig­nar tan­to hue­sos hu­ma­nos ya sea un crá­neo ais­la­do o un gru­po de res­tos óseos de­sar­ti­cu­la­dos co­mo una o va­rias ca­be­zas, o bien una pla­ta­for­ma o las hue­llas de los pos­tes de un bastidor de ma­de­ra que se pien­sa al­gu­na vez sos­tu­vo res­tos hu­ma­nos.[7]

 
Tzompantli, Templo mayor, Ciudad de México

Du­ran­te la épo­ca pre­his­pá­ni­ca, el tzom­pan­tli te­nía un uso y un sig­ni­fi­ca­do cla­ros, ge­ne­ral­men­te acep­ta­dos y re­gis­tra­dos, aun­que no plenamen­te co­no­ci­dos. A su vez, en el transcurso de la con­quis­ta mi­li­tar y a lo lar­go de los años de la evan­ge­li­za­ción, los eu­ro­peos lo entendie­ron a par­tir de sus propias con­cep­cio­nes, aje­nas al pensamien­to in­dí­ge­na. Los con­quis­ta­do­res y los re­li­gio­sos en sus cró­ni­cas interpreta­ron su fun­ción de ma­ne­ra va­ria­ble. A pe­sar de que pron­to com­pren­den que los res­tos hu­ma­nos ex­pues­tos que ven son el re­sul­ta­do de los sa­cri­fi­cios que los in­dí­ge­nas ha­cían a sus dio­ses, al­gu­nos los ex­pli­can cómo des­po­jos de un ac­to de antropofagia; en tan­to otros, lo per­ci­ben como un cal­va­rio, un ce­men­te­rio o una sepul­tu­ra.[8]​ El tzom­pan­tli tam­bién fue vis­to co­mo una reliquia de pri­sio­ne­ros de gue­rra, y co­mo un tro­feo de gue­rra.

Tecóaque editar

Era una zona que se ubica, en el actual municipio de Calpulalpan, antiguamente estaba dentro del territorio de los tlaxcaltecas, en sus límites, sirviendo como frontera con el imperio Mexica.

Aquí se llevó a cabo una de las batallas decisivas que cambiaron el rumbo de la historia de México, ya que marca un fin de la historia prehispánica y el comienzo de la historia moderna.[9]

Referencias editar

  1. Salvador Rueda Smithers. Instituto Nacional de Antropología e Historia (ed.), Desde las salas: el tzompantli de Tecoac, consultado el 28 de agosto de 2021 .
  2. Sánchez Verín, Carlos Arturo (1992). La Batalla de Tecoac, un hecho relevante en la historia de México. 
  3. «Tzompantli de Tecoac, repertorio». 
  4. «Moctezuma's Revenge: Cannibalism in the age of Conquistadors». The Independent. 2006. Consultado el 26 de mayo de 2022. 
  5. «Spaniards killed women, kids over slaying of conquistadores». NOTICIAS AP. 18 de enero de 2021. 
  6. 1827-, Siméon, Rémi, (2007). Diccionario de la lengua nahuatl o mexicana : redactado según los documentos impresos y manuscritos más auténticos y precedido de una introducción. Siglo XXI. ISBN 968-23-0573-X. OCLC 906952986. Consultado el 28 de agosto de 2021. 
  7. «Tzompantli, horca y picota». 
  8. «Tzompantli, Templo mayor». 
  9. «Batalla de Tecóac».