Romanos 6

Capítulo sexto de la carta de san Pablo a los romanos

Romanos 6 es el sexto capítulo de la Epístola a los Romanos del Nuevo Testamento de la Biblia cristiana. Fue compuesta por Pablo el Apóstol, mientras se encontraba en Corinto a mediados de los años 50 d. C.,[1][2]​ con la ayuda de un amanuense (secretario), Tercio, que añadió su propio saludo en Romanos 16:22.[3]

Fragmento c a h que contiene partes de la Epístola a los Romanos en el Papiro 40, escrito hacia el año 250 d. C.

El texto original fue escrito en griego koiné. Este capítulo está dividido en 23 versículos.

Testigos textuales

editar

Algunos Manuscritos bíblicos#Manuscritos del Nuevo Testamento tempranos que contienen el texto de este capítulo son:

Referencias del Nuevo Testamento

editar

La incidencia de la justificación por la gracia en una vida santa

editar

Según el teólogo protestante Heinrich August Wilhelm Meyer, el capítulo 6 muestra cómo la justicia de Dios, «lejos de fomentar la inmoralidad, por el contrario excluye a esta última del estado cristiano, y por primera vez establece, promueve y vivifica correctamente la verdadera moralidad». Meyer anticipa que Romanos 7 «muestra lo mismo en relación con la ley», y Romanos 8 «expone la bendita condición de quienes, como justificados, son moralmente libres».[4]​ Desde el principio de este capítulo, Pablo aborda la “objeción plausible”[5]​ de que los cristianos deben «continuar en el pecado, para que la gracia abunde» (Romanos 6:1). [6]​ En Romanos 3:8,[7]​ Pablo se había referido a informes calumniosos en el sentido de que los creyentes enseñaban «Hagamos el mal para que venga el bien». Se pueden encontrar indicaciones similares en Gálatas 5:13,[8]​ 1 Pedro 2:16[9]​ y Judas 4.[10]​.

Versículo 1

editar
¿Continuaremos en el pecado para que abunde la gracia?[11]

Meyer señala que las alternativas disponibles son «continuar en el pecado» o «cesar de él», aunque una exhortación alternativa en Romanos 11:22 es que el cristiano «continúe en la bondad [de Dios]».[4][12]

Versículo 2

editar

Pablo responde que los creyentes no deben «ciertamente (ninguno: μὴ γένοιτο, romanizadomē genoito) continuar en el pecado, para que la gracia abunde» (Romanos 6:2). [13]​ La frase μη γενοιτο es utilizada regularmente por Pablo; se usa 10 veces en esta epístola, así como en sus otros escritos.[14]​ El Pulpit Commentary describe la frase como «la forma habitual de Pablo de rechazar una idea con indignación».[15]​ La frase ha sido traducida de varias formas:

La frase también se utiliza en la conclusión del Evangelio de Lucas a la parábola de los labradores malvados.[17]​.

Muerto al pecado pero vivo para Dios en Cristo (Versículos 3-14)

editar

Versículo 4

editar
Por lo cual fuimos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que así como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.
Romanos 6:4, Nueva Versión King James[18]
  • «De vida»: de ninguno: ζωῆς, romanizadozōēs; aquí funciona como genitivo atribuido.[19]​.

Comentario a los versículos 1-11

editar

El Bautismo permite que la gracia de Cristo llegue a cada persona y la libere del poder del pecado. En este sacramento se reproduce, no solo de manera simbólica sino real, la pasión, muerte y sepultura de Cristo, lo cual está representado en el rito de la inmersión en el agua. Esta inmersión significa la participación en su muerte y la liberación del pecado. Sin embargo, no solo se trata de una identificación con la muerte de Cristo, sino también de la «entrada en una nueva vida»: la «vida de la gracia», que es infundida en el alma como un efecto directo de la participación en la resurrección de Cristo[20]​ Basándose en esta enseñanza paulina, los Padres de la Iglesia desarrollaron una profunda comprensión del sacramento del Bautismo, subrayando sus efectos espirituales. En esta línea, el «Bautismo no solo purifica del pecado, sino que también une al cristiano con Cristo», lo incorpora a su muerte y resurrección, y lo introduce en la nueva vida que se vive por la gracia, transformando de manera radical su existencia espiritual.[21]

A partir de esta enseñanza paulina, los Padres desarrollaron la significación del sacramento del Bautismo cristiano y los efectos espirituales que produce.

El Señor —recuerda San Ambrosio a los recién bautizados—, que quiere que sus beneficios permanezcan, que los planes insidiosos de la serpiente sean disueltos y que sea eliminado al mismo tiempo aquello que resultó dañado, dictó una sentencia contra los hombres: Tierra eres y a la tierra has de volver (Gn 3,19), e hizo al hombre sujeto de la muerte (…). Pero le fue dado el remedio: el hombre moriría y resucitaría (…). ¿Me preguntas cómo? (…). Fue instituido un rito por el que el hombre muriera estando vivo y resucitara también estando vivo.[22]

Y Juan Crisóstomo explica:

El Bautismo es para nosotros lo que la cruz y la sepultura fueron para Cristo; pero hay una diferencia: el Salvador murió en su carne, fue sepultado en su carne, mientras que nosotros debemos morir espiritualmente. Por eso el Apóstol no dice que nosotros somos “injertados en él con su muerte”; sino con la semejanza de su muerte.[23]

El Catecismo de la Iglesia Católica, al exponer la doctrina sobre el Bautismo, enseña:

Este sacramento recibe el nombre de Bautismo en razón del carácter del rito central mediante el que se celebra: bautizar (baptizein en griego) significa “sumergir”, “introducir dentro del agua”; la “inmersión” en el agua simboliza el acto de sepultar al catecúmeno en la muerte de Cristo, de donde sale por la resurrección con Él (cfr Rm 6,3-4; Col 2,12) como “nueva criatura” (2 Co 5,17; Ga 6,15).[24]

En los versículos 9-10, San Pablo destaca que la muerte y resurrección de Cristo rompieron el vínculo con la muerte, tanto para Él como para quienes lo siguen. Al resucitar glorioso, Cristo triunfó y obtuvo una nueva vida para su Humanidad y para nosotros. En los bautizados, esos eventos de la vida de Cristo se replican de algún modo, ya que, al participar en su muerte y resurrección, también se accede a esa nueva vida que Él ganó para todos.[25]

De esclavos del pecado a hijos de Dios (Versículos 15-23)

editar

Versículo 23

editar
Porque la paga del pecado es muerte, pero el don de Dios es vida eterna en Cristo Jesús nuestro Señor.
Romanos 6:23, Nueva Versión King James[26]
  • «Salario»: del griego ninguno: ὀψώνιον, romanizadoopsōnion, referido a 'la paga o salario de un soldado', pero aquí al 'resultado final de una actividad' o 'algo a cambio' ('retribución').[27]

Comentario a los versículos 12-23

editar

A pesar del don de la gracia obtenida por Cristo, la fuerza del pecado sigue presente. Por eso, San Pablo exhorta a los bautizados a vivir según su nueva condición y no caer nuevamente bajo el dominio del pecado, utilizando las imágenes de esclavitud y libertad para ilustrar su mensaje. Algunos podían interpretar su predicación, que dejaba de lado las obras de la Ley, como un incentivo para una conducta moral permisiva. Para evitar malentendidos, Pablo insiste en estos versículos en la necesidad de resistir las tentaciones de la concupiscencia. Los cristianos, justificados por la gracia, deben actuar en coherencia con esa transformación.[28]

Nuestros antiguos pecados han sido eliminados por obra de la gracia. Ahora, para permanecer muertos al pecado después del Bautismo, se precisa el esfuerzo personal aunque la gracia de Dios continúe ayudándonos poderosamente.[29]

El discurso dialéctico de los vv. 15-23 —esclavos del pecado, liberados de él, esclavos de la justicia— tiene un tono pedagógico: si un tiempo soportaron ser esclavos del pecado para la muerte, más vale ahora aceptar ser esclavos de la justicia para la vida eterna.[30]

Todos fuimos esclavos del pecado, pero cuando se nos transmitió la forma de la doctrina y decidimos obedecerla no sólo de palabra, sino de corazón y completa decisión, nos liberamos de la servidumbre del pecado y nos hicimos siervos de la justicia. [31]

Véase también

editar

Referencias

editar
  1. Hill, 2007, p. 1084.
  2. Dunn, J. D. G. (1993). «Romanos, Carta a los». En Hawthorne, Gerald F. y Martin, Ralph P. (eds.) Dictionary of Paul and His Letters. InterVarsity Press. p. 838. ISBN 9780830817788
  3. Donaldson, Terence L. (2007). «63. Introducción al Corpus Paulino». En Barton, John; Muddiman, John, eds. The Oxford Bible Commentary (first (paperback) edición). Oxford University Press. p. 1077. ISBN 978-0199277186. 
  4. a b Meyer, H. A. W. (1880), Meyer's NT Commentary sobre Romanos 6, traducido de la sexta edición alemana, consultado el 5 de octubre de 2024
  5. htm Jamieson-Fausset-Brown Bible Commentary sobre Romanos 6, consultado el 12 de septiembre de 2016
  6. NKJV
  7. Romanos 3:8
  8. Gálatas 5:13
  9. 1 Pedro 2:16
  10. Judea 4
  11. Romans 6:2: Versión Estándar Americana
  12. Romanos 11:22: RVR
  13. Romanos 6:2
  14. htm Englishman's Concordance: γένοιτό (genoito)], consultado el 14 de septiembre de 2016
  15. Pulpit Commentary sobre Romanos 6, consultado el 14 de septiembre de 2016
  16. Comentario de Matthew Henry] sobre Romanos 6, consultado el 14 de septiembre de 2016
  17. Lucas 20:16
  18. Romanos 6:4: Nueva Versión King James
  19. Nota de Romanos 6:4 en NET Bible
  20. Romanos 6, 4-5
  21. Facultad de Teología. Comentarios a la Sagrada Biblia: Universidad de Navarra (p. 9947). EUNSA Ediciones Universidad de Navarra
  22. Ambrosio de Milán; De Sacramentis 2,6
  23. Juan Crisóstomo; In Romanos 10
  24. Catecismo de la Iglesia Católica n. 1214
  25. Facultad de Teología. Comentarios a la Sagrada Biblia: Universidad de Navarra (p. 9948). EUNSA Ediciones Universidad de Navarra
  26. NKJV RVR
  27. Nota sobre Romanos 6:23 en la Biblia NET
  28. Facultad de Teología. Comentarios a la Sagrada Biblia: Universidad de Navarra (p. 9949). EUNSA Ediciones Universidad de Navarra
  29. Juan Crisóstomo, In Romanos 11,1
  30. Facultad de Teología. Comentarios a la Sagrada Biblia: Universidad de Navarra (p. 9949). EUNSA Ediciones Universidad de Navarra.
  31. Orígenes, Commentarii in Romanos 6,3

Bibliografía

editar

Enlaces externos

editar