Batalla naval de Ragusa

La batalla naval de Ragusa, hoy llamada Dubrovnik, se produjo en el mar Adriático el 22 de noviembre de 1617 entre la escuadra española del virrey de Nápoles, el III.er duque de Osuna Pedro Téllez-Girón y Velasco (1574-1624), al mando del almirante español Francisco de Rivera, y otra de la República de Venecia al mando del almirante Lorenzo Veniero.

Batalla naval de Ragusa
Parte de Conflictos hispano-venecianos
Fecha 22 de noviembre de 1617
Lugar Mar Adriático
Resultado Victoria española
Beligerantes
Bandera de España España República de Venecia
Comandantes
Francisco de Rivera Lorenzo Veniero
Fuerzas en combate
15 galeones
Varias galeras
2500 soldados
18 galeones
34 galeras
6 galeazas
Bajas
300 bajas 4 galeras hundidas,
4000 bajas

Trasfondo

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Un año antes Venecia había prohibido la navegación de la flota española por el mar Adriático, porque el Duque de Osuna renovó su alianza con los uscocos, piratas y corsarios croatas que luchaban contra la república. Aunque Felipe III aconsejaba prudencia y no enarbolar la Cruz de Borgoña, sino la bandera de Nápoles, esto no impidió que el brioso duque hiciese salir una flota al mando de Francisco de Rivera, héroe de la batalla del Cabo Celidonia el año anterior.

La flota de Rivera estaba compuesta por 17 galeones: el Nuestra Señora de la Concepción, nave capitana con 50 cañones y 200 hombres; el Almirante, con 31 cañones y 150 hombres; el Santa María de Bison, el San Juan Bautista, el San Pedro y el Nuestra Señora de la Misericordia, con 30 cañones y 100 hombres; el Nuestra Señora de Trapani y el Perla, con 24 cañones y 94 hombres; el Sansón, el San Miguel y el San Ambrosio, con 77 hombres y 20 cañones; el Águila Imperial, el Diamante, el Nuestra Señora del Carmen, el Santa María de la Buena Ventura, el Tigre y el Mauricio, además del patache Santiago.

Partieron del puerto napolitano de Brindisi el 9 de noviembre de 1617, coincidiendo con la salida de otra flota hispánica desde Reggio, esta de 13 galeras y con rumbo diferente. Tras una semana de navegación, aunque Rivera tenía órdenes de patrullar el canal de Otranto, las corrientes le hicieron acercarse al territorio veneciano de Ragusa, donde fueron descubiertos por los mercantes locales.

Batalla

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El 21 de noviembre Rivera llegó ante el puerto de Ragusa con 15 galeones, tripulados por 2500 hombres sin contar la marinería. Ante se hallaba una gran flota enemiga en formación de media luna, con 18 galeones, 34 galeras venecianas y 6 galeazas. A pesar del encuentro, anocheció sin soplar viento, por lo que no hubo acción y las dos flotas se limitaron a observarse a la luz de los fanales. Las galeras venecianas habrían podido operar sin viento durante la noche, amén de que los buques españoles habían quedado muy distanciados los unos de los otros y no podían auxiliarse con facilidad, pero Veniero conocía la fama de la armada española, y aun con su enorme superioridad numérica prefirió guardar la cautela hasta que fuera de día.

A las primeras luces del día 22, Vernier comenzó a mover su flota, haciendo que las galeras y galeazas remolcasen a los galeones para formar el mejor frente posible, pero se levantó un viento que también permitió a Rivera actuar por fin. El español pilló por sorpresa a los venecianos, reuniendo su flota tan pronto como fue posible y atacándolos en medio de sus maniobras, e introdujo su gran galeón Nuestra Señora de la Concepción de 46 cañones (según algunos, 68) en mitad de la escuadra veneciana, rompiendo su formación al hacer fuego contra ella. Al momento fue rodeado por siete galeones enemigos, pero los restantes galeones españoles acudieron a resguardarlo, manteniendo la formación para no ser rodeados por el gran número de enemigos y descargando toda su artillería contra ellos.

Las galeras de la Serenísima soltaron las toas y trataron de ponerse fuera de tiro mientras los galeones trataban de girar por sí mismos y presentar su costado, pero desistir del remolcaje no fue suficiente para evitar el caos en sus líneas, y éstas se convirtieron en grupos apelotonados que tan sólo facilitaron el tino de la artillería española. Las venecianos sabían además que no podían tratar abordar los buques españoles, ya que la potente infantería de marina hispánica habría vuelto rápidamente la situación en su contra, por lo que se vieron sin opciones. Por su parte, los españoles tampoco intentaron el abordaje, ya que las tripulaciones enemigas seguían superándoles en número, y en cambio se hicieron cómodos en sus posiciones y continuaron cañoneándoles. Salvó a los venecianos que los vientos cambiaran de dirección, lo que les permitió despegarse y huir sin que los españoles pudieran alcanzarles antes de caer la noche.

A la salida del alba, Veniero comprobó que la flota veneciana estaba destrozada y finalmente dio la batalla por perdida, emprendiendo la retirada general en dirección a Korcula. Cuatro de las galeras de la Serenísima se habían ido a pique y varios de sus galeones estaban gravemente dañados, entre ellos el enorme San Marcos, de 60 cañones, que requirió un gran esfuerzo para ser arpeado y remolcado. Los venecianos contaban 4000 bajas entre ellos, entre heridos, muertos y ahogados, a cambio de unas 300 de los españoles, entre cuyos barcos los daños eran menores en comparación. Rivera salió en pos de la flota enemiga a lomos de mejores vientos, pero entonces se levantó una violenta tempestad que obligó a los españoles a dirigirse de nuevo a Brindisi y a los venecianos a cambiar de rumbo hacia Manfredonia.

La persecución terminaría por no ser muy necesaria, ya que los daños sufridos en el combate dejaron muchos de los navíos venecianos vulnerables a la tormenta, de forma que perdieron además trece de sus galeras y una galeaza en su intento de alcanzar el puerto, pereciendo otros 2000 venecianos más. Otro temporal alcanzó a su vez a la flota de Rivera, desperdigando sus naves y dejándoles tres días a merced de las olas, pero lograron reunirse sin problemas y arribar victoriosos a Brindisi.

Consecuencias

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La batalla fue muy celebrada por los napolitanos y el célebre soldado de los Tercios don Diego Duque de Estrada, que participó en ella, la describió con detalle en su autobiografía; Luis Vélez de Guevara dedicó al almirante una comedia, El asombro de Turquía y valiente toledano.[1]

Bibliografía

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Referencias

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  1. Madueño Galán, José María. «Francisco de Rivera y Medina». Diccionario biográfico de la Real Academia de la Historia. RAH.