Alfarería en la provincia de Huelva

La alfarería en la provincia de Huelva (España), tuvo focos alfareros activos en Aracena, Beas, Campofrío, Cortegana, Los Romeros, La Palma del Condado, Trigueros y Villarrasa, además de en la capital.[1][2][3]

Tipos tradicionales de cantarería. Museo de Chinchilla.

Fuentes documentales

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Más allá del catálogo material del legado arqueológico conservado en el Museo de Huelva,[4]​ la actividad alfarera onubense quedó registrada en el Catastro de Ensenada (1752), las Memorias políticas y económicas de Eugenio Larruga (1792), el Diccionario geográfico-estadístico de España y Portugal (1826 y 1829) de Sebastián Miñano; y el Diccionario geográfico-estadístico-histórico (1846-1850) de Pascual Madoz.[5]

Focos alfareros

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La historiadora Natacha Seseña y el etnografo alemán Rüdiger Vossen distinguen dos focos de influencia en los alfareros instalados en esta provincia: el extremeño (Salvatierra de los Barros y Fregenal) por el norte, y el sevillano, en especial de Lora del Río.[1]​ Así resulta que la influenca extremeña fuera notable en Aracena, Campofrío, Cortegana y Los Romeros, del mismo modo que las formas y líneas hispalenses dominaron en Beas, La Palma del Condado, Trigueros o Huelva capital.[3]

Cortegana

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Seseña anota en su compendio de Cacharrería popular que los 18 alfares activos en esta villa al inicio de la década de 1950 se habían reducido a tres a mediados de la de 1970, y solo quedaba uno a finales del siglo XX. Sin embargo con el nuevo siglo se ha recuperado parte de la producción promocionando la llamada "cerámica de cuchara cortegana",[6]​ aun de uso popular y con pretensiones de loza fina, que le ha dado una seña de identidad a los ceramistas locales. Se trata de platos jaspeados en un abanico muy colorido, con preferencia del blanco, el verde manganeso y el azul del óxido de cobalto. El líquido del baño compuesto por óxidos colorantes y un mineral blanco extraído de la mina de San Telmo, en el entorno de Cortegana, se aplicaba haciéndolo chorrear a golpe de cuchara. Seseña data esta técnica hacia 1930. La loza requiere tres cochuras, la primera para el jaspeado, la segunda con el alcohol de hoja habitual, y una tercera cochura para fijarlo todo. Los hornos eran de tradición romano-arábiga, alimentados con pino, olivo, castaño y alcornoque. La cochura de esta original cacharrería se hacía en cajas de arcilla (jaulas) ismilares a las que en Castilla se llaman cobijas.[1]

Aracena

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Esta localidad de la sierra onubense tuvo circunstancialmente franca presencia de mujeres alfareras, al quedar las viudas o las hijas de los artesanos titulares a cargo de los alfares. La producción no obstante fue evolucionando desde la tradicional cacharrería para el agua (cántaros, lebrillos y orzas), a un batiburrillo de formas, texturas y colores dirigidos al turismo y la exportación comercial a la vecina Portugal o a las capitales provinciales andaluzas más cercanas.[1]

La producción tradicional de Beas fue de cántaros, macetas, lebrillos y tinajas; y complementariamente de tejas fabricadas a rueda. Pero desde el último tercio del siglo veinte, han sido sustituidas por piezas decorativas, y formas más artísticas que artesanas.[1]

Trigueros

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Fue uno de los focos con mayor densidad alfarera en Huelva, con especial dedicación a los grandes lebrillos vidriados para lavar la ropa, similares a los de Lora del Río. También se fabricaban lebrillos de vientre de 64 cm de diámetro, destinados a la matanza del cerdo, y grandes orzas con prestación de tinajas que alcanzaban 70 cm de altura, fabricadas a torno y vidriadas, siguiendo los modelos traídos hasta Trigueros por alfareros de Bailén. Otro foco andaluz importante con influencia en la producción y formas aquí sería La Rambla.[1]​ Además de los focos ya mencionados, se han documentado talleres y hornos en Bollullos, Bonares, El Campillo, Carrión de los Céspedes, Gibraleón, Lucena del Puerto, Manzanilla, Moguer y Rociana.[1][3]

 
La azulejería popular en el Escudo de Ayamonte.

Actividad alfarera

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Continúa la producción cerámica y el legado de la memoria alfarera en Aracena, Beas, Campofrío,[a]​ Cortegana, Trigueros y varios almacenes de cerámica y talleres alfareros en el cinturón de la capital provincial.[7]

  1. En esta localidad, el alfar de José Antonio González López fue declarado por la Junta de Andalucía Punto de Interés Artesanal en 2014.

Referencias

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  1. a b c d e f g Seseña, 1997, pp. 334-9.
  2. Useros, 2005, p. 132.
  3. a b c Vossen, 1997, pp. 137-144.
  4. . «Museo de Huelva». museosdeandalucia.es. Consultado el 21 de julio de 2022. 
  5. Seseña, 1997, pp. (bibliografía).
  6. . «Cerámica y artesanía». Ayuntamiento de Cortegana. Consultado el 21 de julio de 2022. 
  7. Rubio Celada, Abraham. «Cerámica de Huelva». espanafascinante. Consultado el 21 de julio de 2022. 

Bibliografía

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  • Useros Cortés, Carmina; Belmonte Useros, Pilar (2005). Museo de cerámica nacional. Piezas de alfarería de toda España. Albacete, Museo de Cerámica Nacional. Chinchilla de Montearagón. ISBN 84-609-5626-1. 
  • Seseña, Natacha (1976). Barros y lozas de España (en español). Madrid, Prensa Española. ISBN 84-2870-402-3. 
  • Seseña, Natacha (1997). Cacharrería popular (en español). Madrid: Alianza Editorial. ISBN 84-206-4255-X. 
  • Vossen, Rüdiger; Seseña, Natacha; Köpke, Wulf (1975). Guía de los alfares de España (en español). Madrid, Editora Nacional. ISBN 84-276-1293-1. 

Enlaces externos

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