Los cancelli eran unas capillitas que los galos levantaban en honor de los dioses que presidían los frutos de la tierra.

Hacían ofrendas presentándolas entre candelillas encendidas y después de pronunciar ciertas frases misteriosas sobre un trozo de pan, unas espigas o unas hierbas las escondían en una encrucijada o en el hueco de algún tronco, en la creencia de que esta ceremonia preservaba a sus ganados de las enfermedades.

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