El guaraguao

cuento de Joaquín Gallegos Lara

El guaraguao es un cuento del escritor ecuatoriano Joaquín Gallegos Lara, publicado en 1930 como parte del libro de cuentos Los que se van.[1]​ La trama relata la historia de amistad entre un montubio y un guaraguao que se enfrenta contra aves de su misma especie para defender el cuerpo de su amo luego de ser asaltado.[2]​ Es uno de los cuentos más conocidos del autor,[3][4]​ además de ser considerado una de las obras emblemáticas de la literatura ecuatoriana realista de la década de los 30.[5]

El guaraguao Ver y modificar los datos en Wikidata
de Joaquín Gallegos Lara Ver y modificar los datos en Wikidata
Género Cuento Ver y modificar los datos en Wikidata
Subgénero Realismo literario Ver y modificar los datos en Wikidata
Idioma Español Ver y modificar los datos en Wikidata
Publicado en Los que se van Ver y modificar los datos en Wikidata
País Ecuador Ver y modificar los datos en Wikidata
Fecha de publicación 1930 Ver y modificar los datos en Wikidata

El cuento fue adaptado al teatro por el dramaturgo José Martínez Queirolo.[6][2]

De acuerdo a la Real Academia Española, la palabra guaraguao es un vocablo de origen caribeño usado para designar aves rapaces diurnas de la familia falconiformes. En el cuento, Gallegos Lara define guaraguao como "un capitán de los gallinazos", "el que huele de más lejos la podredumbre de las bestias muertas para dirigir el enjambre".[1]

Argumento

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Chancho-rengo era un montubio que se dedicaba a la venta de plumas de garza, las mismas que cazaba con la ayuda de Alfonso, un guaraguao que había criado desde polluelo y que lo acompañaba todo el tiempo. Un día en que Chancho-rengo vende muchas más plumas de lo habitual, los hermanos Sánchez deciden seguirlo para robarle. En medio de la oscuridad del monte lo atacan con machetes y roban el dinero, pero luego son aullentados por los picotazos de Alfonso. Chancho-rengo agoniza en el suelo mientras Alfonso empieza a defenderlo de los gallinazos que intentan devorarlo. Posteriormente aparece otro guaraguao con quien Alfonso pelea encarnizadamente. A los ocho días encuentran el cuerpo de Chancho-rengo junto con el cadáver de Alfonso a su lado. El cuerpo de Chancho-rengo no tenía ni una sola marca de picotazos.[1]

Estilo

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Como es característico en los cuentos de los integrantes del Grupo de Guayaquil, la acción del relato tiene lugar en un ambiente rural y retrata a un protagonista que vive en medio de la pobreza y la exclusión. La narración del cuento reproduce el habla coloquial del pueblo montubio y contiene en su mayoría descripciones austeras de los personajes y eventos. De acuerdo a la crítica literaria Alicia Ortega Caicedo, a pesar de que el relato tiene un corte localista, alcanza una resonancia universal.[7]

Referencias

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  1. a b c Rodríguez, Juan Manuel. (2008). Información estética en el relato. Ediciones Ciespal. p. 210. ISBN 9978550682. OCLC 263162198. Archivado desde el original el 16 de octubre de 2019. Consultado el 16 de octubre de 2019. 
  2. a b «Los Montubios del Tablao alistan jornada de música y teatro». El Telégrafo. 25 de septiembre de 2018. Archivado desde el original el 26 de septiembre de 2018. Consultado el 18 de octubre de 2019. 
  3. «Uno de los premios de la Bienal se queda en Cuenca». El Tiempo. 24 de noviembre de 2018. Archivado desde el original el 18 de octubre de 2019. Consultado el 18 de octubre de 2019. 
  4. «Obra de Joaquín Gallegos Lara en conmemoración de la gran masacre». El Telégrafo. 7 de noviembre de 2012. Consultado el 18 de octubre de 2019. 
  5. «Premios de Bienal serán honoríficos». El Tiempo. 23 de noviembre de 2016. Archivado desde el original el 22 de octubre de 2019. Consultado el 18 de octubre de 2019. 
  6. «Estilo costumbrista en el "El guaraguao"». El Universo. 18 de agosto de 2018. Archivado desde el original el 19 de agosto de 2018. Consultado el 18 de octubre de 2019. 
  7. Ortega Caicedo, Alicia (2012). La novela ecuatoriana en el siglo XX: Escenarios, disputas, prácticas intelectuales. Memoria de la crítica literaria. Pittsburgh, Pensilvania: University of Pittsburgh. p. 449.