Discusión:Daniel F

Último comentario: hace 5 años por MiguelAlanCS en el tema Discografía de Daniel F

Fusión editar

No creo que deba ser fusionado porque saldría un artículo extensísimo pro al cantidad de discos que hay, pero si se debe agregar más información a este. --Ernesto Linares 05:32 5 may 2007 (CEST)

Creo que no es así porque los dos son artículos muy cortos.--Héctor Guido Calvo 10:45 9 dic 2007 (CET)

Falta hablar mucho sobre el maestro Daniel F

Infobox corregido editar

No se que habrá pasado antes pero el infobox de artista tenia un error que no dejaba verse en el articulo, y veo que falta ampliar bastante pues aún sigue como esbozo, me gustaría saber si uno o mas nos ponemos con este articulo, seria bueno que me contactaran.--Manticora (discusión) 20:38 27 jun 2008 (UTC)Responder

"Yasijah" (trasladado del artículo por estar fuera de lugar) editar

En el mundo antiguo, en las primeras luces de la civilización, se acostumbraba a sepultar a los muertos directamente en la tierra. Esto, se creía, se hacía para que las almas puedan salir y lograr comunicarse con los vivos. Incluso, en muchas partes llegaban a enterrar a sus deudos dentro de los hogares. En algunos pueblos, empero, se comenzaron a poner piedras sobre las tumbas, con el propósito de frenar a las almas e impedirles su libre vagar, pues se comenzó a tener la creencia que, aquellos espíritus “libres”, eran los responsables de algunas de las calamidades que ocurrían en su entorno. Se cuenta así que entre los Ufasimba, una etnia africana, se sigue practicando esta modalidad de “freno” a las almas, colocando sobre las tumbas unas enormes piedras.

En culturas posteriores, ese temor por los muertos quedó marcado en el hecho de que comenzaron a sepultar a sus difuntos en cuevas, mausoleos y, actualmente, en nichos de cemento y concreto. Así, las almas fueron impedidas, ya desde entonces, a seguir comunicándose con los seres terrenales. Todos estos divagues, me hicieron recordar un programa televisivo de misterios, donde hablaban sobre el alma humana y decían que ésta necesitaba un espacio a su alrededor para salir del cuerpo. Es decir, si hay un muerto al que lo están rodeando personas y no hay un espacio libre, una de las personas que lo rodea, se va a retirar. Inconscientemente va a sentir que algo lo “empuja”.

Adriana Novoa, joven profesora de narrativa y poesía, que dictaba cursos en la Escuela de Letras Ignacio Cruzado, de un tiempo a esa parte, se le dio por soñar y soñar con la misma persona, una mujer, a la cual no conocía ni había visto nunca. Mi abuela -que no era de ésas que exageran las cosas- decía que si uno vivía cerca a un cementerio y sueña con alguien que no conoce, quiere decir que el alma de esa persona trata de comunicarse con uno. Al parecer, Adriana, también tenía una abuela que le contó lo mismo. Y lo curioso de estos onirismos, es que también aparecía en ellos, un pequeño gato, un felino de color humo, que siempre la miraba con extraña fijación. Así que, después de meditar sobre el tema, decidió ir al cementerio y buscar entre las fotos que a veces ponen en las lápidas, a la persona que aparecía en sus sueños, sin tener la más mínima idea de qué iba a hacer si llegaba a encontrarla.

El cementerio era pequeño, como de pueblo. Cerca de allí descansaban las vías del tren que va para la Sierra. Entre los pabellones del minúsculo osario, había breñas, tanto blancas como rosadas. Al fondo había una cripta algo graciosa, con muchos colores, donde se podía ver, además de ángeles, unos perros y unos soldados a la usanza de la Roma antigua. Aquel vistoso mausoleo parecía dar a entender que la muerte no era algo a lo que haya que temer. De pronto, a lo lejos, al final de uno de los corrillos, vio un pequeño gato color humo. Adriana se sorprendió. El gato era idéntico al de sus sueños. Fue hacia él, pero cuando llegó lo vio más allá aún. Después de dar muchas vueltas, tratando de alcanzar al dichoso felino, Adriana se sentó al pie de uno de los pabellones que daban justo a un jardín poblado de flores diversas. En eso, sintió una fragancia un tanto dulce a su olfato. Cerró los ojos para poder disfrutar de aquel aroma y, cuando los abrió, su espanto fue mayúsculo, pues todo estaba a oscuras. En medio de su confusión comenzó a sentir como su cuerpo se iba enfriando y su corazón latía cada vez más fuerte. Le costaba incluso el tragar su propia saliva. Se levantó decidida a abandonar lo antes posible el cementerio, pero ni bien había dado unos pasos, creyó escuchar una voz. Pero eran sólo el ruido de las hojas de un ficus llorón, y siguió su camino. Pero de pronto se detuvo, pues sintió que había alguien detrás suyo, quien le pedía que no se vaya. - ¿Quién eres? -preguntó Adriana con voz temblorosa. - La que buscas -respondió la voz con tono lacónico. - ¿Y tu cómo sabes que estoy buscando a alguien? - Mírame y lo sabrás. Tras unos segundos de titubeo, Adriana se decide por fin a voltear y se encuentra con una mujer de apariencia muy delicada cubierta toda de negro, sentada y apoyando la cara entre sus rodillas. El gato que la estuvo haciendo caminar, también estaba ahí, revoloteando alrededor de la dama. - ¿Ese gato es tuyo? -preguntó Adriana. - Más o menos. -respondió la mujer- Se llama ‘Shadow’, y es una especie de guía y enlace entre “vivos” y “muertos”, entre el mundo terreno y la esfera paralela. Pero Adriana ¿porqué no te acercas? Venciendo un poco su miedo, la joven profesora se fue acercando a aquella enigmática mujer y pudo darse cuenta que, en realidad, ésta se encontraba totalmente desnuda, y que aquello que la cubría era tan solo su larga y ondeante cabellera. Al dar unos pasos más, pudo ver con claridad su rostro y, efectivamente, era la mujer que andaba buscando. Era hermosa. Se podía ver una gran armonía entre sus rasgos y, lo que más llamaba la atención, eran sus ojos negros, que parecían tener una gran profundidad. - ¿Quién eres? ¿Cuál es tu nombre? -preguntó Adriana. - Yasijah -respondió la mujer. - ¿Cómo has hecho para que me duerma? -pregunto Adriana. -Ha sido la fragancia de las amapolas la que te ha hecho dormir. -Pero si aquí no hay amapolas -objetó Adriana. Pero en realidad si habían amapolas. Estaban disimuladas entre las flores conocidas como pensamientos. Yasijah, la aparecida dama, le comenzó a contar su vida, su existencia pasada. Contó que se había suicidado por una mujer llamada Dunia, Dunia Freleis Sarmiento, una amiga de quien estaba enamorada y con quien estaba molesta, por que cuando le confeso lo que sentía por ella, esta no la tomo en serio y le dijo que aquello tenía que pasársele, cuando conociera a algún chico. - Yo me sentí muy ofendida, muy dolida -dijo Yasijah- Fue entonces que quise fingir un suicidio, esperando que mi amiga llegara a tiempo para salvarme. Todo estaba, aparentemente, bien planeado, desde la hora en que Dunia iba ha recibir el mensaje, hasta el momento en que llegaría para rescatarme. Pero las cosas no salieron como lo había pensado, y cuando desperté, ya me encontraba dentro de ese nicho del que no pude salir hasta después de treinta años. - ¿Y cómo saliste? Yasijah le explico que, cuando uno muere, el alma pasa por una especie de desmayo. En algunos casos, la conciencia es recuperada en cuestión de minutos pero, en la mayoría de las veces, solo lo hace pasadas las cuarenta y ocho horas. Recién, en ese momento, es cuando el alma puede retirarse del cuerpo. Pero contrario a lo que se cree, las almas no pueden atravesar las paredes. Los muros son de un material sólido, macizo, que no es como la tierra liviana, la cual si pueden atravesarla. De pronto Yasijah guardo silencio y se pudieron escuchar unos ruidos. -¡Escóndete!, no deben verte –dijo Yasijah. -¿Quiénes? –pregunto Adriana mientras se metía detrás de unas breñas. -Los que vienen a liberarnos -contestó Yasijah- los liberadores de almas... Adriana pudo ver, desde su escondite, a unos hombres que llegaban cargando unos cinceles y otros instrumentos con los cuales se pusieron a picar las lapidas y los sellos de las sepulturas. -¡Son roba tumbas! -pensó Adriana, con asombro. Los saqueadores de cárcavas no veían a Yasijah, a pesar que ésta se encontraba muy cerca de ellos. Adriana se dio cuenta que solo ella podía verla. Después, vio que el nicho de Yasijah estaba con una gran fisura. No había sido abierta, pero sí violentada. Y, al parecer, esa pequeña abertura bastó para que Yasijah salga fácilmente de ahí. Después de haberse ido los desvalijadores de féretros, Yasijah le explicó que aquellos hombres sólo venían a liberar a los espíritus de sus prisiones, y, a cambio, se llevaban algunas cosas que a las ánimas no les servia para nada. Si no fuera por esos profanadores, ella seguiría atrapada, como muchos otros espíritus que no pueden atravesar las paredes. Yasijah y Adriana volvieron a estar a solas. - Los espíritus, son como gas -explicaba Yasijah- y si no hay fisuras por donde salir, pues no podríamos escapar de las prisiones que los hombres han construido para detener las almas. Nosotros no estamos muertos. Nos hemos transformado, somos energía pura. No podemos ver, pero sentimos la presencia de las personas a través de la cantidad de energía que irradia. Por su energía nos podemos dar cuenta de su forma. Solo “vemos” formas y luces. - ¿Cómo es la muerte? -preguntó Adriana. - Desde el tiempo de los zoólatras y los totemístas, hasta los hindúes y cristianos, la muerte, el alma y esas cosas, han tenido muchos rostros. Que ‘es inmortal’, que ‘se reencarna’, hablan de ‘Transferencias de Conciencia’, el paso de un alma a otro cuerpo, o simplemente sentencian y dicen que ‘no hay nada después de esta vida’. Pero, como ves, la muerte no es el fin. La muerte es solo un paso. Es saltar de un estado de existencia a otro. Una dimensión que no creo que puedas comprender aún. - Pero y el Infierno y el Cielo ¿también son solo ‘dimensiones’? - Los católicos y demás apostólico romanos, creen en un lugar de castigo. Un lugar de características físicas. ‘Purgatorio’, ‘Infierno’, ‘Hadez’, ‘Gehenna’, ‘Limbo’, ... son solo conceptos, pues son las almas mismas las que van revisando sus anteriores experiencias y van llegando a diversas escalas de conciencia. La idea de un ‘castigo’ o de un ‘premio’ después de la muerte, nace con los egipcios. Pero en realidad, el averno es solo una esfera de la conciencia, un plano intermedio entre cada esfera, y es el plano más temible. - El Cielo, entonces, ¿es otro estado mental? - Si. Pero es el más hermoso. En el mundo terreno, algunos lo llamaban Mundo Estival. No se si yo, algún día, pueda llegar a ese plano. Se supone que, al suicidarme, he cometido un gran pecado y no tengo, por ello, ningún derecho a aspirar a ese plano. Los pecadores son aquellos que han transgredido las leyes de la Naturaleza, del Universo, del Orden normal del Cosmos. El asesinar, el hacer daño a otras almas, los sentimientos negativos... son faltas imperdonables. Por eso, Adriana, yo aún estoy aquí, en lo que algunos llaman Plano Astral Inferior, el Orco. - ¿Y Dios, el Diablo y ésas cosas? - Son fuerzas en constante lucha. No son personas o seres, como los que suelen retratar los pictorisístas o los mitólogos; no son éllos los que van a ‘juzgar’ o ‘condenar’ a las almas. Hay un orden, y ese orden nunca ha sido roto. Yhva, Jehová, Yavé, Zeus, Jupiter, Mefisto, Luzvel.... son sólo nombres que pretenden explicar, humanizando, la lucha eterna entre el Bien y el Mal, todo dentro de planos físicos y figurativos. Dos de los siete principios de los Espiritualistas, son: la posibilidad de comunicarse con los espíritus, y la continua existencia del alma humana. Adriana, que era un tanto escéptica a todo eso, de pronto estaba ahí, teniendo una amena charla de ultratumba, una conversación con un ‘fantasma’, un ‘espectro’. Una comunicación amical con el Más Allá. Algo que iba mucho más allá que un simple sicograma, una sesión espiritista o de tener una criptestésia repentina. - Pero si tu dejaste de pertenecer al mundo terreno, hace más de 30 años ¿cómo es que yo te pude ver en mis sueños? - Porque acá, el tiempo, como tu lo conoces, no existe. Estamos en un mundo de espacio sin tiempo. Y una de las formas que tienen los seres humanos para escapar de las rígidas normas terrenales, es mediante los sueños. En los sueños tu cuerpo astral, tu doble, viaja a mundos y dimensiones que pueden encontrarse en lo que tu llamas ‘pasado’ o ‘futuro’ o se da sus vueltas por esferas paralelas. Allí me mostré a ti. Y me mostré con este cuerpo, cuerpo que es, para las almas, como si fuera nuestro hogar, una casa, una envoltura astral, pero que en nuestro mundo, no nos sirve de nada. - Pero ¿cómo es que solo yo puedo verte? - Las ánimas -respondía Yasijah con gran calma- pasan a una cuarta dimensión. Algunas personas tienen la capacidad de verlas porque sus cuerpos tienen la disposición, la facultad de desarrollar cierta substancia que hace que puedan entrar en contacto con ese otro plano astral, pero eso no le sucede todo el tiempo, ni con todos los espíritus. Es un cruce físico-químico que hace que el cuerpo sea capaz de producir ese componente, que es conocido por su nomenclatura 2LQR, que hace posible el ver la materia en sus otras dimensiones, pero no es algo que este desarrollado en el ser humano. Por eso, muchas veces, algunas personas solo ven a uno, y solo lo ven una vez. Es algo así como si estuvieras viendo un canal televisivo y de pronto se cruza otro. Esto hace que uno pueda ver un poco de “lo otro”, pero no mucho. - ¿Es por eso que te vi también en mis sueños? - Claro. También, a través de los sueños, las ánimas pueden llegar a las personas, porque es el momento en que el cuerpo produce esa sustancia con más facilidad. Este elemento es producido por animales como el perro, los caballos o el gato. Especialmente por el primero. Se puede encontrar en, por ejemplo, su legaña. Algunas personas han intentado ver lo que el perro ve, colocándose la legaña de éste en los ojos. Lo malo es que los hombres, al no estar acostumbrados a las visiones del más allá, confunden a los seres vivos con las almas y terminan volviéndose locos. - Si. -dijo Adriana- Yo supe de un pariente que hizo semejante tontería. Se volvió loco. Dice que comenzó a ver ‘fantasmas’, parientes ya fallecidos, vecinos muertos... Dicen que fue una cosa bien espeluznante y bastante fea. Siguieron conversando por un buen momento más. A lo lejos se escuchaba el paso del tren. La obscuridad era el perfecto fondo para aquel diálogo bastante insólito. Yasijah le señaló hacia el fondo del cementerio. Adriana volteó y vio un par de pequeñísimas luces que parecían saltar y pasearse por ese oscuro sector. - ¿Qué son? -preguntó Adriana, algo maravillada. - Son lo que, en la tierra, los factótums llaman Fuegos Fatuos, mismos a quienes se les atribuye un origen totalmente explicables, dentro de sus parámetros materialistas y de ‘fenómenos naturales’. En realidad son espíritus que han sido recientemente liberados. Tal ves esos dos sean los que acaban de liberar los saqueadores. Por eso solo suelen verse en sitios como estos. - Son hermosos -dijo Adriana. - Si -dijo Yasijah- claro que son hermosos. Fue entonces que Yasijah le pidió a Adriana que le ayude a buscar a aquella amiga suya, a Dunia, porque sentía que se encontraba cerca. Quería que también sea liberada. Quería hallarla, quería verla, quería saber qué fue de su vida. Solo intuía que había fallecido por las vibraciones que de ella percibía. Debía de estar en alguna parte del cementerio, en alguno de los pabellones del pequeño camposanto. Adriana aceptó ayudarla, pero le hizo prometer, antes, que le iba a seguir explicando más sobre las ánimas y todo sobre ese mundo extra sensorial. Adriana le dijo que iniciaría la búsqueda temprano en la mañana, y que en la noche volverían a encontrarse en el mismo sitio. Al llegar a su casa, Adriana revisaba lo ocurrido en la pequeña necrópolis de su localidad, su charla con una muerta y de todo lo que había aprendido en una sola noche. Pero, sobre todo, Adriana, por el resto de la madrugada, no pudo dejar de pensar en aquel espíritu liberado, en su personalidad envolvente y de cómo Yasijah, sin proponérselo, la había cautivado totalmente. Por ello, se espantó al darse cuenta que se sentía desmedidamente atraída por ella, por Yasijah.

En la mañana, Adriana, cargando una pequeña mochila con utensilios de albañilería, estaba ahí, como lo prometió, y comenzó con la búsqueda. Comenzó por los pabellones que se encontraban al fondo del cementerio, cerca de la pared cubierta por las buganvillas rojas, naranjas y fucsias que, en conjunto, daba la sensación de estar frente a un lienzo primaveral. Nicho a nicho, sepulcro a sepulcro, Adriana trataba de encontrar a la tal Dunia, sin resultado alguno. Comenzó por los pabellones de hace treinta años, y de allí fue bajando. Lo hacía lento, sin prisa. En el fondo, Adriana intentaba alargar aquella sepulcral búsqueda. Sabía que si encontraba a Dunia, su amistad con Yasija terminaría. Con cada lápida que pasaba, cada cripta que no era, Adriana respiraba aliviadamente. “Tal vez Yasijah termine viviendo en mi casa”, soñaba Adriana. Casi al expirar las ultimas luces del día, Adriana tiene casi concluido el encargo, y con ello, la búsqueda. Adriana respiró tranquila. La noche llegó y ya la misión de revisar aquel minúsculo cementerio estaba casi concluida. Al llegar al punto señalado, Adriana se encuentra de nuevo con Yasijah. - ¿Cómo te fue? -preguntó Yasijah. - No hallé nada -respondió Adriana, entre avergonzada y aliviada- tal vez no ha muerto aún y las vibraciones que tu percibes es de su espíritu aún en la tierra. - Pero no has revisado todos los pabellones -dijo Yasijah. - No puede ser -dijo Adriana- ya he revisado todo. - Falta el mío -dijo Yasijah.

Adriana se sobrecogió. Quedó en silencio. El pabellón de Yasijah era para fallecidos hace más de treinta años. Por lógica, el alma de Dunia no podría estar ahí, pues aquella mujer habría muerto, supuestamente, mucho después. Así que Adriana, con un tanto de desgano, pero también con la seguridad de que no iba a encontrar nada, dio lo que sería la última búsqueda. Grande sería su sorpresa cuando, después de muy poco hurgar, halló el nombre de Dunia Freleis Sarmiento, escrito en un nicho casi vecino de Yasijah. Lo más extraño, y lo que causó mayor sorpresa a Adriana, fue que Dunia murió el 5 de Noviembre de 1968, el mismo día en que murió Yasijah. Se había suicidado al saber de la muerte de su amiga. -¿Es Dunia? ¿La encontraste? –preguntó Yasijah emocionada. -No, no es –mintió Adriana con total indiferencia. -No me mientas, Adriana, por favor -pedía Yasijah. Adriana no sabía ya que decir. Sabía que no podría engañar a Yasijah para siempre. Así que, después de un momento, Adriana recapacitó. -No. No es cierto. Sí es la tumba de Dunia. La tengo aquí, delante mío. -¡Vamos! ¡ábrela! -exclamó Yasijah. Adriana, muy a su pesar, procedió a sacar las herramientas de su diminuta mochila. Solo eran una pequeña comba y un cincel. Jaló la escalera que suelen dejar tiradas por ahí los colocadores de flores y procedió a dar los primeros cincelazos. Bastaba un solo resquicio para que el alma de Dunia pueda ser liberada y pueda reunirse con su amiga Yasijah. - Te le voy a agradecer siempre -le decía Yasijah a Adriana- este puede ser el día más feliz de mi existencia, y tal ves pueda ser el día de mi paso a planos superiores. Voy a experimentar, después de mucho tiempo, lo que se siente estar cerca de la felicidad.

Adriana seguía golpeando. Y cuando lo hacía estallaban dos intenciones en su propia alma: la de agujerear aquel muro de cemento para que Dunia se reúna con su amiga Yasijah, y por otro, la de no querer hacerle una sola grieta a la tapa del nicho, pues eso iba a significar que ya no vería nunca más a Yasijah. Unos golpes más y fue todo. Una fractura de unos centímetros bastaron para que Dunia salga de su prisión. Adriana sintió que ‘algo’, una ráfaga intactable, había pasado justo por su rostro. Al voltear a ver qué había sido aquello, vio a dos hermosos y lumínicos fuegos fatuos que revoloteaban y danzaban al compás de una inaudible melodía de encanto. Estaban juntas, estaban bien. Al parecer, la liberación final había llegado para las dos. Ambas se habían suicidado, ambas habían transgredido una ley universal; pero ambas lo hicieron por dolor, por amor. Y cuando se muere por ello, el Cosmos parece benigno y no es capaz de seguir con su orden de cosas inmutable. Adriana las vio irse, las vio partir. Derramó unas lágrimas, pero no eran de dolor. Al contrario: sentía una extraña y hermosa felicidad, algo que jamás había experimentado. Se encogió de hombros, guardó los instrumentos, cerró su mochila y partió a su hogar.

Al día siguiente, Adriana fue a ver las tumbas. Junto a ellas solo habían unos señores, parados justo al frente del pabellón, quienes al ver la pequeña fisura que había en la tumba de Dunia, comentaban que ‘cómo era posible que hubiera gente que no pueda dejar en paz a los difuntos’. --Evelinmercedes18 (discusión) 17:47 21 jul 2008 (UTC)Responder

Sobre el redireccionamiento del artículo dedicado a las "Kúrsiles sobrantes" editar

Retiré la información referida a la maqueta «Kúrsiles sobrantes» del artículo pues esta nada tenían que hacer ahí. Por alguna razón que no llego a entender, alguien redirigió el artículo dedicado a dicha maqueta hacia el propio artículo sobre Daniel F. A ver si alguien resuelve el entuerto. Saqué también el texto sobre el «Yasijah», el cual ahora figura en la página de discusión (aunque no debería estar aquí tampoco), si les parece que debe eliminarse pues háganlo.

Es la segunda maqueta, con los temas que "sobraron" de Kursiles Romanzas

Lado A:

  1. Kursil romanza #5
  2. Kursil romanza #6
  3. Sed de sed
  4. Estigmatikas
  5. Aperifriatika
  6. Etikas sobre Morroyo
  7. Siempre te tengo presente

Lado B:

  1. Kursil romanza # 7
  2. Decepciones en auges derrotas
  3. Etikas sobre Manido
  4. No tengo nada ke ofrecer
  5. Vientos epincios
  6. Kursil romanza # 8
  7. Kursi perotatio

el punk peruano se inicia con Leuzemia? editar

Creo que no. Cuando Leuzemia se inicia a mediados de los 80's, ya existían bandas punk. También, si se considera a Los Saicos como la primera banda punk en el mundo, entonces la historia del punk en el Peru se remonta a los 60's, muchísimo antes que Leuzemia, que dicho sea de paso siempre toca Demolición, de los Saicos, como tributo a esta última banda. En todo caso, decir que Leuzemia es una de las bandas de la movida Punk, pero no la única ni la iniciadora (decir quién inició algo como el punk rock es bastante difícil).

Discografía de Daniel F editar

Estoy preparando un Anexo con la discografía, puesto que los artículos individuales podrían ser borrados. --  Miguel Alan Córdova Silva | ¿Digamelón? 10:47 22 abr 2018 (UTC)Responder

  Hecho--MiguelAlanCS >>>   18:46 31 may 2018 (UTC)Responder
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